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Folklore sinfónico de mi tierrina

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Jueves 2 de mayo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Concierto Extraordinario de la OSPAConciertu de les lletres asturianes. Martín García y Juan Barahona (pianos), Rafael Casanova y Francisco Revert (percusión), Daniel Sánchez Velasco (director). Obras de Bartok, Mª Teresa Prieto y Daniel Sánchez Velasco. Entrada gratuita.

El folklore ha sido y seguirá siendo fuente de inspiración para todo tipo de música y la sinfónica es la muestra del alcance que tiene. En este día tan asturiano la OSPA traía un programa casi «de la tierrina» (así somos aquí con los diminutivos), con dos pianistas de casa en el difícil concierto para dos pianos y percusión junto a los «adoptados» tras tantos años en la orquesta, un director y compositor que pasa del atril de clarinete al podio e incluso dirigiendo una obra que enlaza con la escritura de nuestra asturiana más universal y emigrada a México, desde donde recordará su patria chica pero también homenaje a su país de adopción. Por lo tanto se puede hablar de un concierto folklórico, popular y sinfónico en el día de las letras asturianas que es el mejor escaparate (y gratis) para disfrutar de la música, y como dicen ahora, «poner en valor» nuestro rico patrimonio.

El Concierto para dos pianos y percusión de Bartók tiene su origen en la “Sonata para dos pianos y percusión”, versión con arropamiento de una orquesta sinfónica pero con los valores musicales de la “forma sonata” intactos. La versión orquestal es de 1940 (la redacción original esta fechada en 1937) y fue publicada por Boosey & Hawkes, toda una síntesis estética que surge cual explosión que se manifiesta en una estructura aparentemente clásica al respetanr la estructura en tres movimientos: forma tripartita para el primer movimiento, una melodía lírica con una sección central contrastante en el segundo movimiento, y una suerte de rondó-scherzo marcado por la tensión para finalizarla. La novedad está en la escritura rítmica y tímbrica, la unión de los pianos con las percusiones (timbales, xilófono, triángulo, platillos, bombo, tambor y tam-tam) que permite cambios constantes de ritmos, incluyendo algunos muy queridos por el húngaro a base de sonoridades mantenidas en los pianos, contrapuntos con las líneas melódicas dibujadas o sugeridas en la percusión,  «El piano percute y canta, y la percusión canta y percute» que escribía el Padre Sopeña sobre esta obra. Stravinsky, Debussy o la segunda Escuela de Viena le enseñan a Bartók a dibujar melodías dentro de un complejo instrumental con un resultado que no es un “pastiche”sino una de las obras más significativas y elocuentes del compositor.

Por todo lo anterior, que añado ante la falta de notas al programa con las que suelo completar mis reseñas, no es habitual escuchar esta versión en vivo, primero por lo difícil que resulta encontrar cuatro solistas para él mismo, sumarle un orgánico sinfónico tan exigente, más un director capaz de aunar fuerzas, pero sin salir de nuestra tierra se consiguió. Primero dos jóvenes pianistas, hoy triunfando por el mundo y que dieron sus primeros pasos musicales en Asturias, pudiendo dar fe en primera persona de sus conciertos iniciales, Martín García (Gijón, 1996) y Juan Barahona (París, 1989), capaces de sacar del teclado todo el poderío armónico, melódico y por supuesto percusivo. Con una formación que nunca se detiene, estos dos artistas son parte de mi expresión «exportar talento asturiano», por lo que es de agradecer volver a escucharlos y además juntos. La percusión en las agrupaciones instrumentales son el verdadero motor, y para este Bártok que apuesta por una rítmica trepidante más allá del folklore húngaro, en la OSPA tenemos a un tándem titular al que podemos llamar «pareja de hecho» por la cantidad de música que llevan juntos estos asturianos nacidos en Valencia, Rafael Casanova y Francisco Revert que cautivaron y se ganaron la cena por el enorme trabajo que este concierto les exige. Un espectáculo escucharles y verles cambiando rápidamente de baquetas, posiciones e instrumentos que dominan como nadie. La articulación de los instrumentos solistas protagonizaron un diálogo lleno de exigencias y virtuosismo así como de timbres sutiles y altisonantes que maduraron en la mente del compositor húngaro antes de su exilio en Estados Unidos. El entendimiento entre ellos es básico para lograr una sonoridad tan especial, y si Daniel Sánchez Velasco, que conoce como pocos a sus compañeros en ambos lados (clarinete y dirección) se pone al frente, con gesto elegante, preciso, contagiando confianza desde el trabajo, el resultado no podía ser mejor con todas las secciones en su sitio, empastadas, de amplias dinámicas y la cuerda nuevamente con el austriaco Benjamin Ziervogel de concertino invitado, junto a Daniel Jaime. Austria y Asturias casi se escribe igual con dos generaciones unidas para hacer música mayúscula, con la despedida fuera de los abonos y último entre su «familia sinfónica» de Joshua Kuhl, contrabajista neoyorkino y asturiano, en un concierto más allá de fronteras.

Aprovechando todo el montaje anterior y antes de retirarlo para continuar el concierto, nada mejor que una propina de Maurice Ravel (1875-1937), de su Suite para piano a cuatro manos Ma mère l’oyeun arreglo para percusión y dos pianos de Rafael Casanova, la «Laideronnette, impératrice des pagodes«, ideal para poder lucirse los cuatro solistas, tanto Martín como Juan nuevamente en perfecta conjunción y entendimiento con los «percu» que engrandecieron esta maravillosa página de uno de los orquestadores mejores que ha dado la historia, aires de pagoda que por estar en Asturias podríamos retitular panoya, a fin de cuentas otro «templo».

La ovetense Mª Teresa Prieto compone ya en México su poema sinfónico Chichén Itzá, nueva fuente inspiración aunque nunca olvidará sus raíces asturianas. Estructurado en movimiento único en do mayor constituido por tres temas fundamentales donde la creadora parte de sendas ideas literarias inspiradas en las ruinas mayas de Yucatán, la cultura maya del juego de pelota, la serpiente emplumada y el sacrificio de una doncella, un acercamiento fantasioso partiendo de «movimiento, muerte y enigma» con una música que no describe sino que imagina, construcción nacida de impresiones que a pesar del origen programático, la sensación al escuchar esta página no es la de ver algo, sino de estarlo soñándolo, entrelazando temas y con un desarrollo discursivo de gran sutileza tímbrica y la instrumentación que usase en su Sinfonía Asturiana (madera a dos con corno inglés y clarinete bajo, cuatro trompas, tres trompetas, tuba, arpa, timbales, tambor indio, y la cuerda). Sobre la vida y obra de María Teresa Prieto sigo recomendando el libro publicado en 2020 por la Universidad de Oviedo de la doctora Tania Perón Pérez que lleva como subtítulo «Creación y añoranza en el México del siglo XX». Buena interpretación de la OSPA con Daniel Sánchez Velasco entresacando sensaciones, planos sonoros como si una de sus partituras cinematográficas se tratara, sonidos claros y motivos precisos, incorporando el teponaxtle de tradición maya con la intención de reflejar el ritmo y sonido de esa cultura precolombina tan misteriosa y rica como el ambiente logrado con su música.

Y para finalizar, casi como una continuación estilística pero con un dominio en la instrumentación, sus Tres canciones asturianas que todos los presentes reconocieron, son una línea a seguir desde el propio Torner que las recopilase hasta otros compositores que se inspiraron en nuestro folklore, los más cercanos en el tiempo el nunca suficientemente reconocido Benito Lauret (un cartagenero tantos años en nuestra tierra y lo que por ella trabajó) o Antón García Abril. En estas tres páginas, aplaudidas por separado, Daniel Sánchez con un fino trabajo orquestal, reviste de banda sonora canciones que ya cantasen nuestros antepasados, orquestaciones del Dime paxarín parleru, con unas trompas compactas y toda la grandeza sinfónica sin perder el carácter y rítmica, la hermosa, lírica y emotiva Ayer vite na fonte con el oboe presentando y jugando con el tema en un ambiente onírico de nuestra rica mitología de xanas y ayalgas retomado por una cuerda aterciopelada, evocadora del musgo, y finalmente saltar de alegría como en una romería tradicional, Sal a bailar cual banda sonora imprescindible para publicitar nuestra tierra que como el himno  tan conocido, es para vivirla «en todas las ocasiones». Si las orquestaciones del maestro avilesino son de película, el sinfonismo de nuestro tiempo, la respuesta de sus compañeros estuvo a la altura que se merecen estas tres canciones que crecen y no mueren, material plenamente exportable.

Comenzamos mayo con mucho talento que no siempre se queda en Asturias pero la llevan siempre en el alma.

PROGRAMA

Bela Bartók (1881-1945): Concierto para dos pianos y percusión.

Mª Teresa Prieto (1895-1982): Chichén Itzá (1942).

Daniel Sánchez Velasco (Avilés, 1972): Tres canciones asturianas.

