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Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar la hoja del calendario aunque el «bicho» del Covid siga entre nosotros conviviendo con la gripe habitual.
Musicalmente, y a la vista de cómo está el mundo lleno de odio, guerras, genocidios y las tristes circunstancias de las que parecemos no aprender, solo pido mantener toda la música posible, a ser posible en PAZ, aunque sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesidad de aniversarios (y en 2024 hay muchos para celebrar), como todo los años que son como mi Scalextric, pido poder escuchar en mi tierra la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también la Escolanía de Covadonga -que la han «desaparecido»- más la de San Salvador…), junto a solistas de los que tenemos un montón y ¡de primera! en nuestra querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.
Eso sí, mantengo mi ilusión de contar con Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigiese en Barcelona cuando estuvo de titular, y ya que se ha despedido de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le den una orquesta para este 2024 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha. Darles las gracias porque sí nos trajeron al fin un titular, y además «vecino».
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los tres hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, actuando solos, en otros ensembles, y especialmente en «su formación», así como pedir que sigan grabando nuevos discos, juntos o por separado, pues siempre son el mejor regalo.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes como Mario Bernardo, a Martín García o Henar F. Clavel que están creciendo en todos los sentidos, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui (que será mamá este año como el mejor y mayor regalo) o mi querida venezolana Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2024 tras ir recuperando todos ellos fechas.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez (que este pasado año sigue igual de fructíferoy Gabriel Ordás (que tambén se ha ido a USA para proseguir sus estudios), pues siguen estando de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos tal como les había pedido en mi carta del 2023. Gracias señorías…
Y por mantener la ilusión, aunque como dice mi madre «parece que te hizo la boca un fraile» (?), continúo reclamando a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias de contratación… saben de sobra que la Cultura ha demostrado además de ser Segura resultar la mejor inversión en tiempos difíciles.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez sigue emigrado aunque ahora en Bélgica y María Ovín continúa en la OSPA), creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúen los éxitos.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2024 (el Año Puccini que debería celebrarse contando con su voz) y mucho más. Además de darle de nuevo las gracias a la asturiana, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque espere mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor como protagonista (con ganas de La Rosa del Azafrán), pues al fin le trajeron el año pasado su esperada Mimí en Alicante (donde le cambiaron hasta su apellido Díaz por Martínez), por lo que les sigo pidiendo la lleven al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa, pero recordándoles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que vale ya de pedir… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que ya son universales (🚜💩💩💩💩💩💩💩🐄).
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2023 en que cumplíamos nuestro primer lustro (incluso con la Lotería que no les pedía tocase, porque ya lo hacían nuestros músicos, pero que les agradezco nos trajeran ¡una pedrea!), esperando mantengan su Banda Sinfónica y acertemos en el relevo de Antonio Cánovas (a quien le han traído destino en su tierra murciana y la dirección de la Banda de Águilas). Poder mantener el mismo nivel tras cinco años sin parar (ni siquiera con el Covid), y llevando su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales en este mi segundo curso fuera de ella. Pero veo que la LOMLOE  (Ley Celáa) sigue empeorando leyes anteriores (y dicen que van ocho en 36 años),en pos de una generación de ignorantes digitales y adictos al móvil, aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan) utilizando el transporte que tengan (saben de sobra que los carburantes son más caros que el pienso), sin entrar en cabalgatas de las que no opino, y menos con Baltasar descolorido… Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días de este 2024 olímpico y bisiesto.
Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años

Terapéutica y solidaria música española

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Martes 31 de enero, 20:30 horas. Sala de cámara del Auditorio «Príncipe Felipe», Oviedo. Concierto Solidario a beneficio de la AECC (Asociación Española contra el cáncer) de Asturias, y la Asociación Galbán de familias de niños con cáncer del Principado de AsturiasGabriel Ordás (violín), Yelyzaveta Tomchuk (piano). Obras de Sarasate, Falla, Albéniz, Nin, Granados y Ordás. Entrada donativo: 10 €.

“Algunos días no habrá ninguna canción en tu corazón. Canta de todas formas” (Emory Austin). Así reza el inicio de la Web de la Asociación Galbán como bien recordó su presidente Luis Arranz Arlanzón en compañía de su homónima en la AECC de Asturias Yolanda Calero antes de iniciarse el concierto.

Nada mejor que la música como evasión, terapia y siempre solidaria como este último día de enero donde mi admirado Gabriel Ordás (Oviedo, 1999) ofrecía un recital de música española para violín y piano junto a la ucraniana afincada hace años entre nosotros Lisa Tomchuk, solidarios y embajadores de nuestro patrimonio con lo mejor de los compositores hispanos, de ayer y hoy, en obras originales o arregladas por grandes virtuosos (Chistyakov, Kreisler o Kochanski), unos músicos que como el propio artista asturiano conocen la voz y hacen «cantar» su instrumento, el violín que frasea obras vocales (Falla), completa las originales de piano (Granados y Falla) o directamente unen intérprete y compositor para un mayor protagonismo del violín (Sarasate y Ordás) pero siempre con el piano sustentando, dialogando y participando de unas partituras conocidas, populares, españolas y muy sentidas.

Comenzar con tres obras del navarro Pablo Sarasate (1844-1908) ya de por sí es más que un aperitivo potente: Romanza andaluza, Playera y el «endemoniado» Capricho Vasco, que tras el zortziko levantó aplausos antes de finalizarla. Y es que Ordás-Tomchuk llevan tiempo trabajando juntos, se entienden a la perfección y este primer bloque resultó una lección para un dúo compenetrado.

Después vendrían el Tango de Isaac Albéniz (1860-1909) no en el arreglo «habitual» de Kreisler sino del virtuoso ruso nacido en Turmenistán pero afincado hace años como docente en Asturias Lev E. Chistyakov (1942), que enriquece el original al repartir protagonismo entre el dúo además de la tímbrica aportada por el propio violín al original para piano. El cubano-español  Joaquín Nin Castellanos (1879-1949) también se acercó a la música popular y su Murciana (una seguidilla de la «Suite Española«) es un ejemplo de cómo inspirarse en nuestro folclore para llevarlo a la llamada música de concierto, como tantos compositores de su generación hicieron y que las siguientes no han abandono desde otros estilos no necesariamente nacionalistas.

Otro virtuoso del violín como el citado Fritz Kreisler (1875-1962) fue uno de tantos enamorados de la música de esa generación entre siglos, y que arreglaría para su instrumento con piano la Danza española nº5 de Enrique Granados (1867-1916), la popular «Andaluza», en este caso y es opinión personal no tan completa, compleja ni rica como la original para piano, aunque bien interpretada y sentida por el dúo Ordás-Tomchuk, y otra más, la danza de «La vida breve» de Manuel de Falla (1876-1946), violín de virtuoso sobrevolando el piano que sirvió de sustento necesario para disfrutar esta música maravillosa de nuestro gaditano universal fallecido en la Córdoba Argentina. Dos joyas conocidas y enriquecidas por este joven dúo que transformó la sala de cámara del auditorio en un gran salón romántico con estas versiones que en el siglo XIX daban a conocer temas orquestales desde la llamada así, música de salón, para hacer crecer las ansias de ir a la obra original en los teatros, cuna de melómanos pero también rodaje para los intérpretes.

