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Vetusta tiene su música

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Sábado 26 de noviembre, 20:00 h. Sala principal del Auditorio de Oviedo: Conciertos del Auditorio. Sheku Kanneh-Mason (chelo), Elsa Benoit (soprano), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías Navarro (director). Obras de Raquel Rodríguez, Haydn y Mahler.

Crítica completa para La Nueva España del lunes 28, sin recortes por el espacio, con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía incluyendo negrita o cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Siempre es un placer asistir a un estreno, más si es de casa y sumándole que es una compositora asturiana joven pero con larga trayectoria como Raquel Rodríguez (1980), para redondear un concierto donde convivían con la carbayona nada menos que “papá Haydn” y Mahler, cuyo tiempo ya ha llegado hace más de un siglo, tradición y modernidad en la sempiterna y melómana Vetusta.

Oviedo Filarmonía (OFil) sigue creciendo bajo la batuta de su titular Lucas Macías, quien prosigue su apuesta por incluir mujeres compositoras en los conciertos, y este sábado abría un ciclo titulado “Mapa Sonoro de Vetusta” estrenando «Albidum, camino hacia las estrellas» de la ovetense, cinco movimientos partiendo del origen de la palabra latina traducida como blanquecina, uno de los probables orígenes del topónimo de la capital del Principado para una historia sinfónica y asturiana, siglos traídos al nuestro con la música de bella factura y mucho oficio de Raquel Rodríguez. Obra contundente en efectos y efectivos, cinco etapas bien comentadas en las notas al programa de mi compañero Jonathan Mallada, escritura muy elaborada cual banda sonora desde los indígenas astures en peregrinación al Salvador, el Júpiter efectista guiando ese “campo de estrellas” para una orquesta luminosa bien llevada y estudiada por su titular, una “introspección” con la diosa Trivia completando el simbolismo de una página sinfónica más que blanquecina resplandeciente, largamente aplaudida por un público que la entendió cercana, luminosa y cálida.

A Franz J. Haydn (1732-1809) se le considera el padre de la sinfonía y del cuarteto de cuerda, con amplia y variada producción donde el Concierto para violonchelo nº 2 en re mayor, Hob. VIIb:2 ocupa lugar preminente entre sus obras más escuchadas, esta vez con otro joven intérprete, Sheku Kanneh-Mason (Nottingham, 1999) quien con 13 años ya maravillaba en este repertorio concertístico que se puede disfrutar en internet (ganador del premio BBC al mejor músico joven del año 2016), y con el que triunfó el pasado septiembre en la capital británica junto a la Philharmonia londinense volviendo en febrero del año que viene siempre con el cartel de Sold out en todos ellos -es una verdadera estrella dentro y fuera del Reino Unido desde su popularidad tras tocar en la boda de los emigrados a EEUU ex duques de Essex– y que llevará el próximo diciembre a la Sociedad Filarmónica de Bilbao con la Camerata Salzburg, por lo que era de esperar y muy esperada su interpretación desde su dominio técnico, unido al sonido maravilloso y corpóreo de su chelo, siempre bien concertado por el maestro Macías en sus tres movimientos “clásicos” llenos de energía, especialmente el adagio central y el virtuosismo en el rondó final, de sonoridad cálida, contenida por momentos, que desde el podio mantuvo el equilibrio concertando con las manos para lograr mayor expresividad, especialmente en una cuerda siempre aterciopelada, perfecta compañera de viaje.

El regalo del inglés todo un “clásico moderno” de Burt Bacharach, I Say A Little Prayer que conocimos cantado por Aretha Franklin, sacando del cello, sin arco, una sonoridad actual en este arreglo tan popular como el propio Sheku Kanneh-Mason, juvenil hasta en su “camisa africana”, más allá de modas, épocas o costumbres.

Y si Gustav Mahler (1860-1911) decía que el tiempo de su música aún no había llegado, hoy es el más grabado e interpretado de la historia, por lo que no puede faltar en toda temporada que se precie, esta vez con su Cuarta sinfonía estrenada por el propio compositor hace ahora 121 años, un 25 de noviembre, y con no muy buena acogida del público -de hecho estaría reelaborándola hasta unos meses antes de su muerte y a la que llamaba su “hijastro”-. Excelente orquestación aunque más “ligera” que en otras sinfonías, pero perfecta para la plantilla de la formación ovetense y poder disfrutar todas y cada una de las secciones de la OFil con Lucas Macías dominador de la partitura memorizada hasta el último detalle, jugando y apostando fuerte en los aires muy controlados y respondidos a la perfección por “su orquesta”, cortando la respiración en el Ruhevoll, poco adagio tan profundo o más que el de la viscontiana Quinta, para una cuerda en estado de gracia por su sonoridad compacta y uniforme, hasta llegar al último movimiento, Sehr Behaglich (Muy cómodo) ya con la soprano francesa Elsa Benoit cantando los primeros versos de Das himmlische Leben (La vida celestial) perteneciente a la colección Des Knaben Wunderhorn (El cuerno mágico de la juventud), «lied» sinfónico cantando el goce celestial del hombre maravillado pero confundido, que se pregunta con ojos de niño el significado de todo ello, agradeciendo la proyección del texto traducido. Volumen suficiente de la cantante y pura emoción mahleriana, de nuevo con la orquesta en su mejor momento, un universo sinfónico plagado de estrellas en cada primer atril, disfrutando de Birgit Kolar como concertino por partida doble (utilizado otro para la “scordatura” del segundo movimiento) y redondeando una tarde joven para todas las edades.

Toda una premonición cumplida en esta galaxia musical astur para disfrutar de un sábado donde la OFil con Lucas Macías fueron las estrellas gastronómicas en versión sinfónica bien cocinadas y servidas, brillando con luz propia para cerrar estos placeres melómanos con un viaje por la estrellas de Vetusta.

