El ciclo ovetense de “Los Conciertos del Auditorio” celebra junto a la Oviedo Filarmonía su vigésimo quinto aniversario, con una presencia en este año donde no faltan las galas líricas, y este sábado regresaba a la capital asturiana el tenor mexicano Javier Camarena (1976) en un recital muy esperado por los muchos melómanos llegados de toda la geografía que agotaron el papel y donde el gran Tosti estuvo presente pues está presentando su último trabajo discográfico junto al pianista cubano Ángel Rodríguez, aunque esta vez con los arreglos orquestales de Gonzalo Romeu que han sido una “primicia” que podemos tomar como regalo de las Bodas de Plata en la que sigo llamando “La Viena Española” por su amplia oferta musical, que unida a la Capital Gastronómica de este año (como bien recordó el xalapeño) deberíamos reclamar también su “Capitalidad Musical”. Dedicatoria desde megafonía para nuestro querido Fernando Rodríguez Perez ‘Fernando Lluarca’, trabajador del auditorio y melómano, que nos dejó repentinamente hace cuatro días pero al que siempre tendremos presente.
Camarena como en casa
28/01/2024
Asturias, ópera, clásica, conciertos, estreno, lírica, música, Música contemporánea, prensa, recital, zarzuela Auditorio de Oviedo, ópera, conciertos, Donizetti, Gounod, Hérold, J. Guerrero, Javier Camarena, Lalo, lírica, Lucas Macías Navarro, música, Oviedo Filarmonía, Pablo Sorozábal, Rossini, Tosti, Verdi, zarzuela 2 comentarios
Wagner ya no es una cosa rara en Oviedo
26/01/2024
Asturias, ópera, clásica, lírica, música, prensa ópera, Borja Quiza, Christoph Gedschold, Coro Intermezzo, Insung Sim, lírica, música, Miren Urbieta-Vega, OSPA, Samuel Sakker, Simon Neal, Stéphanie Müther, Teatro Campoamor, Wagner 1 comentario
Jueves 25 de enero de 2024, 19:00 horas. Teatro Campoamor, 76ª Temporada Ópera de Oviedo: «Lohengrin» (1850), música y libreto de Richard Wagner.
Crítica para Ópera World del viernes 26 con los añadidos de fotos de las RRSS y propias, más links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite.
La septuagésimo sexta temporada de la ópera ovetense llega a su fin con un esperado «Lohengrin» que sólo se representaría en 1897 y 1908 nada menos que con Francisco Viñas, y en 1949, versiones en italiano y español, debiendo esperar a recuperarlo en su versión original con una pobre producción de la Ópera del Teatro Nacional de Ostrava, que recuerdo como si fuese ayer de mis años de estudiante aquel 8 de mayo de 1983 en el IX Festival de Música de Asturias, conmemorando el centenario del Richard Wagner, algo que de por sí ya era “histórico” frente al reducto más puro del italianismo en que se convirtió Oviedo como ya por entonces reflejaba el profesor Casares en el libro del festival citado, recordando también a Bercelius, seudónimo del insigne poeta ovetense Ángel González quien en el periódico “La Voz de Asturias” escribía tras la reposición de 1949: «Una ópera de Wagner en Oviedo es cosa rara. No sé qué milagro o qué extraña casualidad hizo que se llegara a representar», y así ha sido hasta nuestros días. Al menos Don Ricardo en el siglo XXI ha vuelto al Campoamor más que en los dos siglos anteriores, si bien su música no dejó de sonar en nuestra tierra en sociedades filarmónicas, orquestas, coros e incluso bandas (“la música en postales” como las llamaba Adolfo Salazar), amén de una versión en concierto de 2008 en el Auditorio Príncipe Felipe (con Robert Dean Smith, Nancy Gustafson, Petra Lang y Hans Joachim Ketelsen).
Y es que Wagner ha estado presente más allá de Barcelona y Madrid, incluso trayendo la “rivalidad” con Verdi a Gijón y Oviedo, debiendo citar en la capital a un wagneriano de pro como Anselmo González del Valle, auténtico valedor de la música del alemán (como de Liszt), sin olvidar que Asturias siempre ha estado abierta a las corriente musicales europeas, al menos hasta la guerra civil como lo demuestran las estadísticas desde la década de los ochenta del siglo XIX. Bienvenido de nuevo este «Lohengrin» de nuestra época, que es el mejor epílogo de temporada con la esperanza de no esperar tantos años.
En un anfiteatro griego atemporal y abstracto se desarrolla esta historia del caballero del Santo Grial con la dirección escénica de Guillermo Anaya y la escenografía de Pablo Menor, simple, pura y “abrumadora” para mover a 193 personas del universo de Wagner, la obra de arte total (Gesamtkunstwerk) que siempre es exigente para todos pero nunca deja indiferente, haciendo partícipe de la acción a un público no muy entusiasmado pero que premió el esfuerzo global, con un vestuario de Raquel Porter huyendo de tópicos pero sobrio dentro una gama de colorido oscuro, contrapuesto al blanco y negro de la tragedia, con clara inspiración en el ‘art nouveau’ de referencias igualmente griegas.
Mucha filosofía clásica pero también de los contemporáneos de Wagner, unido a la psicología por la que transcurren tanto los protagonistas como el coro, trágico como los griegos, testigo y cómplice, lo público (conjuntos) frente a lo privado (de los dúos) a lo largo de casi cuatro horas de acción -con dos descansos- para armar este drama que fluye como la propia narración en alemán, llena de pasiones y conflictos de lo divino a lo humano. Así sentimos a las dos parejas principales contrapuestas, que fueron creciendo a lo largo de los tres actos y seguramente continúen en las tres funciones restantes.
La magia arrancó con el hermosísimo preludio inicial donde la OSPA mostró sus mejores cartas bien jugadas por un wagneriano reconocido como el maestro Christoph Gedschold (que ya dirigiese ‘El Ocaso’ de 2019), dibujando claramente los leitmotiven que cantarían los protagonistas, más el del tercer acto verdaderamente grandioso, de sonoridad clara en todo momento (incluso en las trompetas fuera de escena), dinámicas amplias, juegos tímbricos, primeros atriles impecables y la orquesta suficiente para este monumento operístico.