Locos sones para todos los tiempos

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CD Back to Follia. Concerto 1700, Daniel Pinteño.

Sello: 1700 Classics; Ref. 170007 / B-1504-2024 / 8435633928513

Nueva y original grabación de Daniel Pinteño con su formación Concerto 1700 donde están sus «habituales» Pablo Zapico a la guitarra barroca con la percusión de Pere Olivé e Ismael Campanero al bajo en una propuesta que, pese a parecer alejarse de la llamada interpretación historicista y convenciones estilísticas de nuestras músicas de los siglos XVI y XVII, suponen la libertad creativa de hacer sonar estas páginas, muchas sólo cual bocetos o borradores de aquellos estudiantes universitarios, verdaderos tunantes y rufianes que cantaban estos foligones. Podríamos llamar rompedora esta apuesta incluso en el diseño de la portada, pero escuchando los once cortes del disco compacto suenan tan actuales como entonces esos sones «que evocan las pequeñas partículas de música que flotaban en el aire y se podían moldear hasta donde llegara la imaginación sonora» como bien escribe en las interesantísimas notas la doctora en Musicología Ana Lombardía traducidas al inglés, francés y alemán.

Chaconas, jácaras, zarambeques, fandangos o folías con las que muchos aficionados seguimos disfrutando y viajando a una época llena de tanta música popular que también serviría de inspiración a la «música académica», manteniendo el espíritu gamberro de unos bailes cantados que Daniel Pinteño lleva al violín con una percusión llena de color, básicamente ritmos ternarios que contagian, la armónica guitarra igualmente empujando a mover los pies, más el necesario sustento de un bajo siempre en su sitio (impecable igualmente con el violón), abundantes solos de lucimiento por parte de los cuatro músicos con la improvisación como algo habitual en estas músicas donde el bagaje de su interpretación nos lleva a reconocer otras melodías, mochilas llenas de tantas horas de estudio y trabajo con estos repertorios donde «Pinteño y los 1700» han transitado desde hace años.

Grabado en La Cabrera, Madrid (Centro Comarcal de Humanidades Sierra Norte) el pasado mes de agosto de 2023, con dos ingenieros de sonido también músicos como Sonia Gancedo y Víctor Sordo (de VN Studio) que también aparece cantando un fragmento de «Yo soy la locura» (Yo soy el pasacalles-). El sonido es perfecto en dinámicas, balances, tanto escuchándolo por los altavoces como todos los detalles con auriculares.

Interesantísima la elección de las obras y los títulos de cada corte donde estos «sones y tonos» que viajaron fuera de nuestra península, siendo casi «Greatest hits», vuelven a nosotros, aquellas canciones censuradas publicadas más allá de los Pirineos y felizmente recuperadas, obteniendo el III Premio a la producción artística del Ayuntamiento de Málaga y la Fundación «La Caixa».

Una grabación llena de desinhibición, optimismo, mucho colorido aportado por los cuatro instrumentistas, que exprimen al máximo la tímbrica, calidad interpretativa en todos ellos y la alegría contagiosa en los tiempos intermedios y rápidos con el intimismo necesario de los lentos (especialmente en el inicio de las bautizadas Las españoletas de Marizápalos desde Gaspar Sanz). Imposible destacar alguna en especial , y volviendo a citar a Ana Lombardía «… acaso el bucle de un bajo ostinato se puede llegar a interrumpir en nuestra mente. Más bien, quien escuche estos sones se quedará algo hipnotizado, embriagado, prendado en el mejor de los casos, y soñará con algunos de estos loops del Barroco», música de siempre que comienza a sonar en vivo.

CONCERTO 1700:

Daniel Pinteño, violín y director – Pablo Zapico, guitarra barroca – Ismael Campanero, contrabajo y violón (cortes 7 y 10) – Pere Olivé, percusión. Artista invitado: Víctor Sordo, tenor (corte 5).

CORTES:

1. Zarambeques Teques -after Lucas Ruiz de Ribayaz (1626-ca. 1677), Santiago de Murcia (1673-1739), Diego Fernández de Huete (1650-1705) & Salamanca Manuscript (ca. 1659)-.

2. Canarios -after Gaspar Sanz (1640-ca. 1710) & Paul de la Pierre (1612-ca. 1692)-.

3. Las españoletas de Marizápalos -after Anonymus s.XVII & Gaspar Sanz-.

4. Fandangos de norte a sur -after Stockholm Manuscript (ca. 1755) & Antonio Soler (1739-1783)-.

5. Yo soy el pasacalles -after Henry du Bailly (before 1637) & Heinrich Ignaz Franz Biber (1644-1704)-.

6. La Jotta -after Santiago de Murcia-.

7. El que gustare de folías antigua ponga cuido en estas modernas -after Gaspar Sanz, Salamanca Manuscript & Arcangelo Corelli (1653-1713)-.

8. Marionas -after Santiago de Murcia-.

9. El baile de la chacona encierra la vida bona -after Salamanca Manuscript & José Marín (1618-1699)-.

10. Recercadas en el tiempo -after Diego Ortiz (ca. 1510-ca. 1576)-.

11. Jácaras de lo humano y lo divino -after Sebastián Durón (1660-1716), Gaspar Sanz & Anonymus s.XVII)-.

Música sin etiqueta

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Lunes 6 de noviembre, 20:00 horas. 25 años, Los Conciertos del Auditorio: L’Arpeggiata, Christina Pluhar (dirección), Céline Scheen (soprano), Vincenzo Capezzuto (alto) y Luciana Mancini (mezzo): Los pájaros perdidos. Música barroca y tradicional sudamericana.

Uno de mis queridos seguidores y amigos en «X» (antes Twitter) comentaba ante mi anuncio de este segundo concierto para las bodas de plata del Auditorio «posteaba» lo siguiente: «Me parece alucinante que todavía haya una programación musical de cierto nivel en este país que siga programando a este conjunto» a lo que le contesté «Creo se busca lo comercial por encima de la calidad, que no siempre van de la mano«. El añorado y recordado Eduardo Torrico ya escribía en Scherzo hace cinco años que «Pluhar no tardó mucho en darse cuenta de que el prestigio y el dinero no van necesariamente de la mano. Dejó la rigurosidad a un lado ym superando cualquier escrúpulo profesional que pudiera albergar, apostó por eso que hoy se conoce como crossover (…) pero no renuncia a la fusión, porque es lo que le ha dado fama, porque tiene una legión de incondicionales y porque, en su suma, es lo que proporciona pingües beneficios«. Está claro que el Auditorio de Oviedo se llena con espectáculos como este donde «La Pluhar» volvía a «La Viena española» rodeada de unos músicos de primera, que en ella es habitual y por eso hace única a L’Arpegiata al aunar calidad con comercialidad. Para quien suscribe y bautizado como «omnívoro musical» precisamente por mi amigo de «X», los muchos discos y actuaciones de la austríaca residente en París son éxitos de ventas, lo que siempre es de agradecer, sin entrar en etiquetas o estilos, pues estos mestizajes musicales atraen nuevos públicos, acercan otros repertorios a un respetable que no suele asistir a los «otros clásicos», al que busca algo distinto y sobre todo para desconectar de un día a día cada vez peor donde la Música con mayúsculas, es la mejor terapia y al salir del auditorio lo hace con alegría, un «qué bien me lo he pasado» y por supuesto algún que otro refunfuñón/a incapaz de probar platos distintos al «menú del día» que no siempre llena ni tampoco se puede acudir diariamente a «Los  estrellas Michelín». La música para disfrutar sin prejuicios y sin etiqueta alguna.

En las excelentes notas al programa de mi querida María Encina Cortizo, tituladas «Los pájaros perdidos: músicas en la frontera»  explica perfectamente lo que escucharíamos en este primer lunes de noviembre: «Los esfuerzos interpretativos de los últimos cincuenta años en favor de la recuperación de criterios históricos han conformado un nuevo sonido barroco –no necesariamente el que fue–, recuperando repertorio olvidado y perdido, y atrayendo nuevos públicos con propuestas heterodoxas y desprejuiciadas. Este concierto es un buen ejemplo de ellas, pues Christina Pluhar con su conjunto L’Arpeggiata, propone un diálogo sonoro entre la Edad Moderna europea y el folklore de la América hispana y la cuenca mediterránea, combinando repertorio de sus discos Mediterráneo (2006) y Los pájaros perdidos (2012)«.

Con una formación de ocho músicos, algunos habituales en su siempre flexible conformación, más tres cantantes, mezcla de intérpretes barrocos y tradicionales a los que otras agrupaciones se rifan, sumándose de nuevo la bailarina o «teatrodanza» Anna Dego, el espectáculo estaba asegurado y el programa se conformó para poder disfrutar de todos ellos. El programa se organizó con 22 páginas, quince de la tradición oral hispanoamericana (México y Venezuela) más las otras cinco de la tradición mediterránea española e italiana, un repertorio que «dialoga con seis obras instrumentales y vocales, fijadas a través de la escritura en los siglos XVI y XVII» como escribe la doctora Cortizo.

