Martes 15 de diciembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Jornadas de Piano “Luis G. Iberni”: Luis Fernando Pérez (piano), Suite “Iberia” (Albéniz). Entrada butaca: 8 €.
El público necesita de la música en vivo como el aire que respira, aunque sea a través de una mascarilla, y la vuelta a ella nos resucita y reconforta un poco. También regresaron las Jornadas de Piano al auditorio con el madrileño Luis Fernando Pérez afrontando esa maratón del piano que es “la Iberia de Albéniz“. Casi dos horas y en el orden original del compositor campodroní para los cuatro cuadernos con una mínima pausa a la mitad y sin movernos de la butaca.
Es difícil aportar novedades, visiones, interpretaciones diferentes a esta biblia pianística también descrita por Enrique Franco como “el gran poema de la música española“, magna obra donde la docena de escenas pueden ser leídas o diría que pintadas en diferentes estilos y materiales: óleo, pastel, acuarela, plumilla, tinta china de colores, porqué no carboncillo, sanguina y hasta técnicas mixtas, puntos de vista del mismo paisaje con diferentes ópticas pero siempre reconociendo el objeto, el tema, el mensaje.
Personalmente no creo haber entendido “la Iberia de Luis Fernando Pérez“, un pianista al que admiro hace tiempo, sigo y aplaudo por el valor además de honestidad al regalarnos esta Iberia ovetense, por otra parte muy trabajada como atestiguan sus grabaciones y la edición digitalizada de la misma, pero desconozco si ha tenido una mala tarde o simplemente su acercamiento a las obras está muy alejado de mis referentes en vivo (de los vinilos y compactos daría para otra entrada).
Comprendo y hasta comparto que Iberia supone toda una vida y cada interpretación es siempre diferente, pues evoluciona y crece con el pianista, descubriendo nuevos detalles, sonoridades, pedales, articulaciones, discurso narrativo y todo lo que queramos añadir, mas en mi caso este concierto fueron doce apuntes o si se prefiere bocetos. Agrupando mis propias impresiones por los cuatro cuadernos paso a intentar describirlas:
I. Evocación – El Puerto – El Corpus en Sevilla. Flojo arranque, frío con “notas perdidas”, pinceladas sin rumbo, no buscando nada concreto salvo el pedal uniendo los 3 paisajes, más bocetos que acuarelas de confusión sonora y fraseos personales que no me placen, con un Corpus extrañamente fraseado, sumando dinámicas bruscas y un rubato exagerado para mi gusto aunque le encuentre “unidad”.
II. Rondeña – Almería – Triana. Algo más centrado y concentrado en el trazo pero igual de confuso o difuso por momentos, con una agógica, una concepción del tempo con los silencios algo extraña desde el inicio del cuaderno. Desenfoques sonoros puede que buscados pero esa Almería desdibujada me llevó más al Cabo de Gata que a la Alcazaba, reflejos del Mediterráneo… incluso Triana sin Guadalquivir pareció un aguafuerte o incluso una plumilla con muchos grises que no son color sino dolor, borrones ágiles buscando un foco de atención que me despistó de la esencia.
III. El Albaicín – El Polo – Lavapiés. La pausa no cambió mi perspectiva, las mismas sensaciones con unos caminos tortuosos donde el esfuerzo prima sobre el remanso, desenfoques y contrastes tan brutales que no me dejan delinear las formas. Trazo abrupto y sin finalizar, agilidades entrecortadas como un Lavapiés a trompicones cual camino empedrado además de empinado y líneas discontinuas que parecen traducir las pausas.
IV. Málaga – Jerez – Eritaña. Mismos gestos, ondulaciones sin punto de fuga, curvas sin horizonte y fatiga transmitida sin apenas bocanadas de aire, sobresaltos y decepción. Sensación de meterme en un callejón sin salida, bocetos sin terminar, aroma de manzanilla sin sabor en boca o firma ilegible.
Aplausos merecidos por el esfuerzo pero sinsabores personales que tras el titánico desgaste el madrileño aún nos regaló dos propinas: una “inédita” Yolanda popular de Colombia recordando a su amiga y colega Blanca Uribe, y una “Seguidilla murciana”.