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Bach, «Ya tengo suficiente»

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Jueves 25 de abril, 20:00 horas. Sala de cámara del Auditorio de Oviedo, XI Primavera Barroca: Anacronía, Rita Morais (soprano): La familia Bach. Obras de J. Ch. Bach, C. Ph. E. Bach y J. S. Bach.

Avanza la undécima primavera barroca ovetense, en colaboración con el ciclo «Circuitos» del CNDM, con otro lleno y todo vendido en la sala de cámara para disfrutar de un programa en torno a Bach y sus hijos, contraste entre el Padre Bach desde el barroco y sus enseñanzas a dos de sus hijos en la transición al Clasicismo conocida como «Estilo Galante«.

El ensamble Anacronía formado por seis jóvenes músicos están demostrando que las nuevas generaciones afrontan sin complejos estos repertorios impensables hace poco para formaciones españolas, obteniendo distintos premios en su breve carrera, y siendo Bach la escuela perfecta tanto para su familia, los intérpretes y un público que siguen teniendo al kantor como el mejor ejemplo, de quien Casals decía «Inicialmente estaba Bach… y entonces, todos los otros». Con el permiso de mi tocayo catalán añadiría un slogan tipo «No diga música, diga Bach…«.

Para abrir esta velada familiar el «menos reconocido» de los hijos músicos de Bach, Johann Christian (conocido como ‘el Bach de Londres’) con un cuarteto para flauta donde lucirse además de presentar David Gutiérrez al traverso, con violín, viola, viola de gamba y clave en dos movimientos, recordando que Bach padre también era virtuoso intérprete del violín y la flauta que transmitió a su prole musical. Obra bien escrita y con la plantilla interpretándola de memoria, buena señal de estudio y ensayo, diálogos violín-flauta matizados más un continuo que ya despuntó en este primer cuarteto.

Si las cantatas de Bach son un auténtico «corpus», era lógico que Carl Phillipp Emanuel también compusiera estas formas para voz, en este caso una cantata profana de título Der Frühling (La Primavera) con todo el simbolismo e inspiración del texto en la voz de la soprano portuguesa Rita Morais junto al ensemble sin el traverso. Una voz femenina recordando las voces blancas con las que se trabajaba entonces, buen acompañamiento de Anacronía y color vocal perfecto para esta obra luminosa llena de contrastes, como era obligado en el Sturm und Drang, de volumen suficiente manteniendo uniformidad tímbrica en toda la amplia tesitura de esta «primaveral cantata» donde los trinos los puso un clave siempre acertado en las ornamentaciones y registros elegidos.

No se admiten comparaciones con «Mein Gott», Bach padre de todas las músicas, y de hecho la Cantata BWV 82a titulada Ich habe genug (Ya tengo suficiente) con todo el orgánico, es una joya -aunque sin órgano o contrabajo- pero perfecta para la acústica de esta sala y el ensamble formado en tierras murcianas. De recuerdos «pasionales sanjuaninos» en el dúo de flauta y soprano que presentaría la propia Rita Morais como un hito del Maestro, final de una etapa, de una vida, tres arias con dos recitativos intermedios, el segundo verdaderamente intenso aunque en ambos la soprano mostró una dramatización acorde con el texto, más la alegre y «agradecida» aria final, agilidades y saltos melódicos resueltos sin problemas contando con un acoplado orgánico que ayudó a realzar una voz bella que tomará cuerpo en pocos años y Bach siempre ayuda a prepararla para cualquier repertorio.

Y volveríamos a Carl Philipp Emanuel con un divertimento (en sol mayor, H 642) para la misma formación inicial, presentado por Pablo Albarracín, una fiesta llena de guiños a «papá Bach» (como a la tocata en re menor), aires quasi operísticos, bromas entre el cuarteto con un clave nuevamente acertado y una viola de gamba sustentando un continuo que no defraudó en todo el concierto.

El regalo tenía que ser de Johann Sebastian y la segunda aria (Ricetti gramezza e pavento) de su cantata profana BWV 209 escrita en italiano (Non se che sia dolore) compuesta para soprano y orquesta en la feliz etapa de Weimar, presentado por Marina López que en Oviedo sonó con el ensemble Anacronía al completo y Rita Morais rindiendo cuentas «sin dolor» al padre de todas las músicas. Como siempre digo a mis amistades, en las cronologías debería cambiarse a. de JC y d. de JC por a. de B. (antes de Bach) y d. de B (antes de Bach) o si se prefiere en inglés after & before Bach, y así quedó demostrado en este antepenúltimo concierto de la Primavera Barroca.

PROGRAMA

Johann Christian BACH (1735-1782):

Cuarteto para flauta en do mayor, WB 58:

I. Allegro – II. Rondeau: Grazioso.

Carl Philipp Emanuel BACH (1714-1788):

Der Frühling, H 723 (1770-1772)

Johann Sebastian BACH (1685-1750):

Ich habe genug, BWV 82a (1727, rev. 1731, 1735, 1747):

Aria: «Ich habe genug» – Recitativo: «Ich habe genug» – Aria: «Schlummert ein, ihr matten Augen»  – Recitativo: «Mein Gott! wenn kömmt das schöne: Nun!» – Aria: «Ich freue mich auf meinen Tod»

C. P. E. BACH:

Divertimento en sol mayor, H 642

I. Allegro – II. Andante un poco largo – III. Rondeau in tempo di Minuetto

ANACRONÍA:

David Gutiérrez, TRAVERSO

Pablo Albarracín, VIOLÍN

Sara Balasch Lozano, VIOLÍN

Luis Manuel Vicente, VIOLA

Marc de la Linde, VIOLA DA GAMBA

Marina López, CLAVE

RITA MORAISSOPRANO

Una “Coronis” sobresaliente

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Jueves 18 de abril de 2024, 20:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXXI Festival de Teatro Lírico Español. «Coronis», zarzuela barroca en dos jornadas.
Música de
Sebastián Durón, libreto anónimo, a partir de la “Metamorfosis” de Ovidio. Escrita y estrenada en Madrid entre 1701 y 1706. Producción del Théâtre de Caen, coproducción con el Teatro Nacional de la Opéra-Comique de París, la Ópera de Lille, la Ópera de Rouen, la Opéra de Limoges y Le Poème Harmonique: estrenada en el Théâtre de Caen los días 6, 7 y 9 de noviembre de 2019.

(Crítica para Ópera World del viernes 19, con los añadidos de las fotos de Alfonso Suárez©, más links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite).

Oviedo y su Festival de Teatro Lírico han apostado por un título que se estrenaba en Español en tiempos actuales a nivel escénico, tras anteriores versiones de concierto en Madrid (octubre de 2019), Zaragoza, Teatro Real (junio del pasado año) y el pasado marzo en el Auditorio Nacional, uniendo aficiones, a menudo comunes, de zarzuela y barroco (que cuenta con su propia temporada), por lo que el lleno de esta primera función fue para tomar nota y la segunda otro tanto.

El trabajo de la ‘Fundación Ars Hispana’ con Raúl Angulo y Toni Pons es ingente, más en recuperar la figura y obra del briocense Sebastián Durón (1660-1714), recuperando igualmente la escena con una producción francesa evidenciando el poco interés que en nuestra patria tenemos por un patrimonio único, por lo que el aplauso para la capital asturiana en traer esta coproducción del país vecino con Le Poème Harmonique en el foso junto al tándem Dumestre-Porras más un elenco vocal que dejaron una sobresaliente función donde los complicados versos en español, el encaje con la música y todo el movimiento escénico no puede mejorarse hoy en día.

Quiero comenzar con la dirección de escena y coreografía del colombiano Omar Porras (1963) que jugó con todos los elementos, desde un decorado sencillo pero eficiente, como las telas a modo de olas marinas en la onda del original para la playa de Tracia, un atrezzo suficientemente convincente junto al excelente vestuario “de cuento infantil”, sumándole la iluminación que juega con luces y sombras tan barrocas, un movimiento escénico que completaba no solo los números instrumentales sino también los cantados, con bailarines, acróbatas, actor y contorsionista (cual alter ego de Coronis) que dieron el dinamismo necesario a una acción no muy movida, todo en un encaje perfecto aunque en la nota al excelente programa de mano del propio Porras decía que «debe hacerse con algunas modificaciones con respecto a su concepción original, en la que el uso de la pirotecnia y fuegos artificiales forma parte de la escenografía», alegando legislación en el ámbito de prevención de restos y seguridad que evidentemente parece se cumplieron pues no faltaron y además en abundancia para sorpresa en más de uno, en conjunto con una coordinación completa de efectos y movimientos, sumando una formación instrumental al mando del francés Vincent Dumestre (1968) de sonoridades claras, precisas, presentes y con total respeto a las voces redondeando un espectáculo de arte total.