Tras el merecido descanso, una segunda parte completa, enlazando con lo anterior: primero las Tres piezas para violín y piano (2022) del propio Gabriel Ordás, reunificación de distintas versiones antes escritas y defendiendo los tiempos de reciclaje, también el creativo: Esperanza (trío de cuerda), Sentimiento (ópera de cámara) y Danza (chelo y piano), la misma calidad en este formato de dúo que da sonoridades buscadas desde los dos instrumentos con los que el compositor ovetense trabaja cada día.

Las Siete canciones populares españolas de Falla son tan bellas que creo se han hecho arreglos para casi todos los instrumentos, siendo este arreglo de Paweⱦ Kochański uno de los más escuchados para dúo de violín y piano, únicas partituras en las que Ordás no tocó de memoria (y en el orden del programa), supongo que todavía en proceso de trabajo junto a Tomchuck, pues pese a la interpretación «vocal» que me hacía respirar las frases de las letras originales con ellos, el piano nunca es tan completo como en las originales. Salvo la Seguidilla Murciana en arreglo del ya citado Chistyakov, otra visión de la de Nin con el magisterio del compositor gaditano, las sentidas Asturiana o Nana fueron muy sentidas e íntimas frente a la vibrante Jota (que se aplaudió al finalizarla por el virtuosismo de los dos intérpretes), y el siempre complicado -para tocar y cantar- Polo, obras de gran repertorio para este dúo que seguirán trabajando en explorar lo mucho que encierran.

Un buen concierto donde disfrutar del artista Gabriel Ordás, esta vez con el violín, efectivo, estudioso, ejemplo a seguir por la juventud, con el respaldo y complicidad con otra artista como Lisa Tomchuk que continúa ampliando su catálogo en el llamado «piano repertorista», madurando y ganando experiencia en el no siempre reconocido papel cuando no es el solista, acompañando voces, preparando partes líricas, con instrumentistas de todo tipo o formando parte de la orquesta, todo un trabajo sacrificado y hasta camaleónico no siempre recompensado como se debe.

El regalo fue solo desde el piano pero con Gabriel Ordás, excelente violinista, buen pianista y prolífico compositor, dejándonos otra obra suya de un catálogo que no para de crecer. Público heterogéneo llegado al «salón carbayón» para ayudar a luchar contra el cáncer y disfrutar de obras conocidas, también por los melómanos, todos entusiasmados con esta música solidaria que se agradece nunca nos falte.

Felices 20 años de La Castalia

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Sábado 26 de marzo, 20:00 horas. Gala Lírica «La Castalia», XX Aniversario: Oviedo Filarmonía, Isabel Rubio (directora), Alejandro Roy (tenor invitado), Olena Sloia (soprano), Vanessa del Riego (soprano), María Heres (mezzo). Entrada libre.

La Castalia del siglo XXI sigue los pasos de aquella de 1873 con más fuerza y apoyando desde nuestra tierra el talento lírico, celebrando una gala lírica de altura que colmó las expectativas, un auditorio lleno que hacía cola una hora antes del comienzo, para reafirmar que Oviedo sigue siendo capital musical y las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, tributo a dos generaciones de cantantes y compositores, la segunda labor de esta asociación que preside Begoña García-Tamargo con el mismo entusiasmo que sus discípulas.

Los que peinamos canas disfrutamos viendo la evolución de estas voces a las que conozco desde sus inicios, desde nuestro gran Alejandro Roy, invitado de lujo con sus paisanas Vanessa del Riego y María Heres, más el feliz encuentro con la ucraniana Olena Sloia, comprobar el talento de «las dos G» de la composición actual en Asturias, Guillermo Martínez (1983) y Gabriel Ordás (1999), la madurez de la directora murciana Isabel Rubio llamada a seguir comandando grandes orquestas, y por supuesto la Oviedo Filarmonía que si siempre es solvente, en estos repertorios aún más.

El programa lo dejo aquí encima detallado y paso a comentarlo globalmente: Primera parte operística donde el estreno de la obertura Homenaje a La Castalia de Ordás no pudo ser mejor inicio, aires empujando una apertura de forma clásica, digna de este aniversario que Isabel Rubio llevó al detalle para una sonoridad muy aterciopelada digna de las grandes formas orquestales.

Y abriendo la siguiente parte el segundo estreno de la tarde, Corona de azahar de Martínez, el intermezzo de su ópera «Bodas de Sangre» con aire hispano a más no poder, el mejor tributo a los grandes como Falla, Granados o Turina digna de ser coreografiada por el Ballet Nacional, impresionante instrumentación y excelente interpretación de OFil con Rubio dominadora de todos los recursos utilizados en esta maravilla que espero disfrutar completa en algún coliseo lírico como el que se convirtió el auditorio ovetense en este feliz cumpleaños. Apoyar estos estrenos con el talento de dos compositores que ya tienen su hueco en la SGAE, bien representada por otra asturiana como Mª Luz González Peña, igual de orgullosa de comprobar el talento de nuestra tierra.

De Alejandro Roy insistir en su excelente momento vocal, el aria de «Romeo y Julieta» (Gounod) Ah lève-toi, soleil poderosa y sentida, la romanza No puede ser de «La tabernera del puerto» (Sorozábal) en la mejor línea de canto con gusto y maestría, ambas concertadas a placer por Isabel Rubio, y la propina que siempre pone la carne de gallina cantada por el tenor gijonés, su Cavaradossi que se despide de la vida en «Tosca» (Puccini), uno de los roles que más triunfos le está dando y atravesando la mejor edad para afrontarlo. Gratitud hacia La Castalia que hizo llegar obligando a subir al escenario a Begoña G. Tamargo, y gratitud de un público rendido al mejor tenor asturiano de todos los tiempos.

Otra excelente voz la soprano Olena Sloia, con un Caro nome de «Rigoletto» (Verdi) ideal para su color y emisión, impresionante la actuación completísima de una página tan difícil como el Glitter an Be Gay de «Candide» (Bernstein) y dos romanzas bien cantadas, perlas vocales con un gusto y afinación ideales junto a la orquesta detrás que no bajó el volumen y la arropó con las mejores galas que sacó con buen hacer Rubio, la Canción del Ruiseñor de «Doña Francisquita» (Vives) y Me llaman la primorosa de «El Barbero de Sevilla» (Giménez). Sabiendo el triste momento por el que pasa su tierra, la ucraniana dio lo mejor y el público lo agradeció con grandes aplausos solidarios con su país y premiando la entrega de Olena.

Y las alumnas aventajadas de La Castalia, que van forjando su carrera, la soprano Vanessa del Riego y la mezzo María Heres, voces perfectas para sus dos dúos, el conocido dúo de las flores de «Lakmé» (Delibes) y el de las majas de «El barberillo de Lavapiés» (Barbieri), empaste y trabajo con piano que la orquesta engrandeció haciéndolas disfrutar aún más. La propina de Mozart redondeó este dúo «marca de la casa», el Prenderò quel brunettino del «Cossì», bien de tempo por parte de Rubio y la OFil completando el repertorio y entendimiento de todas ellas, en femenino plural.

De las arias y romanzas, Del Riego cantó Con onor muore de «Madama Butterfly» (Puccini), con una orquesta más fuerte que en el foso lo que no le impidió seguir emocionándonos en este rol, mientras Heres llevó el mayor peso de la velada, dos arias de «La Favorita» de Donizetti, y «Samson y Dalila» (Saint-Säens) muy trabajadas que con orquesta siempre ganan, especialmente su Mon coeur s’ouvre à ta voix, y otro tanto con sus romanzas de «La Malquerida» (Penella) o «Los claveles» (Serrano), un repertorio que va tomando cuerpo y terminará ampliando en una carrera bien encaminada con muchas horas de estudio.