Impresionante el Coro Lohengrin Global Atac, el titular Coro Intermezzo reforzado para la ocasión: 68 voces más los cuatro pajes, maravillosas de afinación y presencia las siete voces de Divertimento, preparadas por Cristina Langa, verdadera cantera coral asturiana, que ayudaron a alcanzar una verdadera catarsis griega con el espectador. Momentos íntimos frente a los poderosos, especialmente los nobles y el pueblo de Brabante desde su primera intervención, al igual que graves y blancas por separado; también seguros y presentes los cuatro nobles “partiquinos” (Javier Blanco, Andoni Martínez, Francisco Sierra y Sergey Zavalin), sin olvidarnos de la famosa “marcha nupcial” que en la repetición fuera de escena costó algo más encajar con el foso, pero donde la colocación del coro, casi por cuerdas, unido al estatismo escénico tan de drama griego, pienso que lo agradecieron para poder impactar vocalmente, y donde el miedo a la masa orquestal hizo subir más decibelios de la cuenta aunque siempre insuflan emoción sonora al drama, sin perder nunca el empaste, el buen gusto y una emisión clara.
En el reparto una buena suma de voces conocidas y debutantes en la temporada ovetense. De las primeras el barítono gallego Borja Quiza nos dejó un correcto y poderoso heraldo del rey, la Ortrud de la soprano suiza Stéphanie Müther fue creciendo vocal y escénicamente, con un excelente segundo acto junto a Telramund. Y me quedo con la soprano donostiarra Miren Urbieta-Vega que triunfó y brilló en esta Elsa que debutaba en Oviedo: muy trabajada vocalmente, bien dramatizada a lo largo de toda la ópera, con esa evolución psicológica desde el miedo inicial a la esperanza, el “duelo” con Ortrud, o la escena del tálamo con Lohengrin, brillando su voz de emisión siempre clara en todo el extenso registro, tanto en los necesarios fortes como en unos pianos delicados y amplios matices probablemente en un rol no puramente wagneriano pero que le viene como anillo al dedo, siendo la verdadera triunfadora.
Entre los debutantes, un correcto rey Heinrich del bajo Insung Sim, con buen volumen en el agudo y grave corto pero redondo; un excelente y homogéneo Simon Neal como Friedrich von Telramund en toda la partitura, de color bien diferenciado entre el barítono irlandés y el gallego, dejando para el final al australiano, afincado en Irlanda del Norte, Samuel Sakker como Lohengrin. Esperaba más del protagonista que defendió su papel con afinación y escena, volumen suficiente pero no plenamente “heldentenor” aunque el color redondo sí se asemeje a los tenores dramáticos que antes llamábamos abaritonados. Sus agudos no siempre sonaron claros, reconociéndole el esfuerzo en la afinación correcta, siendo los mejores momentos aquellos más “emotivos” como el dúo con Elsa, y espero que los años redondeen una voz aún poco wagneriana.
Si tanto el vestuario como la escena mostraron sobriedad y efectividad, siempre apoyada en la iluminación adecuada de Ioan Aníbal López, a nivel vocal el elenco fue muy equilibrado, con el coro impactante, la orquesta en su línea de seguridad en el foso para estas partituras tan densas, y un Gedschold dominador del Wagner que siempre nos hace reflexionar sobre la condición humana, que no da descanso, y poder disfrutar de estas experiencias únicas que suponen las óperas de Don Ricardo. Este «Lohengrin» tan esperado no decepcionó y al fin podemos decir que en Oviedo ya no es una cosa rara escuchar sus óperas.
FICHA:
Jueves 25 de enero de 2024, 19:00 horas. 76ª Temporada Ópera de Oviedo, Teatro Campoamor: «Lohengrin» (1850), música y libreto de Richard Wagner. Ópera romántica en tres actos estrenada en el Hoftheater de Weimar el 28 de agosto de 1850. Coproducción de la Ópera de Oviedo y el Auditorio de Tenerife.
FICHA ARTÍSTICA:
Heinrich der Vogler: Insung Sim – Lohengrin: Samuel Sakker – Elsa von Brabant: Miren Urbieta-Vega – Friedrich von Telramund: Simon Neal – Ortrud: Stéphanie Müther – Heraldo del rey: Borja Quiza – Nobles de Brabante: Javier Blanco Blanco, Andoni Martínez Barañano, Francisco Sierra Fernández, Sergey Zavalin – Cuatro pajes: María Alonso Sentíes, Aitana Carnicero Peinado, Carolina Cortijo Busta, Carla Gutiérrez Fernández, Irene Gutiérrez Fernández, Alberto Pardo López, Lola Villa Suárez.
Dirección musical: Christoph Gedschold – Dirección de escena: Guillermo Amaya – Diseño de escenografía: Pablo Menor – Diseño de vestuario: Raquel Porter – Diseño de iluminación: Ion Aníbal López.
Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) – Coro Lohengrin Global Atac (Coro Intermezzo) – Escuela de Música Divertimento.
PRENSA PREVIA:
Papoian: heredero del legado ruso
25/01/2024
Asturias, clásica, conciertos, música, Música contemporánea, piano, recital conciertos, Ginzburg, Horowitz, Ilia Papoian, Médtner, música, piano, Rachmaninov, Scriabin, Tchaikovsky, Teatro Jovellanos 1 comentario
Miércoles 24 de enero, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, concierto nº 1677 de la Sociedad Filarmónica de Gijón: Ciclo de Jóvenes Intérpretes de la Fundación Alvargonzález: Ilia Papoian (piano). Obras de Scriabin, Médtner, Tchaikovsky y Rachmaninov.
La vuelta de Lohengrin a Oviedo
22/01/2024
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La septuagésimo sexta temporada de la ópera ovetense llega a su final con cuatro funciones (los días 25, 28 y 31 de este mes, más el 3 de febrero en que bajará definitivamente el telón), con un esperado «Lohengrin», música y libreto de Richard Wagner (1813-1883), ópera romántica en tres actos estrenada en el Hoftheater de Weimar el 28 de agosto de 1850, que se representaría al poco en Oviedo (en 1897 y 1908) nada menos que con Francisco Viñas.
