El ciclo ovetense de “Los Conciertos del Auditorio” celebra junto a la Oviedo Filarmonía su vigésimo quinto aniversario, con una presencia en este año donde no faltan las galas líricas, y este sábado regresaba a la capital asturiana el tenor mexicano Javier Camarena (1976) en un recital muy esperado por los muchos melómanos llegados de toda la geografía que agotaron el papel y donde el gran Tosti estuvo presente pues está presentando su último trabajo discográfico junto al pianista cubano Ángel Rodríguez, aunque esta vez con los arreglos orquestales de Gonzalo Romeu que han sido una “primicia” que podemos tomar como regalo de las Bodas de Plata en la que sigo llamando “La Viena Española” por su amplia oferta musical, que unida a la Capital Gastronómica de este año (como bien recordó el xalapeño) deberíamos reclamar también su “Capitalidad Musical”. Dedicatoria desde megafonía para nuestro querido Fernando Rodríguez Perez ‘Fernando Lluarca’, trabajador del auditorio y melómano, que nos dejó repentinamente hace cuatro días pero al que siempre tendremos presente.
Camarena como en casa
28/01/2024
Asturias, ópera, clásica, conciertos, estreno, lírica, música, Música contemporánea, prensa, recital, zarzuela Auditorio de Oviedo, ópera, conciertos, Donizetti, Gounod, Hérold, J. Guerrero, Javier Camarena, Lalo, lírica, Lucas Macías Navarro, música, Oviedo Filarmonía, Pablo Sorozábal, Rossini, Tosti, Verdi, zarzuela 2 comentarios
Más zarzuela por favor
28/06/2023
ópera, conciertos, lírica, música, prensa, recital, viajes, zarzuela ópera, Carlos Álvarez, Chapí, conciertos, Donizetti, Giménez, José María Moreno, lírica, Luna, Maria José Moreno, música, Moreno Torroba, Mozart, OFM, Orquesta Filarmónica de Málaga, Pérez Soriano, prensa, Sorozábal, viajes, Vives, zarzuela 2 comentarios
Martes 27 de junio, 22:00 horas. 72 Festival de Granada, Palacio de Carlos V, “Universo Vocal”, Gala lírica I: María José Moreno (soprano), Carlos Álvarez (barítono), Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM), José María Moreno (director). Obras de ópera y zarzuela. Fotos de Fermín Rodríguez.
Crudele!…
Jota de Perico, de El guitarrico (1900)
Lírica para jóvenes con talento
14/01/2023
Asturias, ópera, conciertos, lírica, música, prensa, recital Antoni Lliteres, Auditorio de Oviedo, ópera, Bellini, Carles Pachón, Carmen Artaza, conciertos, Coro FPA, Donizetti, Lara Diloy, lírica, María Zapata, música, Mozart, OSPA, Rossini Deja un comentario
• Aria de barítono “Hai già vinta la causa?”.
• Dúo barítono-mezzosoprano “Il core vi dono…”.
• Aria de mezzosoprano “Parto, ma tu ben mio…”.
• Aria de mezzo “Una voce poco fa…”.
Donizetti:
DIRECCIÓN MUSICAL: Lara Diloy. Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA). Coro de la Fundación “Princesa de Asturias” (dirección: José Esteban García Miranda).
Heres más que una promesa
28/02/2022
Asturias, ópera, conciertos, lírica, música, recital, zarzuela ópera, Donizetti, Granados, Hugo Wolf, J. Serrano, lírica, Mahler, María Heres, Mario Álvarez Blanco, música, Milhaud, Penella, recital, Saint-Saëns, Schubert Deja un comentario
Lunes 28 de febrero, 19:45 horas. Teatro Filarmónica, Oviedo: Concierto 4 del año 2022, 2.029 de la Sociedad Filarmónica de Oviedo. María Heres Peláez (mezzo), Mario Álvarez Blanco (piano). Obras de: Schubert, Mahler, Hugo Wolf, Milhaud, Granados, Donizetti, Saint-Säens, Penella y J. Serrano.