Antes de entrar a pormenorizar las páginas, destacar dos «bloques» de músicos que entienden la música barroca y la actual con los criterios de la improvisación casi jazzística, bien organizada y amplificada con mucha delicadeza aunque faltasen por ajustar «detalles», en parte debido a la necesidad de escuchar más presente el salterio o el contrabajo, así como la voz del alto italiano, mientras sobraba o al menos era sobrada para las dos voces femeninas de técnica lírica que no «dominan» el micrófono como los cantantes de pop. El bloque «popular» estaría dominado por dos venezolanos de largo recorrido y profesionalidad también en obras de concierto como Leo Rondón al cuatro y Rafael Mejías en las maracas, a los que dedicaré algún comentario posterior, siendo dos puntales de este espectáculo que por sí solos ya darían para ser protagonistas, sumándose el percusionista español David Mayoral que no necesita presentación entre los aficionados, con las pinceladas y hasta los solos que dan color a toda la música que acompaña. El «puente» lo pondría el francés Leonardo Teruggi al contrabajo, sustento grave, más el imprescindible cornetto del «fijo» Doron David Sherwin en L’Arpeggiata que por momentos suena a saxo soprano. Completarían «el otro bloque» instrumental la propia Pluhar a la tiorba, Marcello Vitale a la guitarra barroca y chitarra battente  para finalmente contar con el delicado salterio de Margit Übellacker que hubiese necesitado más presencia desde la mesa de mezclas del ingeniero de sonido que es uno más en este equipo. De las tres voces repetía el italiano Vincenzo Capezzuto, esta vez más «alto» que bailarín quien ya nos encantase en este mismo auditorio con su anterior espectáculo Stabat Mater: Vivaldi-Project en julio de 2021 junto a Soqquadro Italiano y hace ya ¡diez años! con L’Arpeggiata en Teatro d’Amore que nos «descubrió» a la danzatrice italiana , repitiendo alguno de sus números este frío lunes de noviembre donde el calor lo pondría el escenario. La soprano belga Céline Scheen pondría la potencia y buen gusto en sus intervenciones y mención aparte a la chileno-sueca Luciana Mancini de voz natural, profunda, oscura, potente, grave como «La Negra» tucumana en sus canciones tradicionales y técnicamente un portento que hace fácil lo difícil, transmitiendo y sintiendo unas letras en su idioma materno con la musicalidad de nuestra amada Hispanoamérica. Tres solistas vocales que se mueven habitualmente en el repertorio barroco y afrontaron este concierto con la calidez y calidad de las obras elegidas y atemporales.

La Ciaccona de Maurizio Cazzati (1616-1678) en arreglo de Christina Pluhar sirvió para  introducirnos en esta bendita heterodoxia con presencia del cornetto y el salterio en una «rueda barroca» mientras se ajustaban los niveles de la amplificación antes de la primera italiana con Capezzuto y Dego interpretando La Carpinese y arrancando los primeros aplausos de un público espectante.

Uniendo a Alonso Mudarra (c. 1510-1580)Santiago de Murcia (1673-1739) con una mexicana tradicional llegaría la primera intervención de la mezzo Mancini tras la Romanesca y Los imposibles arrancados con un punteo del cuatro, el «orgánico» y La lloroncita. Mestizaje perfecto que sería la seña de identidad del resto del concierto.

Esquema de concierto con una obra instrumental, La Dia Spagnola de Nicola Matteis (c. 1650-1714) también en arreglo de Christina Pluhar para disfrutar de otra rueda con protagonismos de salterio corneto, contrabajo y percusión, enlazando con una peculiar interpretación de Yo soy la locura de Henry de Bailly (c. 1590-1637) por la soprano belga, sobrada de volumen aunque sin buena articulación del español, el gusto de Jaroussky ni el estilo de nuestra Raquel Andueza que sigue siendo un referente.

Y una página donde disfrutar del trío vocal en perfecto empaste para la jácara No hay que decirle el primor (un anónimo del s. XVII) con el «bloque barroco» sin los venezolanos, buen conjunto para los puristas antes de retomar la tradición con Montilla. El protagonismo inicial de Leo Rondón, un virtuoso del cuatro que lo mismo puntea que empuja rítmicamente, traería de nuevo el baile de Anna Dego, la voz poderosa de Luciana Mancini y hasta los coros de todos los artistas.

Seguiríamos en Venezuela con la instrumental Zumba que zumba a cargo del cuarteto «latino» (Rondón–Mejías-Teruggi-Mayoral) dando todo el aire caribeño que llevan en la sangre aunque estén lejos de su tierra, calor contagioso y público rendido a una música que sentimos cercana y con ritmo que da alegría de vivir.

Del gran Girolamo Kapsberger (1580-1651) la Toccata L’Arpeggiata sirvió para el «lucimiento» de Pluhar, el alma de este ensemble, sumándose el cornetto y la percusión vistiendo la nueva aparición de Anna Dego, siempre descalza y cambiando el vestuario, transmitiendo la plasticidad de una danza actuada y enlazando, cortando los aplausos, con la canción tradicional catalana La dama d’Aragó bien cantada y pronunciada por la soprano  y el «orgánico barroco», delicioso tema e interpretación sentida.

Volvería Capezzuto con un arreglo de Christina Pluhar de la conocida canción mexicana La Llorona, una verdadera reinterpetación del contratenor italiano al que esta vez ayudaría la amplificación junto al «ensemble barroco» muy aplaudido.

El primer punto álgido de la noche lo pondría el Pajarillo (Joropo) venezolano, un cuatro estratosférico, el contrabajo francés tan «tumbao» como si fuese caribeño, las pinceladas y empuje de la percusión y hasta un solo de maracas de Rafael Mejías (apodado El tigre de San Sebastián de los Reyes en El Llano  de Venezuela) que mantuvo en un silencio de asombro a todo el auditorio, mientras «la Negra Mancini» más chilena que sueca volvía a emocionar con su voz.

El propio guitarrista de L’Arpeggiata y también compositor Marcelo Vitalle (1969) nos regalaría a solo con Anna Dego la Tarantella a Maria di Nardò, la Italia tradicional traída a nuestros días con un instrumento barroco que puede acercarnos música de todos los tiempos. Virtuosismo en la cuerda con acordes, rasgueos y punteos que actualizan el folklore.

Y cruzaríamos el Mediterráneo para llegar a Mallorca y la canción De Santanyí vaig partir con Céline Scheen de nuevo bien cantado y pronunciado, acompañada por el quinteto Pluhar-Úbellacker-Vitalle-Teruggi, otro momento de sentimientos y gusto musical.

Otro compositor de nuestro tiempo como el folklorista venezolano Constantino Ramones tiene la divertida canción con ritmo de «gaita margariteña» La embarazada del vientoque canta lo que cuenta una hija de pescadores a su mamá diciéndole «estoy preñada…». Otra maravilla que L’Arpeggiata grabó en el CD Los pájaros perdidos para volver a disfrutar esta vez de la profunda naturalidad vocal de Mancini mejorando la grabación de hace doce años hoy junto a Rondón y Mayoral, el humor tan necesario como la música.

El espectáculo continuaría con el joropo oriental del venezolano Luis Mariano Rivera (1906-2002) La Cocoroba, esta vez con Capezzuto y el «ensemble» con guitarra pero sin los «barrocos», el Caribe del italiano y la magia instrumental nativa y adoptada, con un acelerando final que dejó nuevamente entusiasmado al público.

Vuelta a la «pureza» con el francés Gabriel Battaille (c.1574-1630) y El baxel está en la playa cantado por la soprano Scheen y L’Arpegiatta sin venezolanos, personalmente mejor que la versión con Jarouskky, pues el volumen y color de la belga es ideal para esta página que nos llevaría a las tres últimas piezas, primero otro joropo venezolano, el Pajarillo Verde con Mancini «contestada» por Sherwin, sin salterio, tiorba ni guitarra, pero con el empuje caribeñ, después los italianos Capezzuto y Dego en Pizzica di San Vito, arrancando Mayoral con una pandereta que descubrimos la cantidad de sonidos que artesora, y finalmente otro joropo, El Curruchá del caraqueño Juan Bautista Plaza (1898-1965) con casi todos en este fin de fiesta de baile con diálogo cantado por Mancini-Capezzuto que L’Arpeggiata suele llevar de propina en estos espectáculos. Aunque esta vez la propina sería el bis de la Pizzica con una apoteosis sobre el escenqrio incluyendo a un Doran Sherwin transformado en rockero con chupa, gafas de sol y actualizando un show donde no faltaron bailes compartidos y Capezzuto ofreciendo su otra faceta.

Lo dicho y escrito, otro espectáculo de L’Arpeggiata de Christina Pluhar que volvió a alegrarnos a (casi) todos, sabiendo lo que íbamos a escuchar, pues la música no tiene etiqueta.