Siempre hay que destacar la Oviedo Filarmonía que como decía anteriormente, es un seguro de calidad en todas sus secciones, y como orquesta de foso tanto ópera como zarzuela están en los atriles desde sus inicios. La línea ascendente es clara y ya tiene su propia personalidad ganada con las aportaciones de batutas de todas las generaciones.

Volver a tener al frente a Isabel Rubio le dio a esta gala no ya la precisión y gesto de la murciana, un portento de la batuta, también la pasión que transmite y una  concertadora que también va formándose a la sombra del trabajo como asistente en muchas producciones (Oviedo entre ellas). El mundo de las bandas de música es una cantera tanto para instrumentistas como para esta generación joven de directoras que comienzan a encontrar su merecido protagonismo y Rubio es una de ellas.

Esperando que La Castalia no desfallezca y encuentre el apoyo necesario para continuar esta labor impagable, centenares de cursos y actividades para seguir formando y apoyando el talento con mucho trabajo a lo largo de estas dos décadas. Como dice el tango «veinte años no es nada» pero el esfuerzo se nota y los frutos podemos compartirlos y disfrutarlos en este Oviedo que sigue siendo «La Viena española» y la mejor aspirante a capital cultural.

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar cuanto antes este «bicho» del Covid que lleva ya demasiado tiempo entre nosotros y ha trastocado todas las vidas, además de llevarse muchas por delante.
Musicalmente, y a la vista de las cambiantes circunstancias, mantener toda la música posible en vivo, aunque sea con mascarillas y todas las medidas que ya hemos asimilado hasta para estar en el cole, y si puede ser con los aforos completos, aún mejor. Sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesitar aniversarios pido, como todo los años que son como mi Scalextric, poder escuchar en Asturias la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa y también la Escolanía de Covadonga con la de San Salvador…) y nuestros solistas, de los que tenemos un montón y de primera en mi querida Asturias: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Mª José Suárez, Lola Casariego, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista…
Eso sí, mantengo mi ilusión de tener a Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigió en Barcelona cuando estuvo de titular y ya que se despide de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le diesen una orquesta para este 2022 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos otro incluyendo un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados de ambos.
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, y que sigan grabando nuevos discos.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes a la cabeza (de docente en Madrid), sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui o Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien trabajar mucho este recién estrenado e incierto 2022.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez y Gabriel Ordás que en el año pasado y pese a todas las circunstancias, han seguido de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos.
Para La Dama del Alba de mi querido Luis Vázquez del Fresno creo que ya me escucharon el pasado 2021 con la «sorpresa» de poder estrenarla al fin este año de «los dos patitos» tras tantos lustros de ilusión. Veo que la esperanza tampoco podemos perderla.
Y por mantenerla, pido para los llamados «gestores culturales» se olviden de una crisis permanente (Covid aparte), pues la intelectual sigue tan contagiosa como la Omicron, y den mucho más trabajo a los de casa, no por patriotero barato sino por la calidad contrastada, incluso variar de agencias de contratación… y sobre todo ¡no más recortes, cancelaciones, ni cierres!, pues saben de sobra que la Cultura es Segura.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez, emigrado a Alemania, y María Ovín en la OSPA), creciendo y cumpliendo años… solo desearles mucho éxito.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que traigan 2022 y más. Además de darle las gracias de nuevo, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo (especialmente un Mozart que pido pueda llevar a las tablas) y en mayo cruzará de nuevo el charco llevando su prodigioso talento a Brasil como verdadera embajadora de Asturias y España. Que siga creciendo su agenda aunque espere mucha más ópera en el Campoamor como protagonista (de la zarzuela no me quejaré) y le llegue pronto esa Mimí, a ser posible en el Teatro Real de Madrid o el Liceu barcelonés, pues en Italia saben que es muy querida, recordándoles que en Londres, Nueva York o Viena aún no se han enterado y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que ya está bien de pedir… al menos mantenerla en Asturias.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen.
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el ya finalizado 2021. A pesar de todo (de la Lotería no les pido que toque), que mantengan su Banda Sinfónica, dirigida por Antonio Cánovas, al mismo nivel tras tres años sin pararla ni siquiera el Covid, llevando su música, además del nombre de nuestra Villa, lo más lejos posible, con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejarnos la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales, ni siquiera que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos como el de nueva normalidad. Me entristece ver que la Ley Celáa se impone y ya van demasiadas para empeorar progresivamente en pos de una generación de ignorantes digitales… A esta ya no me apunto y abandonaré cansado (por no decir asqueado).
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan y utilizando el transporte que tengan sin entrar en cabalgatas de las que mejor no opinar y menos las que se han inventado como ¡estáticas! y hasta con Baltasar descolorido) por seguir llenándonos de esperanza e ilusiones.
Y como siempre, que no se me olvide
Pablito, 12 años.

Futuro románticamente joven

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Jueves 18 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Jornadas de Piano “Luis G. Iberni”: Alexandra Dovgan (piano), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías (director). Obras deG. Ordás, Chopin y Schumann.

Crítica para La Nueva España del sábado 20, con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía, cambiando muchos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.
El romanticismo trasciende el calificativo y hasta el periodo histórico al que se circunscribe. Este jueves pudimos disfrutar de un concierto romántico lleno de juventud en el siglo XXI.
Primero un nuevo estreno de Gabriel Ordás (1999) para la Oviedo Filarmonía, último del Proyecto Beethoven, con un preludio y fuga sinfónico de título muy actual (Hip-Hop Fugue!) pero escrito con un lenguaje cargado de la madurez académica que el compositor ovetense tiene tras años de trabajo y experiencia en su aún corta pero ya extensa carrera, obra con sello propio de orquestación muy rica, inspiración en el genio de Bonn que sigue siendo referente para los compositores actuales, partitura rica y bien defendida por Lucas Macías que está en su “momento dulce” al frente de la orquesta de la capital sacando sonoridades compactas.
La pianista Alexandra Dovgan (2007) es un prodigio que no tiene nada de niña, pues su interpretación del Concierto para piano nº 2 de Chopin fue para cerrar los ojos y escuchar cada movimiento lleno de delicadeza, honestidad, fidelidad a la partitura y perfectamente concertada por el director titular, página maestra digna de una intérprete con más años de los vividos. Su personalidad y madurez son dignas de elogio y admiración, la grandeza musical permite estos regalos, como lo fue igualmente la Mazurca op. 17, nº 4 en La m. del compositor polaco, donde la rusa ha demostrado que se puede aportar genialidad a su edad, el mismo idioma para ambas obras donde el protagonismo del piano en sus jornadas fue absoluto.
El repertorio sinfónico del siglo XIX sigue vigente y necesario no ya para el público en general sino para toda orquesta, prueba de fuego en cada atril, así como exigente para los directores que afrontan obras muy conocidas donde aportar algo nuevo siempre es difícil. La Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, op. 97 de R. Schumann, “Renana”, resultó ideal para examinar el estado de la OFil que no defraudó en ninguno de los cinco movimientos, interiorizada por el maestro Macías que además de la claridad en el gesto, fue dotando de color y vitalidad esta sinfonía compuesta en Düsseldorf donde los aires populares flotan tanto en el aire como en la propia partitura. Cada sección tuvo sus momentos de gloria, destacando especialmente los metales bien empastados cual órgano catedralicio en Colonia (donde parece haberse inspirado el compositor alemán), y sonoridad global muy trabajada desde el podio, echando de menos un mayor peso de las cuerdas graves que siguen necesitando más efectivos, aunque el control de las dinámicas por parte del director onubense ayuda a subsanar carencias.
Concierto lleno de una juventud muy madura, romanticismo como forma de entender la música y optimismo, siempre moderado en tiempos de pandemia, al comprobar que el público del auditorio sigue fiel, Oviedo recupera los aforos totales, completando una oferta musical rica y única en “La Viena del norte español”, con función de ópera en el Campoamor a la misma hora, lo que nos hace presumir a los melómanos de capitalidad cultural, siempre hambrientos del directo aunque mantengamos la mascarilla.

