Luigi Boccherini: Apocryphal Sonatas for violin and harpsichord. Emilio Moreno – Aarón Zapico. Glossa.
En este blog no suelo comentar discos aunque soy un tanto mitómano al seguir ampliando mi colección en formato físico. Incluso cuando compro en Internet para escuchar legalmente en el ordenador u otros dispositivos (gadgets dicen los finos), termino pasándolo a CD, con su caja, ilustraciones y todo lo que ello supone de mayor gasto que si lo hubiese comprado directamente e importado a los dispositivos digitales. Me consta que muchos de los coches actuales prescinden del lector y lo sustituyen por entradas USB o conexiones para los teléfonos que traen todas las posibilidades musicales imaginables. En mi caso además de todo ello todavía dispongo de un lector de CD y otro de tarjetas SD con la ventaja de poder cargar muchas horas de música para esos viajes que tanto me gusta hacer, a menudo con la “disculpa musical” correspondiente.
Esta vez y con el disco sonando de nuevo en la cadena (nada que ver con todas las “modernidades” que también utilizo) no quería dejar de comentar este Boccherini que Emilio Moreno nos ha preparado con nuestro común amigo Aarón Zapico. El primero es referente en este país de la llamada música antigua y barroca, no ya como intérprete en sus muchas formaciones e inspirador de las posteriores que le deben mucho, como investigador es único y podríamos decir que se ha convertido en un especialista de Don Luis Boquerini, así como él mismo finaliza las notas del disco, el genial violonchelista y compositor italiano pero tan español como el que más. Rehacer, adaptar, recrear, todo es posible manteniendo el espíritu y el Boccherini de estas cuatro sonatas respira por los cuatro costados música en continua evolución. Elegir el clave como acompañante del violín permite disfrutar de una tímbrica especial, cuidada hasta el mínimo detalle en todo el proyecto: la selección de las obras, la adaptación a este dúo, los instrumentos utilizados, el lugar de grabación y por supuesto la presentación a la que Glossa nos tiene acostumbrados por diseño, fotografías, calidad y textos que aquí firman Miguel Ángel Marín y el propio Moreno. La elección de Aarón Zapico parecía lógica tras otros proyectos juntos y sabedor que el clavecinista asturiano está en plena madurez interpretativa, verdadero momento dulce para quien ha tomado el testigo del maestro y hacer escuela con Forma Antiqva, alumnos ahora profesores que comparten mucha música pero sobre todo pasión por ella. El buen gusto y complicidad del dúo se nota en cada sonata, sin pájaros en a cabeza como aparecen en la portada, más bien adecuados y rebuscados (por el mucho buscar) en cada movimiento, destilando emociones que traspasan al oyente, pudiendo titular esta entrada inspirado en el propio título del disco como “Placeres apócrifos”, no por fingido sino por dudar de la autenticidad del placer auditivo, haciendo un guiño al término como don Emilio para estas sonatas de salón asturiano.
Llevadas estas obras a la Lucca natal de Luigi Boccherini (1743-1805) y sonando también en la Corte Madrileña imbuidos del mismo espíritu dieciochesco original en pleno siglo XXI, antes de encerrarse en septiembre del pasado año en la Finca Casa de Oficios de Torremocha del Jarama, para dejar testimonio sonoro ya rodado en directo, el dúo Moreno-Zapico ha presentado el disco en Madrid este mes de febrero, y pese a las agendas apretadas de ambos en sus distintos proyectos, supongo encontrarán huecos para seguir haciéndolo en vivo, siempre único aunque se venda al finalizar los conciertos con firmas de los músicos, porque esta fórmula sigue funcionando y hay muchos más “chiflados” que siguen comprando música.