Habría que esperar al siglo siguiente, en 1949 que sería la última de la temporada del remodelado Teatro Campoamor y parece que también en 1965, aunque el 8 de mayo de 1983 volvería a nuestro templo lírico pero enmarcado en el IX Festival de Música de Asturias que comandaba mi querido profesor Emilio Casares Rodicio, conmemorando el centenario de la muerte de Richard Wagner.
Habrá que recordar más a menudo aquellos festivales que comenzaron siendo semanas temáticas (Renacimiento, Barroco) para crecer musicalmente, recuperar repertorios y traernos a Asturias ofertas que entonces resultaban baratas y con una calidad que una vez educados en lo bueno, dejaban mucho que desear pero sirvieron para colocarnos en el mapa español, hacer educación, formación y afición, inquebrantable hasta nuestros días.
Aquella pobre producción de la Ópera del Teatro Nacional de Ostrava, la recuerdo como si fuese ayer junto a mis años de estudiante de Historia del Arte: un tenor entrado en años en el rol protagonista vestido de blanco impoluto marcando atributos con un cisne de cartón piedra y una voz horrible que probablemente espantaría a quienes escuchasen a Wagner por primera vez. Pero poder ver y escuchar aquel «Lohengrin» ya era algo inédito para muchos de mi generación, tal vez con humoradas gastadas tras el paso de las llamadas «compañías del Este» que además no resultaban caras las entradas y los estudiantes teníamos descuentos.
Pero este «Lohengrin» de 1983 sería de por sí “histórico” frente al reducto más puro del italianismo en que se convirtió la Vetusta clariniana desde su reinauguración en 1948, pues ya en la recuperación de 1949 escribía mi profesor Casares en el citado libro del festival recordando a “Bercelius” (seudónimo del insigne poeta ovetense Ángel González), quien en el periódico La Voz de Asturias escribía: “Una ópera de Wagner en Oviedo es cosas rara. Nos sé qué milagro o qué extraña casualidad hizo que se llegara a representar”, y así ha sido hasta nuestros días, un milagro aunque Don Ricardo en esta centuria sí ha vuelto al Campoamor más que en los dos siglos anteriores si exceptuamos algunos Rienzi (el de 2012 creo fue el último) o Parsifal; me faltaron el Holandés del 2000 o Tannhäusser de 2005. Al menos he podido disfrutar dos Tristán (2007 y 2011) y aprovechando de nuevo otra celebración -esta vez la del bicentenario de Wagner– arrancaría 2013 con un Anillo «dosificado» bianualmente (El oro del Rhin en 2013, La Walkiria en 2015, Sigfrido en 2017 y El ocaso en 2019), pues ya sabemos que Oviedo ha sido muy verdiano pese al esfuerzo por ampliar repertorios.
En la joya de libro del IX Festival de Música de Asturias editado por la Universidad de Oviedo, que guardo en lugar privilegiado de mi biblioteca entre mis recuerdos musicales siempre a mano, encontramos todos los conciertos, ballets y óperas programadas en la capital asturiana pero también, y con buen criterio, en Gijón, Avilés o La Felguera, pues Casares sabía que descentralizar era también una obligación que la propia universidad, como organizadora, entendió contando con el apoyo de los distintos ayuntamientos donde se celebraría este primer gran festival de música y danza, junto a colaboradores como el Centro Regional de Bellas Artes, la SOF (Sociedad Ovetense de Festejos) o la felguerina Sociedad de Festejos «San Pedro», sumándose la centenaria Sociedad Filarmónica Gijonesa, la Cátedra Jovellanos (entonces Extensión Universitaria), incluso la emblemática «Real Musical» de Asturias que abriría fuera de Madrid su sucursal (e incluso academia), implicando al entonces asturiano Banco Herrero y hasta el Instituto Goethe de Madrid, pues Don Emilio llamaba a todas las puertas aunque algunas no respondían.
Lo mejor del libro está en la segunda parte donde con el título de Homenaje a Richard Wagner en el centenario de su muerte encontramos unos artículos con las mejores firmas asturianas de nuestros profesores y referentes, incluso recuperando a Adolfo Salazar, siempre «presente» en aquellas clases de «Historia de la música» en 4º y 5º de carrera que disfrutábamos en el «aulín de música» de la Plaza de Feijóo, en el último piso de la entonces Facultad de Filosofía y Letras (hoy de Psicología) antes del primer salto a las nuevas facultades de El Cristo (ya con una señora aula de música y biblioteca específica, además de unos suelos resbaladizos por recién pulidos), y que finalmente recalaría en el actual Campus de El Milán (que ya no disfruté como estudiante pese a mis tres años de «peregrinaje» en el último curso de carrera gracias a El Cid cateador, con quien fumábamos en el hall haciendo una parada entre clases para evitar el humo en el aula que con el proyector de diapositivas parecía un club de jazz).
Imprescindibles los «Testimonios» con citas wagnerianas de todo tipo, más una cronología de Wagner y la bibliografía con discografía que completan este verdadero «catecismo wagneriano», pues como bien contaba nuestro profesor, «el 14 de mayo de 1883 en que fallecía Wagner en Venecia, ya se habían publicado en torno a él, diez mil libros y artículos; difícilmente ningún otro hombre ha podido presentar tal trofeo ante la historia. En los cien años que han pasado después de su muerte se ha centuplicado esta cifra y en realidad uno piensa que es difícil decir nada nuevo sobre este auténtico mito del arte de Orfeo» y citaba a Ernest Newman, uno de los mejores biógrafos del alemán: «Con cada año que pasa desde la muerte de Wagner, se hace más evidente que no ha existido ni un solo compositor capaz de hacer una obra al mismo tiempo tan nueva y coherentemente hilada» (página 71 del libro del IX Festival).