P. D.: También el diario El Comercio entrevistaba a Gabriel Ordás:

Jóvenes sobradamente preparados

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Jueves 18 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Jornadas de Piano “Luis G. Iberni”: Alexandra Dovgan (piano), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías (director). Obras deG. Ordás, F. Chopin y R. Schumann.

Reseña para La Nueva España del viernes 19, con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y tipografía, cambiando muchos entrecomillados por cursiva que la prensa no suele admitir.
Hace unos cuantos años un anuncio televisivo hablaba de los JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados), y este jueves no sólo teníamos con 13 años a la prodigiosa pianista rusa Alexandra Dovgan (2007), también un nuevo estreno del ovetense Gabriel Ordás (1999), Hip-Hop Fugue! que cierra los encargos del “Proyecto Beethoven” de la propia Oviedo Filarmonía (OFil) que la Pandemia ha pospuesto pero al fin pudimos disfrutar, bajo la dirección de Lucas Macías Navarro (1978), todos preparados y fiel reflejo de los tiempos actuales.
Concierto de estas pujantes generaciones que vienen apretando desde la excelencia, la visión “beethoveniana” de un Ordás dominador de la composición académica (nada menos que un preludio y fuga orquestal) con mucho trabajo previo en un músico de su tiempo; el Concierto nº 2 de Chopin con una Dovgan impactante en lo técnico y adulta en la interpretación, y el titular de la OFil, todo un acierto su fichaje para corroborar el excelente momento de la formación ovetense que sigue camaleónica afrontando tanto repertorio actual como el necesario para continuar formando intérpretes y auditorios, como el Chopin siempre agradecido en estas jornadas de piano, para finalizar con “La Renana” de Schumann, la tercera sinfonía del romántico alemán paradigma del artista completo que compartía programa con los de ahora.
P. Siana
P.D.: La crítica queda para mañana.

Estrenos matutinos

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Domingo 15 de agosto, 12:00 horas. Museo de Bellas Artes de Asturias, «El jardín de la música»: María Heres (mezzosoprano), Mario Álvarez (piano). Obras de: Schubert, Wolf, Fauré, García Abril, Guastavino, G. Ordás, Gounod, Sait-Saëns, J. Serrano y G. Giménez. Entrada libre (previa reserva telemática).

Enredando con los refranes, «a mal tiempo buena música» y aunque el orbayu carbayón obligó a cambiar los jardines del museo por el patio de columnas, continúa la programación de la capital asturiana dentro de su ciclo «Oviedo, Origen del Camino» y no podíamos faltar esta mañana llena de emociones por asistir a otro estreno de mi admirado Gabriel Ordás pero sobre todo al debut en solitario de la querida María Heres a quien sigo desde sus comienzos, la «Cantera de La Castalia» que sigue demostrando el talento asturiano con estos ejemplos a modo de pequeña muestra. Ahí estaban muchos de los compañeros de María y sus orgullosas profesoras con Begoña G. Tamargo disfrutando y «sufriendo» como sólo las maestras de canto saben, recogiendo sus enseñanzas de la mejor forma posible: un concierto. El público completó el aforo, aún más reducido por las medidas ante el Covid y respondió con merecidas ovaciones a cada página, premios para unos intérpretes que hicieron las delicias en horario siempre difícil para los recitales, habiéndose aclimatado como el entrenamiento de los deportistas en competición.

Programa de altura en este debut de la mezzo pixueta donde hubo de todo: la llamada canción de concierto, ópera y zarzuela, con un Mario Álvarez impecable en cada página, pianista coprotagonista en las primeras canciones, virtuoso en las obras de Ordás, que merecen capítulo aparte, y la orquesta lírica con esas reducciones orquestales al piano que parecen imposibles y sólo los grandes profesionales como él saben afrontar. Siempre mimando la voz, entendimiento obligado y entregado con María Heres, brillando con luz propia desde un plano compañero y privilegiado de compartir estos estrenos desde su posición.

Con puntualidad británica sonaría Erlkönig de Schubert para despertar emociones desde las primeras notas del piano y el poderío de María Heres, el lied alemán tan bien trabajado y sentido, al igual que Verborgenheit (H. Wolf) en la línea de expresividad y entrega musical a la poesía, piano y voz protagonizando dos páginas alemanas que muestran la evolución de la forma y la de la mezzo a lo largo de estos años.

Si el lied es prueba de fuego para los cantantes, la chanson francesa examina la dicción siempre complicada para todos los cantantes no parlantes, pero el trabajo en los idiomas es parte importantísima en la formación lírica, y María Heres es una alumna sobresaliente, dejándonos dos ejemplos de belleza indescriptible en escritura y ejecución: Tristesse (Fauré) y À Chloris (R. Hahn), el piano que viste a medida la voz y la melodía dramatizada de dos poesías que la música eleva a obras de arte como las que rodeaban el escenario.

Continuaría la lección de idiomas con dos tributos, al recién desaparecido García Abril, ligado igualmente a «La Castalia» con su Camiño longo (de las «Canciones Xacobeas«) en este año especial, y el grandísimo Guastavino cuya Pampamapa puso la piel de gallina por la entrega interpretativa, el piano rítmico y único del argentino con la voz poderosa e íntima, Álvarez y Heres en tándem campeón con una de las primeras cimas de la mañana, y que bisarían al final.

Excelente primer bloque con obras elegidas a la perfección para una voz que enamora, potente y nunca estridente, afinada y bien colocada, técnica para dominar cada partitura con una musicalidad innata, más un color homogéneo en toda su amplia tesitura como demostraría más adelante.

El «intermedio» pianístico siempre necesario en los recitales, sirvió para gozar con las músicas de Gabriel Ordás (1999), quien explicaría previamente el germen de ellas, el estreno de «Consonancias» y sus Transparencias, preciosismo cargado de virtuosismo al que Mario Álvarez dio vida, proceso creativo de pintor musical, bocetos que van delineando formas y coloreando con su característica paleta compositiva que bebe de tantas fuentes de inspiración, casi tantas como la ejecución y escucha de esta obra preciosista.

Vendrían después cinco de las «MiniMiniaturas» que así tituló Ordás estas instantáneas pianísticas de corta duración y grandeza en escritura, delineadas con trazo firme, sonoridades del piano bien logradas por Álvarez, reflejos diarios en tiempos de pandemia, Unicornio onírico de raíz astur, Etéreo el contacto del piano con el aire, Montaña de cimas y valles tan poderosas como las notas, Starship auténticamente galáctico y Amor sin más, todas paisajes interiores, juguetes de un talento desbordante y aparente facilidad que esconden complejidades interpretativas solventadas con la profesionalidad y arte de Mario Álvarez.