Estrellas sinfónicas

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Sábado 26 de noviembre, 20:00 h. Sala principal del Auditorio de Oviedo: Conciertos del Auditorio. Sheku Kanneh-Mason (chelo), Elsa Benoit (soprano), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías Navarro (director). Obras de Raquel Rodríguez, Haydn y Mahler.

Reseña para La Nueva España del domingo 27 escrita desde el móvil con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía incluyendo negrita o cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Concierto estelar donde no faltó de nada: un estreno mundial de la ovetense Raquel Rodríguez (1980) con el título de «Albidum» (uno de los probables orígenes del topónimo Oviedo) subtitulada “camino hacia las estrellas”; otro brillo en el firmamento con el famoso cellista inglés Sheku Kanneh-Mason, popular mundialmente al tocar en la boda real de los ex duques de Essex; más la Cuarta de Mahler con la soprano francesa Elsa Benoit en el último movimiento, goce celestial visto con los ojos de un niño y el placer melómano.

Más que las estrellas gastronómicas de la Guía Michelín (que vamos ganando para Asturias), este último sábado de noviembre con un Auditorio lleno y supongo hambriento, disfrutamos nada menos que de tres soles sinfónicos:

Primera: Raquel Rodríguez, mucho más que un contundente entrante femenino al que el “master chef” Macías se ha comprometido en servirnos cada menú por él elaborado esta temporada. Un plato para repetir en cualquier momento por su calidad, sabor y guarnición.

Segunda: número 2 de los conciertos para violonchelo de Haydn, donde el plato principal sería el solista británico, un Sheku de camisa y etnia subsahariana para paladear en tres pasos, conectando desde el principio con el titular onubense, maridando y madurando con una orquesta que sigue brillando en cualquier carta siempre bien servido.

Un sorbete original de propina en pizzicato Forever and ever de la oración que nos cantase la gran Aretha Franklin.

Y tercera, digna de ser doble para el Mahler siempre contundente, tradicional pero actual 121 años y un día del estreno de su cuarta sinfonía, donde el sabor especial lo da incluir “La vida celestial”, poema del «Cuerno mágico de la juventud» con soprano en el último movimiento, la francesa Elsa Benoit cual verdadera esencia final para una hora de esta “sinfonía de mortales” donde alcanzar el paraíso mahleriano, magnífica sinfonía de ángeles bien acompañada por el jefe Macías y respetuoso silencio final antes del aplauso unánime.

Merecidas estrellas sinfónicas para este menú que ofreció tres platos estelares, por los ingredientes (compositores de ayer y hoy) junto a unos condimentos especiados y servidos por unos intérpretes esenciales para alcanzar este firmamento musical, desde el primero al último, con una Oviedo Filarmonía que “liga con todo” y brilla en la galaxia sonora de Vetusta, con mejor salud que Don Gustavo.

Bach resiste 300 años

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Jueves 24 de noviembre, 20:30 horas. Teatro Jovellanos, Gijón: Jazz Xixón, Sociedad Filarmónica de Gijón, concierto nº 1658: «Bach (Re)Inventions», Moisés P. Sánchez Invention Trío.

Hace 300 años que «Mein Gott» Bach escribiese sus quince invenciones a dos voces en Köthen, una pequeña ciudad muy cerca de Leipzig donde poder alejarse de la su oficio de kantor y disfrutar con la música instrumental donde estas lecciones para la formación de su hijo Wilhelm Friedeman, explorando el contrapunto, la independencia de manos y los movimientos de danza, conforman un «corpus» no ya didáctico sino de pura exploración para cualquier músico.

A lo largo del tiempo J. S. Bach sigue reafirmándose como el padre de todas las músicas, y hace años que mantengo mi propia teoría que sus obras soportan todos los estilos para acercarse a ella, bien directamente con interpretaciones en sintetizadores (W. Carlos), vocales (Bobby McFerrin), mezclas africanas (Lambarena) o con ritmos cubanos, pasando por el rock y evidentemente el jazz, dejo fotografías de algunas grabaciones de mi fonoteca, donde Jacques Louissier marcó un estilo con su trío que en cierto modo me recordó este nuevo acercamiento de la Filarmónica de Gijón dentro del Festival de Jazz con el trío de Moisés P. Sánchez, como ya hiciesen hace cinco años con Chopin los pianistas Pepe Rivero y Judith Jáuregui.

La apuesta gijonesa atrajo al teatro del paseo de Begoña tanto a los más fieles del jazz asturiano, que va recuperando espacios, como a los socios de la sociedad, para quien Moisés P. Sánchez (Madrid, 1979) no solo dejó unas excelentes notas al programa (escritas para MarchVivo en 2021) sino también palabras dichas con humor y retranca, agradecimientos y piropos a nuestra tierra donde no faltó la gastronomía, preguntándose qué haría o diría Bach en nuestro siglo XXI. Por lo escuchado al finalizar, parece no pudo convencer a todos aunque personalmente creo que Mein Gott disfrutaría tanto como yo con estas (re)invenciones, inspiraciones o recreaciones partiendo de las quince Invenciones BWV 772-782 con el añadido de la improvisación que tan importante era en el barroco como en el jazz, con un formato de trío donde los dos Pablo’s (Pablo Martín Caminero al contrabajo y Pablo Martín-Jones a la percusión) compartieron el buen gusto y hacer del pianista madrileño. La música después de Bach ya estaba pre-escrita (que no prescrita) y el tiempo la ha ido colocando en cada época sin que nunca prescriba porque siempre es actual.