Siempre es interesante acudir a un recital de lírica en una voz tan auténtica como la de mezzo y aún más si es María Heres a quien sigo desde sus inicios en este difícil mundo del canto. La juventud y el trabajo tienen su premio, y debutar en esta histórica sociedad ovetense es uno de ellos. Con su pianista de cabecera, Mario A. Blanco nos trajeron un muestrario de lo que la mezzo pixueta está estudiando mientras amplía repertorio buscando siempre el más apropiado a su voz, que va ganando cuerpo en un torrente de volumen controlado con la técnica, tanteando tanto las llamadas «canciones de concierto» (lied, chanson y canción española) en los tres idiomas, como arias de ópera y romanzas de zarzuela, profundizando en el carácter que todas estas obras esconden.
La primera parte transitó por textos alemanes de Goethe («Los elfos» de Schubert), Ruckert (Mahler y su Liebst du um Schönhelt) y Morike (Verborgenheit de Wolf) musicados por tres figuras del lied que exigen una dramatización propia con el piano realzando unas letras, no siempre bien vocalizadas, estando la mezzo asturiana cómoda en las tres pero sin la visión y poso que sólo los años pueden dar a estas partituras.
Mucho más cómoda con el francés de Milhaud y sus Trois Chanson de Négresse, que sigue trabajándolas porque le van muy bien además de aplaudidas una a una para esta «mujer de negro», jovial en «Mon Histoire», más lírica en «Abandonée» y sentida «Sans feu ni lieu», mejor conexión poética con el país vecino y un piano que lleva en volandas a la voz.
Igualmente aplaudidas cada una de las tres canciones de La maja dolorosa de Granados, exigentes en tesitura pero que los crecientes graves de Heres alcanzaron con seguridad y el piano mimándola. Habrá que seguir trabajando la vocalización pero «Ay, majo de mi vida» está en el camino correcto.
Breve descanso para coger fuerzas pues vendrían dos arias de ópera donde María Heres brilló con luz propia, tanto en la Leonora de Fia dunque vero? O Mio Fernando («La Favorita» de Donizetti) donde el piano orquestal debe sufrir como sólo los maestros repetidores saben, y la Dalila de Mon coeur s’ouvre á ta voix de Saint-Saëns, ese canto de amor a Sansón que sintió en este rol al que le va tomando el pulso en cada recital.
De nuestra zarzuela otros dos números de fuste, «La Malquerida» de Penella y su romanza Él va a venir que protagoniza la mezzo de voz poderosa y doliente, dramatización entregada, y Qué te importa que no venga («Los Claveles») del maestro Serrano, perfecto cierre a este recital de la cantante de Oviñana, cómoda vocalmente, emocionada por el apoyo de un público fiel y el piano siempre.
Tras agradecer tanto a la propia sociedad como al RIDEA y La Castalia que tanto han supuesto en el apoyo musical de los jóvenes talentos asturianos, también en el de María Heres en su incipiente carrera, y especialmente a su maestra Begoña G. Tamargo, alma mater de la pronto veinteañera asociación cultural que toma el relevo a la decimonónica de la capital asturiana, dos regalos: La tarántula, el popular Zapateado de «La tempranica» (Giménez), y la bellísima Pampamapa de Guastavino que la mezzo bordó en casa, siempre con el esforzado Mario Álvarez Blanco al piano, su «mano derecha» necesaria con quien tanto ha trabajado y auténtico pilar para este estreno en la Sociedad Filarmónica de Oviedo.
Quedamos con las ganas de celebrar en apenas un mes la Gala Lírica del XX Aniversario de La Castalia en el Auditorio, donde estarán dos de sus alumnas destacadas, que ya no son promesas sino realidades, Janeth Zúñiga y la propia María Heres, otro peldaño más compartir escenario con el tenor asturiano Alejandro Roy y cantar con una orquesta como Oviedo Filarmonía que estará dirigida por Isabel Rubio y donde podremos escuchar dos estrenos de Guillermo Martínez y Gabriel Ordás, igualmente muy ligados a «La Castalia del siglo XXI«, esperando poder seguir contándolo desde aquí.
El Rey Camarena
30/01/2020
Asturias, ópera, conciertos, lírica, música, piano, recital, zarzuela Auditorio de Oviedo, Ángel Rodríguez, ópera, Cilea, conciertos, Donizetti, Flotow, Gounod, Javier Camarena, Lalo, lírica, música, recital, Rossini 3 comentarios
Martes 28 de enero, 20:00 horas. Oviedo, Los Conciertos del Auditorio: Javier Camarena (tenor), Ángel Rodríguez (piano). Obras de Gounod, Lalo, Donizetti, Rossini, Flotow y Cilea.