Pixán recupera al Padre Galo con una lectura musical

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Lunes 31 de julio, 19.30 horas. Club de Prensa «La Nueva España». Presentación del Libro-DVD de Joaquín Pixán: «Fernán-Coronas, una ļļectura musical».

Se cerraba la temporada de actividades por este curso del Club de Prensa «La Nueva España» que dirige la periodista ovetense María José Iglesias Suárez, y haciendo de presentadora de un nuevo trabajo del tenor asturiano Joaquín Pérez Fuertes (Pixán, Cangas de Narcea, 4 de marzo de 1950), más conocido por el apellido artístico de su aldea natal, quien me confesaría 35 proyectos en una trayectoria que aún continúa activa a sus años y nunca sabremos hasta dónde puede llegar este emprendedor amante de la lírica y de su tierra natal.

Tras la presentación inicial de María José Iglesias y como «aperitivo», se proyectarían cuatro vídeos de los de los 18 de que consta este trabajo de Pixán con Andante Producciones Culturales y la gestión editorial de Ediciones Trabe., contando con distintos patrocinios como el Principado de Asturias, la Universidad de Oviedo, el RIDEA, el Ayuntamiento de Valdés o la Fundación Valdés Salas por citar algunos.

Sobre textos de Galo Antonio Fernández y Fernández Cantera (Cadavedo, 1884 – Luarca, 1939) más conocido como Padre Galo o con su seudónimo de Fernán-Coronas, la inspiración literaria entendida como «Perteneciente o relativo a la lira, a la poesía apropiada para el canto o a la lírica» sirven para «poner en música» 14 de sus poesías a cargo del propio Pixán más cuatro compuestas por el también valdesano Manuel Fernández Avello (Trevías, 1947), una de ellas ex profeso para este trabajo, como comentaría posteriormente y con el propio compositor presente entre el numeroso público asistente.

Una pequeña muestra de un DVD grabado en vivo en el Conservatorio Profesional de Música del Occidente de Asturias, Luarca, «sin trampas», como comentaría el propio tenor cangués, comenzando con Nido de cantares de Pixán acompañado por la pianista Eve Kerloc’h, también transcriptora (junto a María Cueva, María Álvarez o Manuel Pacheco)  y arreglista del “redactor de melodías” como se definió el propio Joaquín: Duerme nenu de Fernández Avello cantado por la soprano mexicana Dolores Granados, Voce di consolazione (de las cinco con textos en italiano del políglota Fernán-Coronas con piano más el cello del turolense afincado en Asturias Javier Romero, y finalmente Aú tán las Esturias mías? con piano, cello y las Voces Blancas del Nalón bajo la dirección de Hanna del Canto.

No es momento ahora de comentar todo el DVD y libro que dejaré para otra entrada específica, pero sí apuntar ya la perfecta unión de palabra y música, porque la rítmica de cada poema elegido es ideal para conseguir la lírica ideal en el llamado «lied astur» o si se quiere nuestra nueva canción asturiana de concierto, que se enriquece con este último trabajo de Pixán, cuatro ejemplos donde saborear tanto la ya conocida añada (nana) de Avello como el aire «tostiano» o el último número con las voces blancas enriqueciendo aún más unas inspiradas melodías.

De los intervinientes en esta presentación, primero lo haría Xulio Viejo Fernández, estudioso del Padre Galo, coordinador científico del «Proyecto Fernán-Coronas» de la Universidad de Oviedo y la Fundación Valdés Salas, hablándonos sobre su catalogación, legado y difusión así como las investigaciones sobre su figura junto a Adrián Martínez, y también sobre el propio trabajo de Pixán.

Proseguiría Clara García, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Valdés, que no podía faltar en esta presentación pues no sólo en su conservatorio se grabó el DVD, también por ser el momento de reivindicar nuestra Llingua y todo el grandísimo patrimonio autóctono, incluido el del Padre Galo, orgullo de Cadavedo, de Luarca y de Asturias.

Antón García Fernández, escritor, traductor, estudioso del Fernán-Coronas y que continúa  en esta legislatura como Director General de Política Llingüística del Principado de Asturias, mostraría su satisfacción por el trabajo de Pixán y todo el legado del fraile oblato natural de Cadavedo, poco conocido al quedar mucho de él inédito en vida, teniendo que esperar 40 años para que Carlos Rico Avello le hiciese llegar los manuscritos del valdesano, continuando el trabajo sonre él en el centenario celebrado allá por 1984 del que Ediciones Trabe publicaría parte de la amplísima producción (como su antología «Poesía asturiana y traducciones», 1993). Seguiría contándonos cómo continúa el apoyo con la anterior consejera Berta Piñán durante la pasada legislatura y todas las colaboraciones de este libro-DVD, siendo destacable que en «La Caja de las letras” del Instituto Cervantes se haya depositado junto al asturiano Ángel González a Fernán-Coronas, primer escritor en asturiano. No faltaron por parte de Antón García los agradecimientos a tantos que siguen “custodiando” este legado comenzando por su vecino ilustre y destacando que los cuatro ejemplos que vimos son buena muestra del trabajo basado en el poeta valdesano.

Finalmente intervendría Pixán sobre su trabajo comenzando con su socarronería “Darme las gracias a mi mismo” por su genética, a sus padres, pues con 73 años sigue «trabajando todavía, bien y útil». Por supuesto y como es lógico hubo más agradecimientos, sintiéndose afortunado de contar siempre con apoyo a sus proyectos, comenzando  por Julio ViejoAdrián Martínez, al Ayuntamiento de Valdés donde se grabó este DVD «¿dónde si no?» comentando como antes indiqué que el directo es siempre único, y él lo sabe. También a Antón García desde el citado 1984 o ya en1993 también apostando por su trabajo de «este redactor de melodías” que además partiría del libro de Antón, más las tres canciones anteriores de Avello, entonces interpretadas con la pianista Yolanda Vidal, presente en la sala, con quien estrenaría en aquel ya lejano 93 en el homenaje de la Consejeria de Cultura al Padre Galo. Curiosa la anécdota de cómo estaba trabajando El Río Esva que también Avello le ofreció como nueva e incorporada con el coro.
También dió las gracias en la lengua asturiana que habla desde crío… con ese acento occidental propio de Xuacu. No faltó comentar su fascinación por el Padre Galo tras el Premio de Pueblo Ejemplar a Cadavedo que supuso un resurgir o redescubrimiento del valdesano, una de sus razones junto al movimiento por nuestra llingua que sigue con más fuerza que nunca, el acercamiento a las raíces, a la lengua paterna (pues no debe ser solo «materna»). También dio ánimos para el trabajo, comenzando por sus nietos, pues los proyectos a menudo se quedan en eso. Y así nos confesó el proceso del recordado Madre Asturias faraónico en 1983 con López Cobos en Londres dirigiendo la Filarmónica londinense y para grabarse en los famosos estudios de Abbey Road. Su entonces pianista Miguel Zanetti le recomienda que se lo encargase a Garcia Abril con el comentario, tras escucharle el proyecto, de “esti rapaz ye tontu”; María José Lorenzo le escucharía atentamente y le diría que del tema económico no habría problema (eran 20 millones de pesetas) y con todo ello salió adelante. Los proyectos hay que realizarlos y en eso Joaquín Pixán es único.

Finalmente y reconociendo que no es pianista, citaría a todos los músicos y arreglistas del DVD para cantarnos en directo, pese al aire acondicionado que nunca es bueno para la voz y desde el piano del Club de Prensa, Verdadera fidalguía y La incla interior que fue como el punto de partida de este último proyecto que ya es otra realidad en el haber del incombustible Joaquín Pixán.

La cercana lejanía argentina

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«Argentina Songs». Soledad Cardoso (soprano), Quimey Urquiaga (piano). Ibs classical. ISBN: 8 436597 700405.

Una verdadera «Gala de la canción de cámara argentina» grabada en el granadino Auditorio Manuel de Falla los días 7 al 9 de agosto de 2021, con una excelente toma de sonido de Cheluis Salmerón y la producción de Paco Moya para este sello español que literalmente nos transporta a ese auditorio con tan buenos recuerdos, disco que se publicó el pasado año con dos intérpretes de esa querida tierra hermana: la soprano Soledad Cardoso (Santa Fé, 1975) y la pianista Quimey Urquiaga (Bahía Blanca, La Plata, 1989), que reúnen música y literatura de cinco compositores con obras vocales donde los versos elegidos ya son de por sí maravillosos.

En la llamada «Canción de concierto», la música eleva la literatura a un plano superior, y desde esta misma visión también se comparte el protagonismo entre voz y piano. Si además quienes interpretan estas veintisiete canciones las llevan en sus genes con todo el acento de su tierra, unido a una larga trayectoria profesional, estamos ante un amplísimo repertorio «nuevo» para muchos, entre los que me incluyo, abarcando desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la década de los años 60 del siglo pasado, cien años de obras variadas, unas nacidas en torno al Centenario de la Revolución de Mayo junto a otras con la herencia del rico folclore sudamericano que directa o indirectamente subyace en todas y cada una de ellas, pues los músicos llenan sus alforjas de lo cercano que engrandecen al llevarlo a las salas de concierto. Así es el ambiente y emoción que respira este disco.