En una de sus recientes entrevistas Moisés Patricio Sánchez (aunque la P. le da todo el misterio, simbología y hasta marketing en convertir el apellido como marca propia junto al primer nombre) decía que ‘La emoción viene de lo que escuchas de pequeño’, y de formación académica muy seria parecía que el jazz le ha dado toda la libertad que la mal llamada clásica no permite, aunque su música no necesita etiquetas ni tiene fronteras. Mi querido Mario Guada me bautizó hace años como «omnívoro musical», y así lo entendió Carlos Santos quien en su ya finalizado programa nocturno «Entre dos luces» le dedicó precisamente a Moisés el último especial titulado El piano omnívoro de Moisés P. Sánchez, artista residente del CNDM para esta temporada, donde disfrutar de este polifacético intérprete en vivo y en directo, sonando parte del Bach «reinventado» que con Bartok y Beethoven conforman las tres B del artista madrileño. Me alegró mucho que nuestro común amigo aplicase este calificativo que refleja a la perfección la ya larga trayectoria del pianista, y especialmente el espíritu de este trabajo, encargo de la Fundación March en 2018 y finalmente llevado al disco con su propio sello, que abarca, como su propio Canal March, épocas y estilos variados.

Las invenciones no sonaron todas ni en orden, pero siempre son distintas, reconocibles porque «todo está en Bach», pasajes de solos increíbles, desde el delicadamente poderoso contrabajo de Martín Caminero (utilizando también el arco magistralmente), a la kalimba virtuosa de Martín Jones, percusión total, acústica y electrónica perfectamente combinada en la dosis exacta, más el piano sin límites de Moisés P. Sánchez, amplificación igualmente cuidada para jugar con estilos amplios surcando el universo bachiano, un caleidoscopio siempre arrebatador e inspirador como el jazz, más una iluminación sencilla pero muy cuidada.

Si cada una de las invenciones las toma como un standard de todas las épocas e historia, las quince invenciones suenan rockeras como la segunda, «con pellizco» como la cuarta en re menor, sintonía de un programa radiofónico en la pública, digna de Chick Corea, Dorantes o Chano Domínguez a ritmo de bulerías donde no faltó el cajón peruano que Paco de Lucía con Tino di Geraldo acabaría haciendo flamenco, juegos de voces entre piano y contrabajo, vuelos de otros grandes como Bill Evans compartiendo su Waltz for Debby con el de «papá Bach», el virtuosismo elegante de Moisés con guiños al mejor Brad Mehldau. Arreglos muy trabajados y libres en el vivo, la electrónica breve y muy bien utilizada en distintos loops desde la percusión o el flanger del contrabajo para pensar en Steve Reich. Apuestas actuales con 300 años como las de tantos clubs nórdicos que me llevaron a Copenhague y Tete Montoliú fichando al danés Niels Henning Ørsted Pedersen (NHOP) que tantas alegrías nos dio dejándonos un legado del que todos hemos bebido.

Pulsación, ritmos, melodías, todo puede reinventarse, rehacerse desde la libertad del jazz y el universo de Moisés P. Sánchez, un músico sin límites esta vez en trío. Invenciones evocadoras que acabarían con la nº 5 en mi bemol mayor para regalarnos como propina la nº 15 en si menor, etapas e itinerarios múltiples por los que optar por una ruta u otra, tonalidades sólo referentes para modular, viajar por los mapas de Bach y volver al inicio tras recorrer paisajes musicales que soportan 300 años y los que vengan.

El vehículo utilizado este jueves me hizo volver a casa tarareando el Bach de Moisés en el CD firmado y dedicado, con la emoción de la música eterna.

Piano espectacular y potente

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Domingo 20 de noviembre, 19:00 h. Auditorio de Oviedo: Jornadas de Piano «Luis G, Iberni». Martín García García (piano). Obras de Chopin y Rajmáninov.

Crítica para La Nueva España del martes 22 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía incluyendo negrita o cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Un lleno espectacular en el auditorio este domingo para disfrutar del mejor piano romántico con el gijonés Martín García García (1996), que sigue madurando como el buen vino, esta vez dejándonos a dos compositores, Chopin y Rajmáninov, con los que se encuentra cómodo, confiado, entregado, sin perder aún la pasión juvenil y unas interpretaciones siempre con un toque personal, no importan algunas imperfecciones mínimas, llegando y emocionando aunque tengamos que seguir sufriendo un amplio repertorio de toses en todas las tesituras, tonalidades (domina el flemol), caídas de paraguas y bolsos, luces más tonos de móviles incluso con conversaciones… hasta niños que preguntan o se suman al coro de estertores en su registro más agudo, haciéndonme anhelar aquellos conciertos de aforo reducido y mascarillas (deberían volver) que llegué a pensar, inocente e ingenuo de mí, vendrían para retornar a la escucha de la música desde el silencio, el respeto, la educación… y la salud. El Covid sigue, la gripe nunca se fue pero la esperanza en el necesario civismo que nos permita disfrutar como se debe, ya se ha perdido del todo convirtiéndose en la verdadera pandemia.

Dos románticos para degustar ocupando cada una de las partes del concierto con el piano protagonista absoluto, iluminación cenital y resto en penumbra. Chopin toda la primera, bien organizada comenzando con las cuatro Mazurkas, op. 33 muy contrastadas en aires y rubati muy apropiados, una brillante Barcarola en fa sostenido mayor, op. 68, cuatro de los Preludios op. 28 igualmente ordenados por sus “tempi” buscando ese ambiente contrastante y hasta lúgubre de los días en Valldemosa, donde la tisis pareció contagiar en el túnel del tiempo al “coro de asistentes”, para cerrar con la conocida “Sonata nº 2 en si bemol menor op. 35”, cuya famosa Marcha fúnebre del tercer movimiento, Martín García le dio toda la pasión y visión personal, más el Presto final donde el virtuosismo es necesario pero la musicalidad aún más. Momentos casi sinfónicos con pasajes que el polaco utilizará en sus dos conciertos para piano junto al intimismo de otros en buena conjunción e interpretación del asturiano.

