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Música para cre(c)er

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Domingo 28 de abrill, 19:00 horas. 25 años de «Los Conciertos del Auditorio», Oviedo: Dinara Alieva (soprano), Ekaterina Semenchuk (mezzo), René Barbera (tenor), Maharram Huseynov (bajo), El León de Oro (LDO), Joven Coro de Andalucía (JCA), Marco A. García de Paz (director de los coros), Oviedo Filarmonía, Lucas Macías (director). Verdi: Messa da Requiem.

Domingo de «misa de siete» en el Auditorio nada menos que con el Requiem de Verdi, con la «liturgia» del que el Padre Sopeña en su libro «El «Requiem» de la música romántica» califica como «terriblemente sombrío, terriblemente pesimista y demasiado autentico, demasiado campesino para buscar la «religiosidad» poética como «consuelo»» por lo que no podemos ni debemos llamar ateo a Don Giuseppe, dejémoslo en agnóstico con esta obra de reflexión y homenaje vital del compositor de Busseto y creo que la más exigente misa de difuntos por el gran despliegue que necesita, otra cita obligada en este ciclo que llega a sus bodas de plata precisamente en el templo de los melómanos asturianos y visitantes.

Con esta magna y magnífica obra verdiana que cumple 150 años y tantas referencias operísticas esconde, es difícil encontrar un conjunto homogéneo de cuatro solistas operísticos, un coro cercano a las 90 voces y una orquesta que la interprete con la calidad exigida, y este último domingo de abril se conjugaron los astros para disfrutar de esta música para creer y para crecer.

Quiero comenzar por una Oviedo Filarmonía que es de lo más versátil en cuanto a los repertorios afrontados en estos 25 años, forjándose principalmente en el foso, lo que la hizo idónea para este Verdi, pero que sobre la escena está dejándonos conciertos para comprobar cómo ha ido mejorando, creciendo y alcanzando su momento álgido en este tiempo, comandada por el maestro Andrei Mijlin, con unos principales en todas las secciones, que además cuando son reforzadas como para este Requiem dominical, consiguen una sonoridad sinfónica compacta. Evidentemente tiene mucho que ver el actual titular, un Lucas Macías que ha dado a la formación ovetense no solo confianza y seguridad, también afrontar repertorios que pocas orquestas de su plantilla pueden interpretar. El trabajo del maestro onubense se está notando, con una memoria prodigiosa que puede prescindir del atril y centrarse en todos los detalles de la obra elegida, y así fue de bien con Verdi.

Unir dos coros y que suenen empastados, con el mismo color y gama dinámica, afinación perfecta, entrega y pasión sólo es posible con un mismo director, y es el asturiano Marco García de Paz, fundador del LDO hace casi seis lustros y titular del JOA desde 2019, otro músico que ha ido creciendo y creyendo en el mundo coral, actual director del Coro de RTVE (desde hace cuatro años), respetuoso con todas sus formaciones permitiendo que sus cantantes brillen y sobre todo que disfruten. En una obra tan compleja para un coro de estas dimensiones, el «Coro de Marco» sobresalió desde la primera hasta la última nota, pianísimos impecables, fortísimos claros con los tutti orquestales, dicción diáfana y los momentos a capella que mantuvieron el listón tan alto como si un solo coro con años a sus espaldas se tratase.

Y el cuarteto solista otro acierto por el color de las voces, sus amplios registros en tesituras extremas, su buen gusto, lirismo de primera con una musicalidad en todas sus intervenciones que hicieron creer hasta a los ateos, agnósticos musicales que hoy se juntaron para llenar felizmente el auditorio. Cuántas buenas voces hay por el mundo y las antiguas repúblicas soviéticas siguen siendo una cantera única. De Azerbaiyán llegaron a Oviedo la soprano Dinara Alieva (1980) y el bajo Maharram Huseynov (1995) más la mezzo rusa Ekaterina Semenchuk (1976). Finalmente el tenor Joseph Calleja con una afección de laringe a última hora, fue sustituido feliz y satisfactoriamente por el mexicano-estadounidense René Barbera, cuatro voces verdianas que redondearon un Requiem equilibrado, sentido, emocionante y sobresaliente.

Imposible detallar cada número, pues no hay peros que poner. La partitura de esta Messa Da Requiem como bien señala el doctor Fernando Agüeria Cueva en las notas al programa, es una obra «(….) muy exigente en su interpretación. A través de un extenso lienzo sinfónico-coral, G. Verdi utiliza los textos litúrgicos del Requiem aportándoles gran dramatismo y expresividad en delicados equilibrios sonoros. Requiere de cuatro voces solistas con amplio registro y sonoridad, y de un coro y orquesta de grandes proporciones. Está llena de contrastes que acentúan su dramatismo: contraste en las dinámicas, desde el pianísimo apenas perceptible del inicio hasta el fortísimo aterrador del Dies Irae. Contraste en las texturas armónicas y contrapuntísticas con pasajes al unísono, pasajes de texturas trans- parentes con bellas melodías acompañadas por la orquesta como en el Recordare, Ingemisco y Lacrymosa o pasajes de complejos y exquisitos entramados contrapuntísticos como el Kyrie o el Sanctus. Contraste en la tímbrica con una rica paleta de combinaciones instrumentales en diálogos con solistas y coro o efectos de gran teatralidad como la intervención de las trompetas en el Tuba mirum…», y ese colosal despliegue  fue llevado por momentos al paroxismo de los Dies iræ, «el «grito» más dramático, más largo y mejor acabado de toda la obra de Verdi» (vuelvo a citar a Federico Sopeña) pero también al recogimiento de los cuatro solistas o el propio coro. La orquesta ayudó a ese clima de contrastes con tempi casi extremos que  el maestro Lucas Macías sabe hasta donde llegar, matices inmensos y emocionantes con las cuatro trompetas externas (entre las de «Aida» y «Otello») del Tuba mirum igual de presentes que las otra sobre escena, con unos metales protagonistas y «orgánicos», una madera cantando este Verdi operístico y una cuerda limpia, compacta, de matices para degustar sin perderse una nota en los acordes secos o  las figuraciones cromáticas. El coro jugó con los extremos, impecable en los pianissimi de agudos estratosféricos en las sopranos celestiales, en la línea con la que trabaja García de Paz, unos graves suficientes (aunque nunca lo sean en esta misa), y las cuerdas «intermedias» que completan el equilibrio coral. Tanto el Rex tremendæ como el Sanctus fueron una pequeña muestra del buen hacer del coro.

Por resumir un poco de las voces solistas, comienzo por el tenor René Barbera, poderoso y de timbre ideal, con volumen suficiente para sobrevolar «la masa» que pareció empujarle a un Ingemisco cual Radamés perfecto en musicalidad y buen gusto. El fin un bajo joven pero de los que recuerdan años soviéticos por el color y buena línea de canto, Maharram Huseynov bordó el Mors stupebit y nos deleitó con un Confutatis sentido. Ekaterina Semenchuk fue la mezzo perfecta de registro «amaderado» y potencia cual Azucena trovadoresca interpretando su Libert sciptus cual «Miserere», empastando con sus compañeros a la perfección y demostrando un entendimiento y fraseo conjunto con la soprano que en el Agnus Dei fue para «perdonar todos los pecados del mundo» siendo el más «eclesiástico» de los números por sencillez e invitando casi a contestar al pueblo. Y la soprano Dinara Alieva fue el cuarto sustento de estos solistas difíciles de encontrar para este Verdi del Requiem, de agudos bien proyectados, registros extremos manteniendo un color uniforme incluso en los graves rotundos, empaste por fraseos y color ideales tanto con el coro como entre ellos cuatro, con un Libera me, Domine de ponernos la piel de gallina.