El profesor Emilio Casares, que nunca duerme, ya entonces sacaba tiempo para dejarnos no uno sino dos escritos con su estilo inimitable, docto y documentado donde nos recordaba que la música de Wagner no dejó de sonar en nuestra tierra en sociedades filarmónicas, orquestas, coros e incluso bandas (“la música en postales” como las llamaba Salazar), trayéndonos también a clase «chismes» que reflejaría después en tantas publicaciones, como «Wagner y Asturias» (idem pág. 106 y ss.), más allá de Barcelona y Madrid, incluso trayendo como anecdótica la “eterna rivalidad” Gijón y Oviedo, Wagner y Verdi, Dindurra frente a Campoamor como Liceu y Real, citando en la capital astur algunos ilustres wagnerianos como Anselmo González del Valle, auténtico valedor de la música del alemán (como lo fue de Liszt), o incluso Leopoldo Alas «Clarín» (de estudiante de Derecho en Madrid), sin olvidar que Asturias estuvo siempre abierta a las corriente musicales europeas, al menos hasta la guerra civil como así demuestran las estadísticas desde la década de los ochenta del siglo XIX.
Y 41 años después, en esta nueva etapa de la Ópera de Oviedo, regresa al fin en el siglo XXI un «Lohengrin» de nuestra época, el mejor epílogo de la 76ª temporada con la esperanza de no esperar otros cuatro lustros (pues seguro que no lo disfrutaré), en una coproducción con el Auditorio de Tenerife, que contaré para Ópera World y en este blog.
Vermut barroco
21/01/2024
Asturias, clásica, conciertos, música, música antigua A. Corelli, Aarón Zapico, Auditorio de Oviedo, Avison, Beltrán Cubel, conciertos, Cristina Castillo, Dall'Abaco, Daniel Jaime Pérez, David Carmona, Elena Albericio, Händel, Javier Fierro, Maximilian von Pfeil, música, música antigua, OSPA, Pablo de la Carrera, Pedro Ordieres, Pelayo Cuéllar, Purcell Deja un comentario
Domingo 21 de enero, 12:30 horas. Sala de cámara del Auditorio de Oviedo: OSPA, Ciclo de conciertos música de cámara: «Vermut de cámara«, Camerata Barroca. Obras de Purcell, Corelli, Händel, Dall’Abaco y Avison. Entrada: 12 €.
Los músicos de la OSPA, entre abonos y ópera, también siguen trabajando en distintas formaciones camerísticas que van ocupando algunas mañanas dominicales, y esta vez con la cuerda para un programa barroco dedicado al Concerto grosso, época y forma que la formación sinfónica no suele transitar pero tan necesario por la vigencia que entre la gente joven está teniendo y poder trabajar estos repertorios por parte de todos los músicos.
Tras la bienvenida de la gerente Ana Mateo, cual equipo de fútbol por la alineación presentada, se estrenaba esta Camerata barroca con Pedro Ordieres ejerciendo de capitán y presentador de las obras elegidas, comenzando como debe ser con una obertura, la de Dido y Eneas de Purcell, con los instrumentos aún por templar y la «guerra» que dan las cuerdas de tripa hoy solamente en el contrabajo de Javier Fierro, como bien nos aclaró Ordieres antes de afrontar el primer grosso de la mañana, olvidándonos de criterios «historicidas» y con un continuo con el citado Javier, el cello de Max von Pfeil alternando con Pelayo Cuéllar, además de los «tutti», y el invitado de lujo además de amigo de «La casa» Aarón Zapico en el clave, conformando la base armónica de los siguientes concerti, dispuestos con tres violines enfrentados que además alternarían los solos cada uno de ellos, para darnos una sonoridad ideal en esta sala de acústica perfecta para estos «ensembles».
El gran violinista y compositor de Fusignano (Rávena) Arcangelo Corelli (1653-1713), considerado el «Padre del concerto grosso«, sería quien abriría este recorrido por la forma barroca por excelencia, actuando de «solistas» Ordieres y Albericio. Buen entendimiento entre ambos, ejecución «de libro» con buenos contrastes solo-tutti, dinámicos y de tempi en sus movimientos (Largo – Allegro – Largo – Allegro / Largo / Allegro / Allegro) de diferente carácter para su Concerto Grosso, op. 6 nº 1 en re mayor, de la docena que consta esta colección. probablemente de los años 80 aunque publicada en 1714 tras la muerte del compositor. Poco a poco ajustando afinaciones y empaste, este nº 1 mostró el trabajo de equipo y el amor por estos repertorios.
Del veronés Evaristo Felice dall’Abaco (1675-1742), nos ofrecerían dos concerti grossi a quattro pero ‘Da chiesa’ (de iglesia), contrapuesto a ‘Da camera’ por el lugar donde se ejecutaban y prescindiendo de solistas, aunque también tengan su protagonismo, incluso se podía cambiar el clave por el órgano que esta vez no fue necesario. De su opus 2 (publicados hacia 1735) nos ofrecerían dos: el nº 4 en la menor (y no el nº 1 anunciado, por problemas de lectura en la edición como nos contó Ordieres) en tres movimientos (Aria: Allegro / Largo / Presto) y el nº 5 en sol menor en cuatro (Largo / Allegro e Spiritoso / Grave / Allegro), bien conocido y estudiado por el «concertmaster«, sonoridad compacta de los once músicos con buen balance entre todos, más la afinación ya consolidándose para comprobar esa unidad de violines que se contestan como si de un dúo se tratase, fruto del trabajo diario a lo largo del tiempo con todo el repertorio sinfónico que tras escucharles en este barroco, siguen reforzando sus mejores cualidades, dejándonos unos tempi lentos donde disfrutar el siempre claro clave del mayor de los Zapico: un cuarto muy sentido en sus tres movimientos y un quinto luminoso.
Si hay un compositor que conocía la obra de Corelli es el alemán G. F. Händel (1685-1759) que ya en Inglaterra también cultiva los concerti grossi interpretándose incluso en los intermedios de sus famosos oratorios. La Camerata Barroca (con David y Daniel de solistas) nos brindaría el Concerto Grosso op. 6 nº 5 en re mayor, HWV 323 (con seis movimientos «inmensos»: Larghetto e Staccato / Allegro / Presto / Largo / Allegro / Menuetto) de lo más aplaudido -incluso al finalizar el quinto- con la firma inconfundible del contemporáneo de «Mein Gott» en su época de mayor inspiración y fortuna, conjugando los estilos de moda (francés, italiano, alemán…), en una interpretación auténticamente camerística por la limpieza expositiva, el sonido rotundo y potente, partitura bien entendida por todos y con el balance perfecto, resultando de lo mejor en este vermut dominical que de hecho terminarían bisando el segundo Allegro.