Y el “Chopin de Broadway”, Rajmáninov, que comparte con el polaco la nostalgia desde el exilio, las añoranzas por “la amada Polonia” o “la madre Rusia” transmitidos en su piano de tragedias y depresiones volcadas por un Martín García pletórico, potente, amplio de dinámicas, desde los dos “Momentos Musicalesop. 16, primero el nº 3 en si menor, después el nº 2 en mi bemol menor, nuevamente buscando los claroscuros románticos en el último de los intérpretes virtuosos además de compositores, el melodismo inimitable del ruso canturreado por el gijonés, al igual que con el polaco, como otra seña de identidad de nuestro joven virtuoso, pasajes inconfundibles que evocan también las páginas con orquesta (en especial las Variaciones sobre un tema de Paganini). Todavía quedaba la “Sonata nº 1 en re menor op. 28” para rematar la faena, sonido muy trabajado, ímpetu e introspección en perfecto equilibrio, música a borbotones, juventud con recorrido y mucho estudio para un recital titánico que levantó a todo el público de sus butacas con bravos y hasta un merecido e inoportuno “¡Grande!” rompiendo la unidad del “momento”, y es que las emociones no entienden de buenos modales.

Sin chaqueta salió Martín para agradecer el entusiasmo que levantó y nos regaló tres propinas en una línea argumental acorde con este concierto puramente romántico por todo lo que escuchamos, incluyendo el “coro de ruidos”. Primero el Étude-Tableau, op. 39, nº 8 en re menor, limpio y cristalino; después el Preludio nº 3 en re menor, poderoso, enérgico, arriesgado “tempo di menuetto”, elefantiásico cual las manos de Serguéi transmutado al gijonés como si comenzase el concierto dos horas después; y si se me permite la expresión, desmelenado pero reposado volviendo a la intimidad con la camisa sudada y la tercera del ruso, de sus siete piezas de salón, la op. 10 nº 6, una delicadísima Romanza en fa menor cuyo “Andante doloroso” más que mosso, solo lo rompió un infantil estornudo que no empañó un concierto para el recuerdo que las notas al programa, felizmente en papel, de mi compañera Andrea García Torres tituló “El virtuosismo expresivo”.

LNE_Diario_20221122-Página 6-Oviedo

El ciclón gijonés

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Domingo 20 de noviembre, 19:00 h. Auditorio de Oviedo: Jornadas de Piano «Luis G, Iberni». Martín García García (piano). Obras de Chopin y Rajmáninov.

Reseña telefónica con Franco Torre para La Nueva España del lunes 21 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía incluyendo negrita o cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Un ciclón musical pasó anoche por Oviedo. El ojo de la tormenta estaba en el Auditorio Príncipe Felipe, en una sala principal que registró lleno absoluto. Sobre el escenario, un único instrumento, el gran Steinwway© de cola, y un maestro nacido a la orilla del Piles y que se ha coronado en los mejores escenarios antes de volver para ser profeta en su tierra: Martín García. Un pianista que puso en pie el Auditorio ovetense con un concierto memorable, de más de dos horas (dos y media con el descanso) y que cerró con tres propinas, entre las ovaciones de un público entregado.
A días de cumplir los 26, Martín García retornaba a Oviedo tras engordar de forma descomunal su currículo en los últimos años. En 2021 llegó su consagración internacional tras lograr el primer lugar en el Cleveland International Piano Competition y el tercer lugar en el Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin. La expectación en «la Viena española» era máxima, y el pianista no defraudó. Al contrario: el nivel excelso de su música incluso sorprendió a los melómanos, impactados por la fuerza del pianista y ante la espléndida madurez que ha alcanzado en los últimos años. El gijonés, instalado ya en la élite del instrumento, apunta maneras para convertirse en uno de los grandes.
La primera parte del concierto estaba dedicada a Frédéric Chopin, en un guiño indisimulado al certamen que le coronó en Varsovia un año atrás. Interpretó las cuatro «Mazurkas» op. 33, «Barcarolle» en fa sostenido mayor, op. 60, cuatro de los «Preludes» op. 28, y la «Sonata n.º 2» en si bemol menor, op. 35. Para definir su nivel solo hay un calificativo:tremendo.

Llegó la tregua del descanso y parecía difícil que García mantuviese el nivel en una segunda parte dedicada a Serguéi Rajmáninov, pero lo logró. Interpretó de forma absolutamente impresionante los dos «Moment Musicaux» op. 16 nº 3 y nº 2, en este orden, y la «Sonata n.º 1» en re menor, op. 28. Todo perfecto salvo por la inesperada competencia que le salió al pianista desde el patio de butacas, donde se improvisó un concierto de toses (había todo un coro, con toses agudas, graves y hasta algún “staccato”) y móviles, con la irrupción ocasional, menos molesta, de algún niño que preguntaba si era hora ya de aplaudir.

Los aplausos llegaron, y a raudales. Todo el auditorio en pie, rompiéndose las manos, dedicando sonoros «¡bravos!» y hasta un inoportuno, por el momento, «Grande!» al pianista y reclamando su retorno al escenario. Martín García, con una sudada más propia de un extremo que se hubiese pateado la banda en el mundial de Qatar que de un pianista, en prueba fehaciente de su entrega sobre las tablas, volvió al escenario para dar una propina al agradecido público ovetense a base de Rajmáninov y talento. La operación se repetiría otras dos veces, con el músico ya en camisa sin quitarse la pajarita, sin bajar ni un ápice el pistón, instalado en la excelencia a tiempo completo a lomos de ese Steinway© poderoso, luciendo una madurez impresionante que se traduce no solo en ese virtuosismo, también en una musicalidad al alcance de muy pocos pianistas.

A la salida, una ciudad fría y lluviosa recibió al respetable. El común de los mortales lo achacaría a este otoño que ya quiere ser invierno, pero los agradecidos asistentes al concierto sabían la verdad: eran las secuelas de ese ciclón musical que anoche pasó por Oviedo.