Si el resultado fue tan bueno está claro que se debió al trabajo de Lucas Macías concertando este contingente vocal e instrumental, atento a cada detalle, pidiendo y recibiendo, asegurando, templando, gestos precisos para dar confianza, mimando las voces todo lo que se puede en esta Messa da Requiem porque si la orquesta era un «muro sonoro», las voces pudieron compactarlo e incluso saltarlo cuando así lo exige la partitura. Aires operísticos que el maestro conoce al detalle para este Requiem donde pudo contar con el elenco necesario para «liberarnos» o despojarnos de complejos. Música para creer, música para crecer.

PROGRAMA:

Giuseppe Verdi (1813-1901)

MESSA DA REQUIEM

1. Requiem y Kyrie (solistas y coro)

2. Dies iræ

Dies iræ (coro) – Tuba mirum (coro) – Mors stupebit (bajo) – Liber scriptus (mezzosoprano) – Quid sum miser (soprano, mezzosoprano y tenor) – Rex tremendæ (solistas y coro) – Recordare (soprano y mezzosoprano)  -Ingemisco (tenor) – Confutatis (bajo) – Lacrymosa (solistas y coro)- Pie Jesu (solistas y coro)

3. Offertorio (solistas)

4. Sanctus (doble coro)

5. Agnus Dei (soprano y mezzosoprano)

6. Lux æterna (mezzosoprano, tenor y bajo)

7. Libera me, Domine (soprano y coro)

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar la hoja del calendario aunque el «bicho» del Covid siga entre nosotros conviviendo con la gripe habitual.
Musicalmente, y a la vista de cómo está el mundo lleno de odio, guerras, genocidios y las tristes circunstancias de las que parecemos no aprender, solo pido mantener toda la música posible, a ser posible en PAZ, aunque sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesidad de aniversarios (y en 2024 hay muchos para celebrar), como todo los años que son como mi Scalextric, pido poder escuchar en mi tierra la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también la Escolanía de Covadonga -que la han «desaparecido»- más la de San Salvador…), junto a solistas de los que tenemos un montón y ¡de primera! en nuestra querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.
Eso sí, mantengo mi ilusión de contar con Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigiese en Barcelona cuando estuvo de titular, y ya que se ha despedido de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le den una orquesta para este 2024 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha. Darles las gracias porque sí nos trajeron al fin un titular, y además «vecino».
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los tres hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, actuando solos, en otros ensembles, y especialmente en «su formación», así como pedir que sigan grabando nuevos discos, juntos o por separado, pues siempre son el mejor regalo.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes como Mario Bernardo, a Martín García o Henar F. Clavel que están creciendo en todos los sentidos, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui (que será mamá este año como el mejor y mayor regalo) o mi querida venezolana Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2024 tras ir recuperando todos ellos fechas.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez (que este pasado año sigue igual de fructíferoy Gabriel Ordás (que tambén se ha ido a USA para proseguir sus estudios), pues siguen estando de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos tal como les había pedido en mi carta del 2023. Gracias señorías…
Y por mantener la ilusión, aunque como dice mi madre «parece que te hizo la boca un fraile» (?), continúo reclamando a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias de contratación… saben de sobra que la Cultura ha demostrado además de ser Segura resultar la mejor inversión en tiempos difíciles.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez sigue emigrado aunque ahora en Bélgica y María Ovín continúa en la OSPA), creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúen los éxitos.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2024 (el Año Puccini que debería celebrarse contando con su voz) y mucho más. Además de darle de nuevo las gracias a la asturiana, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque espere mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor como protagonista (con ganas de La Rosa del Azafrán), pues al fin le trajeron el año pasado su esperada Mimí en Alicante (donde le cambiaron hasta su apellido Díaz por Martínez), por lo que les sigo pidiendo la lleven al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa, pero recordándoles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que vale ya de pedir… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que ya son universales (🚜💩💩💩💩💩💩💩🐄).
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2023 en que cumplíamos nuestro primer lustro (incluso con la Lotería que no les pedía tocase, porque ya lo hacían nuestros músicos, pero que les agradezco nos trajeran ¡una pedrea!), esperando mantengan su Banda Sinfónica y acertemos en el relevo de Antonio Cánovas (a quien le han traído destino en su tierra murciana y la dirección de la Banda de Águilas). Poder mantener el mismo nivel tras cinco años sin parar (ni siquiera con el Covid), y llevando su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales en este mi segundo curso fuera de ella. Pero veo que la LOMLOE  (Ley Celáa) sigue empeorando leyes anteriores (y dicen que van ocho en 36 años),en pos de una generación de ignorantes digitales y adictos al móvil, aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan) utilizando el transporte que tengan (saben de sobra que los carburantes son más caros que el pienso), sin entrar en cabalgatas de las que no opino, y menos con Baltasar descolorido… Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días de este 2024 olímpico y bisiesto.
Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años

Sonaron campanas de gloria

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Viernes 24 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Conciertos del AuditorioJornadas de Piano «Luis G. Iberni»: Noelia Rodiles (piano), El León de Oro -LDO- (Marco A. García de Paz, maestro de coro), Oviedo FilarmoníaLucas Macías Navarro (director). Obras de Jaëll, Martínez Burgos y Beethoven. Fotos de Beatriz Montes y propias.

Buena inauguración de las Jornadas de Piano del siempre recordado Iberni, con la avilesina Noelia Rodiles protagonista por partida doble y nuestro coro más laureado e internacional los luanquinos del LDO, con el titular de OFil el onubense Lucas Macías «armando» un programa muy interesante donde no faltó una obra de compositora (esta vez la francesa Marie Jaël) como bien anunciase su intención el maestro en cada concierto, un estreno absoluto de Manuel Martínez Burgos, catedrático del Conservatorio Superior de Música del Principado de Asturias (CONSMUPA) de amplísimo curriculum y galardones, para reencontranos con el genio de Bonn en la segunda parte.

Y es que Jaëll fue la primera pianista en interpretar todas las sonatas para piano de Beethoven en París y tras sufrir una tendinitis, realizó estudios sobre fisiología y psicología que posteriormente aplicaría a las técnicas manuales para tocar el piano, creando un método que lleva su nombre por sus investigaciones  que incluían cómo afecta la música a la conexión entre la mente y el cuerpo, así como la forma de aplicar estos conocimientos a la inteligencia y la sensibilidad en la enseñanza de la música. Nacida en 1846, la familia de Marie Trautmann la enviaría a París para recibir la mejor educación posible en su conservatorio. En ese entorno su círculo de amistades se ampliará y conocerá al austríaco Alfred Jaëll –antiguo alumno de Chopin– con quien terminará contrayendo matrimonio en 1866. De su obra titulada Harmonies d’Alsace (1917), Jonathan Mallada escribe en las notas al programa (enlazadas al inicio en obras) que «la compositora se inspiró en los recuerdos de su infancia en Steinseltz, su localidad natal y comuna francesa, situada en el departamento de Bajo Rin en la región de Alsacia (…) bajo el magisterio compositivo de César Franck y Camille Saint-Saëns, con quienes mantendrá una abundante correspondencia epistolar (…) supone un canto de amor hacia su tierra de origen (Alsacia) ante el inminente desenlace de la Primera Guerra Mundial. Compuesta para pequeña orquesta, es una obra llena de lirismo y belleza que evoluciona desde una ligera inquietud y nostalgia –a través de una armonía algo oscurecida– hacia la brillantez de la cuerda, que llega para disipar cualquier mal presagio».  Buen arranque «camerístico» de la OFil con una cuerda que gana enteros cada día, siendo asombrosa la versatilidad de la formación ovetense pasando del foso lírico al escenario del auditorio donde se ha consolidado como orquesta residente de este ciclo. El maestro Macías Navarro siempre de gesto claro y preciso le da a la orquesta la confianza para afrontar repertorios de lo más variado, y esta breve «obertura» prepararía el estreno absoluto con todo el músculo sinfónico y excelentes refuerzos en la cuerda  para completar la plantilla ideal (14-12-10-8-6-4).