Aún quedaba el último «grosso» inspirado en las sonatas para clave de D. Scarlatti del crítico y compositor inglés Charles Avison (1709-1770). De sus interesantes conciertos, el Concerto Grosso op. 6 nº 5 (after Scarlatti) (Largo / Allegro / Andante moderato / Allegro) con Pablo y Cristina en los violines solistas, junto a una buena cohesión y balance del «ripieno» sin historicismos pero con toda la honestidad hacia lo escrito (impecable el Andante moderato), redondearían una excelente mañana con este repertorio italiano e inglés que conocen desde sus años de estudiante pero pocas veces se interpreta, permitiéndonos comprobar el buen estado de estos músicos capaces de pasar de ensayar el Wagner que levantará el telón en el Campoamor este jueves, a estos «aperitivos» para el vermut barroco por el que seguirán pasando mensualmente más «equipos de la OSPA».
Camerata Barroca: Pedro Ordieres, Pablo de la Carrera y David Carmona (violines I) – Elena Albericio, Daniel Jaime y Cristina Castillo (violines II) – Beltrán Cubel (viola) – Maximilian von Pfeil y Pelayo Cuéllar (violonchelos) – Javier Fierro (contrabajo) – Aarón Zapico (clave).
PROGRAMA:
H. Purcell: Dido y Eneas, obertura.
A. Corelli: Concerto Grosso op. 6 nº 1.
E. F. Dall’Abaco: Concerto grosso da chiesa op. 2 nº 4.
Concerti grosso da chiesa op. 2 nº 5.
G. F. Händel: Concerto Grosso op. 6 nº 5.
Ch. Avison: Concerto Grosso op. 6 nº 5 (after Scarlatti Sonatas).
Una travesía musical
20/01/2024
Asturias, clásica, conciertos, estreno, música, Música contemporánea, sinfónica Auditorio de Oviedo, Bach, Christian Tetzlaff, Dvorak, Elgar, estreno, Laura Vega, Lucas Macías Navarro, Oviedo Filarmonía 1 comentario
Viernes 19 de enero, 20:00 horas. Auditorio «Príncipe Felipe» de Oviedo, «Conciertos del Auditorio» (25 años): Christian Tetzlaff (violín), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías (director). Obras de Laura Vega, Elgar y Dvořák.
Interesante travesía musical con tres buques cargados de historias y cual viaje en el tiempo de la Vieja Europa al Nuevo Mundo con una vuelta a casa de la música vieja a la nueva diría que en avión para desandar cronológicamente este periplo con Oviedo Filarmonía y su titular Lucas Macías que disfrutan y hacen disfrutar cada vez más a un auditorio que está respondiendo bien a sus propuestas.
Desde Las Palmas, parada en los cruceros transoceánicos desde tiempos de Colón, hasta La Asturias, primer reino hispano y hoy por mí bautizada como «La Viena Española» llegaba un barco a estrenar con el nombre de «Vetusta», obra de la profesora Laura Vega (Gran Canaria, 1978) que la propia OFil le encargó para surcar el Atlántico hasta nuestro pantalán musical de «Carbayonia» con la tripulación al mando del capitán Macías Navarro que apuesta por mujeres compositoras y obras nuevas.
Interesante esta primera singladura de la tarde con una partitura que siguiendo las notas al programa de Stefano Russomano toma como fuente de inspiración el fragmento inicial de la universal novela del zamorano afincado en Oviedo Leopoldo Alas Clarín (1852-1901) «La regenta», que cumple ahora 140 años de su publicación: “La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles…”, una descripción de Vetusta (Oviedo) que se refleja en cada una de las secciones de la obra con una orquestación actual que bebe de lo conocido como no puede ser menos en estos tiempos donde nunca se parte de cero, un barco nuevo con todas las actualizaciones para una buena navegación. Con más sugerencias que descripciones con frases de Clarín incluidas en la propia partitura, la música de Vega nos evoca imágenes conocidas por todos, de la ciudad provinciana que aún perdura como de los pequeños motivos musicales citados: el Preludio a la siesta de un fauno (1892-1894) de Debussy, el Himno de Asturias y el Concierto para piano Gift of Dreams (1998) de Rautavaara, tomando el diseño actual y rompedor del compositor finlandés para fusionar lo antiguo y lo nuevo en este astillero compositivo preparado para navegar muchos años y botado esta tarde ovetense con la propia Laura Vega presente, que con sus palabras define su música para Vetusta como “de carácter programático con un lenguaje basado en la consonancia (y no en los principios fundamentales de la ‘tonalidad’) siguiendo la línea de mis composiciones de los últimos años como por ejemplo Galdosiana”, verdadera obra Clariniana sugerente, de instrumentación ideal para la tripulación ovetense que Macías desde el puente de mando llevó en este estreno cantábrico, casi una banda sonora de la actual Oviedo, «Capital Gastronómica 2024» que mantiene vivo el espíritu decimonónico también en nuestra particular historia melómana.
Cambiamos de embarcación para viajar ahora en una enorme goleta de la armada británica, un velero de tres palos hasta la Inglaterra de Sir Edward Elgar (1857-1934) y su Concierto para violín en si menor, op. 61 (1910) con el invitado Christian Tetzlaff (Hamburgo, 1966) cual sobrecargo que izaría velas al mando de su trinquete musical en cada movimiento, dejándonos un perfecto entendimiento con el capitán Macías y toda su tripulación de la OFil. Volviendo a citar las notas de Russomano «coloca al principio de la partitura una enigmática frase en castellano, procedente de la novela Gil Blas de Alain-René Lesage: ‘Aquí se esconde el alma de…’«, y el violinista alemán la enseñó desde el primer Allegro, convincente, seguro técnicamente y con una musicalidad digna de mención, aires inquietos con sus compañeros de cuerda luciéndose cada primer atril en el palo de mesana junto al viento cada vez más favorable para afrontar cualquier estado de esta mar musical en buena colaboración y sin enfrentamientos, protagonismos compartidos para una buena navegación. Pasión y lirismo o «terriblemente emocional» como el propio compositor definió este concierto escrito para el virtuoso Fritz Kresiler que sigue dándonos fieles estudiosos y seguidores de su legado como si un gran almirante se tratase. Caluroso y efusivo se mostró Tetzlaff en el Andante, con una mezcla de polifonía, lirismo y melancolía en la tripulación nuevamente bien llevada con Macías al timón y en el tercero, Allegro molto que devolvería el carácter dramático de una mar rizada con pasajes difíciles en el violín virtuoso de sonoridad amplísima (un Peter Greiner actual), dominando la situación en el tema cantable que tiene una larga y elaborada cadenza solista bien apoyada por la orquesta en un segundo plano que parece devolver la camla chicha tras el temporal previo para arribar felizmente a puerto antes de la última travesía transoceánica.