Javier Camarena sigue siendo “El Rey” como bien cantaba en la cuarta y última propina jaleado por un auditorio hasta la bandera que le sigue coronando como el mejor tenor actual. Con su habitual pianista cubano Ángel Rodríguez compartió un triunfo sonado ante el derroche artístico mostrado por ambos, la voz que gana cuerpo y asombra con sus “filados” (parece tener tres pulmones bromeaba un aficionado) y las diabólicas reducciones orquestales para el piano donde no faltaba ninguna nota ni matiz. Si en el recordado concierto de noviembre 2017 asombró, en este enero 2020 maravilló y cautivó antes de cantar, haciendo su presentación con ese semblante siempre risueño, afable y cercano que solo los grandes poseen, totalmente alejados del divismo.
El recital se organizó con una primera parte en la lengua de Víctor Hugo y la segunda en italiano, arias conocidas y otras menos transitadas de óperas puede que menores pero bien elegidas sus arias para lucimiento del xalapeño que en esta gira española de parada obligada en “La Viena del Norte”, tiene todas las entradas vendidas con antelación.
El «Fausto» de Gounod fue el primer “brindis” con Salut! Demeure chaste et pure antes de la poco escuchada Vainament, ma bien áimée de la ópera de Lalo “Le roi d’Ys” de alegre estribillo y estrofas delicadas, un aperitivo que de por sí resulta agradecido además de difícil.
El Donizetti de Camarena sigue siendo único, tanto en el aria de “Don Sebastián Rey de Portugal”, que como ópera puede no ser destacable pero en esta página recuerda todos los protagonistas que el tenor mexicano atesora en su repertorio, y donde el francés natural lo emite sin nasalizar en absoluto, con un total dominio técnico, proyección exquisita y limpieza total, matizado con tal riqueza que da gusto escucharle. Evidentemente no podía faltar su aria fetiche y casi “record Guinness” por las veces que lo ha bisado, “La hija del Regimiento” con la famosa aria A mis amigos, reales entre el público con el elenco de la Lucía del Campoamor entre ellos y “los nueve do” que resultaron once ante el derroche vocal del final a cargo del Rey Javier I de México y el príncipe “consorte” del piano dando el ropaje y entendimiento total en cada nota.
En italiano otra rareza de Donizetti y su ópera “Betly” (1836), el aria E fia ver, tu mia sarai…, sello inconfundible en su escritura, dominio absoluto en el canto y acompañamiento increíble, Camarena en estado puro cuyo Rossini inicial de “Ricciardo e Zoraide” resultó una lección de “canto bello” en una de las primeras óperas del Cisne de Pésaro, llena de los giros siguientes en sus arias de tenor como esta S’ella mè ognor fidele…, agilidades vertiginosas bien resueltas con la aparente facilidad del canto y piano venidos desde México.
El sentimiento en estado puro, la emoción de los “pianissimi” capaces de alcanzar el silencio respetuoso de un público entregado llegaría con dos arias donde el espíritu de Alfredo Kraus “El Tenor” pareció imbuir al xalapeño de timbre único, poderosamente delicado y entregado en las últimas del recital, M’appari… (Von Flotow) de la poco representada “Martha” y El Lamento de Federico de «La arlesiana de Cilea«, joyas para tenor que Camarena bordó además de emocionar, rindiendo a un público que ha creado hasta un Club de Fans en “Facebook”.
Las propinas fueron casi una tercera parte para delirio de todos. Nuestra zarzuela a nivel estratosférico con Camarena y Rodríguez: «Los Gavilanes» de Guerrero con la romanza Flor roja, de poner la piel de gallina y cortar el aire, más No puede ser de «La Tabernera del Puerto» (Sorozábal), poderosamente íntima antes del fin de fiesta mexicano con aires de mariachi: el famoso huapango de la «Malagueña salerosa” nacionalizada asturiana (qué pena los arranques de aplausos) con un piano primoroso, derroche de agudos para pone en pie a todo el auditorio antes de acabar con la ranchera más conocida de José Alfredo Jiménez y coreada por el auditorio, porque Camarena sigue siendo “El Rey”.