Cloches (2023) es un concierto para piano y orquesta lleno de detalles sonoros y tímbricos que Martínez Burgos domina desde una orquestación muy trabajada en todas sus secciones más allá de la percusión. Las notas al programa nos dicen que «es una búsqueda en las posibilidades expresivas de las campanas como un medio sonoro portador de mensajes a largas distancias». En una entrevista para el diario La Nueva España el propio compositor cuenta que refleja el paisaje sonoro que descubrió cuando llegó a Oviedo y le evocaba el de París y Oxford, el mejor cosmopolitismo para estrenarse en «La Viena española». Con Noelia Rodiles de solista, su piano se fundió en resonancias seculares junto a la OFil, en un trabajo meticuloso del maestro Macías, cinco movimientos con guiños a otros grandes orquestadores pero en un lenguaje propio dándole al piano momentos muy virtuosísticos junto a otros que engrandecen la tímbrica sinfónica. El primer movimiento, La vallée des cloches recuerda a Ravel más allá de que Miroirs contenga también unas «campanas», y personalmente me evocó un concierto en St Gallen hace nueve años, conectando todas las iglesias del valle que en el caso de Martínez Burgos hacen referencia a un metafórico valle de campanas que conectaría sinbólicamente toda Europa. El segundo número, La cloche Wamba, nos traslada directamente a la «Sancta Ovetensis» tras un análisis espectral de la campana en activo más antigua de Europa, “Wamba” –fundida en 1219–. El compositor trabaja las sonoridades incluso en un vibráfono cuyas láminas también vibran con dos arcos más allá de toda la percusión que se une a unos metales que calificaría de «broncíneos», utilizando el devenir armónico que vertebrará este movimiento. La recreación será aún más evidente en Grande volée de cloches à Notre-Dame de Paris, movimiento central del concierto con todas las campanas parisinas repicando, el piano sumándose con fuerza y fundiendo timbres grandiosos, incluso «debussyanos» de «Catedral sumergida», resonancias mágicas de sonoridades muy trabajadas y bien llevadas por el maestro onubense con la pianista avilesina verdadera «argamasa sonora» engordando unas texturas muy logradas. Cadenza y Finale cierran este original y exigente concierto, sonando algunos de los temas previos y dando una coherencia a la obra con un final virtuoso en el piano y explosivo a nivel orquestal en una lucha titánica de dinámicas muy actuales. Como escribe Mallada «En síntesis, las campanas sirven para dotar a la obra de un contexto armónico nada tradicional sobre el que se urde un concierto donde se conjugan la consabida dialéctica entre el solista y la orquesta, pero donde el piano trata de integrarse en la sonoridad general de la obra, demostrando el oficio, la originalidad y las facultades compositivas de su autor».

Y campanas de gloria en la despedida a la arpista polaca Danuta Wojnar, 40 años en nuestra tierra además de ser fundadora de la OFil desde aquellos tiempos de OSCO, una institución en la música asturiana a quien Noelia Rodiles le entregó su ramo de flores, con palabras de Lucas Macías y la propia principal Danuta que pasa a engrosar el «selecto club de músicos jubilados» en plena madurez.

Para Beethoven Fidelio fue “su hijo más querido” y en cualquier momento su música se hace necesaria. Si la ópera trabajaba los recursos y valores revolucionarios además de «heróicos» que aparecían en la “Tercera”, el obsesivo sordo genial le hacía rehacer constantemente sus manuscritos y tras su crisis depresiva de 1802 a causa de su incipiente sordera, la segunda de las cuatro oberturas para esta ópera,  (Leonora nº 2) encierra todo el dramatismo que Macías y la OFil mostraron sin complejos. Como en el foso para Fidelio pero con la acústica del auditorio de Rafael Beca, pudimos rememorar las mazmorras sevillanas o el aria de Florestán “In des Lebens Frühlingstagen”. Desde el podio fuimos paladeando la lenta y pesante Introducción con unas maderas bien empastadas y realzando los silencios tan importantes en el romanticismo y toda la música. En el allegro la cuerda se defendió limpia lo mismo que en el Presto final con una trompeta natural fuera de escena que anunciará no solo la llegada del emisario real a la prisión sino el ejército coral de leones para la Fantasía con el retorno de la pianista avilesina.

La Fantasia para piano, coro y orquesta, opus 80, dedicada al rey Maximiliano José de Baviera, está concebida en dos partes de longitud desigual: un Adagio (iniciada por una cadenza improvisada del piano solo de 26 compases) y un Finale formado por varias secciones de diferente tempo: allegro, meno allegro, allegro molto, adagio ma non tropo, marcia, allegro, allegretto, presto. Es una marravilosa fantasía libre para piano solo, conjunto de variaciones de la pieza “Seufzer eines Ungeliebten – Gegenliebe” (del propio Beethoven) y como concierto para piano que parece estar experimentando su «Emperador».

El inicio de Rodiles con el aplomo ya mostrado en las «campanas» y la fuerza llena de limpieza en todas sus intervenciones, diálogos con la orquesta que no flojeó en ninguna de sus secciones bien concertado todo por Lucas Macías (y de memoria toda esta segunda parte). El tema desarrollado es otro «banco de pruebas» para la Oda a la Alegría, cambiando a Schiller por el poeta Christoph Kuffner, y la letra traducida además de proyectada en el escenario.

LDO hoy con 45 voces sonó inmenso, en su línea de perfecta afinación, matices extremos y total entrega, destacando los cuatro solistas (las sopranos María Peñalver San Cristóbal y Elena Rosso Valiño, la contralto Andrea Gutiérrez D’Soignie, los tenores Jairo Flórez Gutiérrez y Jesús Fernando Torres Delgado, más el bajo Jesús Gavito Feliz). Cuando el público queda con ganas de volver a escuchar esta fantasía es por las emociones y belleza de una partitura que nunca cansamos de escucharla, con un piano impoluto pasando del protagonismo al diálogo, disfrutando de todas las variaciones en madera y cuerdas solistas, atmósferas preparadas con las «campanas de Burgos» para transitar entre lo lírico, lo majestuoso y el mejor fundido de piano, orquesta y coro con Lucas Macías perfecto maestro bruñidor. «Inmejorable
preludio del universal canto de fraternidad»
(Mallada scribit).

PROGRAMA:

1. Marie Jaëll (Steinseltz -Alsacia-, 17 de agosto de 1846 – París, 4 de febrero de 1925):

Harmonies d’Alsace

2. Manuel Martínez Burgos (Madrid, 1970):

Cloches, concierto para piano y orquesta *:

I. La vallée des cloches – II. La cloche “Wamba” – III. Grande volée de cloches à Notre-Dame de Paris – IV. Cadenza – V. Finale

* Estreno absoluto. Partituras propiedad de Universal Edition A.G.

3. Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770-Viena, 1827):

Obertura Leonora nº 2, op. 72

Fantasía para piano, solistas, coro y orquesta en do menor, op. 80 (Fantasía coral)

I. Adagio – II. Finale: Allegro – Allegretto – Allegro molto –
Adagio ma non troppo – Marcia, assai vivace –
Allegro ma non troppo – Presto

Un menú coral de muchas estrellas

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Domingo 8 de octubre, 20:00 horas. Colegiata de San Juan Bautista, Gijón. Concierto de inauguración de la Temporada 2023-2024 de Aurum y El León de Oro (cuarta  bajo el mecenazgo de SATEC). «Menú degustación», obras de varios autores. Directores: Elena Rosso y Marco A. García de Paz. Fotos de Beatriz Montes y propias.