Con todos estos mimbres y sin entrar en el argumento amoroso de las fábulas del XVII y XVIII done dioses, ninfas y héroes eran los galanes y damas de comedia, esta zarzuela sin partes habladas también tuvo guiños a la actualidad como el torero rematando al tritón que causaron su gracia al igual que el duelo “de género” entre Menandro y Sirene, o la entrada de ambos personajes en la segunda jornada (acto) por el patio de butacas hablando en francés antes de la “humorada” del “tengo la camisa negra” en un castellano más que aceptable que ya quisieran muchos funcionase a la inversa. La calidad vocal e interpretativa desde el actor y bailarín David Cami de Baix incluso antes de comenzar saludando bajo el sobre telón, hasta el conjunto vocal simpático, bien empastado y formado donde estaban el tenor Olivier Fichet y la mezzo Brenda Poupard en los personajes de Marta e Iris respectivamente tejieron parte del éxito global.

De los protagonistas el Menandro de la contralto Anthea Pichanick no solo cautivó con su tartamudeo de guión y su caracterización “echando humo», también la química y empaste con la Sirene de la mezzo Fiona McGown, esos papeles cuya participación en la zarzuela son necesarios para el equilibrio dramático. En cuanto a los dioses un buen y arriesgado rol de Neptuno, colgado antes de bajar a “tierra húmeda” a cargo de la mezzo Caroline Meng, algo corta de emisión, mejor Apolo de Marielou Jacquard aunque ambas posean un color vocal semejante, defendiendo cada una sus regias intervenciones.

Dejo para el final al trío principal y triunfador este jueves ovetense, comenzando por un gran Proteo de amplio y exigente registro a cargo del tenor Cyril Auvity, la ninfa Coronis de la soprano Giulia Bolcato, excelente proyección y casi omnipresente a lo largo de las dos horas de función, y un Tritón impresionante de la mezzo Isabell Druet, difícil desde la caracterización hasta su línea de canto y movimiento escénico, personalmente una agradable sorpresa.

La orquesta contó con un orgánico perfecto para la partitura atribuida a Durón, pues mantuvieron la sonoridad esperada para esta música llena de contrastes en todo (tempi, ritmo, tonalidades, concertantes…). La cuerda aterciopelada y bien afinada, unas maderas en su plano con intervenciones tan líricas como si cantasen sobre las tablas, más un continuo perlado y presente tanto en guitarras y tiorbas como en el teclado o especialmente con el arpa barroca de la española Sara Águeda junto a la percusión siempre ajustada de Pere Olivé (con unas castañuelas únicas), todos comandados por el maestro Dumestre que logró la unidad global para redondear esta excelente producción francesa en el Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo. Larga vida al barroco.

FICHA ARTÍSTICA:

Coronis: Giulia Bolcato – Tritón: Isabelle Druet – Proteo: Cyril Auvity – Menandro: Anthéa Pichanik – Sirene: Fiona McGown – Apolo: Marielou Jacquard – Neptuno: Caroline Meng – Iris / Ensamble vocal: Brenda Poupard – Marta / Ensamble vocal: Olivier Fichet.

Bailarines y acróbatas:

Naïs Arlaud, Alice Botello, Élodie Chan, David Cami de Baix, Caroline Le Roy

Le Poème Harmonique

Dirección musical: Vincent Dumestre

Dirección de escena y coreografía: Omar Porras

Loris Barrucand, asistente musical – Marie Robert, asistente de puesta en escena – Sara Águeda, consejera lingüística – Camille Delaforge, coach vocal – Mathias Roche, iluminación – Amélie Kiritze-Topor, escenografía – Laurent Boulanger, atrezzo – Bruno Fatalot, vestuario, peluquería, zapatería – Véronique Soulier Nguyen, peluquería y maquillaje

Celebrando a Bach con Prego

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Jueves 21 de marzo, 20:00 horas. Oviedo, Sala de cámara del Auditorio Príncipe Felipe: XI Primavera Barroca (CNDM, Fundación Municipal de Cultura). ‘Día Europeo de la Música Antigua’: Ignacio Prego (clave), Las suites franceses de Johann Sebastian Bach. Obras de Bach, Purcell y Froberger.

El Día Europeo de la Música Antigua toma la fecha del nacimiento del padre de todas las músicas según el calendario juliano, pues los alemanes aún no habían adoptado nuestro calendario gregoriano. Y realmente «dios Bach» podríamos celebrarlo cada día del año pues su música empapa de sentimiento y profundidad al público y a los intérpretes. Como si el auditorio hubiese quedado impregnado del espíritu de «Mein Gott» desde el lunes, Ignacio Prego celebraba con todos este «cumple Bach» con una sala de cámara repleta para este ciclo barroco que sigue triunfando aunque coincidiese con el concierto de Abraham Cupeiro y la OFil en el Campoamor.

El programa elegido por el clavecinista madrileño no defraudó al interpretar las tres últimas Suites francesas de Bach intercalando a Froberger y Purcell (de quien también fue la propina dedicada al siempre irreemplazable Eduardo Torrico). Y si Prego es elegancia, madurez, poso interpretativo con una técnica precisa y preciosa, su clave de 2016 (copia de un Ruckers Colmar holandés de 1624), fabricado en Sabiñán -comarca de Calatayud, Zaragoza- por Tito Grijnen, compartió éxito por sus agudos brillantes, sonoridad clara, limpia, graves rotundos, resonancia redonda y unos registros que Ignacio Prego exprime al detalle, pero también su bellísima decoración, por lo que el público acudió al finalizar el concierto a «adorar» esta joya que ya disfruté el verano pasado en Granada en una «sana competición tímbrica» precisamente con la música del «Mein Gott».

Las notas al programa que firma mi admirado Pablo J. Vayón nos cuentan el origen de las conocidas como suites francesas como material didáctico, la evolución y gestación como kapelmesiter en la feliz corte del príncipe Leopoldo de Anhalt-Köthen, pero también los «compañeros de este cumpleaños» aunque el kantor fusione como escribe M. Bukofzer en Music in the Baroque Era (1947) en estas suites las influencias francesa y alemana, creando un estilo propio y personal llegando a afirmar que en esta música para clave “evitó el riesgo de sucumbir a las poderosas influencias italiana y francesa al asimilarlas con su tradición polifónica alemana”.

La Suite nº1 de Purcell o la Partita nº 2 de Froberger tienen personalidad propia manteniendo los aires danzantes pero con las señas de identidad del primer barroco tanto inglés como alemán. Prego supo jugar con los distintos ritmos, compases, tonalidades y sonido (el recuerdo del laúd estaba claro) de ambos, con ornamentaciones delicadas, trinos naturales, fraseos cristalinos y el despliegue técnico al que nos tiene acostumbrados el madrileño.

Pero Bach es único, irrepetible, mágico, inimitable, dominador de las tonalidades que ayudará a asentar, dotándolas de lo que la modalidad heredada hasta el Renacimiento parecía reducir a solo dos en el Barroco. La escritura perfecta y por momentos sorpresiva de «dios Bach» marca diferencias. Ignacio Prego comenzó con la Suite nº 4 en mi bemol mayor, BWV 815, siete danzas bien contrastadas en un «barroco de libro»: poso en las lentas, ligereza en las rápidas y siempre moldeando el sonido con el respeto a lo escrito para no perdernos nada.

En el centro la nº 6 en mi mayor, BWV 817, comenzando con el preludio (BWV 854) añadido en la copia de Henrich Nikolaus Gerber, alumno de Bach (como escribe mi tocayo sevillano), recuperándolo para las suites, todas partiendo de las cuatro danzas de la ‘suite clásica’ (allemande, courante, sarabande y gigue, así en francés) y añadiendo los números libres como las gavotte, bourré o menuett. El genio de Eisenach asombra en esta última de sus «francesas» y Prego exprimió las ocho danzas con un derroche de virtuosismo y madurez, la que le ha colocado entre los grandes clavecinistas que España está dando (recordé a Leonhardt en este Auditorio allá en 2011, memoria viva desde la desconocida minoría que el tiempo al fin les reconoció) impresionando el sonido que le saca al Crijnen.

El cierre del concierto sería con la luminosa quinta (me reafirmo «no hay quinta mala») Suite francesa nº 5 en sol mayor, BWV 816, el mejor resumen a cómo entiende Ignacio Prego estas suites: el orden dentro del programa, la Allemande abriendo los sentidos, una Courante ágil, la Sarabande profunda, una Gavotte marcial y cortesana, seguida por la Bourrée cristalina en los trinos y mordentes, prodigio barroco nada recargado, una Loure con poso sonoro de fraseos largos, para rematar con la Gigue de «tresillos» saltarines, conociendo los «afectos» en todas ellas escondidos para transmitir toda la emoción a un público entregado a «El arte del clave», la mejor forma de celebrar el día de la llamada música antigua pero siempre moderna y actual que sigue con un público fiel en Oviedo.

Con Torrico siempre en la memoria, el regalo del Ground en do menor Z. 221 de Purcell, cual profeta bachiano en el clave regio por el apóstol madrileño que volvió a triunfar.

PROGRAMA:

Johann Sebastian BACH (1685-1750)

Suite francesa nº 4 en mi bemol mayor, BWV 815 (1722-1725?)