Comienza sonando el compositor más conocido a este lado del Atlántico, el santafesino Carlos Guastavino (1912-2000) con cuatro canciones de la primera parte de la década de 1940, tres de ellas con textos de la chilena y Premio Nobel de Literatura en 1945 Gabriela Mistral no tan conocidas como otras más popularizadas, pero igual de universales: El vaso, Riqueza y Piececitos poseen la sensibilidad propia de cada poema y la riqueza melódica con que las dota el compositor, uniendo fronteras sudamericanas desde una visión social con los poemas elegidos. La soprano afincada en Barcelona Soledad Cardoso les imprime toda la emoción que con el piano de Quimey Urquiaga en perfecta sintonía nos amplía a los melómanos estas maravillosas canciones con la hondura poética de la escritora chilena, registros graves muy redondos, medios equilibrados y agudos timbrados.

Otro tanto sucede con las siguientes, maravilloso reflejo del auge que en los años 60 alcanzaría este folclore a nivel mundial con distintos solistas y agrupaciones, que Guastavino destila para la voz con el piano, siempre exigente porque comparte el protagonismo en un tándem inseparable. Anhelo (texto de Domingo Zerpa), reposado, respirado, el piano siempre acertado, las Noches de Santa Fé (poesía de Isaac «Guiche» Aizenberg), verdadera delicia de canto a la tierra natal, donde la emoción se hace música en la voz de la soprano argentina con el impecable piano de su compatriota en rítmica conjunción santafesina, y después Mi viña de Chapanay (letra de León Bernarós), que mantienen los ritmos cercanos para muchos, como la cueca de Cuyo en la Mendoza tierra vinícola. La métrica tan rica de los textos que la música realza aún más, la sencillez formal con la carga emocional de Guastavino tanto para la voz, limpia en todo el registro, como para el piano rico en el acompañamiento. Geografía de sentimientos poéticos con los que la música interpretada por estas dos mujeres ahonda en cada estrofa, cadencia de esa lejana y tan cercana tierra.

Desde aquí, todo un descubrimiento de música argentina con distintos compositores. Primero Gilardo Gilardi (San Fernando, 25 mayo de 1889 – Buenos Aires, 16 enero 1963), enmarcado en la llamada «Generación del 80», que escribe su ciclo Trece canciones argentinas sobre textos de Leopoldo Lugones, los cortes 7 al 19 donde cada título ya indica la intención de esa feliz unión literaria y protagonismo compartido entre voz y piano, el «lied argentino» sin complejos, rebosante del sabor desde la tierra hermana. Quiero destacar el interesante el libreto con todas las letras, también traducidas al inglés, con la introducción de la profesora de la Universidad de Buenos Aires Silvina Luz Mansilla, poniéndonos al día con estos artistas que deberíamos conocer un poco a este lado del Atlántico, más siendo la música el mejor medio para ello. De Leopoldo Lugones escribe la docente que fue protagonista de la llamada época de «fervor patriótico por las conmemoraciones de la década de 1910», y los trece poemas proceden de su Romancero (1924). De nuevo los ritmos del altiplano, de Chile a Perú o Bolivia, que mi generación descubriese con los «míticos» Calchakis, Cafrune, Yupanqui, Quilapayún o Chalchaleros, junto a tantos emigrados a Europa (recuerdo igualmente a Inti-Illimani o Claudina y Alberto Gambino entre muchos más) durante aquellos duros años de dictaduras, con paradas en la Madre Patria estrenando democracia o en el París que siempre les acogió con los brazos abiertos. Vidalitas, zambas, chacareras… Gilardi y Lugones nos cuenta la profesora Mansilla que compartieron amistad, aficiones y paseos por el Botánico de la capital porteña. También la propia rítmica que las poesías contienen, Trece lieder estrenados a fines de los años 20 e inicios de los 30 (el quinto y el último) aunque todo el conjunto no se publicaría hasta finales de los 60, qe parece fue la causa de su escasa difusión, y que el dúo Cardoso-Quimey está llevando en sus conciertos. Agradecerles a ambas esta parte de recuperación del ciclo al completo, con títulos tan sugerentes y evocadores («Lied de…») como hermosos al interpretarse: I. Del pájaro y la muerte, piano como lienzo donde plasmar ese pájaro de la soprano; II. De la estrella marina, el Atlántico reposado a dúo; III. Del tesoro escondido y escucharlo para descubrirlo en un diálogo tan bien escrito como interpretado, pleno de ritmo y potencia; IV. Del amor verdadero, lirismo y delicadeza; V. De los ojos amados, remanso en cada frase, tesituras delicadas, dulce enamoramiento musical; X; VI. De las manos amigas al piano delicado vistiendo con perlas un canto que la soprano delinea con agudos limpios como la propia escritura; VII. Del viento y de la fuente, otro remanso para degustar el paralelismo entre voz y piano, fuente y viento cristalinos; VIII. De la boca florida, un ramillete grácil a dúo de reminiscencias goyescas emigradas a la tierra de los gauchos; IX. De la gracia triunfante que derrochan las intérpretes en este noveno «lied»; X. De la ciencia de amar y del buen hacer musical; XI. Del misterio gentil desvelado  musicalmente tras una chopiniana introducción que con ritmo contagioso canta la soprano ya con el aire propio; XII. De la eterna ventura que supone esta penúltima canción del ciclo, y XIII. Del secreto dichoso convertido en música, pausada y sentida por este dúo. Hermoso color vocal de Soledad Cardoso con esa entonación suya de fraseos que realzan cada poema cantando música de su tierra con el piano compatriota y cómplice.

Del mismo Gilardi dos canciones más: la Danza irregular de la famosa Alfonsina Storni, la poetisa fallecida trágicamente en 1938 (cuyo final nos lo describió en 1969 el porteño Félix Luna y musicó a ritmo de zamba otro santafesino, Ariel Ramírez, cantándolo como nadie «La Negra» tucumana), más la Canción de cuna india, una vidala del noroeste argentino con letra de Ana Serrano Redonnet para reponerse del impulso previo, adormecer el ánimo manteniendo el espíritu intimista de este hermoso «arrorró».

Si el disco respira Santa Fé por todas partes, algo que se palpa en cada canción, estas últimas completan este acercamiento al recuperado maestro de San Fernando (provincia de Buenos Aires), que curiosamente firmaba sus partituras con RIP (no sólo que descansaran en paz sino su lema: Resistir, Insistir, Persistir).

El disco prosigue con la compositora Lía Cimaglia Espinosa (Buenos Aires, 30 de agosto 1906 – 1 de noviembre 1998), destacada pianista de quien Arthur Rubinstein dijo una vez que «(…) posee un verdadero temperamento de artista y de pianista; es decir, tiene el fuego sagrado que comunica al auditorio todas sus emociones musicales». Así se refleja en el acompañamiento de las dos composiciones: Balada (con texto de Susana Calandrelli), melodía vocal de largos fraseos bien resueltos y ese ropaje pianístico; después el Botoncito, poema infantil de Gabriela Mistral, un referente para los niños sudamericanos, de los hijos de tantos emigrados como las propias intérpretes, y como alguien escribió, «sólo apta para corazones sensibles». Soledad y Quimey nos acunan y llevan a la infancia con esta nana universal sintiendo y cantando a su tierra desde Cataluña, feliz punto de encuentro de estas dos artistas que parecían predestinadas para hacernos llegar estas melodías de su tierra.

Otros dos «descubrimientos» para quien suscribe: Emilio Antonio Dublanc (La Plata, 1911 – Buenos Aires, 1990), de la llamada «Generación del 39 en Argentina», con Tres canciones de Soledad (y textos de la gualeguaychuense Hortensia Margarita Raffo publicadas en 1950: Por eso, Mi sueño y ¿Por qué?dedicadas a Brígida de López Buchardo, breves y profundas tanto en el canto como en un piano de graves rotundos con la última dejándonos un interrogante abierto que sólo se responde musicalmente.

Y por último el turinés, emigrado como tantos italianos a Argentina, Arturo Luzzatti (1875-1959), que trabajase en el Conservatorio Nacional y dirigiría la orquesta del Teatro Colón -que compuso el famoso «Himno a San Martín«-, cerrando el disco con Coplas (Rafael Jijena Sánchez), aires de Tucumán con paisajes de Catamarca en un compositor que bebió el folklore cual mate musical y el dúo Cardoso-Urquiaga nos dejan todo el sabor de su tierra en ese final por todo lo alto.

Mi gratitud por este documento sonoro que disfrutaré largamente, a ser posible en esa cercana lejanía argentina.

Víctor Luque, el maestro del Oviedo Secreto

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Sobre la vida y la trayectoria profesional del guitarrista, fallecido el martes a los 84 años

Artículo para LNE del jueves 9 de marzo, con los añadidos de fotos (propias y de las RRSS), links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite.