Cómo estropear un concierto

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La pandemia de «el bicho» ha traído muchas desgracias y parece que fue ayer cuando se redujeron los aforos en las salas de concierto, acudiendo todos con mascarillas para obrarse el «milagro»: la toses desaparecieron y hasta los móviles parecieron enmudecer, incluso pasamos un invierno sin gripe. Los japoneses llevan utilizando por cortesía y educación las mascarillas en los lugares concurridos, incluso en la calle, pues el contagiar aunque sea un resfriado es mal de muchos

Pero la alegría en casa del pobre dura poco, se olvidan las mínimas normas de higiene, nos quitamos las mascarillas para volver como si no hubiese pasado el Covid, que aún habita entre nosotros al igual que la gripe que ataca de nuevo en cuanto llega el frío.

Las ganas han podido más que la prudencia y tristemente la mala educación retornó a las salas de conciertos, que es donde paso casi todas las tardes en «La Viena española» con una programación para todos los gustos y todos los públicos. De nuevo los teléfonos sonando pese a las recomendaciones por megafonía y en los programas de mano (que parece nadie lee), olvidándose no apagarlos o enmudecerlos, simplemente ponerlos «en modo avión» porque instalar inhibidores además de caro es poco recomendable para las personas responsables que pueden esperar sustos o imprevistos. No digamos la luz iluminada cuando se reciben mensajes, WhatsApp o vaya usted a saber… con las butacas preparando la navidad y «dando la nota» o poniendo la cara al descubierto  (lo que daría por contemplarlas desde el escenario).

Acudir con bolsos, paraguas o demás artilugios es seguro de caída, que es precisamente más ruidosa de lo que se espera. Por favor, a nadie se le ocurre colocarlo directamente en el suelo para evitarlo o incluso ruede por debajo de las butacas… Aquí aparece el modo linterna del teléfono, nueva variante de «pocas luces» y menor educación para ampliar el catálogo de incivismo.

Más lo verdaderamente preocupante es lo que podríamos llamar «concierto de toses«. Está claro que en los momentos de menor volumen musical se hacen más evidentes y a nadie se le ocurre regalar estertores en los fortissimi, pues para ello además de conocerse la obra escuchada, se necesita un autocontrol o movimiento rápido en busca del pañuelo, tela o papel, que tampoco está a mano y rebuscar en un bolso puede ser peor el remedio que la enfermedad, olvidándose que lo más higiénico y práctico es colocar el antebrazo sobre la boca. Utilizar caramelos para evitar el carraspeo suele ser otro causante de ruidos que se hacen insufribles en el intento por amortiguarlo desevolviéndolo tan lento que de nuevo incurren en más perturbación y desasosiego para el «tosiferante» y el entorno de sufridores.

Este domingo ante un magnífico concierto de piano, casi presté más atención al ruido que a las nueces, pues el repertorio de toses fue digno de contarse. Hay todo tipo de tesituras y colores de tos: graves y agudas, registros intermedios, jóvenes y ancianas, con interpretaciones que van desde las notas picadas o «stacatto» a las largas, las percutidas y entrecortadas, los ecos o imitaciones, pues parece que una llama a otra y así «perpetuum mobile«, una oleada indiscriminada por todas partes donde no faltará algún que otro estornudo, incuso infantil siempre disculpable pero inoportuno cumpliéndose una de las Leyes de Murphy. Al menos esta vez no hubo bebés lloriqueando en el cochecito, pues la música no siempre amansa las fieras aunque sí despierta los pulmones e irrita la garganta. Y algo que antes era anecdótico acaba siendo otra verdadera pandemia. Se ha perdido el llamado civismo, los modales y la buena educación, directamente la normas de cortesía y vamos hacia el abismo.

En Oviedo he pasado vergüenza ajena cuando Sir John Eliot Gardiner al descanso pidió que cesase el «concierto de toses» por megafonía o suspendería el concierto. Y también Daniel Barenboim que traía su piano con público en escena, supongo que tan asombrado como yo, de tener que sacar su pañuelo y hacer  señas de taparse la boca. Por favor, los conciertos son más que un acto social o el café donde sentarse a pasar la tarde y marcharse antes de las diez no vaya a pasarse la cena. El silencio es parte de la música al combinarse con sonidos determinados, que no ruidos, y los intérpretes lo necesitan también para concentrarse y darnos lo mejor de ellos. Teléfonos, toses y ruidos de todo tipo (incluso portazos o los clicks de los fotógrafos siempre apurados, que con las cámaras digitales al menos se han silenciado) además de ser una molestia, son verdadera falta de educación y la mejor forma de arruinar un concierto que hubiese sido magnífico.

Los políticos tan ocurrentes seguro que tomarán nota y hasta propondrán una asignatura (quitando otra) que se llame «Buenos modales» pero no servirá porque la escuela de la vida comienza en casa y Lo que Natura no da, Salamanca no presta. Por seguir, mal de muchos, consuelo de tontos, y la pandemia es nacional pues Asturias no es excepción tampoco en los modales.

Flores y especias

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Viernes 18 de noviembre, 20:00 h. Auditorio de Oviedo: Abono 3 “Divertimento”, OSPA, Juan Ferriol (oboe), Nil Venditti (directora). Obras de Ibert, Françaix, Puccini y Say.