Lucía de locura
24/01/2020
Asturias, ópera, clásica, música Albert Casals, Andrei Kymach, ópera, Celso Albelo, Coro de la Ópera de Oviedo, Donizetti, Elena Mitrevska, Giacomo Sagripanti, Jessica Pratt, Maria José Suárez, música, Oviedo Filarmonía, Simón Orfila 1 comentario
Jueves 23 de enero, 20:00 horas. Oviedo, Teatro Campoamor, LXXII Temporada de Ópera: primera función del último título: Lucia di Lammermoor (Donizetti). Fotos ÓperaOviedo y propias.
Feliz de cerrar mis 61 recién cumplidos con mi adorada «Lucía» que volvía al Campoamor tras la de 2012 y con un reparto encabezado por Jessica Pratt (quien adelantase sus facultades en la gala solidaria de 2015) y Celso Albelo, pareja en el Rigoletto de hace tres años, aunque el tiempo también hace mella en todos, incluido el que suscribe.
Y una lástima porque esta Lucia arrancó desigual pese a la excelente sonoridad de la Oviedo Filarmonía con el maestro Giacomo Sagripanti en la dirección, pues el coro ya entró algo tarde aunque según avanzaba la representación la locura apareció antes de lo esperado.
La ópera va más allá de dar las notas escritas (alguna no lo estaba) sino de cómo darlas, y el ansia por el volumen hace abrir y descolocar la voz, demasiado vibrato que termina calando la voz y la leve desafinación que se hace insufrible. La sensación de no llegar flotaba en el ambiente aunque me llamen repugnante.
En esa «locura» comenzó el ucraniano Kymach con un Enrico de emisión rotunda e incluso color bello pero que desigual durante toda la función, especialmente en sus agudos, una de cal y otra de arena, aunque mantuvo el tipo y su registro central tenga cuerpo y proyección.
De otro conocido y querido en Oviedo como Simón Orfila sus agudos se contagiaron de una vorágine casi vírica, y además el color no es el de un bajo como suele ser Raimondo (comentaba que es como hacer tocar el papel de tuba a un trombón), aunque el menorquín pueda sobradamente con las notas, mantuvo el tipo pese a ese vibrar del agudo que no es agradable al oído. El tiempo irá dando cuerpo y empaque a una voz de barítono.
Y del tenor canario, casi asturiano por el cariño (que perdona todo) creo que este jueves no estaba bien de salud este Edgardo Albelo. Por momentos se notaba esa tela que obliga al carraspeo transmitiendo esa sensación de miedo, nos regaló un agudo sin empastare con su paternaire, los agudos no brillaban e incluso calaban, y la esperada penúltima aria (sin tumbas de antepasados y la amada cerca en la habitación colindante y no el castillo) la recreó en tiempo algo lento, muy «ad libitum» respetado por el maestro Sagripanti, excelente concertador, con ornamentos alejados de la línea krausiana de su maestro (que para mí sigue siendo el referente aunque también recuerde a Rosetta Pizzo y Jaime Aragall en mi juventud, más la flauta de César San Narciso). Lo mejor estuvo en el final, ya moribundo en el suelo, con la bellísima «alma enamorada» que en media voz sonó sentida, afinada y llegando a las alturas.
Repetía como Alisa nuestra carbayona Mª José Suárez, algo apagada y contenida ante tanta locura, más el breve Arturo de Moisés Marín, más «La Pratt«, con lo que el conocido sexteto quedó cojo en equilibrios y colores, verdadera pena porque es una de las páginas más brillantes de la ópera y necesita voces que empasten, emitan y logren un balance muy difícil de conseguir.
Triunfadora la Lucía de Jessica Pratt en una nueva (re)creación de esta carrera de fondo casi sobrehumana que supone este personaje belcantista, con el que está ganando enteros por todo el mundo. Apenas hay un momento de respiro, jugando con los tiempos bien secundada en el foso (bravo la flauta de Mercedes Schmidt y el cello de Gabriel Ureña, los solistas más cantabiles que subieron a saludar al final). De amplia gama de matices la australiana aunque los sobreagudos sean lo que se espera me gusten más sus crescendi desde una media voz cautivadora, así como una dramatización personal que acabará siendo un referente ante los años que tiene por delante.