Domingo de temperatura veraniega empezando octubre y nueva escapada a Gijón, esta vez para disfrutar de un menú degustación a cargo del coro femenino Aurum que dirige Elena Rosso, y Marco A. García de Paz con El León de Oro (LDO), quien también presentaría cada uno de los tres grandes bloques en que se estructuró este concierto donde hubo música renacentista y contemporánea, con algunos «aperitivos» de los programas que nos esperan, algunos ya escuchados en distintos festivales corales nacionales.

Tanto Aurum como el LDO siguen manteniendo sus altos niveles de calidad: empaste, afinación, amplios matices, dominio absoluto del repertorio, musicalidad, y una renovación de voces condservando el «núcleo duro» que amalgama y permite a este proyecto afrontar tanto el repertorio «de siempre» como nuevas obras, sin perder nunca la esencia de una forma de vida coral única en estos más de cinco lustros, continuando una proyección internacional que ningún otro coro español tiene.

Abrían un menú musical Aurum con dos obras de su programa «¡¡¡CAN-TA-TE!!»Cantate Domino de Hans Leo Hassler (1564-1612) y el motete Sancta et inmaculata de Francisco Guerrero (1528-1599), voces iguales pero de amplia tesitura, sonoridad perfecta y cuerdas de emisión cristalina.

Punto y aparte dos obras del gallego Julio Domínguez (1965), uno de los compositores de cabecera de los gozoniegos, para el Pregón de las Fiestas del Socorro en el Luanco de donde partió este sueño coral: primero Rompeolas, con los habituales cambios de posiciones siempre buscando sonoridades distintas, después esa maravillosa D’Alborada que incluye efectos como silbidos, taconeo o movimiento mientras reconocemos temas asturianos como «Esta noche ha llovido», «Ayer vite na fonte»  reagrupándose en cuatro grupos cual diálogos escénicos con la solista María Peñalver San Cristóbal, o un final asombroso con «Dónde vas por agua» rítmico y obra perfecta para las féminas doradas que nos dejaban con buen sabor de boca con el de Ponteareas.

El segundo bloque, ya con el LDO (donde se sumarían varias voces de Aurum) se centraría en la música del renacimiento, una de las señas de identidas del coro gozoniego, el «Kyrie» de la Missa Praeter rerum seriem (George de La Hèle, 1547-1586) dentro del proyecto «Praeter rerum seriem» que ya ha interpretado el pasado año y durante el actual, después movimientos de los componentes para otro plato fuerte dentro de «Cadere ad inferos» que llevaron a Álava y Estella: el Incipit lamentatio de Thomas Tallis (c. 1505-1585), el tactus renacentista bien entendido por Marco de Paz, con las voces extremas que abrazan esa sonoridad única que culmina con un Jerusalem que nos redime de todo mal. El último plato que llevarán pronto al CD dentro de su contrato con Hyperion© y a Madrid, la «segunda capital» del director, son «Los Maestros Flamencos en la Corte Española» con el Regina Caeli de Philippe Rogier (1561-1596) a doble coro, la versatilidad de los luanquinos y la apuesta por unas obras que nunca son iguales y por algo eran las preferidas de una corte más culta que la actual.

El tercer bloque aún traería más contundencia, como los buenos menús, al centrarse en obras contemporáneas y un «aperitivo» con piano del repertorio sinfónico coral donde LDO también está muy solicitado. Primero Nunc Dimittis de Arvo Pärt (1935), uno de los compositores preferidos del director que con su coro suenan sencillos pese a la complejidad de la sencillez buscada por el estonio, unos fragmentos del Réquiem de Verdi (1813-1901) que podremos disfrutar en Oviedo dentro de los «Conciertos del Auditorio» el próximo 24 de noviembre y de nuevo a la Oviedo Filarmonía y Lucas Macías el 28 de abril próximo, hoy «suplida» con el piano de Óscar Camacho, al que se sumará el Joven Coro de Andalucía para redondear casi 80 voces en la monumental misa del de Le Roncole. Esta «versión reducida» sonó igual de impactante desde el inicio, el Dies Irae verdaderamente «terrorífico» sin excesos pese a la enorme sonoridad mostrada por «los leones» o el Libera me que redondeó  esta especie de «sorbete» entre platos, contando nuevamente con la solista María Peñalver, nerviosa por la responsabilidad de «emular» a la prevista para Oviedo Dinara Alieva, y que no empañó un avance de lo que nos espera en la capital asturiana, agradeciendo el apoyo municipal carbayón al Concejal de Cultura David Álvarez presente entre el público.

El postre, con presentación aparte, vendría con Sator, obra escrita por el noruego Bodvar D. Moe (1951) a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001 que está basada en el palíndromo de origen y significado inciertos
“Sator Arebo Tenet Obera Rotas”, invocación que se utiliza en Laponia para restañar las hemorragias, y aquí por extensión para detener el derramamiento de sangre. Con múltiples efectos sonoros incluyendo un rítmico pandero, esta obra sonará en la «Jornada de Puertas Abiertas» que celebrará el LDO el próximo mes de noviembre en Lugones y Avilés, y al que están invitados aquellos cantores amateurs que quieran disfrutar como «leones» con obras tan actuales y emocionantes como este Sator.

Aún quedaría el regalo cual café con chupito del prolífico Eric Whitacre (1970) y su Sainte-Chapele, un encargo para los 40 años tan bien cantado por Peter Philips y The Tallis Scholars como estos fieles y aventajados alumnos del LDO y Marco A. García de Paz.

Una temporada que intentaremos degustar al completo, «arrancando» el Día del Pilar con Los Peques y Aurum en la Catedral de Oviedo, y que este domingo de verano en octubre pudimos saborear cual restaurante de muchas estrellas corales para mostrarnos la excelente carta de El León de Oro y Aurum con sus respectivos «master chefs».

VIVAnco con Victoria de ORO

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Domingo 14 de mayo, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de cámara: X Primavera Barroca. El León de Oro, Marco A. García de Paz (director): Erat autem quidam homo, obras de Vivanco, Tejeda, Guerrero, Victoria y Lobo. Fotos propias y cortesía de Beatriz Montes.

Avanza hacia el final esta décima Primavera Barroca ovetense, en colaboración con el programa «Circuitos» del CNDM, trayéndonos a nuestro mejor coro, El León de Oro (LDO) en otro concierto de repertorio renacentista donde los «leónigans» disfrutamos con esta formación que aunque se mueve bien en todas las épocas, está claro que la polifonía de nuestro Siglo de Oro la llevan en vena y son referente para el relevo generacional del coro luanquín, el cual sigue manteniendo en estos  26 años su «núcleo duro» cual bastión infranqueable en las obras que les han consagrado a nivel mundial. Las nuevas incorporaciones irán tomando confianza en las entradas y sintiéndose seguras en unas obras siempre difíciles por tesitura en todas las cuerdas (especialmente las agudas), con desdobles para todas las combinaciones «marca de la casa», y el siempre complicado tactus que el maestro García de Paz les imbuye creciendo con ellos desde una consolidada madurez al frente y el pleno entendimiento con su coro.

Y aprovechando el reciente cuarto centenario del fallecimiento del compositor abulense Sebastián de VIVANCO (ca. 1551-1622), Los Leones nos ofrecieron lo mejor de su repertorio «a capella» donde escuchar parte de la «terna» (sólo faltó Morales) con un Victoria impresionante (el más aplaudido incluso antes de finalizar las obras) junto a un Lobo de altura, o al menos conocido Tejeda, e incluso recuperar obras que suponen un estreno en nuestros tiempos.

De todo ello el protagonista sería VIVANCO del que en todas las combinaciones o agrupaciones flexibles a que nos tiene acostumbrados el coro gozoniego, desplegaría sus reconocidas cualidades de afinación, empaste, dinámicas, fraseos, dicción y todo lo que queramos añadir.