Este martes me enteraba por nuestro común amigo Miguel F. Mijares de la muerte del irrepetible e indescriptible Víctor Luque en su actual casa de Borines, tras una caída y un golpe en la cabeza.

Víctor Pérez del Villar Luque (Oviedo, 1938) es escribir de la historia de la música, y de la mía propia, con ella por montera. Mis primeros recuerdos son con su Jeep aparcado en el “Campo de maniobras” donde está ahora La Nueva España, preparado para un safari africano, pues viajar era su gran pasión y la guitarra fiel compañera, del que el diario carbayón tendrá en el archivo sus crónicas. De sus tiempos con el Quinteto de Armónicas “La Praviana” me hablaba mi tío Paco, junto a Toni el joyero que también era conocido de mi familia. Y su aparición en la televisión en blanco y negro un acontecimiento que asombró a quienes nunca le habían escuchado cantar y tocar la guitarra, también su armónica (la bajo siempre difícil). Músico sin etiquetas que hacía suyo todo lo que interpretaba, jazz, folklore sudamericano pero también las bandas sonoras.
Pero mi verdadera amistad con Víctor arrancaría en las noches ovetenses de los años 70, sus recitales en los pubs donde el Padocks, en un sótano de la calle Marqués de Pidal frente a la entonces parada del bus al aeropuerto, lo cerrábamos tras una sesión conmigo al piano y saliendo por el portal pues no eran horas de que nos viesen salir de día subiendo las escaleras y abriendo aquella puerta verde. El Viva y el Tigre Juan del Antiguo, la calle la Luna, ¿cuál si no? del Nessy y La Quintana al lado, toda la “Guía Secreta de Oviedo” que escribiese Juan Cueto.

Como la canción Noches de bohemia y de pasión, compartidas con tantos amigos comunes entre los que no faltaban mis maestros en el Mester de Juglaría Wima y Luis Cueva (sumándose ahora a esta nueva ronda celestial) y el querido Miguelín con el requinto, todos alrededor de unas canciones que gracias al maestro Luque descubrimos sus ritmos y melodías que nos acompañarán toda la vida.

El famoso LP “La guitarra imposible” es una de las joyas que atesoro, donde igual sonaba un pupurrí de los Beatles que una milonga sin trampa ni cartón, porque estaba grabado de un tirón y en una sola pista sin trampas, con aquella Ovation que sonaba increíble y cuyo máster pude escuchar con Avelino López Díaz, otro polifacético carbayón, tras una escapada con “Los Juniors” a su estudio allá en Villayón. Y es que Víctor no se prodigó mucho en disco, lo suyo era el directo, la noche y el güisqui con los amigos.

Pero sí logró llevar a cabo su proyecto de tocar y grabar con “Los Virtuosos de Moscú”, donde el piano era más difícil de lo que yo pensaba y decliné participar para finalmente ser el genuino virtuoso Sergey Bezrodny quien lo dejase grabado para la eternidad, con unos arreglos prodigiosos de mi querido Luisín, que hoy son un incunable de la discografía bajo el patrocinio de la extinta CajAstur celebrando que “… cincuenta años no es nada”, y que con 84 años aún era joven para seguir asombrando con su magisterio y bonhomía.
Recuerdos de muchas veladas al lado de La Jirafa en otro pub subterráneo con un grande del violín, Luis Miquel Álvarez R. de la Peña (con quien también compartí bolos, noches y copas), emulando a Grapelli con Django Reinhardt, sumándose Jesús A. Arévalo al piano, entre tantos músicos que acudíamos a unas sesiones que muchos seguimos recordando.

Siempre con la música de su guitarra y los viajes, muchos primeros domingos de agosto en San Marcelo (Cornellana) compartiendo mesa, sobremesa y canciones en casa de Lolo y Aurora, verdaderas fiestas que no tenían hora de cierre para volver a Mieres, donde Víctor estaría una temporada viviendo en Rozadas de la Peña antes de instalarse en Borines. Una vida llena de historias con música, de amores y desamores, de ilusiones y frustraciones, y que al menos tuvo el merecido reconocimiento en vida del AMAS honorífico de 2021, creo que la última vez que nos vimos. Al menos me quedará siempre su música, su magisterio y su amistad.

La Big Band del Universo sigue creciendo con otra de mis estrellas queridas, y seguro que Víctor Luque será la figura invitada en la próxima sesión nocturna ya sin prisas, compartiendo escena con tantos amigos que le esperan en el más allá musical desde este triste 7 de marzo. Que la tierra te sea leve.

Cantares de “La Vía de la Plata”

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Miércoles 8 de febrero, 19:45 horasTeatro Filarmónica (Oviedo), Sociedad Filarmónica de Oviedo: Año 117, Concierto 3 del año 2023, 2.046 de la Sociedad. Cantares de la Vía de la PlataMaría Zapata (soprano), Aurelio Viribay (piano). Obras de Guridi, Gerhard, Granados, Obradors y García Abril.
Critica para Ópera World del jueves 9 de febrero, con los añadidos de links (siempre enriquecedores), fotos propias y de las RRSS, indicando la autoría, y tipografía que a menudo la prensa no admite.
La llamada “Canción de concierto” española no tiene nada que envidiar a la alemana, francesa, británica o italiana, alcanzando en muchos compositores niveles muy exigentes que pueden ser la causa de su no mayor difusión, aunque forman parte de los estudios de canto conformando una base de repertorio que debe tenerse siempre cerca. En nuestros días continúa escribiéndose para voz y piano en esta línea que toma todos los estilos posibles, con la inspiración en la canción popular, el folclore real pero también el imaginado hecho viaje musical.
Y los conciertos de canciones españolas no pueden faltar en nuestras centenarias sociedades filarmónicas entre las que se encuentra Oviedo, que ofrecía este miércoles un programa desde Andalucía hasta Asturias, composiciones escritas por españoles, vascos, catalanes o aragoneses porque así de rico es nuestro patrimonio, lo popular desde el Renacimiento hasta el pasado siglo con la visión del exilio, interior o real.
La soprano ovetense María Zapata, tras su éxito como Elvira en el “Ernani” que cerraba la 75ª temporada de ópera ovetense, cambiaba la escena por la “música de salón” y subía con el pianista Aurelio Viribay al Teatro Filarmónica para hacernos viajar por la Ruta de la Plata, tan fructífera en intercambios, idas y vueltas históricas a las que la música nunca ha sido ajena, y así nos lo demostró este dúo de larga trayectoria en estos repertorios.
Para comenzar las Seis canciones castellanas de Jesús Guridi (1886-1961), vitoriano como el maestro Viribay, inspiradas en tierras abulenses y escritas para la película “La malquerida” como nos explicó el pianista y catedrático de la Escuela Superior de Canto de Madrid. Exigentes por su amplio registro vocal, la más conocida es “No quiero tus avellanas” pero escucharlas todas supone no ya un regalo sino todo un esfuerzo, cambios de ritmo y aires, riqueza de la tierra cercana con melodismo popular y “armonías francesas” sin perder la esencia. Así las interpretaron a dúo con protagonismo compartido, voz poderosa y sentida con piano más que mero acompañante, una de las características de la canción española.
Uno de nuestros grandes compositores a rescatar de un olvido histórico es el tarraconense Robert Gerhard (1896-1970), nacido en Valls, hijo de padre suizo y madre francesa, exiliado tras la Guerra Civil a Inglaterra (como nuestro Torner) donde desarrollaría su carrera. Sus cuatro canciones tradicionales andaluzas, tituladas “Cante jondo”, son verdaderas joyas (Rondeña, Boleras sevillanas, Malagueña y Zapateado), inspiración universal desde esos ritmos tan típicos que con la música del catalán alcanzan un cénit que finaliza en el complicado zapateado para la soprano y el pianista, el remate “jondo” de esta primera parte.
María Zapata no olvida la ópera, continúa estudiando roles, y en este viaje musical pudimos escuchar del ilerdense Enrique Granados (1867-1915) La maja y el ruiseñor también conocida como Quejas, de su ópera “Goyescas” compuesta en el exilio parisino con material previo de la suite de seis piezas para piano, esta vez escuchando la más popular y famosa de ellas convertida en aria, versión con soprano y piano, fascinante el diálogo rapsódico con el ruiseñor, la maja Rosario en este drama de celos entre su amante Fernando y Paquiro que la desea. Delicadeza vocal, expresividad, buena dicción más el piano “orquestal” de Aurelio Viribay, una lección lírica que como dice la letra “¡Misterio es el cantar…”.
El barcelonés Fernando Obradors (1897-1945) fue un gran compositor, director de orquesta y pianista, que escribió muchas obras para voz y piano como buen conocedor de todos los recursos a utilizar, nieto e hijo de pianistas y casado con una cantante, estudiando como tantos otros en París que dará la visión “clásica” a lo popular, destacando la musicalización de La casada infiel: romance gitano de Lorca. Igual de inspiradas son sus tres volúmenes de las Canciones clásicas españolas (1921-1941), con un estilo nacionalista en boga pero con su particular e inimitable estilo. Zapata y Viribay eligieron tres de ellas, “Consejo” (Cervantes), la maravillosa “Del cabello más sutil” y “El Vito”, voz que se eleva por encima de lo popular y piano virtuoso como era de esperar de Obradors, cuyo archivo musical se conserva en la Sociedad Filarmónica de Las Palmas que lo adquirió tras el fallecimiento del compositor.
Y para llegar al fin del viaje, la visión del turolense Antón García Abril (1933-2021), otra víctima el Covid, sobre Canciones asturianas, catorce melodías conocidas por populares pero también inspiradas en nuestro rico folclore sin perder su propio lenguaje musical y resistiendo los dictados de las modas a las que el maestro García Abril combatió con un domino de la melodía en todas sus composiciones, que el cine o la televisión ayudaron a popularizar en gran parte. Originalmente escritas por encargo del tenor asturiano Joaquín Pixán que las grabaría en 1984 junto a la Orquesta Filarmónica de Londres dirigida por el toresano Jesús López Cobos, el propio compositor haría el arreglo para voz y piano (también grabado por Pixán junto a Rosa Torres Pardo en 2007 publicado dos años más tarde) que en muchos conciertos del tenor cangués contó con el pianista Mario Bernardo, y éste revisó con permiso del compositor una versión para viola y piano con Cristina Gestido, llevando y ampliando estas “canciones de concierto” siempre enriquecidas desde la versión original cantada con textos del poeta langreano José León Delestal. Difícil elegir entre todas ellas, el dúo Zapata-Viribay optó por la popular Ella lloraba por mí a partir de la tonada “Cuando salí de Cabrales” que ya recogiese Eduardo Martínez Torner (Oviedo, 1888 – Londres, 1955) en su “Cancionero de la lírica asturiana” (1920) siendo habitual la interpretase al piano en sus conferencias, o Juan Hidalgo en el “Cancionero de Asturias” (1973). Excelente modelo de orquestación para un folclore tan rico como el asturiano, una melodía bien cantada y sentida, arropada por un piano hermoso y complejo desde su aparente sencillez, más dos originales del propio García Abril con letra de León Delestal: El canto del urogallo, cantada y sentida por ambos, cerrando con Madre Asturias que da título a las grabaciones y es mucho más que un homenaje a los emigrantes lejos de la “tierrina”, más emoción por la soprano asturiana desde Madrid, enorme, heroica y exigente para los dos intérpretes, aún más en esta “reducción orquestal” que difícilmente iguala el original pero que el vitoriano defendiendo esta asturiana del turolense volcaría toda su experiencia y magisterio sobre las 88 teclas en estos repertorios españoles, colofón en casa de una música siempre cercana y no suficientemente escuchada, menos en vivo.
María Zapata nos regalaría la conocida romanza de la criolla Cecilia Valdés, homónima de la zarzuela cubana estrenada en 1932, compuesta por Gonzalo Roig (1890-1970), españoles en La Habana donde tantos asturianos emigraron. Cómoda en este rol y con el seguro Aurelio Viribay desde el piano “llevándola de la mano” en los cambios de ritmo tan típicos de esta obra de la lírica hispana, que ya la escuchase en el Museo Arqueológico ovetense dentro de su ciclo veraniego en 2019 por estos mismos intérpretes. Un buen viaje musical con nuestra canción de concierto universal.
Ficha:
Teatro Filarmónica (Oviedo), miércoles 8 de febrero de 2023, 19:45 horas. Sociedad Filarmónica de Oviedo: Año 117, Concierto 3 del año 2023, 2.046 de la Sociedad. María Zapata (soprano), Aurelio Viribay (piano). “Cantares de la Vía de la Plata”, obras de Guridi Gerhard, Granados, Obradors y García Abril.