Crítica para La Nueva España del domingo 20 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía incluyendo negrita o cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Viernes invernal con tres ofertas en “La Viena española” (danza en el Filarmónica, ópera en el Campoamor y OSPA en el Auditorio) que bien pudieron restar público a un concierto distinto, atrevido, original y divertido donde debutaba en el podio de la orquesta asturiana la directora ítalo-turca Nil Venditti, verdadera animadora antes de cada obra que iría explicando, en inglés, y ofreciendo un programa atrevido, inusual pero también muy interesante como bien contó María Sanhuesa en la conferencia previa y autora de las notas al programa (felizmente recuperado en papel en edición bilingüe). La temporada llamada de los “Nuevos comienzos” da otro paso más, aunque sigamos sin concertino titular, esta vez invitada la norteamericana Mirabai Wesmehl actualmente en la Sinfónica de Dubrovnik (Croacia) que mostró buena química igual con la batuta que con la orquesta en este tercero de abono.

Comenzar con una orquesta camerística de ambiente cabaretístico o mejor de verdadero “music-hall” por la calidad de la formación, con Divertissement del francés Jacques Ibert (1890-1962) y Venditti saludando además de presentar micro en mano cual estrella rockera la obra, prepararía al respetable para disfrutar de seis piezas llenas de humor, teatrales o cinematográficas, banda sonora de la casi surrealista “Un sombrero de paja en Italia” (1928) que con los componentes de la OSPA y el empuje de la maestra Nil incluso pidiendo palmas bien respondidas desde las butacas, nos alegraron un frío ambiente que iría caldeándose, original propuesta y plantilla donde la percusión tiene un papel casi protagónico, lleno de guiños a obras como la marcha nupcial de Mendelssohn (el argumento de la película lo explica todo) o un can-can final tributo al “Orfeo en los infiernos” de Offenbach, pues Ibert conoce el oficio al proceder de una familia musical, curiosamente como todos los compositores de este abono que sirvieron para titular como Sagas la conferencia de la doctora Sanhuesa, con los pros y contras que esto pueda tener, musicalmente positivos en este “divertimento parisino” de Ibert.

Con L’Horloge de Flore del también francés Jean Françaix (1912-1997) se apuntarían todos los intérpretes la segunda sorpresa de la velada, esencias más que perfumes en cada una de las siete horas elegidas de este reloj floral, apuntadas con las agujas del oboe solista de la OSPA Juan Ferriol, contestado en varias por su compañero clarinetista Andreas Weisgerber, feliz conjunción de viento madera que el compositor francés siempre tendrá presente en su amplia producción, un concierto para oboe siempre bien arropado por una orquesta amplia con Venditti transmitiendo jovialidad, que les llevó a las mayores ovaciones de la tarde, rendidos al magisterio de Ferriol que todavía nos regalaría el Gabriel´s Oboe de Morricone, excelente “La Misión” de cuerda y solista, amistad de lustros, complicidad más buen hacer.

El Preludio sinfónico en la mayor de G. Puccini (1858-1924) puede resultar al menos asombroso, novedoso seguro, para quien se quede solo con el gran operista del cambio de siglo, pero este trabajo académico final de curso en el Conservatorio de Milán tiene todo el tejido orquestal del genio italiano, con aires wagnerianos nada extraños que en nada deben rivalizar con los verdianos anteriores, aunque Aida le llevaría a dedicar su vida a la ópera (donde llegará a utilizar algunos motivos de este preludio en sus primeras obras escénicas como Le Villi o Edgar), si bien este preludio tiene entidad propia, con la OSPA al completo para disfrutar de una sonoridad rotunda donde apreciar la calidad de cada sección orquestal y el buen oficio del joven organista en su Lucca natal.

Y para finalizar el concierto, siempre preparándonos la “showwoman” Venditti, un compatriota suyo, Fazil Say (1970), que además de excelente pianista -al que pudimos escuchar en Oviedo allá por febrero de 2016 en la Jornadas de Piano– y oboísta por prescripción facultativa -como terapia tras una operación bucal- también compone obras sinfónicas tan maravillosas y cautivadoras como sus Danzas sinfónicas op. 64 , cuatro movimientos que nos transportaron a esa tierra puente de oriente y occidente, melodías norteafricanas para evocar paisajes áridos, caravanas de caballos de Siberia a Estambul, el golfo del Bósforo, el tabaco y el café, hasta un zoco lleno de especias que son riqueza para el olfato y el gusto. Aromas y sabores musicales reflejados por el comprometido y rompedor Say interpretados por una OSPA plegada a la inspiración, empuje y conocimiento que transmite Nil Venditti, quien está haciéndose hueco en varios podios europeos y también españoles, con estas danzas donde la percusión de Casanova y Prentice fueron imprescindibles para llevar por buen camino la riqueza rítmica de estas cuatro danzas turcas con las que toda la orquesta asturiana nos hizo viajar a una tierra rica de sensaciones y puerta europea hacia la Asia que tantos tesoros musicales tiene para degustar.

Concierto con buen sabor de boca, público contento, orquesta feliz, pues se nota sobre el escenario, y una joven directora a la que debemos seguirle la pista porque la energía y “buen rollo” (como se dice ahora) que transmite hace estos conciertos diferentes y para todas las edades.

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Estrenando a las compositoras del Ateneo Musical de Mieres

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Sábado 19 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio «Teodoro Cuesta», Mieres: Concierto de Santa Cecilia, Estreno y entrega de premios del 2º concurso internacional de composición para mujeres compositoras «María Teresa Prieto». Banda Sinfónica del Ateneo Musical de Mieres, Antonio Cánovas Moreno (director). Obras de Carlos Rodríguez Torres, Ferrer Ferrán, María Mendoza y Raquel Moyano.

El Ateneo Musical de Mieres cumple cuatro años desde su puesta de largo en esta festividad musical que es Santa Cecilia, y luchando contra pandemias o sinsabores pero sin perder nunca la ilusión, pudiendo convocar el II Concurso Internacional de Composición para mujeres compositoras «María Teresa Prieto» llegó el día grande de estrenarlas con las propias autoras presentes, pues además de lo que supone el premio en metálico, poder estrenarlas en vivo es la máxima aspiración en el siempre difícil mundo de la escritura musical, más siendo mujeres y ampliando un repertorio para banda sinfónica que con ellas sigue creciendo gracias a iniciativas como la de esta asociación cultural mierense.