El premio en tierra tras desembarcar no podía ser otro que la acción de gracias a «Mein Gott» Bach al que su compatriota virtuoso del violín le tiene tanta admiración que lo ha llevado al disco e interpretado a lo largo de su dilatada y exitosa carrera, eligiendo para esta vez el Largo (III movimiento) de la Sonata Nº 3 en do mayor, BWV 1005, otra degustación de un lirismo doliente como el Elgar anterior (y propina el pasado lunes), sonido cálido y limpio, fraseos personales de delicada interpretación e impecable ejecución, diseños de siempre para nuevas embarcaciones.
Y la gran travesía vendría hasta el Nueva York donde Dvořák llevaría su conocida Sinfonía desde el Nuevo Mundo (1893), hoy nada nuevo aunque siempre más joven que la «Vieja Europa» pero que en su momento fue cual transatlántico de lujo que no sería un Titanic pero impresionaría por su grandiosidad y «guiños» a unos EEUU que aún no habían encontrado su propio camino musical en aquel final del siglo XIX. La OFil y Macías afrontaban el reto de una navegación conocida pero siempre distinta como el propio océano, pero se manejan en cualquier embarcación con la madurez de los 25 años y el «entrenamiento» en singladuras variadas y dificultosas. Con la misma plantilla la novena sinfonía del checo sacó a flote las mejores cualidades de todas las secciones, desde los timbales seguros junto a la percusión, la cuerda como cabos bien trenzados capaces de pasar de la tensión máxima al aterciopelado fondo para disfrutar de unos metales siempre afinados en el plano exacto, y la madera bien barnizada donde en esta partitura el protagonismo solista y la gran ovación final la llevó el valenciano Javier Pérez al corno inglés. Melodías conocidas, ritmos ricos, contrapuntos bien llevados y presentes además de precisos gracias al capitán de este barco que logró dinámicas amplias, balances perfectos y el trabajo bien repartido y acompasado de una tripulación que volvió a dejarse la piel en la última singladura, con el arranque delicado antes de poner la maquinaria a la máxima potencia, dosificando la velocidad de crucero con los nudos precisos en cada una de las «cuatro etapas».
El «viaje de vuelta» de Nueva York a Asturias lo hice en avión con escala nuevamente en Las Palmas Gran Canaria de donde partió toda la travesía musical para este viernes bajo cero en el exterior pero cálido en butaca, que no nos impidió repasar a Clarín con Galdós, disfrutar de la pompa británica y recordar sintonías radiofónicas o hasta versiones «pop» con Mocedades.
Aún queda mucha música en este enero de 2024 que seguiremos contando desde aquí con el agradecimiento de quienes me leen en el desayuno.
PROGRAMA
PRIMERA PARTE
MAPA SONORO DE VETUSTA: Laura Vega (1978): Vetusta
(Estreno absoluto. Obra por encargo de Oviedo Filarmonía)
Edward Elgar (1857-1934): Concierto para violín en si menor, op. 61 (I. Allegro; II. Andante; III. Allegro molto)
SEGUNDA PARTE
Antonín Dvořák (1841-1904): Sinfonía nº 9 en mi menor, “Del Nuevo Mundo”, op. 95, B. 178 (I. Adagio- Allegro molto; II. Largo; III. Scherzo: Molto vivace; IV. Allegro con fuoco)
El Festival de Granada: de Andalucía al mundo
17/01/2024
clásica, conciertos, danza, música, música antigua, piano, prensa, recital, sinfónica, viajes Festival de Granada, prensa, viajes Deja un comentario
EL FESTIVAL DE GRANADA SE SITÚA ENTRE LAS ENTIDADES MEJOR VALORADAS DE ESPAÑA EN 2023
Según el Observatorio de la Cultura de en su tradicional ranking de ‘Lo mejor de la Cultura de 2023’ el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, se convierte en la entidad musical más importante de Andalucía, subiendo 10 puestos en el ranking regional, tan sólo detrás de los museos Picasso y Pompidou, y el Festival de Cine Español, todos de Málaga.
Dentro del ranking nacional el festival granadino aparece en el puesto 45 de un total de 105, y se consolida como una de las cuatro instituciones más destacadas de España en el ámbito de la música clásica y la danza, tan solo detrás del Teatro Real (6) y los Teatros del Canal (32), ambos en Madrid, y el Gran Teatro del Liceu en Barcelona (38) y por delante de instituciones tan importantes como el Auditorio Nacional de Música de Madrid (79), la Quincena Musical Donostiarra (94), el Teatro de la Zarzuela (95) o el Festival de Jazz de Vitoria (102).
Asimismo, en el nuevo apartado de los ‘Festivales Imprescindibles’ de 2023’ el Festival de Granada ocupa la segunda posición, detrás del Sonar+ de Barcelona y por delante de tres importantes festivales de pop como son Primavera Sound, de nuevo en la capital catalana, Sonorama (Burgos) y Jazzaldia en San Sebastián.
En el informe completo del Observatorio de la Cultura (de la Fundación Contemporánea), podemos comprobar cómo el Festival de Granada se ha ganado no ya un prestigio cultural más allá de otras ofertas musicales de otros estilos, también la calidad en esta provincia andaluza unida a su rico patrimonio artístico más allá de La Alhambra donde se realiza parte del festival, un imprescindible para todo melómano y posicionándose además como uno de los mejores festivales de verano del mapa europeo. Puedo dar fe tras años esperando disfrutarlo e imposible por el calendario escolar, llegaría el pasado año, esperando repetir este 2024.