Así sonaron cinco de los cien de motetes atribuidos al Maestro en su fructífera época salmantina de la cátedra de Música de su Universidad, tres de ellos recuperados (e indicados con ø+): Erat autem quidam homo, que daba título a este concierto, O quam suavis est, Diligite inimicos vestros (ø+) en un primer bloque, y tras Guerrero, Cum ieiunatis (ø+) y O Rex gloriae (ø+). Magisterio compositivo e interpretativo, fraseos claros, balances para degustar una escritura polifónica rica que en distintas combinaciones y número fueron llenando el grueso del programa según fuesen a cuatro voces, cinco (Cum ieiunatais) o las impresionantes seis voces del último, con total control dinámico plegado al latín donde la mezcla de juventud y veteranía se nota por un esmerado trabajo, especialmente en los finales.

Antecesor de Vivanco en la capilla salmantina, el zamorano Alonso de TEJEDA (1540-1628) también rescatado para nuestro tiempo, nos dejaron el motete a cinco voces Hodie in monte (ø+) sobre la transfiguración, la misma que LDO ofrece en cada página. Breve pero impecable, bien situado en el orden del concierto, sin pausas, dotando de unidad «argumental» además de vocal y agradecidos de ampliar un repertorio donde los asturianos siguen siendo un referente coral en nuestros días.

De la trilogía o «tridente dorado», nada mejor que escuchar a Francisco GUERRERO (1528-1599), primero con las voces blancas en el Sancta et immaculata (1589) que aprovechan la «Cantera Aurum» en este canto a la Virgen para tres voces de sopranos y una de alto, ideales por su tesitura brillante para esas dos cuerdas femeninas que mantienen un color y volumen dignos de admiración; proseguirían con la villanesca Mi ofensa es grande (1589), la única que no se cantó en latín pero igualmente de dicción clara en su polifonía; el Ave Virgo sanctissima (1566) a cinco voces (con dos de tiple) sería otro nuevo despliegue vocal, especialmente en los registros extremos (sopranos y bajos), más el motete funerario a seis voces Hei mihi, Domine (1582) que se escuchó en las exequias por Felipe II celebradas en la catedral hispalense en 1598, tal y como nos cuenta en las notas al programa Pablo J. Vayón. Buena elección y colocación de las distintas obras y formas utilizadas (antífona mariana, villanesca, motete) por el maestro de capilla sevillano avanzando ya una policolaridad que el LDO interpreta como pocos dada la versatilidad de sus componentes.

Manteniendo el sabor y buen escribir de la escuela andaluza de polifonía con Guerrero al frente, no podía faltar en este concierto Alonso LOBO (ca. 1555-1617), único que ostentó las dos principales maestrías de capilla de entonces (Toledo y Sevilla), cuyo Versa est in luctum (1598) «prologó» y nos preparó para el gran Victoria de la mejor manera posible.

Y paisano de Vivanco además de compañero en la escolanía de la catedral abulense, Tomás Luis de VICTORIA (ca. 1548-1611) sigue poniendo la carne de gallina cuando lo escuchamos al LDO. La «semilla PP» ha prendido y aprendido en estas voces, nuevamente «refrescando repertorio» para las veteranas y transmitiendo magisterio a las jóvenes. Sus dos antífonas marianas a ocho voces nos trajeron las 31 voces (8-7-8-8) de este coro único y al completo para el «compositor de oro»: Regina coeli, que volvió a emocionar a un auditorio entregado (aunque «algo novato» por interrumpir antes de finalizar) tras el primer Aleluya que bisarían al final, y la Salve Regina, impresionante entendimiento vocal, todos plegados y entregados al maestro García de Paz, doble coro cual estéreo renacentista, dinámicas extremas sin perder nunca afinación, empaste o fraseos, contrastes perfectos con estas obras que son cual «ADN dorado». Si Vivanco sirvió de hilo conductor, Victoria volvió a vencer.

 

Nota: (ø+ ) Recuperación histórica, estreno en tiempos modernos.

Un Haydn de oro

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Sábado 18 de marzo, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio: Berit Norbakken (soprano), Esther Kuiper (mezzo), Stuart Jackson (tenor), Henk Neven (barítono), El León de Oro (director Marco A. García de Paz), Orchestra of the Eighteenth Century, Daniel Reuss (director). Obras de Haydn.

Otro concierto para recordar en «La Viena Española» dedicado a Franz Joseph Haydn (1732-1809), puro clasicismo enmarcado en el llamado Sturm und Drang (del alemán “tormenta e ímpetu”) con una formación de referencia como es la «Orquesta del siglo XVIII» que fundase allá por 1981 el legendario Frans Brüggen, que sigue inspirando desde su muerte en agosto de 2014 a su formación de amigos de veinte nacionalidades, donde sigue desde su inicio nuestro querido Emilio Moreno en la viola junto a otros españoles, y en la primera parte dirigidos por Alexander Janiczek desde su posición de concertino, demostrando que la formación mantiene la disciplina y calidad en su repertorio.

Un placer la sonoridad y rigor interpretativo de esta orquesta internacional que comenzaba su concierto con la Obertura  de la ópera L’isola disabitata, en cierto modo una sinfonía en miniatura por los cambios de tempo y auténticamente «tormentosa» además del «ímpetu», con una cuerda resistente y delicada en colocación vienesa, como era lógico, maderas y metales naturales más unos timbales que nunca sobrepasaron el gusto global por una tímbrica homogénea en todo el concierto.

La perturbante Sinfonía nº 26 en re menor, Hob. I:26, compuesta en 1768 ó 69 lleva por título «Passio et lamentatio», directamente «Lamentatione» y como en esta época inicial del llamado «padre de la sinfonía» con solo tres movimientos (I. Allegro assai con spirito – II. Adagio – III. Minuet. Trio), que tiene su inspiración en las dramatizaciones musicales en torno a la muerte de Jesús mientras Haydn trabajaba para los príncipes Esterházy. De nuevo aparece el espíritu de «ímpetu y tormenta» con una cuerda poderosa, un viento donde el oboe se erige protagonista en el Allegro inicial y las trompas bien afinadas de musicalidad plena en perfecta conjunción de madera y metal; un Adagio delicado y compactado, en el «tempo giusto» para la plegaria entonada por unos «cuernos» contenidos y de nuevo el oboe piadoso lleno de lirismo; el Minueto con trío final nos llevaría por sentimientos opresivos y en cierto modo hipnóticos (como escribe Pablo Gallego en las notas al programa) por su expresividad, dinámicas y fraseos a cargo de esta orquesta de leyenda.

Manteniendo este halo espiritual la segunda parte la ocuparía la Misa nº13 en si bemol mayor, Hob. XXII:13 «Schöpfungsmesse» (Misa de la Creación) con nuestro mejor coro, el LDO y un cuarteto solista ideal para estas obras, en colocación «cambiada» de izquierda a derecha: la mezzo holandesa Esther Kuiper de registro corpóreo que brilló sola y en los conjuntos, siendo la más destacada de los solistas desde su primer Kyrie; la soprano noruega Berit Norbakken de volumen algo corto aunque suficiente por su proyección y color; el bajo barítono neerlandés Henk Neven que quedó totalmente opacado en los conjuntos aunque el timbre fuese idóneo; y el tenor inglés Stuart Jackson, enorme de presencia aunque pequeña y bella voz como suele ser en los cantantes que salen de los coros escolares británicos, verdadera cantera vocal de la música barroca que con el paso al clasicismo, más al sinfónico coral, supone un plus que no tiene.

Punto y aparte el coro asturiano que con 37 voces no tuvo problemas en ningún momento. Atento Daniel Reuss a sus difíciles intervenciones con muchos cambios de compás y aire, el LDO se mostró seguro, afinado y hasta cómodo pese a los registros extremos donde nuevamente las sopranos volvieron a asombrar por la pureza de sonido y el empaste global de todas las cuerdas. Articulación y fraseos perfectos, pronunciación exquisita en latín eclesiástico, dinámicas perfectas y siempre presente, con un Gloria potente y un Sanctus-Benedictus «de disco» por destacar sólo estas de las seis partes que tiene esta misa. Maravilloso comprobar que los relevos generacionales junto al sustento veterano no les ha hecho perder ninguna de sus cualidades en la búsqueda de la belleza coral que volveremos a disfrutar en la Primavera Barroca.