Estrenando a las compositoras del Ateneo Musical de Mieres

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Sábado 19 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio «Teodoro Cuesta», Mieres: Concierto de Santa Cecilia, Estreno y entrega de premios del 2º concurso internacional de composición para mujeres compositoras «María Teresa Prieto». Banda Sinfónica del Ateneo Musical de Mieres, Antonio Cánovas Moreno (director). Obras de Carlos Rodríguez Torres, Ferrer Ferrán, María Mendoza y Raquel Moyano.

El Ateneo Musical de Mieres cumple cuatro años desde su puesta de largo en esta festividad musical que es Santa Cecilia, y luchando contra pandemias o sinsabores pero sin perder nunca la ilusión, pudiendo convocar el II Concurso Internacional de Composición para mujeres compositoras «María Teresa Prieto» llegó el día grande de estrenarlas con las propias autoras presentes, pues además de lo que supone el premio en metálico, poder estrenarlas en vivo es la máxima aspiración en el siempre difícil mundo de la escritura musical, más siendo mujeres y ampliando un repertorio para banda sinfónica que con ellas sigue creciendo gracias a iniciativas como la de esta asociación cultural mierense.

Este sábado en el Auditorio «Teodoro Cuesta» de Mieres tuvimos una conferencia previa sobre la compositora asturiana que da nombre al concurso, a cargo de la doctora Tania Perón, cuyo libro recoge la trayectoria de esta desconocida para tantos y que la autora investigó «in situ» dejándonos por escrito una obra publicada por la Universidad de Oviedo, todo un referente de la Musicología española salida de nuestro Principado, ayudando a difundir el nombre de nuestra compositora más universal. Las compositoras premiadas llevar autografiado un ejemplar que seguro ocupará un lugar de honor en sus casas.

No puedo ser objetivo con la calidad de esta Banda Sinfónica del Ateneo de Mieres que pese a su corta trayectoria sigue apostando por la calidad y con obras que pocas formaciones similares, recordando que son aficionados, pueden interpretar, y no digamos las cuatro que nos ofrecieron este sábado en el auditorio mierense bajo la dirección del maestro Antonio Cánovas, con 63 músicos sobre el escenario que aúnan juventud y veteranía. Entrega total y desinteresada por mantener la ilusión en hacer sonar un repertorio siempre distinto, temático, complejo pero impresionando por la profesionalidad alabada a menudo por los compositores y compositoras que han podido escuchar sus obras a esta formación que también triunfa fuera de Mieres y de Asturias.

Aunque dejo arriba las notas al programa, añadir alguna anotación personal como el interesante pasodoble Bagaxes (2013) de Carlos Rodríguez, que abría la velada, o el impresionante poema sinfónico Magallanes (2022) de Ferrer Ferrán, homenajeando los 500 años de la llegada a Sanlúcar de esta expedición verdadera odisea marina tras descubrir el Pacífico y el hoy llamado estrecho con su nombre tras episodios trágicos que el compositor describe en la partitura. La música sirve de testimonio sonoro para dos momentos de nuestra memoria unificados en dos obras para banda sinfónica que llenaron de emociones el auditorio mierense. Tras ellas se hizo entrega del reconocimiento como «Socio de honor» a Joaquín García González por su altruismo y apoyo incondicional al Ateneo Musical de Mieres.

Y por fin los esperados estrenos tras la lectura del acta del jurado a cargo de Manuel Martínez Burgos, catedrático de composición del CONSMUPA, que lo presidió junto a José Alberto Pina Picazo y Amparo Edo Biol, emitiendo su veredicto a finales de agosto, siendo los siguientes premios (con el primero desierto):

Tercer premio para La Leyenda de Ermesinda de María García Mendoza Fernández, cinco movimientos (I. Munuza en Gijón, II. El harén, III. Danza y muerte de Ermesinda, IV. La rebelión de Pelayo y entierro de Ermesinda en Covadonga,V. La batalla de Covadonga) con una historia musical inspirada en la desconocida hermana de Pelayo, llena de motivos -alguno muy asturiano reconocible pero variado ingeniosamente- cual banda sonora y un importantísimo papel de la percusión especialmente en el último movimiento. Finalizada la excelente interpretación con muchos aplausos del público que acudió al concierto, le entregaría el premio Luis Alonso Villa, director de zona de Caja Rural Asturias, entidad entre las patrocinadoras del concurso.

Cerraría el concierto el segundo premio que fue para Bienvenidos a la Noche de San Juan de Raquel Moyano Mañanes, un poema sinfónico en cinco movimientos (I La magia de las Xanas, II. El secreto de los Mouros, III. El Trasgu burlón, IV. ¡Qué mala es la guaxa! V. La noche de San Juan) exigentes, ricos en tímbrica. alternando distintos aires y riqueza de ritmos que de nuevo entusiasmaron al respetable, de nuevo con una interpretación pletórica en todas las secciones y la dirección impecable del maestro Cánovas, haciéndole entrega tras escuchar su estreno la concejal de igualdad y feminismo Nuria Ordóñez Martín, poniendo punto y final a una festividad musical que estuvo presentada por el habitual de estos conciertos Alberto Cienfuegos «Michel», siempre enriqueciendo con humor las notas al programa.