La magia de Wong
16/01/2024
Asturias, clásica, conciertos, danza, música, sinfónica Auditorio de Oviedo, conciertos, Elgar, Falla, Kahchun Wong, música, Shostakovich, Stravinsky, The Hallé Manchester 2 comentarios
Lunes 15 de enero de 2024, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo: The Hallé Manchester Orchestra, Kahchun Wong (director). Obras de Falla, Stravinsky y Shostakovich.
Este año arranca con un mes de lo más completo en la que sigo llamando «La Viena Española» (en algún momento escribí «La Viena del Norte» pero parecía exagerado colocar tan arriba a la capital asturiana), y la oferta es amplia, estando habitualmente en el mapa de las giras europeas, por lo que Oviedo volvía a ser parada obligada de la renombrada y centenaria orquesta The Hallé Manchester, fundada en 1858 por Sir Charles Hallé con un proyecto del que muchas formaciones deberían tomar nota. Tras la despedida esta temporada de su titular, desde casi un cuarto de siglo, Sir Mark Elder que pasará a ser «emérito», llegaba con Kahchun Wong (Singapur, 24 de junio de 1986) o Wong Kah Chun, el nuevo director principal y asesor artístico de la reputada formación inglesa a partir de la próxina temporada.
Si la orquesta de Manchester tiene todas las cualidades a las que los británicos nos tiene «bien acostumbrados», con colocación enfrentando violines y las trompetas delante de los trombones, siempre buscando la mejor sonoridad, ver al nuevo maestro singapureño dirigirla es toda una lección de buen hacer. Ha sido el primer asiático en ganar el prestigioso Concurso Mahler en 2016, sumándose a los premiados de fama mundial tras el paso por la Sinfónica de Bamberg, y las titularidades hasta el día de hoy así como las invitaciones, le están colocando entre los más disputados directores mundiales. De gestos precisos y concisos, con una mano izquierda que marca todo y una batuta que no solo marca el compás o el tempo, también ayuda en la expresión, convertida en varita mágica, pasando de estilete a daga, de florete a sable o de tiralíneas a pincel, pero nunca una brocha pese a que el programa tentaba a ella. Gestualidad clara y posición firme en el podio con apenas inflexiones para marcar las dinámicas más tenues junto a una vitalidad que transmite tanto a su excelente orquesta como al público a quien hechizó en todas las obras bien elegidas. Sobre él se ha escrito entre otras muchas cosas, su «electrizante presencia escénica y su cuidadosa exploración de los legados artísticos orientales y occidentales», y la «profundidad y sinceridad de su musicalidad”. Kahchun Wong comenzará su mandato a partir de esta temporada como director titular de la Orquesta Filarmónica de Japón aprovechando el profundo vínculo musical forjado con los intérpretes durante su etapa como principal director invitado, y también asumirá ese papel con la Filarmónica de Dresdner, comenzando con un concierto de Strauss, Elgar y una obra recién encargada a Narong Prangcharoen.
La primera parte en Oviedo resultó puro fuego de ballet al unir la «Danza ritual del fuego» de El amor brujo (Falla) con El pájaro de fuego (la «Suite de 1945) de Stravinsky, para lograr la fusión rusa con la parte segunda donde sonaría con toda la gran orquesta (calculen con seis contrabajos la cuerda con dos arpas y piano, maderas a dos y tres, cinco trompas, cuatro trompetas, cuatro trombones o cinco percusionistas) «La Quinta» de Shostakovich, reafirmándome en lo que escribo a menudo de «no hay quinta mala» y estas sinfonías son el mejor test orquestal para comprobar no ya la calidad de los músicos, sino también el magisterio en el podio, que Kahchun Wong demostró con un dominio total y de memoria en este «… asunto de supervivencia personal del que salir con la dignidad, y hasta el pellejo, a salvo» como escribe Luis Suñén en las notas al programa referidas a la sinfonía pero aplicables al singapurense y su orquesta tras lo vivido y escuchado este lunes de enero en un auditorio con buena entrada (y mejores precios que en el resto de España, demostrando con hechos la apuesta del consistorio ovetense por esta «capitalidad musical»).
El «fuego de Falla» con Wong y The Hallé resultó una delicadeza sonora con un tempo plenamente bailable, sin apurar, un deleite del oboe solista (Stéphane Rancourt) y unas dinámicas capaces de dar pábulo desde la leve llama hasta la combustión libre manteniendo el fuego latente hecho música por nuestro gaditano universal que nos cuenta la historia de la gitana Candelas atrayendo el fantasma de su celoso amante muerto.
Pese al triste coro de impertinentes toses y caramelos que no acaban de abrirse, siempre en los momentos más inoportunos, llegaría más magia con el cuento del maléfico Kaschei y el príncipe Iván convertido en ballet para Fokine en 1911 dentro de los tres encargos de Diaghilev a Stravinsky, en la elaboración de 1945 que el compositor llamó «Ballet Suite» con el mismo orgánico de 1919 y orquestación levemente revisada, para una orquesta potente y numerosa con la que Wong convirtió su batuta en «pluma mágica» para sacar los monstruos a danzar hasta la extenuación y con el certero sable destruir el huevo que guarda el alma del malo para rescatar a las cautivas y la zarina con la que Iván se casará con la solemnidad musical digna de una película (aún recuerdo «Fantasía 2000» de Walt Disney). El sonido británico resultó rico en tímbricas y calidades solistas (desde el concertino Roberto Ruisi hasta el clarinete de Sergio Castelló López), impresionantes los matices con unos pianissimi logrados no solo en divisi sino por toda la formación, con unos metales siempre presentes pero permitiendo escuchar al resto de la orquesta en unas dinámicas y balances envidiables, sin cargar las tintas y diseccionando los once números de esta suite que resultaron auténticos cuadros musicales más allá del «aire bailable» que, como con Falla, nos permitió disfrutar de todo lo escrito con una limpieza y entrega maravillosa por parte de estos músicos. Los tres números finales (aún con algún estertor que durante el COVID creíamos desaparecerían de los conciertos y óperas) demostraron toda la amplísima paleta dramática que The Hallé Orchestra atesora con un Wong atento a cada detalle.