Y si la llamada canción de concierto es exigente para la voz, no digamos las arias y romanzas siguientes,  primero ópera francesa que para María Heres supone su «aria de confort» por dominio escénico, lingüístico e interpretativo más la orquesta pianística del maestro Álvarez: Faites-lui mes aveux de «Fausto» (Gounod) y sobre todo Mon coeur s’ouvre à ta voix de «Samson et Dalila» (Saint-Saëns), dramatismo concentrado, sentimiento a borbotones, expresión total de un aria que ya es suya, intensidad emocional y vocal con «el piano imposible» que sólo un repertorista conocedor puede amoldar al concierto.

Defendiendo nuestra zarzuela, con la calidad y dignidad que tiene, interpretada sin complejos, con gracejo y poderío, dos pequeñas muestras muy grandes de nuestro género, ¿Qué te importa que no venga? de «Los Claveles» (J. Serrano), total control de la escena para una mezzo ya madura, asentada, dominadora de la situación, entregada, y la alegría desbordante de La tarántula, el famoso Zapateado de «La tempranica» (G. Giménez), verdadero trabalenguas vocal y rompededos pianístico que Heres y Álvarez interpretaron con una frescura digna de elogio tras todo lo que llevaban hasta ese momento.

Comentaba anteriormente que la ópera francesa es ideal para el color vocal de María Heres, y así lo demostró en su propina con la famosa Habanera de «Carmen» (Bizet), profesionalidad a raudales, musicalidad desbocada para esta Mujer con mayusculas libre, enamorada y entregada, la gitana en el cuerpo de la asturiana, amor y entrega por la música con una voz privilegiada que continúa su formación dando pequeños pasos que en su profesión la llevarán a las alturas.

Ovaciones cerradas, emociones variadas en familia, compañeros, profesores, amigos, melómanos, y el bis de Guastavino pusieron este regalo de María en nuestros corazones para estos estrenos matutinos que dejarían despejado un día prometedor.

ENHORABUENA.

La Castalia 2.020 bis

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Si el año bisiesto 2020 ya es parte de nuestra historia con todo lo que nos ha quitado y cambiado la vida, La Castalia ha reorganizado este Mayo 2020 bis para poder disfrutar de su III Ciclo de Conferencias «Patrimonio lírico hispano, ayer y hoy» tan vigente y necesario en este tiempo, tres conferencias a cargo de tres generaciones con las que tengo los vínculos que dan mis años, y en el RIDEA que apuesta por la música con la doctora María Sanhuesa como miembro correspondiente del propio Real Instituto, musicóloga y autoridad en la materia, más Begoña García-Tamargo, directora artística de La Castalia que la ha recuperado con su fuerza, tesón y lucha titánica, con cursos, conciertos y estas conferencias enriquecedoras que espero se mantengan en el tiempo si nada lo impide.

Tres martes de mayo, climatológicamente poco primaverales pero con la luz y el calor de la lírica desde tres ópticas distintas: nuestra zarzuela y su necesario archivo, la ópera española del XIX nunca suficientemente conocida ni reconocida, y la composición actual desde la juventud, divino tesoro, que mantiene viva la escena, tres conferencias con gran respuesta de público pese a las restricciones y medidas de seguridad obligadas por el Covid, charlas amenas, cercanas, gratificantes y un regalo para tantos melómanos, músicos y profesionales que siguen apoyando La Castalia del siglo XXI.

MARTES 4 DE MAYO: “10.000 zarzuelas… y algunas cosas más: El Archivo de la SGAE”. Impartida por María Luz González Peña, directora del CEDOA (Centro de Documentación y Archivo de la SGAE), licenciada en Hª del Arte y Musicología por la Universidad de Oviedo, verdadero corazón y defensora de nuestro género lírico, infatigable trabajadora, amiga y compañera de fatigas universitarias que ha dedicado media vida al archivo de la SGAE, organizando y poniendo a disposición de todos su amabilidad y buen hacer desde el Palacio de Longoria madrileño.

Mi compañera avilesina pasó revista no ya a los números apabullantes del archivo, también a los orígenes de la sociedad con fotos y anécdotas de sus fundadores, Sinesio Delgado y Ruperto Chapí, a los que saluda cada mañana como parte de su familia, el papel que la SGAE ha venido desarrollando no ya como custodia de las obras sino también de difusión de tantas obras que parecen haber recuperado el tiempo perdido y aún siguen acogiendo creaciones nuevas como el Maharajá (2017) de Guillermo Martínez que disfrutamos en el Campoamor.

Anécdotas y curiosidades como el alquiler de las partituras que estarán en los atriles de las próximas zarzuelas en los dos únicos festivales que mantienen temporada estable, Madrid y Oviedo a donde suele escaparse si su trabajo se lo permite, momentos de reencuentros familiares y amistosos donde «contarnos batallitas» o rememorar tantos momentos musicales vividos, el recorrido de la SGAE por distintos edificios y palacios hasta el actual del Longoria banquero melómano y ligado también a nuestra tierra.

Y por supuesto no podían faltar las referencias a la patria querida, a compositores asturianos pero a también los temas reflejados en muchísimas zarzuelas, libretistas y compositores, la investigación en ese magno archivo y el conocimiento de un repertorio por lo menos curioso, muchas obras conocidas, otras inéditas que han pasado por sus manos y no pierde detalle ni momento para darlas a conocer a intérpretes y estudiosos que tiene siempre la puerta abierta de mi querida Mari Luz. Fotos y recuerdos de Vital Aza, partituras que son verdaderas joyas, y por supuesto la reivindicación de personajes tan nuestros como el dramaturgo Miguel de Palacios del que no se pudo celebrar su centenario el pasado «annus horribilis«, asturiano de pura cepa nacido en Gijón y fallecido en Covadonga, autor del libreto de La Corte de Faraón entre otras muchas zarzuelas. Historia bien conservada que comienza desde 1993 a ser conocida y reconocida gracias al CEDOA bajo la entrega y dirección de Mª Luz González Peña.

MARTES 11 DE MAYOLa búsqueda de una ópera hispana: 200 años de lucha, impartida por nuestro maestro Emilio Casares Rodicio, alma mater de la Musicología española desde Asturias, docente entregado formando la mejor generación de investigadores que han tomado su relevo, fundador del Festival Internacional  de Música de Asturias con el siempre recordado Luis G. Iberni, que trajeron las mayores y mejores figuras del momento en aquellos felices 80, escritor, divulgador e investigador incansable por el que no pasan los años porque mantiene el mismo espíritu y fuerza arrolladora que en mis tiempos de estudiante, rejuveneciendo ese día 40 años por las sensaciones transmitidas. Mudado a la capital de España, aunque sin perder nunca contacto con nuestro Oviedo, catedrático emérito de Musicología de su Universidad Complutense, fundaría nada más llegar el ICCMU que sigue publicando, recuperando y resucitando nuestra música española con el trabajo impagable de muchos alumnos suyos como los doctores Ramón Sobrino o Mª Encina Cortizo, fieles y dignos sucesores del «jefe«, e imposible reflejar aquí una trayectoria tan impresionante como la de nuestro profesor Casares.

La conferencia quedaría reducida por cuestiones de tiempo a 100 años de lucha, imposible contar tres volúmenes (dos ya publicados) de su «Historia de la Ópera en España» en 90 minutos, ciñéndose al siglo XIX sin olvidarse de Martín y Soler que triunfó más que Mozart, una clase magistral trufada como en él es habitual de «chismes», datos, curiosidades, vivencias en primera persona y breves audiciones para sorprendernos con este patrimonio de nuestra historia que nunca hemos sabido defender, en parte por la incultura de una clase política que nunca se interesó por la música (ni la cultura, y de la educación mejor ni hablamos) a excepción de las dos repúblicas que comentaría en su contexto de impulso para la creación de una ópera española.