I. Allemande – II. Courante – III. Sarabande – IV. Gavotte – V. Air – VI. Menuet – VII. Gigue

Henry PURCELL (1659-1695)

Suite nº 1 en sol mayor, Z 660 (1692)

I. Prelude – II. Almand – III. Corant – IV. Minuet

J. S. BACH

Suite francesa nº 6 en mi mayor, BWV 817 (1722-1725?)

I. Prélude – II. Allemande – III. Courante – IV. Sarabande – V. Gavotte – VI. Menuet polonais – VII. Bourrée – VIII. Gigue

Johann Jakob FROBERGER (1616-1667)

Partita nº 2 en re menor, FbWV 602

I. Allemanda – II. Courant – III. Sarabanda – IV. Gigue

J. S. BACH

Suite francesa nº 5 en sol mayor, BWV 816 (ca. 1722)

I. Allemande – II. Courante – III. Sarabande – IV. Gavotte – V. Bourrée – VI. Loure – VII. Gigue

Bach: pasión 300 años después

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Lunes 18 de marzo, 20:00 horas. 25 años de «Los Conciertos del Auditorio», Oviedo: La Cetra Barockorchester & Vokalensemble Basel; Jakob Pilgram, Christian Wagner, Shira Patchornik, Sara Mingardo, Mirko Ludwig, Guglielmo BuonsantiFrancesc Ortega; Andrea Marcon (director)Johann Sebastian Bach (1685-1750): Pasión según San Juan, BWV 245 (1724).

Mis amistades saben que cada Semana Santa allá donde me encuentre, escucho las dos pasiones de «Mein Gott» como acto de fe para un cristiano cercano a Lutero (por todo lo que supuso en los grandes cambios en la música, la iglesia, la educación o la explicación del dominio germánico en todos los géneros musicales desde el Renacimiento).

En mi «Ruta Bach» de agosto 2007 pude hacer mi personal peregrinaje para vivir en primera persona cómo pervive el espíritu de El kantor de Leipzig en su patria e impregnarme del culto con su música que tanto envidio como melómano.

A los 300 años del estreno de la Pasión según San Juan, BWV 245, el Auditorio de Oviedo volvió a transportarnos con un respeto sepulcral hacia una música apta para  todos los públicos: católicos, protestantes, agnósticos o ateos, pues la partitura de esta «pasión pequeña» sigue impactando, la pasión y muerte de Jesucristo relatada con la música de Bach como una limpieza espiritual que no debe faltar al menos una vez al año. En mi caso aún resonaba en mi interior la del pasado Festival de Granada con esta misma obra, pero La Cetra Basel con el maestro Marcon al frente junto al Vokalensemble Basel donde estaban cuatro de los siete solistas, dotaron a esta «nueva pasión» del intimismo y calidad desde el primer Herr unser Herrscher (traducción simultánea proyectada). Ni un pero para nadie en este Tour (Christian Wagner parece que perdió el traje y hubo de vestir como vino) que de nuevo puso Oviedo en el mapa de la «capitalidad musical»: el coro de cámara con un empaste y presencia suficiente, una orquesta de tímbricas ideales con un continuo impecable, y las voces protagonistas mimadas tanto en los recitativos donde ellas marcaban la pulsación y expresaban musicalmente los textos, como en las arias que el maestro de Treviso, fundador del conjuntollevó con mano firme, manteniendo una pulsación musicalmente matemática y las dinámicas perfectas para que sonase esta pasión como «un todo».

Juan el Evangelista lo interpretaría el tenor suizo Jakob Pilgram, de voz adecuada y siempre presente en su omnipresente papel de narrador, siempre bien contestado por Jesús o Pilatos en los complicados recitativos. Jesús estuvo a cargo del joven barítono Christian Wagner, de graves suficientes para su cuerda, dramatismo expresivo y un poder melódico (sobre todo en el aria nº 32 con el coro Mein teurer Heiland tras la crucifixión) que fueron de lo mejor del elenco vocal.

No defraudó la veterana contralto Sara Mingardo cuyo registro se mantiene rotundo en el grave de color y volumen homogéneo en sus arias nº 7 Von den Stricken meiner Súnden, magistral junto a los oboes (siempre mejor en esa voz femenina que escasea, que con los contratenores) en un tempo giusto para saborear esta música, y otro tanto en la nº 30 Es ist vollbracht!, dolorosa con la viola de gamba, pausada, fraseada desde la madurez y siempre protagonista, con el cambio de tempo y agilidades aún jóvenes pareciendo flotar sobre el tutti antes del «da capo» al lento con el archilaúd perlado.

Otra voz a tener en cuenta la joven soprano israelí Shira Patchornik, bien en el aria nº 9 Ich folge dir gleichfalls con las dos flautas y su voz casi la tercera, de agudos limpios, y excelente en la nº 35 Zerfließe, mein Herze con flauta y oboe da caccia en las genialidades tímbricas de «dios Bach» bien empastada con el ensamble, volviendo al coro como una más.

Intervenciones puntuales de los otros tres componentes corales, comenzando con el inmenso tenor Mirko Ludwig algo menos cómodo en el aria nº 13 Ach, mein Sinn por una mayor presencia orquestal y mejor en el arioso nº 34 Mein Herz, in dem die ganze Welt dramatizado en el arranque y más presente en el resto. No defraudó como Pilatos el catalán Francesc Ortega i Martí en todas sus intervenciones desde la tarima y otro tanto su compañero de cuerda Guglielmo Buonsanti como Pedro, barítono y bajo respectivamente de proyección poderosa sin perder la musicalidad necesaria en sus papeles.

Si el reparto vocal fue bueno, el coro de cámara tuvo la misma calidad de los solistas en él incluidos y ser capaces de empastar desde el esfuerzo común, con amplia gama de matices bien señalados por Marcon, el pueblo cantando Jesum von Nazareth (nº 2b), eligiendo a «Barrabam» (nº 18b), pedir la crucifixión «Kreuzige!» (nº 21d y nº 23d) o preguntar con el bajo «Wohin»(nº 24)  con la entrega necesaria para momentos tan distintos emocionalmente. Y todos los corales un prodigio de espiritualidad comunitaria con el órgano trasladándome a Santo Tomás de Leipzig o a tantos templos protestantes de los países nórdicos donde el pueblo participa a cuatro voces. Gracias «Mein Gott» por la inspiración…

Está claro que La Cetra Basel son una formación pensada no solo para Vivaldi y otros, también y especialmente para este 300 aniversario de la «pequeña pasión de Bach«. Sus anteriores visitas al Auditorio hace ahora siete años (volvería a disfrutarlos este verano pasado en Granada) y la anterior a la pandemia en 2019 con «La Petibon» y Éva Borhi de concertino más directora, ya dejaron claro su dominio en el repertorio barroco. Y Andrea Marcon siempre es un seguro para dirigir y concertar voces, incluso en nuestra zarzuela, por lo que no extrañó comprobar cómo iba sacando lo mejor de cada sección y solistas en su orquesta. La cuerda mantuvo afinación pese a la tripa, el color que da, más los dos números  con el bellísimo arioso del bajo (nº 19 Betrachte, meine Seel) y la movida aria de tenor (nº 20 Erwäge, wie sein blutgefärbte Rücken) donde la concertino afincada en Basilea Eva Saladin y el vienés Germán Echeverri Chamorro cambiaron el violín por la viola d’amore; del continuo tanto el cello como la viola de gamba fueron con el archilaúd los perfectos acompañantes del evangelista pero igualmente el mejor sustento armónico en compañía del violone o los teclados del órgano y el clave. No me olvido del viento, desde el contrafagot discreto pero necesario reforzando los graves, también el fagot, pero especialmente las dos parejas de flauta y oboe (doblando el de caccia) que en las combinaciones y tutti van dando el color a cada uno de los números de este relato evangélico que El kantor crea desde una estructura tanto tímbrica como melódica que elevaría al Paraíso en «la grande según San Mateo«.

Milagrosa pasión bachiana capaz de acallar teléfonos, olvidar móviles y tener dos horas al público en esta liturgia musical siempre irrepetible y necesaria. Sólo me queda la pregunta de por qué un descanso entre las dos partes de esta Pasión según San Juan que rompen la ceremonia como si en una misa tras la homilía los feligreses saliesen al vermú y volviesen para finalizarla. Dios Bach aunque lo perdone no necesita descanso alguno…

Evangelista: Jakob Pilgram

Jesus y Arias: Christian Wagner

Soprano: Shira Patchornik

Alto: Sara Mingardo

Tenor: Mirko Ludwig

Pilatos: Francesc Ortega i Martí

Pedro: Guglielmo Buonsanti

La Cetra Barockorchester

Violines primeros: Eva Saladin*, concertino – Johannes Frisch – Christoph Rudolf – Petra Melicharek.

Violines segundos: Claudio Rado – Germán Echeverri Chamorro* – Ildikó Sajgó – Cecilie Valter.

(* viola d’amore)

Violas: Joanna Michalak – Sonoko Asabuki.

Violonchelos: Jonathan PeŠek – Amélie Chemin.

Viola da gamba: Teodoro Baù.

Contrabajo: Fred Uhlig.

Traverso: Karel Valter – Claire Genewein.

Oboe y Oboe da caccia: Georg Fritz.

Oboe: Priska Comploi.