Ampliando el repertorio coral asturiano

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Jueves 22 de septiembre, 20:00 horas. Teatro Filarmónica, Oviedo: Presentación de Lluna d’abril, «12 pieces corales» de Carlos Rubiera. Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo», José Manuel San Emeterio (director), María Alvarez Santiago (acordeón). Entrada libre.

Se presentaba en el Teatro Filarmónica de Oviedo el último trabajo de José Carlos Rubiera Tuya (Caldones, 2 de febrero de 1956), para todos Carlos Rubiera, un álbum de partituras con doce piezas corales suyas que ha contado con el apoyo tanto de la Dirección General de Política Llingüística como de la Academia de la Llingua Asturiana (ALLA), que lo publica con el número 16 de su colección «Collecha Asoleyada«, un paso adelante del polifacético músico gijonés que con el título de Lluna d’abril se atreve con obras nuevas propias o adaptadas para seguir ampliando el repertorio coral.

Tras los discursos (en asturiano, pues se trataba de un acto «Fechu en Asturies») primero de Xosé Ramón Iglesias Cueva, secretario de la ALLA, y de Antón García Fernández, director general de política lingüística, el propio compositor comenzaría haciendo una breve presentación de esta aportación suya con letras en asturiano, criticando el asturiano amestau (la mezcla de asturiano y castellano que cohabita en nuestra tierra) de muchas otras obras populares. En el prólogo (o antoxana) el propio Carlos Rubiera escribe: «abúltame que n’Asturies nun andamos sobraos de repertoriu coral propiu; a pesar de ser la nuestra una comunidá con una llarga tradición d’agrupaciones corales populares y onde la xente yera (más de lo que ye) aficionao a cantar. Ye verdá qu’hai un repertoriu coral asturianu prestosu pa la xente y valoratible dende’l puntu de vista musical. Pero, too hai que dicilo, nel sen poéticu y llingüísticu, na música coral asturiana hai poco onde escoyer si se quier llevar pel mundu alantre con “arguyu de pais”», que también lo leería dejando claras sus intenciones y antes de dar paso a la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo« con su director José Manuel San Emeterio que cantarían ocho de las 13 partituras (el título dice 12 cantares pero La Capitana figura como bien explicó el propio Rubiera, en versión doble), trabajadas con el cariño que se necesita para un coro que va renovándose poco a poco en plantilla pero también en su repertorio.

El concierto comenzaría con dos canciones del oriente astur (Ribadesella y Llanes) para 4 voces «a capella»:
La Ponte que pasa el Sella y Virgen de Guía, melodías propias, que en versión coral, especialmente la segunda, toman otro rumbo al que nos tiene acostumbrado el cantautor gijonés.

Seguiría presentando Carlos Rubiera las siguientes obras: primero un Ave María profano que intenta remarcar tanto el empoderamiento femenino como la figura de La Deva o diosa astur antes del enfoque católico de la mujer como madre de dios.

A continuación Cuando pienso, una adaptación (como ya hiciese al español la cretense Nana Mouskouri) pero al asturiano del famoso coro de esclavos del «Nabucco» verdiano, el famoso Va Pensiero que ya estaba publicada «En Clave de Lluna» (2019), habitualmente con acompañamiento de piano y que ahora rehizo para cuatro voces y acordeón, con María Alvarez Santiago fiel al «original» y todo lo que supone un instrumento capaz de respirar con las voces cual órgano o armonio, consiguiendo crescendi imposibles en un piano, con un coro algo desajustado aunque mejorarían al bisarlo como regalo.

Tras la emoción confesada tras este canto de libertad por el mismo Rubiera, continuaría comentándonos que de las doce obras, la mitad son habaneras, narrándonos el origen de esta forma y de la emigración tan nuestra a Cuba, haciendo de este género algo no solo del norte de Peñas al Golfo de Vizcaya sino también del Mediterráneo, canciones con mucha tradición en nuestras formaciones pero donde faltaba cantarlas en asturiano, recordando la suya (desde 1987), La Capitana que no suele faltar en muchas fiestas desconociendo muchos que es suya la autoría pese a ser considerada, y lo es, una habanera asturiana popular. Explicaría que le ha dado otro sentido desde una estrofa popular que él mismo hizo crecer, y que al menos ya queda documentada «oficialmente», escrita coralmente con el acordeón que le da todo el sabor marinero, escrita con dos versiones: a 5 voces en la tonalidad de sol mayor, más exigente en los agudos, y otra más cantabile a 4  voces en re mayor. Esta tarde sonaría junto a otras tres, comenzando con De Candás a Torrevieja, un viaje musical del Cantábrico a la capital de las habaneras, Americanu del pote, la crítica a los emigrantes que no fueron indianos ni tampoco ricos, con la crítica necesaria, «coña marinera», y el inconfundible espíritu habanero para finalizar igualmente crítico con Rey del pantalán, en cierto modo los llamados «toreros de salón» trasladados a los marineros de tierra firme que presumen sin salpicarse de salitre (y nada que ver con el emérito navegante).

Y finalmente llegaría a capella la versión «difícil» de la más popular de sus habaneras, La Capitana que ahora llega a «Generala» con una adaptación exigente en la tesitura más aguda (quedó algo gritada) pero engrandecida para la habitual «de chigre». Quedaría sin escucharse, aunque la citase, otra como
Van pa La Habana. No pude tener las partituras y los títulos están tomados en el teléfono según iba presentándolas Carlos Rubiera.

Tras las palabras de despedida del director del coro y los aplausos merecidos, repetirían con Verdi al que también en las sidrerías adaptamos al asturiano («Va pa Siero, camín de Noreña…») que escuchando Cuando pienso adquiere el mismo hipnotismo hímnico del risorgimento italiano trasladado a una Asturias que también necesita renacer. La cultura es la mejor arma, «quien canta su mal espanta» y los coros el mejor ejército armado con nuevas partituras que Carlos Rubiera sabe de su alcance sin más deseos que actualizar la munición «fecha en Asturies». Por finalizar en nuestra llingua: Nun ye momentu de falar, meyor cantar.

Con ganas de cantar

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Viernes 5 de noviembre, 20:00 horas. Auditorio «Teodoro Cuesta», Mieres: Encuentros Corales de Santa Cecilia 2021. Orfeón de Mieres (director: Carlos Ruiz de Arcaute), Coral Polifónica Lembranzas de Santa Cruz de Oleiros (director: Salvador Gascón Serra). Entrada libre.

El Covid-19, la pandemia y todo lo que trajo consigo, cambió de golpe nuestras vidas donde la música ha sido siempre necesaria. Si el quehacer diario se volvió duro para todos, las redes sociales no pueden suplir ensayos ni actuaciones aunque las retransmisiones fuesen de ayuda para no asilarnos aún más. Curiosamente el confinamiento ayudó a establecer nuevos contactos gracias a internet, descubrir otras formas de hacer y entender la música… pero nada volverá a ser igual.

Sería imposible contar las cancelaciones de conciertos y lo que supuso la supresión de toda actividad, no digamos la musical y especialmente en los coros, que perdieron las rutinas, el contacto humano y las buenas costumbres. Por eso había verdadera necesidad de volver a cantar aunque las restricciones mandan y la salud es lo primero, manteniéndose todavía precauciones nunca suficientes para frenar el virus mortal.

Mas las ganas pueden con todo y las medidas, relajándose paulatinamente aunque «el bicho», al igual que la gripe, siga entre nosotros, no han impedido que muchas formaciones estén retomado ensayos, los aforos vuelven a su totalidad y las mascarillas siguen presentes (sólo retiradas un momento para la foto oficial), haciendo difícil vocalizar, emitir o simplemente respirar. Pero contra el desaliento, lo que cuenta es poder volver a unirse y celebrar la vida cantando. Como dice el refrán, ¡Quien canta, sus males espanta!

El laureado y centenario Orfeón de Mieres volvía a su casa, organizando los encuentros corales (no solo los «mineros» por San Juan) en el mes de la patrona musical, y el público respondió, como siempre. El invitado coro coruñés acudía de nuevo a la villa de Teodoro Cuesta muy mermado en efectivos, porque todavía hay miedos, pero con la misma ilusión del reencuentro y la devolución de visitas que son la etiqueta entre coros, como bien comentó su presidente Julio Rodríguez Carballido.

Esta vez no toca calibrar o comentar aspectos técnicos, de repertorio, de interpretación, tampoco la constatable falta de ensayos, la crisis de voces en los coros, la cada vez mayor desvinculación de la juventud o el envejecimiento que supone para casi todos los coros, esta vez los «primos» gallego y asturiano. Tampoco escribiré mis impresiones tras el concierto vivido, solamente reflejar la alegría de volver a esta anormalidad, salir de casa y escuchar canciones que resultan terapéuticas. Y poder cantar Asturias Patria Querida todos juntos el mejor hermanamiento que la música coral supone.

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