El Emilio Casares de siempre, vital y crítico con el estado operístico español, hablándonos de Manuel García, embajador de la ópera, cantante y compositor con una vida apasionante y una obra siguiendo el camino italiano de su querido Rossini, también de Ramón Carnicer tomando el francés, o del valenciano José Melchor Gomis que triunfará exiliado en París. Un verdadero análisis de la evolución operística y sus modas, con Mercadante con quien estudio el catalán Marià Obiols, que en el Romanticismo cambiará el papel con estos españoles que triunfan fuera o son desconocidos hoy en día por una desidia o comodidad en no  por programarlas. Números apabullantes como 55 óperas a mediados del XIX,   la eclosión en España de la ópera en más ciudades que las habituales, sin olvidarse de Mahón, compositores desconocidos y borrados de nuestra historia, recordando cómo están perdidas tres óperas de Hilarión Eslava. Males endémicos de nuestra querida patria donde el Marqués de Salamanca fue el primer y único mecenas de la ópera (por entonces en el Teatro Circo), repaso a los nuevos teatros nuevos dieron paso a una cantera vocal propia, al canto en nuestro idioma y de nuestra historia, la aparición en los años 40 del gran Emilio Arrieta (del que Mª Encina Cortizo es la máxima autoridad en la obra del navarro), su paso por Milán, conocedor de Verdi y cuya ópera La conquista de Granada se representó en Alemania (gracias al tándem Sobrino-Cortizo) ante el asombro germano de su nulo eco en la piel de toro. Y anécdota como el malagueño Capa, hijo de vinateros que se irá a Nápoles a estudiar, de SerranoJuana la loca, primera ópera española estrenada en el Liceo catalán. No faltaría tampoco la crítica al Teatro Real madrileño donde hubo que esperar 25 años sin nada español hasta la llegada de Arrieta, más por amoríos reales que defensa de lo nuestro (todo lo contrario del Garnier francés pensado solo para su ópera) y que en 2021 parece continuar como en el XIX.

Fechas, datos e historia: 1851, Barbieri y Jugar con fuego, la aparición de la zarzuela que superó a la ópera: 1096 funciones de ésta frente a las 3839. La revolución del 1868 con el nuevo cambio a favor de la ópera, las citas sobre las dos reformas musicales de calado y únicos momentos de defensa de la música en las repúblicas. Casares defendiendo la recuperación de Don Fernando el emplazado (V. Zubiaurre), fruto de un concurso por entonces y hoy nada publicitado ante la autopompa del premio al Real, la perdida ópera Moctezuma y la siempre recordada Marina de Arrieta,  la amalgama o fusión ítalo española. La Restauración 1874-75 y la nueva clase social que fomenta la ópera con Sagasta gran aficionado, los compositores que van a Roma becados y viajan por Europa conociendo la actualidad del momento, calidad y cantidad de obras bien fundamentadas en el Verismo o Wagner, la escuela europea y no española, el valenciano Salvador Giner, otro desconocido al que no programa ni el Palau de Les Arts (con un coste real por butaca de 900€), nuestros Bretón y Chapí tampoco faltan en este recorrido por la ópera con historias españolas, grandes coros y arias verdianas, conocedores por supuesto de Wagner1885 y la gran crisis, pidiendo el primero una ópera española o magnificar la zarzuela el segundo, abriéndose las dos líneas y escuchando un fragmento de Los amantes de Teruel totalmente wagneriana y en español del Bretón maravilloso, estrenada en 1889 y recuperada en versión concierto sin ensayo previo pese a la enorme calidad que atesora.

Y la vía de Granados, Albéniz o Pedrell, el Nacionalismo español, los 90 que trajeron sus óperas,
La Dolores de Bretón contrapuesta al Henry Clifford de Albéniz o el Pedrell olvidado de Els Pirineus, donde está presente Francia, el barroco, Wagner y el folclore, recuperada por Don Emilio para  el Liceu con edición prologada por Jordi Pujol con un argumento tan actual para los catalanes que ni supieron dar la importancia debida. Imposible hablar de todo o resumirlo como mal alumno tomando apuntes, pero pidiendo que se programe más ópera nuestra y menos traviatas, el Casares que no pierde momento de la certera crítica actual, de sus “chismes” con ironía o una clase política española de todo color, que nunca se interesó por la ópera pero tampoco de la literatura y poco de pintura salvo El Prado. La música es cara y recordaba la  Marianela de Galdós con música de Pahísa, tras 90 años de olvido, con ganas de escucharla en el Campoamor. Triste que el dilema esté entre «toros y fútbol» aunque al menos Oviedo siga siendo una isla musical en este triste panorama patrio.

MARTES 18 DE MAYO: Un recorrido por mi obra lírica, impartida por Gabriel Ordás (Oviedo, 1999), compositor, violinista y pianista, la última generación que bebe de las anteriores, como se dice coloquialmente «mamó la música en casa», sus estrenos me siguen asombrando y su primera ópera fue subida a escena precisamente por La Castalia.

Qué interesante escuchar de primera mano a mi querido y admirado Gabriel explicar sus vivencias, su experiencia sincera desde una juventud madura, con las cosas claras y sin miedo a confesar los temores ante su acercamiento como compositor a la música vocal, con mas de 50 obras registradas pero también en el cajón, como todos los autores, caso de una ópera sobre Bodas de sangre, su admiración y gratitud al maestro Fernando Agüeria, al mundo del lied que tardó en afrontar allá por el mes de noviembre de 2016 (así fue de prematuro) en el homenaje que La Castalia hizo al siempre recordado Antón García Abril.

No faltó el repaso a sus obras sinfónicas, los estrenos de la Oviedo Filarmonía con Yaron Traub o  la OSPA con Milanov. Un compositor de talento que tiene claro que hay dos mundos en su interior: el técnico y el que gusta al público, si se quiere la lucha entre lo raro y lo sencillo que el mismo resume así, intentar congeniar ambos que aún continúa. Pudimos escuchar fragmentos de esas composiciones sinfónicas cual choques de estilos incluso en la misma obra, encontrando como solución unir los dos mundos que le comentase en Covadonga Jorge Muñiz, otro gran compositor asturiano.

Afrontar la música vocal sería un reto para él, Cervantes un escalón de inspiración y responsabilidad, un reto que le hizo retomar obras «frustradas» prefiriendo partir de cero, escribir en blanco, a capella y después añadirle el piano, que domina casi tanto como el violín, su instrumento. La inspiración siempre desde la melodía añadiéndole giros armónicos, el término medio de ambos universos. Encontrar un texto de Rubén Darío dedicado a Cervantes y tras la «resaca emocional» escribir un cuarteto vocal por encargo de La Castalia. Nos contaría su intuición, el paso del Stabat Mater y Onírico que ya estaba cocinando a fuego lento para ahondar directamente en las emociones (que personalmente también me vuelven al escuchar un fragmento del primero), y así surgiría Dafne en esa misma línea melódica pero sin la carga religiosa, buscando un texto para ello (el soneto 13 de Garcilaso), los equilibrios vocales con el piano como un extra dramático sin olvidar el apoyo a los estudiantes de canto que la estrenarían, pero también como motor rítmico. Cuánto talento en Gabriel y qué gusto escucharle hablar con naturalidad de sus obras y el proceso compositivo.

