Sábado 28 de mayo, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio: Olga Kulchynska (soprano), Emily D’Angelo (mezzosoprano), Oviedo Filarmonía, Vincenzo Milletarì (director). Arias y dúos de ópera.
Tras la cancelación por enfermedad de la directora Yue Bao, Vincenzo Milletarì (1990) se puso al mando de la gala lírica con la que este sábado se clausuraba la temporada de los Conciertos del Auditorio con dos voces muy interesantes como la soprano ucraniana Olga Kulchynska (1990) y la mezzo canadiense Emily D’Angelo (1994) que nos dejaron una velada de altura para un público entusiasmado. No olvidemos que Oviedo, «La Viena española», es especialmente amante de la ópera, y si en el foso la OFil es seguro de calidad, en escena, con un director italiano muy gesticulante pero siempre claro, teniendo que «adoptar» un programa ya definido, estaba claro que la despedida era de «Champions» como muchos madridistas presentes, incluso algún móvil sonando siempre en los peores momentos.
Gala lírica organizada con arias de ambas voces, dúos y oberturas para cada inicio, ópera mayoritaria pero también zarzuela como era de esperar en una ganadora del Francisco Viñas de 2015 y otra de Operalia en 2018, con páginas conocidas que las cantantes tienen ya muy trabajadas tanto en recitales como sobre las tablas, lo que aseguraba un éxito previo corroborado a lo largo de una velada que fue de menos a más.
Las obertura de La gazza ladra (Rossini) a pesar de las siempre vulnerables trompas que remontarían vuelo posteriormente, puso a prueba las agilidades y limpieza de una orquesta a la que vendrían bien más violines pues el resto estuvo bien compensado con el acierto de poner tarima a los contrabajos para conseguir una sonoridad más rotunda.
Aunque el barroco no sea el fuerte de la orquesta ovetense, estuvo bien comenzar con Claudio Monteverdi y el dúo Pur ti miro de «L’incoronazione di Poppea» para comprobar que las dos voces femeninas empastaban a la perfección aunque la soprano parecía volar más alto que la mezzo (ya estamos más habituados a los contratenores) con unos volúmenes algo tapados pero de estilo correctamente cantado por ambas.
Mozart siempre tiene el engaño de su aparente facilidad escondiendo auténticas arias de exigencias vocales verdaderamente exigentes. Del «Così fan tutte» primero escuchamos a Olga Kulchynska un Come scoglio brillantemente interpretado con unos graves poderosos desde un color bello unido a una técnica prodigiosa, y otro tanto del dúo Prenderò quel brunettino con Emily D’Angelo de nuevo más musical y una línea de canto idealmente homogénea.
Salto a la Francia hoy capital futbolística con tres páginas que no pueden faltar, primero y alternando el orden del programa, una musicalmente agradecida canadiense y su Mon coeur s’ouvre a ta voix de «Sanson y Dalila«, una joya de Saint-Saëns a la que los volúmenes orquestales no impidieron escuchar una línea de canto muy sentida con la excelencia de la madera y un arpa brillante, a lo largo de la gala, de Danuta Wojnar. Después Gounod de su «Faust» el aria de las joyas, O Dieu! Que de bijoux para todo el lucimiento de la soprano ucraniana que pese a no estar «mimada» por Vincenzo Milletarì, más preocupado de encajar que de matizar, mostró su gusto y poderío vocal.
Y nada mejor para cerrar esta primera parte que el famoso dúo de «Los cuentos de Hoffmann» de Offenbach, la Barcarola con apariciones enfrentadas de las cantantes convergiendo en el centro, orquesta inspirada y bien llevada por el italiano, voces con diferentes volúmenes no ya por tesitura, pero de empaste correcto pese a un color similar en ambas de tesituras tan distintas. Lo bisarían al final del concierto.
Tras el descanso la OFil sacaría lo mejor de su versatilidad con la Polonesa de «Eugene Onegin», sinfonismo de altura del gran Tchaikovski para una ópera no muy representada, tempo exigente al que respondieron todas las secciones antes de dejarnos lo mejor del bel canto como son «I Capuleti e I Montecchi» de Bellini que la canadiense pero especialmente la ucraniana, tienen en su repertorio, cambio de vestuario y más interpretación que en la primera parte, comenzando con el aria de mezzo Ascolta! Se Romeo t’uccise un figlio que D’Angelo «destroyer» masculinizada recreó con fuerza y gusto antes del recitativo y aria Eccomi…oh quante volte, personalmente lo mejor de la gala, con el trompa solista perfecto y una Olga Kulchynska que hizo poner la carne de gallina al respetable, filados, proyección, afinación y dominio completo del rol.
No se quedó atrás el dúo Si, fuggire, a noi non resta disfrutando de estas voces jóvenes que ya están triunfando en los más afamados teatros mundiales, más equilibrio de volúmenes y mejor balance orquestal para esta ópera que tengo entre mis referentes.
Y otra aria para disfrutar, más aún en la voz de «la Kulchynska», la bellísima Canción a la luna de «Rusalka» (Dvorák) con una orquesta perfecta, el arpa tan divina como la ucraniana, más un Milletarì cada vez más cómodo con todo, el punto álgido de esta gala.
La presencia de la zarzuela vendría con «La D’Angelo» que bordaría la romanza de «El barquillero» (Chapí) tan poco escuchada, Cuando está tan hondo, con una pronunciación muy trabajada y muy adecuada elección para esta voz de mezzo con agudos y medios potentes que sumados a la musicalidad y entrega de la que dio muestra a lo largo de este recital, remataría el programa antes de las dos propinas.
Tras bisar la Barcarola, las dos cantantes compartieron Chapí con la conocida romanza de «Las hijas del Zebedeo», donde sin entrar en triunfadoras y con un tempo muy ágil, la mezzo canadiense demostró una tesitura ideal para ella frente a la comodidad vocal y de amplio registro de la soprano ucraniana, con un duelo de ornamentos «ad libitum».
Buen cierre en un Oviedo lírico por naturaleza con dos jóvenes cantantes a las que no debemos perder el rastro porque son las voces de este siglo que ya piden paso.