Fagot: Letizia Viola.

Contrafagot: Giovanni Battista Graziadio.

Órgano: Johannes Keller.

Clave: Joan Boronat Sanz.

Archilaúd: Maria Ferré.

Vokalensemble Basel

Sopranos: Shira Patchornik – Baiba Urka – Jaia Niborski – Cornelia Fahrion – Mirjam Striegel.

Altos: Arnaud Gluck – Andrea Gavagnin – Marcjanna Myrlak – Ana María Fonseca Núñez.

Tenores: Andres Montilla Acurero – Mirko Ludwig – Akinobu Ono – Massimo Lombardi.

Bajos: Guglielmo Buonsanti – Jan Kuhar – Santiago Garzon-Arredondo – Francesc Ortega i Marti.

Andrea Marcon, director.

La flauta de Telemann teatralizada

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Miércoles 13 de marzo, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, concierto 1680 de la Sociedad Filarmónica de Gijón, undécimo e esta temporada: Fantasía Telemann, Juan Cossío (flauta), Carlos Dávila (actor).

Original concierto de Juan Cossío (Gijón, 1996) afrontando las 12 fantasías para flauta sola, TWV 40:2-13 de Georg Philipp Telemann (1681-1767) pero teatralizadas con Carlos Dávila de Higiénico Papel como el compositor alemán (aún recuerdo el Schubert) en un guión excelentemente escrito donde repasó su biografía entre las doce fantasías, convirtiendo un programa aparentemente «monótono» para el público en toda una sesión didáctica donde la «conciencia musical» compartía la fantasía del alemán con una puesta en escena sobria de todo el elenco de esta compañía teatral gijonesa (Higiénico Papel Teatro) de larga trayectoria con premios a muchas de sus producciones donde no falta la música protagonista como en este concierto invernal.

Las notas al programa del propio Cossío, actualmente profesor en el Conservatorio «Jesús de Monasterio» de Santander, desgranan la parte teórica de estas doce fantasías con todo un muestrario de tonalidades llenas de contrastes barrocos más allá de los tempi y entroncando con las emociones de la propia vida de Telemann que fueron desgranándose entre ellas, haciendo de este concierto una apuesta para acercarnos vida y obra para flauta del más prolífico de los compositores, como bien nos contó «el propio Georg» hablándonos al futuro donde figura en el Libro Guinness de los récords.

Telemann y su conciencia, Dávila y Cossío, un tándem de artistas en feliz unión literario musical con un repaso «autobiográfico» desde su temprana afición musical en una noche de insomnio, sus esposas que demostraron cómo su genio compositivo le ayudó a sobrellevar primero la desgracia y después las infidelidades, el lado humano del alemán de Leipzig a Hamburgo, sus viajes e incluso el apoyo de sus amigos para salvarle de la ruina. Por supuesto no faltaron el recuerdo a sus queridos paisanos J. S. Bach (siendo el padrino de Carl Philipp Emanuel) y Händel.

Trufando estos episodios la flauta de Cossío (artista del sello EMEC®), de sonido limpio, matizado y una técnica al servicio de la música, fue interpretando cada una de la docena de fantasías, espirituales unas, alegres otras, contrastes ánimicos y musicales de los tempi, fraseos claros, pasajes virtuosos donde escuchar todas las notas, y una auténtica lección en un instrumento moderno que ya ganó protagonismo académico gracias a los barrocos como el propio Telemann o Bach, virtuosos también del traverso para el que tanta literatura nos han dejado.

Hora y media de espectáculo musical donde seguir disfrutando de la flauta barroca tan actual como entonces, y el siempre recordado Telemann quien aún no tiene el pedestal de sus dos amigos y contemporáneos pero que al escucharlo podemos al menos subirle un peldaño en el escalafón de los grandes compositores de la historia donde los germanos parecen ocupar los primeros puestos de un escalafón en el altar de la diosa Euterpe.

Felicitaciones a los dos artistas que triunfaron en casa, el gran actor leonés Carlos Dávila como el Telemann cercano y al flautista gijonés Juan Cossío por el esfuerzo en estas doce fantasías a solo que en un «concierto al uso» no hubiesen sido iguales.

PROGRAMA:

Fantasía Telemann

Georg Philipp TELEMANN (1681-1767): 12 fantasías para flauta sola, TWV 40:2-13

I. Fantasía Nº 1 en La mayor: Vivace-Allegro

II. Fantasía Nº 2 en La menor: Grave-Allegro

III. Fantasía Nº 3 en Si menor: Largo-Largo-Vivace-Allegro

IV. Fantasía Nº 4 en Si bemol menor: Andante-Allegro-Presto

V. Fantasía NNº 5 en Do mayor: Presto-Allegro-Allegro

VI. Fantasía Nº 6 en Re menor: Dolce-Allegro-Spirituoso

VII. Fantasía Nº 7 en Re mayor: Alla francese – Presto

VIII. Fantasía Nº 8 en Mi menor: Largo-Spirituoso-Allegro

IX. Fantasía Nº 9 en Mi mayor: Affettuoso-Allegro-Grave-Vivace

X. Fantasía Nº 10 en Fa sostenido menor: A tempo giusto-Presto-Moderato

XI. Fantasía Nº 11 en Sol mayor: Allegro-Adagio-Vivace-Allegro

XII. Fantasía Nº 12 en Sol menor: Grave, Grave, Allegro, Dolce, Allegro, Presto

Locos sones para todos los tiempos

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CD Back to Follia. Concerto 1700, Daniel Pinteño.

Sello: 1700 Classics; Ref. 170007 / B-1504-2024 / 8435633928513

Nueva y original grabación de Daniel Pinteño con su formación Concerto 1700 donde están sus «habituales» Pablo Zapico a la guitarra barroca con la percusión de Pere Olivé e Ismael Campanero al bajo en una propuesta que, pese a parecer alejarse de la llamada interpretación historicista y convenciones estilísticas de nuestras músicas de los siglos XVI y XVII, suponen la libertad creativa de hacer sonar estas páginas, muchas sólo cual bocetos o borradores de aquellos estudiantes universitarios, verdaderos tunantes y rufianes que cantaban estos foligones. Podríamos llamar rompedora esta apuesta incluso en el diseño de la portada, pero escuchando los once cortes del disco compacto suenan tan actuales como entonces esos sones «que evocan las pequeñas partículas de música que flotaban en el aire y se podían moldear hasta donde llegara la imaginación sonora» como bien escribe en las interesantísimas notas la doctora en Musicología Ana Lombardía traducidas al inglés, francés y alemán.

Chaconas, jácaras, zarambeques, fandangos o folías con las que muchos aficionados seguimos disfrutando y viajando a una época llena de tanta música popular que también serviría de inspiración a la «música académica», manteniendo el espíritu gamberro de unos bailes cantados que Daniel Pinteño lleva al violín con una percusión llena de color, básicamente ritmos ternarios que contagian, la armónica guitarra igualmente empujando a mover los pies, más el necesario sustento de un bajo siempre en su sitio (impecable igualmente con el violón), abundantes solos de lucimiento por parte de los cuatro músicos con la improvisación como algo habitual en estas músicas donde el bagaje de su interpretación nos lleva a reconocer otras melodías, mochilas llenas de tantas horas de estudio y trabajo con estos repertorios donde «Pinteño y los 1700» han transitado desde hace años.

Grabado en La Cabrera, Madrid (Centro Comarcal de Humanidades Sierra Norte) el pasado mes de agosto de 2023, con dos ingenieros de sonido también músicos como Sonia Gancedo y Víctor Sordo (de VN Studio) que también aparece cantando un fragmento de «Yo soy la locura» (Yo soy el pasacalles-). El sonido es perfecto en dinámicas, balances, tanto escuchándolo por los altavoces como todos los detalles con auriculares.

Interesantísima la elección de las obras y los títulos de cada corte donde estos «sones y tonos» que viajaron fuera de nuestra península, siendo casi «Greatest hits», vuelven a nosotros, aquellas canciones censuradas publicadas más allá de los Pirineos y felizmente recuperadas, obteniendo el III Premio a la producción artística del Ayuntamiento de Málaga y la Fundación «La Caixa».

Una grabación llena de desinhibición, optimismo, mucho colorido aportado por los cuatro instrumentistas, que exprimen al máximo la tímbrica, calidad interpretativa en todos ellos y la alegría contagiosa en los tiempos intermedios y rápidos con el intimismo necesario de los lentos (especialmente en el inicio de las bautizadas Las españoletas de Marizápalos desde Gaspar Sanz). Imposible destacar alguna en especial , y volviendo a citar a Ana Lombardía «… acaso el bucle de un bajo ostinato se puede llegar a interrumpir en nuestra mente. Más bien, quien escuche estos sones se quedará algo hipnotizado, embriagado, prendado en el mejor de los casos, y soñará con algunos de estos loops del Barroco», música de siempre que comienza a sonar en vivo.

CONCERTO 1700:

Daniel Pinteño, violín y director – Pablo Zapico, guitarra barroca – Ismael Campanero, contrabajo y violón (cortes 7 y 10) – Pere Olivé, percusión. Artista invitado: Víctor Sordo, tenor (corte 5).