Este sábado en el Auditorio «Teodoro Cuesta» de Mieres tuvimos una conferencia previa sobre la compositora asturiana que da nombre al concurso, a cargo de la doctora Tania Perón, cuyo libro recoge la trayectoria de esta desconocida para tantos y que la autora investigó «in situ» dejándonos por escrito una obra publicada por la Universidad de Oviedo, todo un referente de la Musicología española salida de nuestro Principado, ayudando a difundir el nombre de nuestra compositora más universal. Las compositoras premiadas llevar autografiado un ejemplar que seguro ocupará un lugar de honor en sus casas.

No puedo ser objetivo con la calidad de esta Banda Sinfónica del Ateneo de Mieres que pese a su corta trayectoria sigue apostando por la calidad y con obras que pocas formaciones similares, recordando que son aficionados, pueden interpretar, y no digamos las cuatro que nos ofrecieron este sábado en el auditorio mierense bajo la dirección del maestro Antonio Cánovas, con 63 músicos sobre el escenario que aúnan juventud y veteranía. Entrega total y desinteresada por mantener la ilusión en hacer sonar un repertorio siempre distinto, temático, complejo pero impresionando por la profesionalidad alabada a menudo por los compositores y compositoras que han podido escuchar sus obras a esta formación que también triunfa fuera de Mieres y de Asturias.

Aunque dejo arriba las notas al programa, añadir alguna anotación personal como el interesante pasodoble Bagaxes (2013) de Carlos Rodríguez, que abría la velada, o el impresionante poema sinfónico Magallanes (2022) de Ferrer Ferrán, homenajeando los 500 años de la llegada a Sanlúcar de esta expedición verdadera odisea marina tras descubrir el Pacífico y el hoy llamado estrecho con su nombre tras episodios trágicos que el compositor describe en la partitura. La música sirve de testimonio sonoro para dos momentos de nuestra memoria unificados en dos obras para banda sinfónica que llenaron de emociones el auditorio mierense. Tras ellas se hizo entrega del reconocimiento como «Socio de honor» a Joaquín García González por su altruismo y apoyo incondicional al Ateneo Musical de Mieres.

Y por fin los esperados estrenos tras la lectura del acta del jurado a cargo de Manuel Martínez Burgos, catedrático de composición del CONSMUPA, que lo presidió junto a José Alberto Pina Picazo y Amparo Edo Biol, emitiendo su veredicto a finales de agosto, siendo los siguientes premios (con el primero desierto):

Tercer premio para La Leyenda de Ermesinda de María García Mendoza Fernández, cinco movimientos (I. Munuza en Gijón, II. El harén, III. Danza y muerte de Ermesinda, IV. La rebelión de Pelayo y entierro de Ermesinda en Covadonga,V. La batalla de Covadonga) con una historia musical inspirada en la desconocida hermana de Pelayo, llena de motivos -alguno muy asturiano reconocible pero variado ingeniosamente- cual banda sonora y un importantísimo papel de la percusión especialmente en el último movimiento. Finalizada la excelente interpretación con muchos aplausos del público que acudió al concierto, le entregaría el premio Luis Alonso Villa, director de zona de Caja Rural Asturias, entidad entre las patrocinadoras del concurso.

Cerraría el concierto el segundo premio que fue para Bienvenidos a la Noche de San Juan de Raquel Moyano Mañanes, un poema sinfónico en cinco movimientos (I La magia de las Xanas, II. El secreto de los Mouros, III. El Trasgu burlón, IV. ¡Qué mala es la guaxa! V. La noche de San Juan) exigentes, ricos en tímbrica. alternando distintos aires y riqueza de ritmos que de nuevo entusiasmaron al respetable, de nuevo con una interpretación pletórica en todas las secciones y la dirección impecable del maestro Cánovas, haciéndole entrega tras escuchar su estreno la concejal de igualdad y feminismo Nuria Ordóñez Martín, poniendo punto y final a una festividad musical que estuvo presentada por el habitual de estos conciertos Alberto Cienfuegos «Michel», siempre enriqueciendo con humor las notas al programa.

Novedoso y original

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Viernes 18 de noviembre, 20:00 h. Auditorio de Oviedo: Abono 3 “Divertimento”, OSPA, Juan Ferriol (oboe), Nil Venditti (directora). Obras de Ibert, Françaix, Puccini y Say.

Reseña para La Nueva España del sábado 19 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía incluyendo negrita o cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Interesante, original y poco habitual programa este tercero de abono OSPA con la turco-italiana Venditti de directora invitada más el solista de la orquesta Juan Ferriol en L’Horloge de Flore de Jean Françaix (1912- 1997), nueva demostración de la calidad de los primeros atriles de la formación asturiana aunque siga sin concertino, esta vez la norteamericana Mirabai Wesmehl.

Obras poco o nada escuchadas, comenzando por el Divertimento de Ibert que abría velada y daba título al programa, agradecido de escuchar para una orquesta colorista y camerística más la verdadera animadora Venditti animando a participar dando palmas a los asistentes en un torbellino de “music hall” fresco y realmente divertido.

Otra obra francesa, la de Françaix, cumbre en el repertorio de oboe que Juan Ferriol bordó en una lección magistral de gracejo y musicalidad junto a sus compañeros, incluyendo el excelente diálogo con el clarinete de Weisgerber, bien llevados por una batuta derrochando simpatía y complicidad, latiendo con este “reloj floral” de siete horas lleno de perfumes parisinos más el regalo del ya eterno Morricone con el “Juan’s oboe” mejor que el Gabriel original.