En sus dúos «engulló» toda pareja (hermano, confesor, amante…), su timbre sobresale diría que excesivamente y no solo por frecuencia sino también por decibelios. Con una técnica excelente unida a su voz contundente y convincente no logró ponerme la piel de gallina (tras muchas «Lucias» a lo largo de mis casi 50 años de ópera), el viento y la locura sí emocionaron pero comenzó en escena antes de su aparición. Del sexteto Lucía y Edgardo rivalizaron en volumen y el cuarteto restante aguantó dos a dos el empuje sin rechistar ni empatizar.
Del coro titular, que comenzó algo destemplado, se mantuvo empastado y ganando enteros especialmente las voces graves más la escena de la boda.
De la escena no hubo mucho «revuelo» ni gran movimiento actoral sobre las tablas aunque resultase original el «descubrimiento» del giro (que acentúa visualmente la locura), tras una cocina inicial muy «british», el hotel que recuerda al de Kubrick en El resplandor, y el salón con chimenea que en la rotación nos conduce a la escena del crimen con la presencia en la cama ensangrentada del asesinado (creo que nunca lo había visto) donde acuden todos, la ausencia de armas en la irrupción y disputa entre Enrico y de Edgardo (sí hubo daga para el suicidio) más una acción a caballo entre los años 40 y el último romanticismo con un vestuario elegante de opereta vienesa especialmente en las voces blancas del coro, con las protagonistas vestidas y peinadas como años después, algo que no aporta nada y que si las voces fallan termina siendo más protagonista de lo que debería.
Me gustan y suelo acudir a las terceras funciones porque está todo más rodado, e incluso el segundo reparto joven de esta Lucía del 20 promete, así que acudir al «estreno» tiene estas cosas: los abonados de muchos años, el vestuario variopinto, la presencia del regidor local en el palco municipal, la división de opiniones con la megafonía en asturiano (en Galicia, País Vasco, Navarra o Cataluña no sucede), los comentarios susurrando como si estuviesen en su casa, el descanso para el cigarrillo o el cava, también los teléfonos, y la prisa por marchar que el viernes es laborable para muchos.
Despedida por todo lo alto
17/06/2019
Asturias, ópera, clásica, lírica, música, piano, recital Auditorio de Oviedo, ópera, Bellini, Bizet, Cécile Restier, conciertos, Donizetti, Glinka, Gounod, Juan Diego Flórez, lírica, Lehar, música, Verdi Deja un comentario
Domingo 16 de junio, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Jornadas de Piano «Luis G. Iberni», concierto extraordinario cierre de Temporada. Juan Diego Flórez (tenor), Cécile Restier (piano). Obras de Bellini, Glinka, Donizetti, Lehár, Bizet, Gounod, Bizet y Verdi. Entrada: 58,50€ (descuento para abonados del ciclo).
Despedida por todo lo alto con Juan Diego Flórez (Lima, 1973) para un ciclo donde el tenor peruano llenó el auditorio poniéndolo en pie sin defraudar nunca, esperado concierto programado inicialmente para el 26 de mayo pasado cancelado por motivos de salud, pero que mantuvo el aforo y programa pese al apretado calendario de esta figura mundial, acompañado de una excelente pianista como Cécile Restier (Paris, 1981) que tampoco defraudó, haciendo «olvidarnos» del habitual acompañante Vicenzo Scalera.
Obras bien elegidas con los «intermedios» de la pianista francesa en la línea habitual de estos recitales, comenzando con Bellini y tres de sus canciones de concierto aptas igual para cualquier tesitura, casi como arias, perfectas para ir calentando voz y dedos, siempre optando por tiempos adecuados a la buena dicción, Vaga luna, che inargenti, bien lenta, Vanne, o rosa fortunata, algo más ligera, y Ma rendi pur contento gustándose los dos intérpretes, especialmente el limeño.
Sin romper este inicio belcantista la pianista eligió a Mikhail Glinka y su Rondino brillante sobre un tema de Bellini de lucimiento personal claramente ejecutado para dar el descanso vocal antes del aria O di Capellio, generosi amici… È serbato a questo acciaro…L’amo tanto e m’è sì cara de «I Capuleti e i Montecchi» donde Flórez comenzó a dar lo mejor de la velada en el repertorio que domina como pocos.