CORTES:

1. Zarambeques Teques -after Lucas Ruiz de Ribayaz (1626-ca. 1677), Santiago de Murcia (1673-1739), Diego Fernández de Huete (1650-1705) & Salamanca Manuscript (ca. 1659)-.

2. Canarios -after Gaspar Sanz (1640-ca. 1710) & Paul de la Pierre (1612-ca. 1692)-.

3. Las españoletas de Marizápalos -after Anonymus s.XVII & Gaspar Sanz-.

4. Fandangos de norte a sur -after Stockholm Manuscript (ca. 1755) & Antonio Soler (1739-1783)-.

5. Yo soy el pasacalles -after Henry du Bailly (before 1637) & Heinrich Ignaz Franz Biber (1644-1704)-.

6. La Jotta -after Santiago de Murcia-.

7. El que gustare de folías antigua ponga cuido en estas modernas -after Gaspar Sanz, Salamanca Manuscript & Arcangelo Corelli (1653-1713)-.

8. Marionas -after Santiago de Murcia-.

9. El baile de la chacona encierra la vida bona -after Salamanca Manuscript & José Marín (1618-1699)-.

10. Recercadas en el tiempo -after Diego Ortiz (ca. 1510-ca. 1576)-.

11. Jácaras de lo humano y lo divino -after Sebastián Durón (1660-1716), Gaspar Sanz & Anonymus s.XVII)-.

Llegó la primavera… renacentista

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Miércoles 6 de marzo, 20:00 horas. Oviedo, Sala de cámara del Auditorio Príncipe Felipe: XI Primavera Barroca (CNDM, Fundación Municipal de Cultura). ARMONÍA CONCERTADA: The Josquin songbook. Música para dos voces y vihuela. Obras de Vásquez, Willaert, ArcadeltJosquin y otros.

Ya son once ediciones de esta más que asentada «Primavera Barroca» ovetense, aunque llegue con los fríos invernales, siempre contando con el CNDM dentro de su ciclo «Circuitos», con un público fiel que responde casi en masa en una sala ideal por tamaño y acústica. El primero de los seis conciertos programados contó además en paralelo con su respectiva conferencia previa por parte de los intérpretes en colaboración con el CONSMUPA y la Universidad de Oviedo.

Para este primer evento en este frío invernal de marzo, llegaban a Oviedo estos músicos argentinos a quienes escuché en Granada el pasado Festival pero sólo a dúo, debiéndose sumar en Oviedo el tenor, que por problemas de «disfonía parcial» nos privaron de un programa en torno a Josquin «el Divino» del que Pablo J. Vayón titulaba en sus notas ‘Josquin de bolsillo’ (también sonará si nada lo impide en León), correspondiendo al vihuelista afincado en Sevilla Ariel Abramovich la charla previa de las 18:00 horas, mientras en el concierto el cambio de planes trajo dos bloques con todo el peso en la soprano María Cristina Kiehr con la vihuela, lo que resultó más «monotonía acompañada» que la esperada «mezcla de rigor e imaginación» que nos vendería el instrumentista presentando cada obra del nuevo programa, algo que también quita tiempo al concierto en sí.

Evidentemente es de agradecer tener un «plan B» que en su mayor parte ofreció las obras de su trabajo  discográfico «Imaginario: de un libro de música de vihuela« con obras a 4 y 5 voces pero sólo con la soprano cantando, dejando un enorme y exquisito trabajo para la vihuela de Abramovich, una en sol de Martin Haycock y otra más afinada en la, del luthier granadino Francisco Hervás para las cuatro últimas obras previstas para el programa inicial de «The Josquin Songbook« que también han grabado.

La voz de María Cristina Kiehr (Tandil, 1967) que fue alumna de René Jacobs, no es agradecida en volumen, suficiente para la sala y con ese acompañamiento, ni en color, muy homogéneo pero falto de mayores matizaciones o expresión pese a una dicción correctísima en los idiomas utilizados, aunque tampoco las obras elegidas permitan muchos lucimientos dramáticos e interpretativos (menos aún en las obras con textos sacros) con este formato a dúo recreando la tablatura que pasa a la vihuela una polifonía renacentista con solo una voz realmente cantada, completando el resto la cuerda pulsada (laúd o en este caso vihuela) completando un contrapunto delicado que siempre respeta la voz más aguda. Así pues de los cincuenta minutos de la primera parte descontando las presentaciones detalladas (casi otra conferencia) y el «solo» de vihuela en el Ricercar de Segni da Modena (originalmente para laúd) o La canción del Emperador (excelente por otra parte) es más que suficiente para comprender esta soporífera sensación mía sólo salvada en un par de obras que curiosamente rompieron la atmósfera intimista alejada de la luminosidad musical, más introspección y recogimiento que primaveral regocijo barroco (hoy más renacentista).

Seguramente de tener a Jonatan Alvarado en plenas facultades, la tímbrica de las dos líneas cantadas hubiera resultado más jugosa por contar con unas voces que empastan a la perfección, pero el esfuerzo del tenor (con un interesante registro grave) ya se dejaría ver en la nota manuscrita que leería la soprano tras el segundo Arcadelt y donde además del verbo -o prosa- fácil sobre la cancelación, reconocía que el canto también es «carne, músculo y materia», dejándonos disfrutarlo tan solo en el arreglo del Kyrie de la Missa de Peñalosa y en Nymphes, nappés lo que hubiera sido y no fue…

La atmósfera de todo el recital fue ideal (Ariel hizo la broma con los de laúd «para dos o tres personas en una pequeña habitación con suelo de madera y sin muebles») y el público que casi llenó este salón aplaudió todas y cada una de las obras.

En agradecimiento por el respeto y comprensión, el dúo bisaría Se pur ti guardo de Willaert, que junto a «nuestro» Vásquez De los álamos vengo, madre resultaron lo más expresivo de este inicio de «Primavera Barroca» hoy renacentista y accidentada pero al menos sin cancelar.

PROGRAMA:

«Imaginario: de un libro de música de vihuela»

Juan VÁSQUEZ (c. 1500-c. 1560): O dulce contemplación, a 4.

Adrian WILLAERT (1490-1562): O dolce vita mia, a 4.

Juan VÁSQUEZQué sentís coraçon mío, a 4

J. SEGNI da MODENA (1498-1561): Ricercar (vihuela).

Jacques ARCADELT (c. 1504 – 1568): Chiare fresche et dolci acque, a 5.

Anónimo, Cancionero de Uppsala (pub. 1556): Si de vos bien me aparto, a 5.

Jacques ARCADELTSe per colpa del vostro fiero sdegno, a 4.

Adrian WILLAERTSe pur ti guardo, a 4.

C. de RORE / anon (Ms Castelfranco Veneto): Anchor che col partir, a 4 (madrigal).

Juan VÁSQUEZSi no os hubiera mirado, a 4.

                            De los álamos vengo madre, a 4.

                            Quien dice que l’ausencia causa olvido, a 3.

«The Josquin Songbook»

Josquin DESPREZ (ca. 1450-1521): La canción del emperador del quarto tono de Jusquin, a cuatro (Luis de NarváezLos seys libros del delphín, 1538).

Cristóbal de MORALES (1500-1553): De la Missa Mille regretz, a tres (Miguel de FuenllanaOrphénica lyra, 1554): Benedictus.

Josquin DESPREZFantasía I del primer tono, a cuatro (Luis de NarváezLos seys libros del delphín, libro i, 1538).

Francisco de PEÑALOSA (ca. 1470-1528): De la Missa Adieu mes amours, a cuatro (ms. 2-3 de Tarazona): Kyrie.

Josquin DESPREZ:    Nymphes, nappés, a seis, IJ 115.

                                      Nymphes des bois, La déploration sur la mort de Johannes Ockheghem

ARMONÍA CONCERTADA:

María Cristina Kiehr (soprano) – Jonatan Alvarado (tenor) – Ariel Abramovich (vihuela)

Vermut barroco

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Domingo 21 de enero, 12:30 horas. Sala de cámara del Auditorio de Oviedo: OSPA, Ciclo de conciertos música de cámara: «Vermut de cámara«, Camerata Barroca. Obras de Purcell, Corelli, Händel, Dall’Abaco y Avison. Entrada: 12 €.

Los músicos de la OSPA, entre abonos y ópera, también siguen trabajando en distintas formaciones camerísticas que van ocupando algunas mañanas dominicales, y esta vez con la cuerda para un programa barroco dedicado al Concerto grosso, época y forma que la formación sinfónica no suele transitar pero tan necesario por la vigencia que entre la gente joven está teniendo y poder trabajar estos repertorios por parte de todos los músicos.