La segunda parte mantuvo novedades y la simpatía de la directora presentando cada obra con calidad y entrega orquestal, desde el joven Puccini recuperado por Muti, sinfónico de trabajo académico y espíritu wagneriano antes de la apuesta necesaria por la música actual, la del siempre rompedor pianista y compositor turco Fazil Say -al que escuchamos en febrero de 2016– con cuyas cuatro Danzas sinfónicas op. 64 muestran su inspiración en el folklore de su tierra no tan lejano al nuestro, pleno de paisajes evocadores como las especias. Orquestación poderosa, rítmica desbordante, entendimiento total con la directora y una velada novedosa e interesante.

Triunfó la directora Nil Venditti y la música nada habitual. Lástima las muchas butacas vacías, desconozco si por el frío que llegó de pronto o el desconocimiento de este concierto que resultó original y de calidad, esperando que en los próximos recuperemos el aforo de los buenos tiempos sinfónicos antes del tedio o la pandemia que aún habita entre nosotros.

El arpa ancestral del siglo XXI

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Miércoles 16 de noviembre, 20:00 h. Sala de Cámara del Auditorio de OviedoCiclo Interdisciplinar de Música de Cámara de Oviedo (CIMCO): «La Belle Époque», José Antonio Domené & Cuarteto Galerna. Obras de Saint-Saëns, Debussy y Ravel.

Crítica para La Nueva España del viernes 18 con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía incluyendo negrita o cambiando algunos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.

Segunda edición de los conciertos del Ciclo Interdisciplinar de Música de Cámara de Oviedo (CIMCO) que completan de octubre a junio la oferta musical ovetense, este miércoles con el arpista murciano José Antonio Domené junto a seis músicos de la Oviedo Filarmonía (cuatro de ellos forman el Cuarteto Galerna), y un programa con aires franceses como el propio Erard que inventó el instrumento tal como hoy lo conocemos, pese a ser ancestral y tocada en Egipto o Grecia, siendo su mejor etapa la que pudimos escuchar en la sala de cámara este miércoles con música de tres compositores del país vecino. Como tengo la ventaja de peinar canas, volvieron mis recuerdos de juventud desde el gran Nicanor Zabaleta, habitual de la centenaria Sociedad Filarmónica de Oviedo en los años 60 y 70, hasta mi Mieres natal con María Rosa Calvo Manzano en 1973, que fue profesora de Domené y tanto ayudó a formar arpistas en aquella España aún huérfana de grandes instrumentistas.

La sonoridad del arpa moderna es única, tanto sola como en cualquier combinación, incluyendo su participación en fosos operísticos y obras orquestales, por lo que las obras elegidas por el músico murciano fueron la mejor muestra de tres compositores franceses en combinaciones de todo tipo bajo el título La belle époque.

Saint-Saëns ocupó el primer bloque, primero con la Fantasía para arpa op. 95, después la opus 124 / 194 con el violín de Gema Jurado, prosiguiendo con la espectacular versión bailada por Marta Pardo del más popular de “El carnaval de los animales”, El cisne con el chelo rotundo y sensible de Sara Chordá junto al arpa cristalina de Domené que sonarían plenamente orquestales en este dúo maravillosamente acoplado.

Debussy se inspiró en la música griega y utilizará el arpa en muchas de sus obras sinfónicas, por lo que su Sonata trío para flauta, viola y arpa mostró esa inspiración desde la combinación tímbrica a cargo de Mercedes Schmit, Álvaro Gallego y el propio Domené, tres movimientos que el público aplaudió uno a uno, pues funcionan casi como obras independientes por la conjunción de estilos donde explorar esa original formación instrumental con estos excelentes músicos de Oviedo Filarmonía.

Y con Ravel llegaría la formación al completo con todos los músicos en escena sumándose a los anteriores intérpretes Julio Sánchez (clarinete) y Gints Sapietis (violín), con su Introducción y Allegro para arpa, flauta, clarinete y cuarteto de cuerda, septeto casi sinfónico por la genialidad del compositor hispanofrancés en la orquestación, el arpa funcionando como solista de concierto alternando protagonismo y un sexteto capaz de sonar como si nos encontrásemos en la sala principal del auditorio.

Un verdadero lujo contar con estos músicos “de casa” en un concierto donde Jose Antonio Domené supo no ya elegir un repertorio para disfrutar de su maravillosa técnica y sonido, sino encontrar los intérpretes adecuados para cada obra, entregados todos y cada uno de ellos, remando en la misma dirección de amor hacia la música con el entendimiento y empaste de tantos años tocando juntos.

En un instrumento italiano actual (modelo “minerva natural” fabricada por Salvi), Domené nos regalaría, dedicándoselo a sus familiares asturianos, Pour la señorita de la francesa Freddy Alberti, alumna de Lily Laskine que cerrando el círculo mágico del arpa, fue quien estrenó el Ravel anterior.

Al final hubo tiempo de intercambiar opiniones entre colegas de instrumento, con Danuta Wojnar y Miriam del Río, arpistas de Oviedo Filarmonía y OSPA, que acudieron junto a varios compañeros de ambas orquestas a disfrutar de este segundo concierto del CIMCO, un éxito para confirmar la capitalidad musical a la que no me canso de llamar “La Viena española” por la amplísima oferta a lo largo del año y saliendo del túnel que supuso la pandemia. El del AVE (que será gorrión) sigue en obras

FICHA

JOSÉ ANTONIO DOMENÉ: arpa.

CUARTETO GALERNA: Mercedes Schmidt, flauta – Gema Jurado, violín – Álvaro Gallego, viola – Sara Chordá, violonchelo.

Marta Pardo, bailarina – Gints Sapietis, violín  – Julio Sánchez, clarinete.

P.D.: Ya mandada la crítica al periódico, de entre los recuerdos no puedo dejarme a Harpo Marx, «mudo» pero con el sobrenombre del instrumento que siempre asombraba en sus películas y antes del cine muchos años de «Music Hall» con Los Hermanos Marx.

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