Desde su humildad innata reconocería que el mundo vocal es otro, hay que interiorizar el drama, trabajar con las voces desde el piano cual repertorista, y finalmente sentir que llegó con fuerza al público porque también lo nota. Confesiones agradecidas por todos antes de continuar compartiendo su forma de trabajar, que en mi caso complementa la primera escucha de ellas, también lo enriquecedor que puede ser trabajar codo con codo junto a los intérpretes, aunque como comentaría al final María Sanhuesa, es más fácil con los muertos, pero siempre sencillo con Ordás.

Sobre su acercamiento a las óperas de cámara el proceso será distinto a todo lo anterior pero ya conocedor de la voz, mostrando sus dudas sobre el argumento y cómo encajarlo con la música. Partir de un entremés y llegar a Doña Esquina que le encantó nada más leerla; después «armarlo» e instrumentarlo a trío con piano dando no ya color instrumental sino el necesario ropaje a las voces. Nos hablaría de sus problemas con el discurso musical, pues le va más lo trágico que lo cómico, pero investigando también en el cine y sus bandas sonoras, en parte lo son, buscando cómo transmitir las emociones, el recurso al «Micky Mousing» utilizado desde su tono desenfadado sumando ritmos de danzas de toda la historia musical, su exuberante y total libertad para los recursos que él mismo describiría como «ironía discreta», supongo que heredada por vía paterna, los inesperados giros del drama a la comedia en unos compases, el humor que nunca le falta y las prisas lógicas del encargo para estrenarla, la «ópera exprés» que yo diría «sin estrés». La formación humanística de Gabriel es increíble para su edad y admirable el intento por adaptar el lenguaje del siglo XVIII a nuestros días, saber eliminar algún personaje para agilizar los treinta minutos de duración de esa joya de cámara. Fiel al verso del que toma la rítmica que siempre ayuda y hasta el uso de unos Leit motiv que no son tales sino motivos repetitivos en situaciones concretas, a fin de cuentas «pasarlo bien» contando la anécdota del chelista que en un momento deja el instrumento para tomar un «shaker» y sumarse a ese ambiente de baile. Así de fácil convierte lo difícil y lo transmite en cada composición.

Todavía nos desgranaría el proceso de su Terceto del desamor que supuso dar un paso atrás para avanzar dos, menos voces e instrumentos, dos con piano, profundizar y complementar lo anterior a partir del libreto encargado a María Abella buscando un entremés del siglo XXI, elementos usados casi de forma naif, «insignificantes pero con hipocresía», contrastes sentimentales… Toda una lección compartida de su proceso creativo centrándose en la lírica que mantiene ya un sello propio y siempre con el apoyo de La Castalia.

Una conferencia con fragmentos comentados de sus obras, sin abordar tecnicismos y con ganas de entrar a componer tragedia que es lo que realmente le va. Las dos caras del drama, la puesta en escena con una música propia que tras escucharle aún es más reconocible y hasta entendible.

Perfecto trío de conferencias estos martes de mayo con pandemia, tres generaciones y tres enfoques de la voz en la música, más la despedida a cargo del alma materBegoña García-Tamargo siempre luchando por La Castalia del siglo XXI, apostando por el talento de nuestra tierra y denunciando la ceguera de los políticos, la falta total de apoyo y el agradecimiento al RIDEA que es ya «la casa» de esta asociación cultural a punto de cumplir 20 años, con fuerzas para seguir programando no ya cursos con los mejores especialistas sino ofreciendo la posibilidad a muchos músicos de poder pensar en un futuro profesional, anunciando para el día 19 de junio la actuación de la pianista avilesina Henar F. Clavel en la Sala de Cámara del Auditorio de Oviedo. El apoyo de La Castalia no faltará a esta generación de jóvenes talentos ni tampoco de todos los seguidores de esta familia en la que nos ha convertido a todos.

Aquí dejo el link con el VÍDEO (gentileza del RIDEA) de la conferencia del 4 de mayo:

https://www.youtube.com/watch?v=FSNyOr8xwZI

 

 

 

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si ustedes me permiten este correcto trato epistolario:
Como todavía me queda algo de inocencia (serán los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes sigo sin llevarlo bien por esta tendencia mía a La República) es poder estar vacunados del puñetero bicho ese que nos ha traído el 2020 y ha trastocado todas las vidas.
Musicalmente  tras el pasado «Año Beethoven» al que la pandemia también ha afectado privándonos de conciertos muy esperados, y los ya pasados «Años Mahler» sigo pidiendo poder escuchar en Asturias la Octava Sinfonía «De los Mil» con todas nuestras orquestas (OSPAOvFil, la Universitaria ya renacida) nuestros coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa y también la Escolanía San Salvador…) con nuestros solistas, que tenemos un montón y de primera en mi querida Asturias donde elegir: Beatriz DíazElena Pérez HerreroAna Nebot, Mª José SuárezLola Casariego, Alejandro RoyDavid MenéndezMiguel Ángel ZapaterJuan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa).
Mantengo mi ilusión de tener a Pablo González como director de un acontecimiento que me copió  Dudamel, al que le perdono casi todo… incluso que mi tocayu lo llevase a Barcelona en sus años como titular y seguro seguirá dirigiendo desde la OCRTVE o tantas otras orquestas donde le reclaman.
Pablo González y Mahler .
Es la ilusión infantil en este día, aunque tampoco quiero olvidarme de Forma Antiqva, para quienes vuelvo a pedir un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los hermanos Zapico que en 2020, y pese a todo, siguieron «a tope» haciendo historia, siempre volando desde casa, esperando siempre por nuevos discos.
También sigo recordando a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes a la cabeza (trabajando duramente desde Madrid con los conciertos aparcados), sin olvidarme de mis admirados Judith Jáuregui, Diego Fernández Magdaleno o Gabriela Montero.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Rubén Díez, no sé si por fin la zarzuela marinera, de Jorge Muñiz y de los siempre «redescubiertos» Guillermo Martínez y Gabriel Ordás que me consta en este 2021 seguirán inspirados y en su línea de estrenos.
De La Dama del Alba del incombustible Luis Vázquez del Fresno creo que alguna sorpresa tendremos para este año esperado y llegue completa a escena tras tantos lustros de ilusión.
Por no perder la esperanza pido para los llamados «gestores culturales» que se olviden de su crisis permanente (Covid aparte), pues la intelectual parece contagiosa como la gripe o las toses en los conciertos (que al menos las mascarillas han disipado) y den mucho más trabajo a los de casa, no por patriotismos sino por calidad contrastada, incluso cambiar alguna vez de agencia de contratación… y sobre todo ¡no más recortes, cancelaciones, ni cierres!. Ya saben que la Cultura es Segura.
No sé si ya les han escrito pidiendo para mis jóvenes violinistas favoritos (Ignacio Rodríguez, emigrado a Alemania, y María Ovín todavía en la OSPA) que van creciendo y cumpliendo años, para traerles mucho éxito en sus trabajos fuera o mejor en casa, aunque yo me sumo a esos mismos deseos, y de lo pedido en años pasados faltaron muchas cosas (supongo que por pedigüeño) pero a mi edad no tengo freno, parece que me hizo la boca un diputado catalán…
Para mi adorada Beatriz Díaz ya les escribiré otra carta porque se merece todo lo que traigan en 2021 y más. Además de darle las gracias de nuevo, felicitándola por su incorporación de Beethoven al repertorio (aunque en pleno 250 aniversario no se acordaron más de ella), especialmente mi ENHORABUENA por el éxito clamoroso y merecido en su reciente debut como Butterfly y su vuelta a la zarzuela ovetense tras las cancelaciones obligadas (aunque espere mucha más ópera en el Campoamor como protagonista y no un reparto joven de función única), esperando le llegue pronto esa Mimí, a ser posible en el Teatro Real de Madrid o el Liceu barcelonés, aunque en Italia saben que es muy querida, pues Londres, Nueva York o Viena aún no se han enterado… pero Vds. ya lo saben por ser Magos y la magia de la soprano allerana es tan única como la suya.
Para la Ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dicen que ya está bien de pedir… al menos mantener ópera y zarzuela en Asturias, porque haber suprimido la gala de los Premios Líricos Campoamor sigue enfadándome y ya han recogido sus frutos otros.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir una carta más detallada para tantos que tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS).
Mientras tanto espero que la palabra corrupción desaparezca de nuestra cotidianidad y que las crisis, ya en plural, pasen hoja definitivamente y se olvide de la MÚSICA y de toda la CULTURA en general, donde «recortes» o «supresión» se escuche menos que «COVID» ¡lo qué ya es decir! para este año 2021 que acaba de nacer, aunque nuevamente parezcan estar «duros de oreja» (supongo que entre vacunas y reproches políticos no tendrán ni para un sonotone y la edad no perdone ni siquiera la Vox).
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2020, a pesar de todo (de la Lotería no pido que toque), y mantengan su Banda Sinfónica dirigida por Antonio Cánovas a ese nivel tras dos años sin parar, llevando su música, además del nombre de nuestra Villa, lo más lejos posible, con una calidad y programas que son la envidia de muchos.
A propósito, si pudieran dejarnos la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales, ni siquiera que algún día en «esta España nuestra» que cantaba la recordada Cecilia (no la Santa patrona sino la Evangelina) se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia e independentismos que intentan reescribir la historia a base de tantos eufemismos que hasta a la mentira la llaman posverdad. Pero ya veo que la Ley Celáa comenzará en septiembre y ya van demasiadas para ir empeorando en pos de una generación de ignorantes digitales.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan y utilizando el transporte que tengan sin entrar en cabalgatas de las que mejor no opinar y menos las que se han inventado ¡estáticas! y hasta con Baltasar descolorido) por seguir llenándonos de esperanza e ilusiones.
Y como siempre, que no se me olvide, ¡Hala Oviedo!
Pablito, 12 años.