Tras la bienvenida de la gerente Ana Mateo, cual equipo de fútbol por la alineación presentada, se estrenaba esta Camerata barroca con Pedro Ordieres ejerciendo de capitán y presentador de las obras elegidas, comenzando como debe ser con una obertura, la de Dido y Eneas de Purcell, con los instrumentos aún por templar y la «guerra» que dan las cuerdas de tripa hoy solamente en el contrabajo de Javier Fierro, como bien nos aclaró Ordieres antes de afrontar el primer grosso de la mañana, olvidándonos de criterios «historicidas» y con un continuo con el citado Javier, el cello de Max von Pfeil alternando con Pelayo Cuéllar, además de los «tutti», y el invitado de lujo además de amigo de «La casa» Aarón Zapico en el clave, conformando la base armónica de los siguientes concerti, dispuestos con tres violines enfrentados que además alternarían los solos cada uno de ellos, para darnos una sonoridad ideal en esta sala de acústica perfecta para estos «ensembles».

El gran violinista y compositor de Fusignano (Rávena) Arcangelo Corelli (1653-1713), considerado el «Padre del concerto grosso«, sería quien abriría este recorrido por la forma barroca por excelencia, actuando de «solistas» Ordieres y Albericio. Buen entendimiento entre ambos, ejecución «de libro» con buenos contrastes solo-tutti, dinámicos y de tempi en sus movimientos (Largo – Allegro – Largo – Allegro /  Largo / Allegro / Allegro) de diferente carácter para su Concerto Grosso, op. 6 nº 1 en re mayor, de la docena que consta esta colección. probablemente de los años 80 aunque publicada en 1714 tras la muerte del compositor. Poco a poco ajustando afinaciones y empaste, este nº 1 mostró el trabajo de equipo y el amor por estos repertorios.

Del veronés Evaristo Felice dall’Abaco (1675-1742), nos ofrecerían dos concerti grossi a quattro pero ‘Da chiesa’ (de iglesia), contrapuesto a ‘Da camera’ por el lugar donde se ejecutaban y prescindiendo de solistas, aunque también tengan su protagonismo, incluso se podía cambiar el clave por el órgano que esta vez no fue necesario. De su opus 2 (publicados hacia 1735) nos ofrecerían dos: el nº 4 en la menor (y no el nº 1 anunciado, por problemas de lectura en la edición como nos contó Ordieres) en tres movimientos (Aria: Allegro / Largo / Presto) y el nº 5 en sol menor en cuatro (Largo / Allegro e Spiritoso / Grave / Allegro), bien conocido y estudiado por el «concertmaster«, sonoridad compacta de los once músicos con buen balance entre todos, más la afinación ya consolidándose para comprobar esa unidad de violines que se contestan como si de un dúo se tratase, fruto del trabajo diario a lo largo del tiempo con todo el repertorio sinfónico que tras escucharles en este barroco, siguen reforzando sus mejores cualidades, dejándonos unos tempi lentos donde disfrutar el siempre claro clave del mayor de los Zapico: un cuarto muy sentido en sus tres movimientos y un quinto luminoso.

Si hay un compositor que conocía la obra de Corelli es el alemán G. F. Händel (1685-1759) que ya en Inglaterra también cultiva los concerti grossi interpretándose incluso en los intermedios de sus famosos oratorios. La Camerata Barroca (con David y Daniel de solistas) nos brindaría el Concerto Grosso op. 6 nº 5 en re mayor, HWV 323 (con seis movimientos «inmensos»: Larghetto e Staccato / Allegro / Presto / Largo / Allegro / Menuetto) de lo más aplaudido -incluso al finalizar el quinto- con la firma inconfundible del contemporáneo de «Mein Gott» en su época de mayor inspiración y fortuna, conjugando los estilos de moda (francés, italiano, alemán…), en una interpretación auténticamente camerística por la limpieza expositiva, el sonido rotundo y potente, partitura bien entendida por todos y con el balance perfecto, resultando de lo mejor en este vermut dominical que de hecho terminarían bisando el segundo Allegro.

Aún quedaba el último «grosso» inspirado en las sonatas para clave de D. Scarlatti del crítico y compositor inglés Charles Avison (1709-1770). De sus interesantes conciertos, el Concerto Grosso op. 6 nº 5 (after Scarlatti) (Largo / Allegro / Andante moderato / Allegro) con Pablo y Cristina en los violines solistas, junto a una buena cohesión y balance del «ripieno» sin historicismos pero con toda la honestidad hacia lo escrito (impecable el Andante moderato), redondearían una excelente mañana con este repertorio italiano e inglés que conocen desde sus años de estudiante pero pocas veces se interpreta, permitiéndonos comprobar el buen estado de estos músicos capaces de pasar de ensayar el Wagner que levantará el telón en el Campoamor este jueves, a estos «aperitivos» para el vermut barroco por el que seguirán pasando mensualmente más «equipos de la OSPA».

Camerata Barroca: Pedro Ordieres, Pablo de la Carrera y David Carmona (violines I) – Elena Albericio, Daniel Jaime Cristina Castillo (violines II) – Beltrán Cubel (viola) – Maximilian von Pfeil y Pelayo Cuéllar (violonchelos) – Javier Fierro (contrabajo) – Aarón Zapico (clave).

PROGRAMA:

H. PurcellDido y Eneas, obertura.

A. Corelli: Concerto Grosso op. 6 nº 1.

E. F. Dall’Abaco: Concerto grosso da chiesa op. 2 nº 4.

Concerti grosso da chiesa op. 2 nº 5.

G. F. Händel: Concerto Grosso op. 6 nº 5.

Ch. Avison: Concerto Grosso op. 6 nº 5 (after Scarlatti Sonatas).

Carambeando con La Caramba

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Forma Antiqva: CD La Caramba, Winter&Winter, N° 910 289-2.

Se llamaba María Antonia Vallejo Fernández y había nacido en Motril justo a mitad del siglo XVIII, en 1751, la mujer más querida de su época, la más influyente, la que atraía todas las miradas. Cantante, actriz, bailarina y empresaria que movió masas, molestó al poder instaurado y dictó modas en los atuendos, aunque fue todo eso y mucho más. ‘La Caramba’ se instaló en 1776 en Madrid, ciudad en la que moriría tan solo 11 años más tarde. La historia cuenta que tras desempeñarse como artista en diversas poblaciones de Andalucía y triunfar en otras ciudades más allá de Despeñaperros, como Zaragoza, con un gran éxito, y en 37 años de vida civil pero solo una década de vida artística, puso «patas arriba» el panorama de la escena de su tiempo. De hecho, se llamó ‘caramba’ al ostentoso tocado con el que solía adornar sus peinados. Símbolo de moda femenina de la época, fue la gran estrella de la tonadilla, género musical por excelencia en aquel tiempo y ahora felizmente recuperado gracias al trabajo de la Musicología española que está en un momento dulce esperando puedan mantener.

Forma Antiqva, conjunto instrumental y vocal creado en Langreo (Asturias), es un veterano y exitoso proyecto artístico de los hermanos Aarón, Daniel y Pablo Zapico que con distintas formaciones variables siguen recuperando nuestro patrimonio musical, llevándolo tanto al directo como a las grabaciones para el sello alemán del que son artistas exclusivos, siempre rodando primero en directo cada nuevo proyecto antes de llevarlo al disco para seguir promocionándolo posteriormente (espero pronto en nuestra tierra asturiana) aunque lo alternen con distintos programas.

En este trabajo, con una formación de orquesta barroca (siempre contando con músicos de reconocida y atractiva trayectoria, «habituales» en grupos de fama internacional), los asturianos abordan de manera original diecisiete páginas donde conviven ritmos y giros melódicos derivados del folclore, con la frescura y desparpajo que caracterizaron el estilo de ‘La Caramba’, a quien el mayor de los Zapico ha bautizado como «La Rosalía del XVIII» por sus actuaciones atrevidas, llamativas exhibiciones públicas y escandalosas relaciones amorosas que culminarían en un episodio místico, pues la tonadillera abandonó los escenarios en 1785 para dedicarse a la oración y a la penitencia. Los restos mortales de ‘La Caramba’ descansan en la Iglesia de San Sebastián de la madrileña calle Atocha.

Este disco culmina un proyecto que empezó hace años para realizar un retrato musical de María Antonia Vallejo Fernández ‘La Caramba’ (1751-1787), y hacerlo con Winter & Winter le otorga un mayor reconocimiento internacional a esta música española, o como ha escrito Aarón Zapico, supone «una muesca más en nuestra ecléctica carrera. Hemos recuperado música (‘La Caramba’, ‘Sancta Ovetensis’, ‘Baset’), hemos hecho ‘Las Cuatros Estaciones’ de Vivaldi y músicas contemporáneas escritas para nosotros», un álbum que recoge la historia de esta tonadillera motrileña de carrera meteórica y verdadera revelación en el mundo teatral y la farándula madrileña, con los mejores compositores de tonadillas escribiendo para ella en la forma musical más importante de entonces.

Las tonadillas que han elegido Forma Antiqva reflejaban los dimes, diretes y cotilleos de la época, y pese a tener casi 300 años, ‘La Caramba’ sigue siendo moderna por mujer valiente, individual y con firmes convicciones, bien intercaladas con páginas instrumentales que los asturianos tienen como «fondo de armario» y les sirven para organizar estos espectáculos que además encontraron en la soprano barcelonesa María Hinojosa la perfecta «alter ego» para recrear una música tan actual como en sus tiempos, a quien descubrí como «La Xirgu» en el Ainadamar del Campoamor hace diez años.