La Sinfonía nº 5 en re menor, op. 47 (1937) de Shostakóvich nunca canso de escucharlo y menos en vivo. Cada director la afronta dependiendo a menudo de la orquesta que tiene delante, otros imponiendo rigor y los menos entendiéndola como un compartir emociones. En el caso de Kahchun Wong y The Hallé estuvo claro el compartir desde el conocimiento profundo de la partitura. El Moderato ofreció la cuerda aterciopelada y tersa muy británica, disciplinada, con una madera que empasta a la perfección y unas trompas (especialmente Laurence Rogers) deliciosas, afinadas, rotundas pero también líricas, toda la gran orquesta escuchándose las distintas secciones con una claridad asombrosa. El director formado en Alemania dando todas las entradas, seguridad añadida a cada solista, fraseos claros con la izquierda, primer movimiento inquietante y desolador (impresionante el piano de Gemma Beeson), reflejo de los tiempos que le tocó vivir al compositor, el empuje vital que lleva a esa «escapada interior» pinchada con el estilete de Wong al ritmo casi marcial de una percusión que revuelve las tripas.
El Allegretto sonó con la ironía (un «scherzo» literalmente) tan típica de Shostakovich y del propio director incluso «blandiendo la batuta» cual puñal en el inicio de este segundo movimiento, después pincel con la mano izquierda difuminando colores sin perder la claridad global, contrabajos precisos y presentes (sin necesidad de tarima), madera ligera, trompas compactas, percusión clara y la tímbrica ajustada en este länder con aire de vals mahleriano. Impecable el concertino bien arropado por el resto con un Wong que transmite seguridad a todos en este segundo movimiento tan bohemio con los juegos de tempo y el lenguaje campechano de Dmitri.
El extraordinario Largo es de una tensión extraordinaria llevada solamente por una cuerda que de nuevo sería «british» por unidad de todo el bloque diferenciando cada una (dividida en ocho partes) con unos pizicatos siempre sonoros en todos los matices, la flauta evocadora, los clarinetes hispanos sonando a gloria, y sin metales, con la expresividad y tensión «in crescendo» para volver a la tranquilidad inicial, bien entendida de nuevo por un Kahchun que siempre encontró la respuesta justa.
El Allegro non troppo conclusivo con el redoble de timbales es una marcha orgullosa, que tras el desarrollo culmina llegando al clímax jugando con el timbre preciso de las láminas, antes del segundo tema lírico que nos recuerda al mejor Tchaikovsky incluso por la instrumentación, magia de la mejor Rusia sinfónica, caminando seguros hasta la sección final que empieza lentamente con el tema principal, elevándose triunfal hasta los poderosos acordes que inician la coda triunfal, con la orquesta de Manchester sacando músculo sin molestar, con el protagonismo necesario de unos metales verdaderamente bien fundidos y broncíneos gracias al pincel de Wong, y el recuerdo del imperio británico de sus mejores orquestas.
Una «sinfonía de autor» que diríamos hoy en día, «el epítome del creador que necesita ser libre en una sociedad que no lo era» como escribe mi admirado musicógrafo Suñén, «para sobreponerse a la circunstancia y, además, hacerse el optimista», y así entendida por The Hallé Orchestra y Kahchun Wong en perfecta conjunción para esta obra emocionante de verdad, tanto escrita como ejecutada, que sigue siendo una de las grandes quintas sinfónicas con una trágica historia detrás.
Al menos la propina nos devolvería la paz interior del británico Elgar y su bellísimo Nimrod que con estos intérpretes pareció ser la destinataria de este «Enigma» con las mismas cualidades británicas demostradas en todo el concierto.
PROGRAMA
PRIMERA PARTE
Manuel de Falla (1876-1946): «Danza ritual del fuego», de El amor brujo
Igor Stravinsky (1882-1971)
«Suite» (1945), de El pájaro de fuego:
I. Introducción – II. Preludio y danza del pájaro de fuego. Variaciones – III. Pantomima I – IV. Pas de deux – V. Pantomima II – VI. Scherzo. Danza de las princesas – VII. Pantomima III – VIII. Rondó – IX. Danza infernal – X. Canción de cuna – XI. Final.
SEGUNDA PARTE
Dmitri Shostakóvich (1906-1975): Sinfonía nº 5 en re menor, op. 47:
I. Moderato – II. Allegretto – III. Largo – IV. Allegro non troppo.
Espléndida Jaho
13/01/2024
Asturias, ópera, clásica, conciertos, lírica, música, prensa, recital Auditorio de Oviedo, ópera, Catalani, Cilea, conciertos, Ermonela Jaho, lírica, Lucas Macías Navarro, Mahler, María Cueva, Mascagni, música, Oviedo Filarmonía, Puccini, recital, Verdi 2 comentarios
Viernes 12 de enero de 2024, 20:00 horas. Auditorio “Príncipe Felipe” (Oviedo), Conciertos del Auditorio (25 años): «Gala Lírica». Ermonela Jaho (soprano), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías Navarro (director). Entradas: 29€ y 25€.
Carta a SS.MM.
05/01/2024
Asturias, ópera, Bandas de música, clásica, conciertos, lírica, música, música antigua, Música contemporánea, piano, sinfónica, zarzuela Alejandro Roy, Beatriz Díaz, Carmen Yepes, conciertos, David Menéndez, Diego Fernández Magdaleno, El León de Oro, Forma Antiqva, Gabriel Ordás, Gabriela Montero, Guillermo Martínez, Henar F. Clavel, Ignacio Rodríguez, Jorge Muñiz, Juan Noval-Moro, Judith Jáuregui, Lola Casariego, María Heres, María Ovín, Mario Bernardo, Martín García García, música, Miguel Ángel Zapater, orquesta Sinfónica de la Universidad de Oviedo, OSPA, Oviedo Filarmonía, Pablo García, Pablo González Deja un comentario