El público casi se comportó como en una verdadera misa a lo largo del ordinario proyectado en latín y traducido al español, con la Orchestra of the Eighteenth Century refinada en sonido, metales brillantes pero nunca hirientes escoltando trompas y trompetas a las maderas aterciopeladas, timbales presentes (mimando el Sanctus), órgano de registro perfecto (en Et incarnatus est) y la cuerda con dinámicas extremas siempre apoyando a solistas y coro con el gesto claro de Daniel Reuss «oficiando» esta misa maravillosa de las muchas que compuso «papá Haydn» que irá multiplicándose para  ensayarla e interpretarla con distintos coros en esta gira española, en Oviedo con el orgullo «leónigan» de tener a Marco al frente del nuestro mientras sigue triunfando con el de RTVE.

Carta a SS.MM.

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Muy señores nuestros, si me permiten este trato epistolario:
Como todavía queda algo de inocencia (será por los años), lo único que les pido a Los Magos (lo de reyes cada vez lo llevo peor y no solo por esta tendencia mía a La República) es pasar definitivamente este «bicho» del Covid que lleva ya demasiado tiempo entre nosotros y ha trastocado todas las vidas, además de llevarse muchas por delante.
Musicalmente, y a la vista de las aún cambiantes circunstancias, mantener toda la música posible, aunque vuelvan las mascarillas y todas las medidas que ya hemos asimilado manteniéndolas en el transporte público, hospitales o farmacias. Sé que la salud es el mejor regalo en estos tiempos.
Sin necesitar aniversarios pido, como todo los años que son como mi Scalextric, poder escuchar en Asturias la Octava Sinfonía «De los Mil»  de Mahler con todas nuestras orquestas (OSPA, OvFil, la Universitaria ya renacida), coros («El León de Oro», grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la Fundación Princesa, la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» y también la Escolanía de Covadonga con la de San Salvador…) más nuestros solistas, de los que tenemos un montón y ¡de primera! en mi querida Asturias y de todas las tesituras: Beatriz Díaz, Elena Pérez Herrero, Ana Nebot, Mª José Suárez, Lola Casariego, la joven María Heres, Alejandro Roy, David Menéndez, Miguel Ángel Zapater, Juan Noval-Moro… (algunos «adoptados» o directamente de nuestra familia cordobesa). Sería lo más deseado de mi larga lista… Para todos ellos siempre les pido a ustedes mucho trabajo, pues los éxitos llegan con el esfuerzo y eso no les falta nunca.
Eso sí, mantengo mi ilusión de tener a Pablo González como director de un acontecimiento que saben me copió Dudamel, al que le perdono casi todo… y mi tocayu ya dirigió en Barcelona cuando estuvo de titular y ya que se despide este año de la OCRTVE, aprovecho para pedirles le diesen una orquesta para este 2023 y siguientes. Ya por redondear este paquete, podrían traernos un concertino para la OSPA, pues llevamos huérfanos y necesitados desde la jubilación de nuestro querido Sasha. Darles las gracias porque sí nos trajeron al fin un titular, y además «vecino».
Con la ilusión infantil de este día tampoco quiero olvidarme de pedirles mucho trabajo para Forma Antiqva, esperando les llegue un Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a los hermanos Zapico que pese a todo, siguen «a tope» haciendo historia volando desde casa, y que sigan grabando nuevos discos, juntos y por separado, pues siempre son el mejor regalo.
También quiero recordar a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital Carmen Yepes en Madrid a la cabeza de los también docentes como Mario Bernardo, sin olvidarme de mis admirados Diego Fernández Magdaleno, Judith Jáuregui o Gabriela Montero, a quienes les vendrá bien seguir trabajando mucho en este recién estrenado 2023 tras irse recuperando todos ellos de un 2021 para olvidar.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de Jorge Muñiz junto a las de la joven e inconmensurable pareja Guillermo Martínez y Gabriel Ordás que en el año pasado han seguido de lo más inspirados, regalándonos muchos estrenos, tal como les había pedido en mi carta del 2022.
Gracias también por hacer que La Dama del Alba de mi querido Luis Vázquez del Fresno se estrenase en esta temporada de los 75 años en Oviedo.
Y por mantener la ilusión aunque como dice mi madre «parece que te hizo la boca un guardia» (?), continúo pidiendo a los llamados «gestores culturales» les den mucho más trabajo a los de casa, no por patrioterismo o «aldeanismo» barato sino por la calidad contrastada, incluso que varíen de agencias de contratación… saben de sobra que la Cultura ha demostrado además de ser Segura resultar la mejor inversión.
Este año no pido nada para mis jóvenes violinistas favoritos que se van haciendo mayores, pues están trabajando y bien (Ignacio Rodríguez sigue emigrado a Alemania y María Ovín en la OSPA), creciendo como personas y artistas… solo desearles que continúe el éxito.
Para mi adorada Beatriz Díaz siempre les escribo otra carta porque se merece todo lo que le traigan en este 2023 y más. Además de darle de nuevo las gracias, felicitarla por un repertorio que sigue creciendo tanto como su agenda aunque espere mucha más ópera y zarzuela en el Campoamor como protagonista, pues al fin le han traído para este año su esperada Mimí en Alicante (donde le han cambiado su apellido Díaz por Martínez), por lo que les sigo pidiendo la lleven al Teatro Real de Madrid o al Liceu barcelonés. En Tokio o Brasil ya ha triunfado, en Italia «la piccolina» ya es casi suya, y continúa teniendo fechas por Europa, pero recordándoles que en Londres, Viena o Nueva York aún no se han enterado cómo canta, y Vds. lo saben por ser Magos… la magia de la soprano allerana es tan única como la suya y debemos compartirla.
Para la ópera necesitaría otra carta de adulto, pero mi mamá dice que valer ya de pedir… al menos mantenerla en Asturias apostando por títulos nuevos sin olvidarnos de los «top» y seguir dando oportunidades a nuevas voces y públicos.
A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre «MUCHO CUCHO®» antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir otra misiva más detallada para tantos como tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la «maldición» ENTRE MÚSICOS TE VEAS). Al menos me consta que los envíos llegan a destino y se agradecen, incluso con emoticonos que son universales.
Por ultimo no quiero olvidarme de mi Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2022. A pesar de todo (de la Lotería no les pido que toque, ya lo hacen mis músicos) espero mantengan su Banda Sinfónica, dirigida por Antonio Cánovas al mismo nivel tras cuatro años sin parar (ni siquiera con el Covid), y llevando su música, además del nombre de nuestra «Hermosa Villa» lo más lejos posible (este pasado año ya estuvimos por tierras murcianas), con una calidad y programas que son la envidia de muchos. Salud es lo importante porque ganas e ilusión no faltan.
A propósito, si pudieran dejar la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales en este mi primer curso fuera de ella. Pero veo que la LOMLOE  (Ley Celáa) sigue empeorando leyes anteriores (y dicen que van ocho en 35 años),en pos de una generación de ignorantes digitales, aunque mantengo la esperanza que algún día se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia que intenta reescribir la historia a base de tantos eufemismos. Aunque suene un tanto repipi la esperanza nunca la pierdo.
Gracias señores majos y Magos (de donde vengan) utilizando el transporte que tengan (saben que los carburantes están tan caros como el pienso) sin entrar en cabalgatas que no opino, y menos las que se inventaron el año pasado como ¡estáticas! y con Baltasar descolorido… Que sigan llenándonos de esperanza e ilusiones todos los días del año.
Y como siempre, que no se me olvide

¡Hala Oviedo!