A finales de julio del «año Covid» estrenaban en El Escorial (dejo el link de la crítica para Scherzo del siempre recordado Eduardo Torrico) el espectáculo con propuesta escénica de Pablo Viar, promovido por Juan Carlos Garvayo, director artístico del Festival Música Sur que ese 2020 llegaría al Motril natal del músico y la tonadillera, con la colaboración de Ars Hispana, grupo de investigación especialista en la recuperación de melodías olvidadas. Aarón Zapico cuenta: «Tomé las tonadillas originales –estreno en tiempos modernos– y las completamos con música contemporánea para crear un espectáculo lo más homogéneo posible». Suenan José Castel, Bernardo Álvarez Acero o Pablo Esteve, que en el «espectáculo lírico escenificado» se puede disfrutar cómo la soprano se dirige tanto a los músicos como al público para establecer con ellos un juego en el que música y palabra se entrelazan, completando el retrato del personaje, la gran ‘influencer’ de su tiempo capaz de llenar escenarios, salones y bulevares con su sola presencia, como describe José Antonio Muñoz en la web de Forma Antiqva.

Los números instrumentales de Forma Antiqva tienen las señas de identidad de la formación asturiana: contrastes llevados al extremo en dinámicas o tempi con primeros atriles de sonoridad limpia y precisa más un conjunto equilibrado de tímbricas cuidadas (destacar la pareja de trompas) e intervenciones que parten de un trabajo minucioso de «reconstrucción» ante lo poco que se conserva en los originales, con un fandango de Álvarez Acero arrancado por la guitarra barroca de Pablo Zapico casi flamenca y el ensemble «carambeando», siempre con la percusión que aporta a la rítmica empuje y colorido (castañuelas y pandereta sobremanera) transportándonos al Madrid castizo donde ‘La Caramba’ revolucionó la escena. En un entrevista para el Diario de Sevilla Aarón Zapico cuenta que «se trata de «una música abierta a la interpretación. Las partituras están prácticamente en blanco, no hay un solo detalle interpretativo que esté en la partitura. Había una serie de automatismos a la hora de escribir, porque se hacía con prisa, porque había que crear la tonadilla en un día, hacer las partes, ensayarla… y no se ponían a pensar si esto es fuerte o piano y si ahora quitamos los oboes para hacer la escena más íntima», por lo que el trabajo de los asturianos rebosa  imaginación como es costumbre en ellos, coloreando el continuo, el añadido de la percusión, quitando oboes y trompas en otros momentos, que también se hacían en la época, aunque no esté escrito, dejándonos una «orquesta sinfónica» de época totalmente cercana y actual.

Para el acompañamiento vocal en las dos tonadillas de Esteve, más la de Castel o la anónima de 1776 que prosigue al Allegro inicial de la sinfonía nº 3, Forma Antiqva arropa, con una excelente mezcla de estudio, la voz carnosa con canto «natural» de María Hinojosa personalmente encantadora en «Los mormuradores», de cambio notable en el color para las partes declamadas, si bien echo de menos en alguna tonadilla, especialmente en los aires rápidos, una mejor dicción para unos textos que se incluyen en el libreto del CD, incluso traducidos al inglés precisamente para su proyección internacional, así como las excelentes notas del antes citado Juan Carlos Garvayo («Los pecados de María Antonia») y de Nieves Pascual León, verdadera aportación a la musicología hispana.

La grabación, con el patrocinio de una Beca Leonardo de la Fundación BBVA, se realizó en Estudio Uno de Colmenar Viejo en julio de 2022 con Eduardo Lavilla de ingeniero de sonido, editándose, mezclándose y masterizándose entre marzo y julio de este año en el estudio de Adrian von Ripka en Steinenbronn (Alemania).

PISTAS:

Sinfonía nº 3 [José Castel, 1737-1807]: 1. Allegro.

La Caramba (1776) [Anónimo]: 2. Allegro ­– Allegretto / 3. Coplas: Allegro / 4. Seguidillas: Andante allegretto – Allegretto – Andantino.

Los duendecillos (1782) [Pablo Esteve, ca. 1730-1794]: 5. Allegro – Recitado: Andante / 6. Andantino gracioso / 7. Coplas: Allegro / 8. Seguidillas: Allegro moderato – Allegretto.

Obertura »Iphigenia en Tracia« [José de Nebra, 1702-1768]: 9. Allegro.

El arrendador del sebo [José Castel]: 10. Andante moderato – Más andante / 11. Coplas: Allegretto – Andantino / 12. Vivo / 13. Seguidillas: Andantino.

14. Fandango [Bernardo Álvarez Acero, 1766-1821].

Los mormuradores [Pablo Esteve]: 15. Andante moderato y cantable – Allegro – Como prima – Allegro / 16. Coplas: Allegretto vivo – Andante – Fandango – Allegro / 17. Seguidillas: Allegretto moderato.

MÚSICOS:

María Hinojosa [soprano].

Forma Antiqva:

Aarón Zapico [director]; Jairo Pablo Gimeno y Pepe Reche [trompas]; Pedro Castro y Daniel Ramírez [oboes]; Jorge Jiménez, Roger Junyent, José Manuel Navarro, Daniel Pinteño, Pablo Prieto y Fumiko Morie [violines]; Ruth Verona y Ester Domingo [cellos]; Jorge Muñoz [contrabajo]; Daniel Oyarzábal [clave]; Pere Olivé [percusión]; Pablo Zapico [guitarra barroca]; Daniel Zapico [tiorba].

Música sin etiqueta

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Lunes 6 de noviembre, 20:00 horas. 25 años, Los Conciertos del Auditorio: L’Arpeggiata, Christina Pluhar (dirección), Céline Scheen (soprano), Vincenzo Capezzuto (alto) y Luciana Mancini (mezzo): Los pájaros perdidos. Música barroca y tradicional sudamericana.

Uno de mis queridos seguidores y amigos en «X» (antes Twitter) comentaba ante mi anuncio de este segundo concierto para las bodas de plata del Auditorio «posteaba» lo siguiente: «Me parece alucinante que todavía haya una programación musical de cierto nivel en este país que siga programando a este conjunto» a lo que le contesté «Creo se busca lo comercial por encima de la calidad, que no siempre van de la mano«. El añorado y recordado Eduardo Torrico ya escribía en Scherzo hace cinco años que «Pluhar no tardó mucho en darse cuenta de que el prestigio y el dinero no van necesariamente de la mano. Dejó la rigurosidad a un lado ym superando cualquier escrúpulo profesional que pudiera albergar, apostó por eso que hoy se conoce como crossover (…) pero no renuncia a la fusión, porque es lo que le ha dado fama, porque tiene una legión de incondicionales y porque, en su suma, es lo que proporciona pingües beneficios«. Está claro que el Auditorio de Oviedo se llena con espectáculos como este donde «La Pluhar» volvía a «La Viena española» rodeada de unos músicos de primera, que en ella es habitual y por eso hace única a L’Arpegiata al aunar calidad con comercialidad. Para quien suscribe y bautizado como «omnívoro musical» precisamente por mi amigo de «X», los muchos discos y actuaciones de la austríaca residente en París son éxitos de ventas, lo que siempre es de agradecer, sin entrar en etiquetas o estilos, pues estos mestizajes musicales atraen nuevos públicos, acercan otros repertorios a un respetable que no suele asistir a los «otros clásicos», al que busca algo distinto y sobre todo para desconectar de un día a día cada vez peor donde la Música con mayúsculas, es la mejor terapia y al salir del auditorio lo hace con alegría, un «qué bien me lo he pasado» y por supuesto algún que otro refunfuñón/a incapaz de probar platos distintos al «menú del día» que no siempre llena ni tampoco se puede acudir diariamente a «Los  estrellas Michelín». La música para disfrutar sin prejuicios y sin etiqueta alguna.

En las excelentes notas al programa de mi querida María Encina Cortizo, tituladas «Los pájaros perdidos: músicas en la frontera»  explica perfectamente lo que escucharíamos en este primer lunes de noviembre: «Los esfuerzos interpretativos de los últimos cincuenta años en favor de la recuperación de criterios históricos han conformado un nuevo sonido barroco –no necesariamente el que fue–, recuperando repertorio olvidado y perdido, y atrayendo nuevos públicos con propuestas heterodoxas y desprejuiciadas. Este concierto es un buen ejemplo de ellas, pues Christina Pluhar con su conjunto L’Arpeggiata, propone un diálogo sonoro entre la Edad Moderna europea y el folklore de la América hispana y la cuenca mediterránea, combinando repertorio de sus discos Mediterráneo (2006) y Los pájaros perdidos (2012)«.

Con una formación de ocho músicos, algunos habituales en su siempre flexible conformación, más tres cantantes, mezcla de intérpretes barrocos y tradicionales a los que otras agrupaciones se rifan, sumándose de nuevo la bailarina o «teatrodanza» Anna Dego, el espectáculo estaba asegurado y el programa se conformó para poder disfrutar de todos ellos. El programa se organizó con 22 páginas, quince de la tradición oral hispanoamericana (México y Venezuela) más las otras cinco de la tradición mediterránea española e italiana, un repertorio que «dialoga con seis obras instrumentales y vocales, fijadas a través de la escritura en los siglos XVI y XVII» como escribe la doctora Cortizo.