 

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si ustedes me permiten este correcto trato epistolario:
Como todavía me queda algo de inocencia (serán los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes sigo sin llevarlo bien por esta tendencia mía a La República) tras los pasados «Años Mahler» sin lograrlo, es poder escuchar en Asturias la Octava Sinfonía «De los Mil» con todas nuestras orquestas (OSPAOvFil, la Filarmónica de Asturias, la Universitaria ya renacida, la OCAS, nuestros coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Príncipe y también la Escolanía San Salvador…) con nuestros solistas, que tenemos un montón y de primera en mi querida Asturias donde elegir: Beatriz DíazElena Pérez HerreroAna Nebot, Mª José SuárezLola Casariego, Alejandro RoyDavid MenéndezMiguel Ángel ZapaterJuan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa).
Mantengo mi ilusión de tener a Pablo González como director de un acontecimiento que me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… incluso que mi tocayu lo llevase a Barcelona en sus años como titular y seguro seguirá desde la OCRTVE.
Pablo González y Mahler .
Es la ilusión infantil en este día aunque tampoco quiero olvidarme de Forma Antiqva, para quienes vuelvo a pedir un Grammy clásico (se lo merecen, sobre todo los hermanos Zapico, que en 2019 siguieron «a tope» y haciendo historia siempre volando desde casa, esperando nuevo disco a pesar de su obligada mudanza de la capital).
También sigo recordando a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes a la cabeza (trabajado duramente desde Madrid), sin olvidarme de Judith JáureguiDiego Fernández Magdaleno.
Mantengo ilusión y pido más composiciones de Rubén Díez, no sé si por fin la zarzuela marinera, ya que de Jorge Muñiz al fin llegó su Fuenteovejuna al Campoamor, y del siempre «redescubierto» Guillermo Martínez o de Gabriel Ordás me consta que este 2020 seguirán inspirados y en su línea de estrenos. De La Dama del Alba del incombustible Luis Vázquez del Fresno creo que alguna sorpresa tendremos para este año y llegue completa a escena.
Por no perder la esperanza pido para los llamados «gestores culturales» que se olviden de su crisis permanente, la intelectual que parece contagiosa como la gripe o las toses en los conciertos, y den mucho más trabajo a los de casa, no por patriotismos sino por calidad contrastada, incluso cambiar alguna vez de agencia de contratación… y sobre todo ¡no más recortes ni cierres!.
No sé si ya les han escrito pidiendo para mis jóvenes violinistas favoritos (Ignacio Rodríguez, y María Ovín aún en la OSPA) que van creciendo, para traerles mucho éxito en sus trabajos fuera o en casa, aunque yo me sumo a esos mismos deseos, y de lo pedido en años pasados faltaron muchas cosas (supongo que por pedigüeño) pero a mi edad no tengo freno, parece que me hizo la boca un diputado…
Para mi adorada Beatriz Díaz ya les escribiré otra carta porque se merece todo lo que traigan en 2020 y más. Además de darle las gracias de nuevo felicititándola por su incorporación de Beethoven al repertorio, y su vuelta a la zarzuela ovetense en junio (aunque espere más ópera en el Campoamor), espero le llegue pronto esa Mimí, a ser posible en el Teatro Real de Madrid aunque en Italia saben que es muy querida y Londres, Nueva York o Viena aún no se hayan enterado… pero Vds. lo saben por ser Magos.
Para la Ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dicen que ya está bien de pedir… al menos mantener ópera y zarzuela porque suprimir la gala de los Premios Líricos Campoamor sigue enfadándome y ya han recogido sus frutos otros. A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir una carta más detallada para tantos que tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS).
Mientras tanto espero que la palabra corrupción desaparezca de nuestra cotidianidad y que las crisis, ya en plural, pasen hoja definitivamente y se olvide de la MÚSICA y de toda la CULTURA en general, donde «recortes» o «supresión» se escuche menos que «Cataluña» ¡lo qué ya es decir! para este año 2020 que acaba de nacer, aunque nuevamente parezcan estar «duros de oreja» (supongo que con el 155, tripartitos de tonada y demás «ocurrencies de oficalidá» no tendrán ni para un sonotone y la edad no perdone ni siquiera la Vox).
No quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalásteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2019 (la Lotería no pedimos que toque), y mantengan la Banda Sinfónica dirigida por Antonio Cánovas a ese nivel de un año sin parar, llevando su música además del nombre de nuestra Villa lo más lejos posible.
A propósito, si pudieran dejarnos la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales, ni siquiera que algún día en «esta España nuestra» que cantaba la recordada Cecilia (no la Santa sino la Evangelina) se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia e independentismos que intentan reescribir la historia a base de tantos eufemismos que hasta a la mentira la llaman posverdad.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan y utilizando el transporte que tengan sin entrar en cabalgatas municipales de las que mejor no opinar) por seguir llenándonos de esperanza e ilusiones.
Pablito, 12 años.

 

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