No podía faltar Gaetano Donizetti, primero el poco escuchado Vals en La mayor (para piano solo) y después dos arias bien distintas: Una furtiva lagrima del Nemorino de «L’elisir d’amore», recogido casi íntimo con un piano discreto (aunque siempre tengo que destacar lo complicadas que son las reducciones orquestales), y tras él volviendo a escena arrancando con el poderoso Edgardo de Tombe degli avi miei… Fra poco a me ricovero de «Lucia di Lamermoor» que cerró la primera parte en calidades «in crescendo» mostrando las cualidades que Arturo Reverter destaca en las notas al programa (enlazadas al inicio en obras): «exquisito, de voz clara y argéntea, de
probada técnica de emisión» o las que destaca otro crítico como Javier Pérez Senz: «En el arte del buen cantar, Flórez es un maestro; difícil parece encontrar en la actualidad un tenor capaz de un canto más dulce y efusivo, más elegante y sabiamente fraseado«.
Con algo de escepticismo esperaba las arias de Franz Lehár porque idioma y estilo no me cuadran mucho con el color vocal de Flórez (mis referencias son 2K: Kraus y Kaufmann) aunque no sea igual con piano que orquesta de cámara o sinfónica pero cantándolo desde hace años. Comenzaría con Dein ist mein ganzes Herz de «Das Land des Lächelns» algo plano, mejor el Gern hab’ ich die Frau’n geküsst de «Paganini» y culminando con más calidad y poderío el Freunde, das Leben ist Lebenswert de «Giuditta«, antes del Scherzo «vivace» de la Sonata en Re menor (para piano solo) y la parisina Restier luciéndose con el príncipe de la opereta.
No podía faltar ópera francesa, comenzando con una mejorable en estilo pero bien sentida y cantada La fleur que tu m’avais jetée, de «Carmen» (Georges Bizet) para proseguir con Charles Gounod pero no el Salut, demeure chaste et pure de «Faust» sino Ah lève toi, soleil de «Romeo et Juliette» que álguien del público contestó «mejor», bien el enamorado Romeo tras el celoso Don José.
Siguiente número de piano solo retomando a Bizet con su Nocturno en Re mayor en las manos de Cécile Restier verdaderamente impecable antes del esperado Verdi con dos arias para rematar la faena demostrando que su repertorio se engrandece como el cuerpo de su voz: Oh dolore de «Attila» y La mia letizia infondere… Come poteva un angelo de «I lombardi» apasionado e incluso brillante, que volvieron a dejarme buen sabor de boca con el esperado, aclamado y mediático Juan Diego Flórez que regresaría al escenario cantando algunas de sus habituales propinas.
Guitarra en mano, público pidiendo a gritos canciones cual comanda de «trattoria», su Perú del alma, comenzando con Chabuca Granda y el canto al gallo Camarón, seguido de un mix que dicen ahora De domingo a domingo en el día del padre en Hispanoamérica enlazado con el Cielito lindo, bromeando con todos, cercano, afable y simpático (su nombre en México es un santo al que se le apareció la Virgen de Guadalupe).
Todavía quedarían dos propinas más con Cécile Restier quien hubo de lidiar con una Granada (Agustín Lara) algo complicada de acompañar pero que Flórez paró con humor y guiños, incluyendo el giros «aflamencado» antes del agudo final, y un inesperado Calaf del «Turandot» pucciniano, el archiconocido Nessun dorma que me hizo saltar las lágrimas recordando a mi tío Paco al que enterrábamos por la mañana y hubiese disfrutado más que yo este concierto como buen melómano que me inició en este mundo único de la música.
Mejor despedida imposible.
Bacanal lírica
29/04/2019
Asturias, ópera, conciertos, lírica, música, recital Alain Guingal, ópera, Benjamin Bernheim, Berlioz, Charpentier, Cilea, conciertos, Donizetti, Ermonela Jaho, Gounod, lírica, Massenet, música, Oviedo Filarmonía, Puccini, recital, Saint-Saëns, Verdi 3 comentarios
Sábado 27 de abril, 20:00 horas. Conciertos del Auditorio, Oviedo. Ermonela Jaho (soprano), Benjamin Bernheim (tenor), Oviedo Filarmonía (OFil), Alain Guingal (director). Música de ópera francesa e italiana.