Antes de entrar a pormenorizar las páginas, destacar dos «bloques» de músicos que entienden la música barroca y la actual con los criterios de la improvisación casi jazzística, bien organizada y amplificada con mucha delicadeza aunque faltasen por ajustar «detalles», en parte debido a la necesidad de escuchar más presente el salterio o el contrabajo, así como la voz del alto italiano, mientras sobraba o al menos era sobrada para las dos voces femeninas de técnica lírica que no «dominan» el micrófono como los cantantes de pop. El bloque «popular» estaría dominado por dos venezolanos de largo recorrido y profesionalidad también en obras de concierto como Leo Rondón al cuatro y Rafael Mejías en las maracas, a los que dedicaré algún comentario posterior, siendo dos puntales de este espectáculo que por sí solos ya darían para ser protagonistas, sumándose el percusionista español David Mayoral que no necesita presentación entre los aficionados, con las pinceladas y hasta los solos que dan color a toda la música que acompaña. El «puente» lo pondría el francés Leonardo Teruggi al contrabajo, sustento grave, más el imprescindible cornetto del «fijo» Doron David Sherwin en L’Arpeggiata que por momentos suena a saxo soprano. Completarían «el otro bloque» instrumental la propia Pluhar a la tiorba, Marcello Vitale a la guitarra barroca y chitarra battente  para finalmente contar con el delicado salterio de Margit Übellacker que hubiese necesitado más presencia desde la mesa de mezclas del ingeniero de sonido que es uno más en este equipo. De las tres voces repetía el italiano Vincenzo Capezzuto, esta vez más «alto» que bailarín quien ya nos encantase en este mismo auditorio con su anterior espectáculo Stabat Mater: Vivaldi-Project en julio de 2021 junto a Soqquadro Italiano y hace ya ¡diez años! con L’Arpeggiata en Teatro d’Amore que nos «descubrió» a la danzatrice italiana , repitiendo alguno de sus números este frío lunes de noviembre donde el calor lo pondría el escenario. La soprano belga Céline Scheen pondría la potencia y buen gusto en sus intervenciones y mención aparte a la chileno-sueca Luciana Mancini de voz natural, profunda, oscura, potente, grave como «La Negra» tucumana en sus canciones tradicionales y técnicamente un portento que hace fácil lo difícil, transmitiendo y sintiendo unas letras en su idioma materno con la musicalidad de nuestra amada Hispanoamérica. Tres solistas vocales que se mueven habitualmente en el repertorio barroco y afrontaron este concierto con la calidez y calidad de las obras elegidas y atemporales.

La Ciaccona de Maurizio Cazzati (1616-1678) en arreglo de Christina Pluhar sirvió para  introducirnos en esta bendita heterodoxia con presencia del cornetto y el salterio en una «rueda barroca» mientras se ajustaban los niveles de la amplificación antes de la primera italiana con Capezzuto y Dego interpretando La Carpinese y arrancando los primeros aplausos de un público espectante.

Uniendo a Alonso Mudarra (c. 1510-1580)Santiago de Murcia (1673-1739) con una mexicana tradicional llegaría la primera intervención de la mezzo Mancini tras la Romanesca y Los imposibles arrancados con un punteo del cuatro, el «orgánico» y La lloroncita. Mestizaje perfecto que sería la seña de identidad del resto del concierto.

Esquema de concierto con una obra instrumental, La Dia Spagnola de Nicola Matteis (c. 1650-1714) también en arreglo de Christina Pluhar para disfrutar de otra rueda con protagonismos de salterio corneto, contrabajo y percusión, enlazando con una peculiar interpretación de Yo soy la locura de Henry de Bailly (c. 1590-1637) por la soprano belga, sobrada de volumen aunque sin buena articulación del español, el gusto de Jaroussky ni el estilo de nuestra Raquel Andueza que sigue siendo un referente.

Y una página donde disfrutar del trío vocal en perfecto empaste para la jácara No hay que decirle el primor (un anónimo del s. XVII) con el «bloque barroco» sin los venezolanos, buen conjunto para los puristas antes de retomar la tradición con Montilla. El protagonismo inicial de Leo Rondón, un virtuoso del cuatro que lo mismo puntea que empuja rítmicamente, traería de nuevo el baile de Anna Dego, la voz poderosa de Luciana Mancini y hasta los coros de todos los artistas.

Seguiríamos en Venezuela con la instrumental Zumba que zumba a cargo del cuarteto «latino» (Rondón–Mejías-Teruggi-Mayoral) dando todo el aire caribeño que llevan en la sangre aunque estén lejos de su tierra, calor contagioso y público rendido a una música que sentimos cercana y con ritmo que da alegría de vivir.

Del gran Girolamo Kapsberger (1580-1651) la Toccata L’Arpeggiata sirvió para el «lucimiento» de Pluhar, el alma de este ensemble, sumándose el cornetto y la percusión vistiendo la nueva aparición de Anna Dego, siempre descalza y cambiando el vestuario, transmitiendo la plasticidad de una danza actuada y enlazando, cortando los aplausos, con la canción tradicional catalana La dama d’Aragó bien cantada y pronunciada por la soprano  y el «orgánico barroco», delicioso tema e interpretación sentida.

Volvería Capezzuto con un arreglo de Christina Pluhar de la conocida canción mexicana La Llorona, una verdadera reinterpetación del contratenor italiano al que esta vez ayudaría la amplificación junto al «ensemble barroco» muy aplaudido.

El primer punto álgido de la noche lo pondría el Pajarillo (Joropo) venezolano, un cuatro estratosférico, el contrabajo francés tan «tumbao» como si fuese caribeño, las pinceladas y empuje de la percusión y hasta un solo de maracas de Rafael Mejías (apodado El tigre de San Sebastián de los Reyes en El Llano  de Venezuela) que mantuvo en un silencio de asombro a todo el auditorio, mientras «la Negra Mancini» más chilena que sueca volvía a emocionar con su voz.

El propio guitarrista de L’Arpeggiata y también compositor Marcelo Vitalle (1969) nos regalaría a solo con Anna Dego la Tarantella a Maria di Nardò, la Italia tradicional traída a nuestros días con un instrumento barroco que puede acercarnos música de todos los tiempos. Virtuosismo en la cuerda con acordes, rasgueos y punteos que actualizan el folklore.

Y cruzaríamos el Mediterráneo para llegar a Mallorca y la canción De Santanyí vaig partir con Céline Scheen de nuevo bien cantado y pronunciado, acompañada por el quinteto Pluhar-Úbellacker-Vitalle-Teruggi, otro momento de sentimientos y gusto musical.

Otro compositor de nuestro tiempo como el folklorista venezolano Constantino Ramones tiene la divertida canción con ritmo de «gaita margariteña» La embarazada del vientoque canta lo que cuenta una hija de pescadores a su mamá diciéndole «estoy preñada…». Otra maravilla que L’Arpeggiata grabó en el CD Los pájaros perdidos para volver a disfrutar esta vez de la profunda naturalidad vocal de Mancini mejorando la grabación de hace doce años hoy junto a Rondón y Mayoral, el humor tan necesario como la música.

El espectáculo continuaría con el joropo oriental del venezolano Luis Mariano Rivera (1906-2002) La Cocoroba, esta vez con Capezzuto y el «ensemble» con guitarra pero sin los «barrocos», el Caribe del italiano y la magia instrumental nativa y adoptada, con un acelerando final que dejó nuevamente entusiasmado al público.

Vuelta a la «pureza» con el francés Gabriel Battaille (c.1574-1630) y El baxel está en la playa cantado por la soprano Scheen y L’Arpegiatta sin venezolanos, personalmente mejor que la versión con Jarouskky, pues el volumen y color de la belga es ideal para esta página que nos llevaría a las tres últimas piezas, primero otro joropo venezolano, el Pajarillo Verde con Mancini «contestada» por Sherwin, sin salterio, tiorba ni guitarra, pero con el empuje caribeñ, después los italianos Capezzuto y Dego en Pizzica di San Vito, arrancando Mayoral con una pandereta que descubrimos la cantidad de sonidos que artesora, y finalmente otro joropo, El Curruchá del caraqueño Juan Bautista Plaza (1898-1965) con casi todos en este fin de fiesta de baile con diálogo cantado por Mancini-Capezzuto que L’Arpeggiata suele llevar de propina en estos espectáculos. Aunque esta vez la propina sería el bis de la Pizzica con una apoteosis sobre el escenqrio incluyendo a un Doran Sherwin transformado en rockero con chupa, gafas de sol y actualizando un show donde no faltaron bailes compartidos y Capezzuto ofreciendo su otra faceta.

Lo dicho y escrito, otro espectáculo de L’Arpeggiata de Christina Pluhar que volvió a alegrarnos a (casi) todos, sabiendo lo que íbamos a escuchar, pues la música no tiene etiqueta.

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