Las cuatro sonatas abarcan distintos momentos en la vida de Boccherini con un trabajo de recuperación y transcripción por parte de ambos intérpretes y estudiosos realmente memorable, a partir de distintas colecciones y formaciones. Miguel Ángel Marín comienza sus notas en el libreto del disco diciendo que El arreglo musical tiene hoy mala prensa para continuar razonando una práctica habitual de entonces que cada vez más las nuevas agrupaciones están siguiendo: adaptar las obras a las distintas formaciones que tengan, y este es el caso de este dúo asturmadrileño, grandes conocedores de la instrumentación más allá de la propia interpretación siempre maestra por parte de los dos. Los criterios que ambos músicos han seguido también los explica en la “carpetilla” con los textos el maestro Moreno:
Primero, el de ofrecer una visión evidente y diacrónica de la evolución creativa de Boccherini con obras que van desde su primera juventud (la sonata G43 a partir de su primer cuarteto de cuerda de 1761, escrito probablemente en Milán) hasta el periodo final, el más castizo y madrileño (las sonatas a partir del cuarteto de La Tirana y el quinteto de La Seguidilla de 1792 y 1795 respectivamente), pasando por la sonata G24/4 a partir del trío op. 14/4 de 1772, un momento de profunda cimentación del estilo de Boccherini (…). El segundo criterio, y quizás el más importante e interesante para los intérpretes, ha sido investigar la manera de abordar la producción boccheriniana reinventada a través de la transcripción como legítima vía de expresión artística, ya sea a través de la óptica de sus contemporáneos (…) ya sea abordando los mismos intérpretes de este disco la transcripción y adaptación, la «reinvención» de la pieza original inspirados por los modelos contemporáneos a Boccherini, y con la pretensión de, sin menoscabo de autenticidad y con el máximo respeto a la obra, el autor y su filosofía musical, ofrecer una visión completamente personal de la obra tal y como lo hubieran hecho un violinista y un clavecinista de la segunda mitad del XVIII, tan rendidos admiradores del violonchelista toscano-madrileño aquellos como lo son los protagonistas de esta grabación dos siglos más tarde.
Con esta intención y todo el respeto aparecen las obras citadas: la Sonata en re mayor (G24/4, Trío op. 14/4, G98, 1772) [de las Sei Sonate per il cembalo e violino ad libitum. C.D. Ebeling. Hamburg, 1775], con tres movimientos: Allegro giusto, Andantino sempre piano y Allegro assai. Un violín grave recordando el chelo del italiano y el clave escurialense cristalino en perfecta simbiosis y equilibrio, alternancias de protagonismo y planos ideales.
La Sonata en do menor (G43, originalmente Cuarteto op. 2/1, G159, 1761) [de las Six Sonates pour le clavecin, forte piano ou harpe avec accompagnement de violon obligee, tirees des oeuvres de Luigi Boccherini, mises au jour par M. Naderman. Paris, 1778], también tripartita: Allegro comodo, Largo y Allegro. Cortesana de intenciones y clara de interpretación donde el violín parece sobrevolar todo acompañamiento de “otras cuerdas” aunque de nuevo el clave resulte tímbricamente más rico que el arpa o incluso el fortepiano que vendría a aparcar las teclas del instrumento barroco por excelencia.
Todo el sabor español y el oficio italiano los encontramos en las dos últimas sonatas. Aquí el violinista lo explica mejor que nadie: feliz simbiosis entre la gran tradición italiana con el casticismo y españolidad de la música de aquel maravilloso violonchelista y compositor toscano que llegó a Madrid en plena juventud para no salir nunca más de España. En transcripciones de Emilio Moreno y Aarón Zapico, primero la Sonata en sol mayor, ‘La Tirana’ (Quartettino op. 44/4, G223, 1792), dos tiempos: Presto “La Tirana Spagnola” virtuoso violín, sólido clave, pareja impoluta de feliz entendimiento, y Tempo di minuetto, casi bailable del momento por alegría, popularidad y cercanía al pueblo llano, al igual que la interpretación del dúo. Finalmente la Sonata en do mayor, ‘La Seguidilla’ (Quintettino op. 50/5, G374, 1795) con el Allegretto de lo más “cantabile” al que mentalmente podríamos ponerle voz femenina y letra popular, más el Minuetto ‘a modo di sighidiglia spagnola’, la seguidilla única e inimitable capaz de convertir la calle en un salón cortesano con una pareja goyesca en fiesta callejera, violín bailarín con clave poderoso, cimentando pasos y ritmo.
Cuatro sonatas para violín y clave jugando con ritmos, timbres, tiempos, compases, dinámicas, texturas, aires y espíritu con dos generaciones de intérpretes que conocen los recursos y técnicas adecuados a cada momento, reflejados en un disco para disfrutar en cualquier ocasión. Vuelvo a darle al “Play”.