Pablito, 12 años.

Oro molido… y cantado

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Martes 15 de noviembre, 19:45 horas. Sociedad Filarmónica de Oviedo, Concierto 15 del año 2020 (2.040 de la sociedad). El León de Oro, Marco Antonio García de Paz (director): Tres estaciones de la belleza. Obras de S. Vivanco, F. Guerrero, T. L. de Victoria, A. Makor, J. Gavito, J. Vila, J. Busto, J. Domínguez y A. Alcaraz.

La centenaria sociedad ovetense acogió este martes a la formación coral asturiana más internacional y laureada de nuestro panorama musical, El León de Oro (LDO) que cumple ya sus bodas de plata pero por el que los años siguen manteniéndole en todo lo alto, «polifonía de oro» con la renovación generacional lógica de los años que no influye para nada en su excelencia, siempre con el sustento de los pocos fundadores aún en activo sirven para mantener aglutinado un verdadero estilo de vida y una forma de entender la música coral transmitida por el Maestro García de Paz, que además está llevando al Coro de RTVE a unos estándares en la línea de su «coro imagen».

El programa que trajeron hasta el teatro musical ovetense se organizó con el título tan sugerente de Tres estaciones de la belleza, casi un catálogo del amplio repertorio de nuestro coro «dorado» al que los «leónigans» rendimos culto, con obras muy trabajadas para esta temporada, caso de Sebastián de Vivanco (1591-1622) del que se conmemora su 400 aniversario, emparejado con otros dos grandes habituales en las voces del LDO, Guerrero y Victoria,  primera estación renacentista donde todos ellos brillaron al mismo nivel, pero colocando al compositor abulense en el lugar que le corresponde junto a la llamada «trilogía de oro» que los luanquinos interpretan como pocas formaciones y tantas alegrías les han dado desde el feliz maridaje con Peter Phillips. De Vivanco nos dejaron tres motetes con el sello inconfundible de los asturianos: jugando con 24-25-26 voces bien equilibradas y balanceadas, de afinación perfecta, emisión cuidadísima y una interpretación de calidad bien llevada por Don Marco que transmite no ya amor por esta música sino un magisterio de cátedra en perfecta simbiosis con sus coralistas. Y en el mismo bloque el Ave virgo sanctissima de Guerrero con todas las virtudes ya conocidas para finalizar esta primera «estación de belleza» con el Regina coeli de Victoria capaz de seguir emocionando con un doble coro en una acústica irreconocible por lo buena que resultó para estas voces únicas, bisándolo de regalo.

Segunda estación que mantuvo el latín como texto pero cantado para nuestro tiempo, O lux beata trinitas del esloveno Andrej Makor (1987) al alcance de pocos coros por la complejidad que con el LDO no se aprecia por su facilidad para estas partituras, otra joya de nuestro Jesús Gavito (1979) como es O sacrum convivium, uno de los componentes habituales del coro que hoy la docencia le impidió volver a disfrutar, como nosotros, de su magnífica obra interpretada por su «otra familia»; parada In Paradisum del catalán Josep Vila (1966) para degustar unas cuerdas deliciosas de color donde siempre me asombran las sopranos que son increíbles por sus agudos impolutos llenos de matices sin excesos, arropadas por los bajos contundentes a la vez que delicados, sustento coral necesario junto a todo el «tejido» de tenores y contraltos. Y qué decir del doctor Javier Busto (1949) cuyo O magnum mysterium sólo los «leones» pueden mantener en su ADN coral en estos 25 años las distintas generaciones que por él han pasado y pasarán.

Belleza de la estación tercera, también contemporánea de inspiraciones folklóricas porque en todos los estilos LDO mantiene su nivel de entrega y calidad, con dos obras del gallego Julio Domínguez (1965), otro de los compositores fundamentales del coro, con El mar se rizó a contrapelo de bellísima escritura e interpretación, o Si la nieve resbala de sus «Cantos asturianos», donde el público pudo comprobar la riqueza de nuestra tradición elevada a la excelencia coral bien compuesta. «Cuatro Jotas» de Jesús, Josep, Javier y Julio, antes de finalizar con otra de las obras que están como el mejor escaparate «dorado», la Fariñona y marañueles del alicantino Albert Alcaraz (1978), el legado que pasa por todos los cantantes de oro en estos 25 años y esperando siga transmitiéndose de generación en generación, pues no sólo refleja el espíritu asturiano allá donde lo cantan sino también la riqueza de nuestro patrimonio musical cuando se afronta desde el conocimiento coral y se interpreta con la altura de miras de El León de Oro.

De oro y plata: espejos y reflejos

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Sábado 1 de octubre, 20:00 horas. Colegiata de San Juan Bautista (Espacio Liberbank) de Gijón. Espejos y reflejos: El León de Oro (LDO), Marco A. García de Paz (director). Obras de varios autores. Fotos propias y cortesía de Beatriz Montes.