Saint-Saëns y la Bacanal de Sansón y Dalila fue premonitoria de una gala lírica que llenó el auditorio con abonados, habituales del Campoamor y seguidores venidos de toda España buscando la excelencia de dos figuras mundiales de actualidad: la soprano albanesa Ermonela Jaho y el tenor francés Benjamin Bernheim, arias y dúos conocidos de la ópera francesa e italiana donde ésta triunfó sobre la primera con una Oviedo Filarmonía pletórica bajo la batuta del director Alain Guingal.
Mucha expectación por escuchar a “La Jaho” que me defraudó aunque reconozca la entrega en cada papel, su presencia, la técnica e incluso el color vocal, así como la implicación en las obras elegidas, escenificando las heroínas operísticas que todos esperábamos. Pero cuando se abusa de recursos como el vibrato desmedido, los filatos y los portamentos hacia el agudo en todos los roles, dificilísimos por otra parte, rozando una afinación no del todo limpia, perdemos intensidad dramática y credibilidad, con ese amaneramiento que termina por pasar factura global en cuanto a calidad. No pareció estar cómoda ni en la Louise de Charpentier ni en la poco interpretada aria de Thais (Massenet) donde la bellísima y popular Meditación del concertino Mijlin eclipsó a la soprano en lirismo. La Manon francesa al menos dejó detalles a los que ayudó Bernheim (al que quiero dedicarle más espacio). Y la Adriana Lecouveur de Cilea volvió a dejarme con la miel en los labios, siendo más creíble su Mimí de La Bohème que cerraría el recital. Una voz la de Ermonela Jaho de colores desiguales que gana enteros en el medio y agudo, sobre todo en los fortísimos pero perdida en cuanto reitera los giros que dejan de sorprendernos a medida que avanzaba la gala. Al público le enamoran y aplaudió a rabiar, aunque reconocerle solo la técnica es poco para una estrella que triunfa en todo el mundo con su presencia escénica.
Asombroso Benjamin Bernheim desde la primera nota de su Fausto (Gounod), potencia, gusto en su línea de canto, robustez en la emisión y amplia gama dinámica que ayudaron a convertirlo en mi triunfador de la noche. Su Werther (Massenet) del “Pourquoi me réveiller” está a la altura de los mejores tenores actuales, el francés no lo nasaliza, es su lengua materna, el sonido es redondo, claro, y con Puccini Rodolfo brilló más que Mimí, si bien el empaste de ambas voces resultó ideal, debiendo “plegarse” a la soprano en los finales donde Bernheim siempre estuvo sobrado. Me puso la piel de gallina con “Che gelida manina” y los dúos con Jaho los ganó no ya por presencia o heroísmo sino por musicalidad.
La entrega de los dos cantantes fue completa, semiescenificando las entradas, puerta lateral incluida, usando la barandilla y la escalera; Guingal no bajó volúmenes en ningún momento por esa tentación sonora siempre inevitable ante la respuesta efectiva de la OFil que se lució desde la Bacanal y aún más con la obertura verdiana de La fuerza del destino, como si quisiera presagiar que el sino de la noche sería del tenor más que de la soprano. Puccini rey de la gala desde el Intermezzo de la otra Manon, Lescaut, hasta el final del primer acto de La Bohème que cerraría programa. El público quiere escuchar lo que conoce y Oviedo sabe mucho de la ópera italiana que ama sobre todas las demás.
Las propinas mantuvieron la línea de todos: orquesta madura y segura, Guingal pisando el acelerador dinámico aprovechando la potencia de las partituras, una impecable “furtiva lagrima” del elisir donizzetiano con un Nemorino Berheim rozando la emoción máxima; “O mio babbino caro” algo descafeinado para Lauretta Jaho, acelerado y poco convincente canto a “papaíto” como creo sintió la propia albanesa, que a continuación siguió con Puccini para transformarse en la Tosca de “Vissi d’arte”, más apropiado a su voz dramática quitando algo del mal sabor de boca, para brindar finalmente como Violetta con Alfredo Berheim en La Traviata verdiana que tantos éxitos le ha dado, alzando la copa por el tenor francés que triunfó en Oviedo.
Concierto para aficionados a la ópera y seguidores de figuras con renombre, congratulándome de la gran orquesta que es ya la OFil, sobremanera en el “repertorio de foso” que se ilumina sobre el escenario.