No se puede comenzar mejor este octubre que asistiendo al primero de los conciertos de la temporada del LDO en sus bodas de plata, 25 años que nos han pasado volando, o mejor «en un cantar», un pedazo de mi historia como «leónigan» viéndoles crecer, asentarse, renovarse y siempre sorprendiendo por su permanente búsqueda de la perfección y la belleza, buscando la excelencia con el buen hacer que les acompaña como sello inconfundible desde sus inicios en el bar homónimo de Julio García de Paz en Luanco, convirtiéndoles en todo un referente coral con su proyecto (Aurum y Los Peques) además de  reconocerles como uno de los mejores coros españoles (yo diría europeos sin que me ciegue la pasión).
El título del concierto, Espejos y reflejos, lo describe el propio Marco en las notas al programa: «Celebramos lo que hemos sido, lo que somos y lo que esperamos llegar a ser», un programa donde pasaron revista a las obras que «nos acompañaron en nuestros inicios, que nos hicieron madurar, aprender, enfrentarnos a retos que parecían imposibles, que nos hicieron destacar y crearnos un nombre y que marcan el camino por el que queremos  seguir transitando». Fieles siempre a un estilo propio, conjugando pasado, presente y futuro con un relevo generacional que mantiene la base inamovible y segura, necesaria para el aprendizaje de las incorporaciones.
El pasado, más presente que nunca, con sus interpretaciones del Renacimiento español que les abrió puertas en Inglaterra de la mano de Peter Phillips, un hito y colaboración más allá de lo discográfico, un amigo. Este sábado Vivanco, celebrando el cuarto centenario de su muerte, Guerrero que junto a Victoria (sólo faltaba Morales) completan la «trilogía dorada» que sigue brillando en sus voces: abriendo concierto O quam suavis de Sebastián de Vivanco (1551-1622), empaste ideal, vocalización precisa y la afinación inconmensurable; Mi ofensa es grande y Sancta et immaculata de Francisco Guerrero (1528-1599), la segunda con unas voces blancas siempre impresionantes por unos agudos penetrantes pero aterciopelados y las graves como diría mi compañera de silla, «dulces», para finalizar este bloque con el Regina coeli de Tomás Luis de Victoria (1546 -1611), marca de la casa, el fraseo impoluto, el empaste y equilibrio que dan las voces extremas a modo de sustento perfecto para la edad de oro de la polifonía a cargo de unos leones con muchos quilates.
Presente de compositores que han encontrado en el LDO la mejor formación coral para sus obras y el coro asturiano caminos explorados sin etiquetas, otra trilogía actual con Vila, Dubra y Busto, dedicándole Marco a Óscar Camacho este segundo bloque «presente» en el que causas más cinéticas que «cinégeticas» obligaron a nuestro querido compañero a «chupar banquillo» pero reconociéndole públicamente su trabajo en la sombra a lo largo de tantos años con sus amigos: In Paradisum de Josep Vila i Casañas (1966) verdadera maravilla del sabadellense que en estas voces resulta realmente «paradisíaco», el llamado arcón del que siempre salen obras que han marcado el devenir del coro luanquín; continuarían con un estratosférico Stetit Angelus de Rihards Dubra (1964) en la línea polifónica báltica de nuestros días con este letón que parece componer a medida de los «leones», cómodos en estas obras arriesgadas pero verdadera apuesta por la música actual en las voces con más futuro: para rematar este segundo bloque O magnum mysterium de Javier Busto (1949), la partitura que está en los genes de nuestro coro y el propio doctor de Ondarribia sigue asombrándose por la interpretación de un LDO sonando cada vez mejor, como comentaría el propio Marco, pues en estos tiempos sigue luchando por superarse.
Y futuro esperanzador manteniendo la labor de transmitir nuestro legado español transitando todas las épocas con la misma entrega y calidad, repertorios actuales que conocen de primera mano trabajando duro para afrontar obras que están al alcance de muy pocos coros, desde la apuesta por Ugalde (las mujeres al fin protagonistas) y Alcaraz hasta el icono coral de nuestro tiempo, Whitacre, siempre en busca de la excelencia: como muestra de calidad el Miserere de Eva Ugalde (1973) a cargo de ellas, parte de las Aurum integradas en LDO incluyendo a la propia Elena Rosso (un auténtico placer escucharla entre iguales); el Ecce quomodo moritur justus de Albert Alcaraz (1978) constituye otra de las obras del  compositor alicantino con el que este coro se identifica y hace suyas todas sus obras; finalmente Sainte-Chapelle de Eric Whitacre (1970), polifonía de hoy para coros con solera entre los que se encuentran los asturianos, arranque gregoriano digno de abadías, coralidad impregnada de buen gusto y una interpretación con mucho recorrido antes de engrosar el amplio arcón que en estos 25 años tienen los gozoniegos.
Tres bloques diferenciados, escuchados cada uno con un silencio respetuoso por un público ensimismados ante la calidad de unas voces que hoy, sin llegar a 30, sonaron equilibradas, afinadas y entregadas en un marco de belleza y acústica ideal para un repertorio que constituye la espina dorsal de este coro asturiano e internacional.
Agradecimientos a los mecenas, entre ellos SATEC, a los socios protectores, las administraciones públicas, a los colaboradores, amigos, y por supuesto a la irreemplazable Adela Sánchez. Y un regalo que no hacía falta presentar: Fariñona y marañueles del citado Alcaraz, con solo de Elena, la mejor estampa asturiana comprendida por el noveldense que tantos otros coros interpretan y el LDO lleva siempre en la mochila.
Y para despedirnos, del gran Jesús Gavito Feliz, docente, compositor, director y bajo fundador de estos «leones», En toda la Quintana que se estrenase en este mismo recinto, con solo de Sandra Álvarez, timbre ideal para esta obra nuestra armonizada «a medida» por el músico parragués que puso el mejor broche de oro para esta temporada de plata que los «leónigans» disfrutaremos todo lo que se pueda, esperando llegar a celebrar con ellos los 50 años. Hay cantera, ilusión y el objetivo de alcanzar la excelencia.
FELICIDADES LEONES

Ten piedad y danos la paz

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Miércoles 2 de marzo, 20:00 horas. Teatro Jovellanos, Gijón: Concierto 1646 de la Filarmónica de GijónCantus Missae: El León de Oro, Marco Antonio García de Paz (director). Obras de Rheinberger, Mendelssohn, Brahms y Whitacre.

Un miércoles de ceniza coral con varios monumentos vocales que nuestra formación más internacional y laureada como El León de Oro (LDO) trajeron a la temporada de la filarmónica gijonesa en un Jovellanos que presentaba una entrada excelente con los muchos leónigans llegados a la capital de la Costa Verde. El programa que ya pude disfrutar en Oviedo, fue de nuevo un «Monumento canoro» aunque el título esta vez fuese el de «Cantus Missae» por la misa de Rheinberger, más allá de toda creencia religiosa porque la música une, eleva el espíritu y siempre clama por la paz. Así se entendió por todos los presentes, recordando los momentos tan difíciles en Ucrania y la propia pandemia que sigue entre nosotros obligando a seguir «enfocicaos» tanto los asistentes como los cantantes, mascarillas que no nos impiden demostrar no solo que la cultura es segura sino que la música es la mejor terapia posible y que el LDO canta siempre bien hasta con la boca tapada.
La Misa en Mi bemol Mayor (Cantus Missae), Op. 109 de Josef Rheinberger (1839-1901) abría este emotivo concierto, pensada para gran coro, los 47 componentes sobre el escenario del Jovellanos volvieron a sonar «a capella» con su calidad superlativa, no importan los relevos generacionales porque exprimen cada cuerda al límite, capacidad dinámica, tesituras extremas, con las voces blancas siempre cálidas incluso en los pianísimos, hasta los bajos profundos, más graves siempre de agradecer porque son el verdadero sustento que hace brillar al resto de voces. «Señor ten piedad», sentimientos extramusicales en tiempos de guerra, trascendiendo lo religioso porque necesitamos piedad y amor por el prójimo independientemente de creencias, «hacer todo el bien posible» que escribiese Beethoven, una verdadera ceremonia coral que «los leones» llevaron a cabo bajo el sumo sacerdote Marco. Respetuoso silencio de un público agradecido (bisarían el Kyrie como agradecimiento y dedicado a un ucraniano del coro).
De Felix Mendelssohn (1809-1847) al que este coro conoce y se entrega desde siempre, dos salmos  que siguen siendo joyas vocales, Jauchzet dem Herrn, alle Welt (Salmo 100) y Richte Mich Gott (Salmo 43), casi seña de identidad del LDO, la inspiración en Bach, textos que tenemos traducidos en el siempre excelente programa de mano, hoy firmado por Violeta Rubio, entrega y recogimiento equilibrado, pronunciación alemana perfecta, cantos religiosos en esta «puesta en escena» profana para respigarse por tantas emociones desde el buen cantar.
Transitando por un romanticismo cada vez más necesario para toda formación, escucharíamos el monumental Geistliches Lied, Op. 30 de Johannes Brahms (1833 -1897), con el piano del corista Óscar Camacho hoy situado hacia atrás, para evitar los incómodos trasiegos, pero en línea visual con Marco A. García de Paz y «cantando» desde las 88 teclas, conocedor de las «respiraciones» desde el instrumento y con la ductilidad de su formación, el piano vocal ideal para el mejor Brahms coral.
Y final con Eric Whitacre (1970), el verdadero «romántico» de nuestro tiempo, revolucionario coral para nuestro «coro de oro» que canta como pocos al estadounidense, su When David Heard, más que un capricho de Marco, obra exigente a la que «su coro» llega en el momento ideal para interpretarla, las afinaciones extremas siempre controladas, los matices donde el silencio es más importante que nunca, arte vocal subrayando un sufrimiento que en la partitura está siempre presente, respeto de un público en total comunión con «nuestro león», todo un ejemplo de disciplina y trabajo, los ideales de un coro veterano por el que la mezcla generacional le mantiene como un gran reserva. No nos cansaremos de cada concierto único, irrepetible, con emociones imparables sin perder nunca esa «marca de la casa», polivalencia coral o policoralidad, la importancia de los impresioantes silencios intrínsecos a la propia música, dramatismo, afinación muy cuidada (e impagable), partitura y programa con la necesaria compenetración total de cantantes y director.
Si en la misa nos damos la paz antes del Agnus Dei, hoy musicado por Rheiberger, también pedimos Piedad al Todopoderoso (máximo rector o ente eterno, no importan las creencias ante el dolor) con el Kyrie cual plegaria cantada que se repitió más que de regalo, de sentida súplica coral.

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