Martes 28 de enero, 20:00 horas. Oviedo, Los Conciertos del Auditorio: Javier Camarena (tenor), Ángel Rodríguez (piano). Obras de Gounod, Lalo, Donizetti, Rossini, Flotow y Cilea.


Javier Camarena sigue siendo “El Rey” como bien cantaba en la cuarta y última propina jaleado por un auditorio hasta la bandera que le sigue coronando como el mejor tenor actual. Con su habitual pianista cubano Ángel Rodríguez compartió un triunfo sonado ante el derroche artístico mostrado por ambos, la voz que gana cuerpo y asombra con sus “filados” (parece tener tres pulmones bromeaba un aficionado) y las diabólicas reducciones orquestales para el piano donde no faltaba ninguna nota ni matiz. Si en el recordado concierto de noviembre 2017 asombró, en este enero 2020 maravilló y cautivó antes de cantar, haciendo su presentación con ese semblante siempre risueño, afable y cercano que solo los grandes poseen, totalmente alejados del divismo.
El recital se organizó con una primera parte en la lengua de Víctor Hugo y la segunda en italiano, arias conocidas y otras menos transitadas de óperas puede que menores pero bien elegidas sus arias para lucimiento del xalapeño que en esta gira española de parada obligada en “La Viena del Norte”, tiene todas las entradas vendidas con antelación.
El “Fausto” de Gounod fue el primer “brindis” con Salut! Demeure chaste et pure antes de la poco escuchada Vainament, ma bien áimée de la ópera de Lalo “Le roi d’Ys” de alegre estribillo y estrofas delicadas, un aperitivo que de por sí resulta agradecido además de difícil.
El Donizetti de Camarena sigue siendo único, tanto en el aria de “Don Sebastián Rey de Portugal”, que como ópera puede no ser destacable pero en esta página recuerda todos los protagonistas que el tenor mexicano atesora en su repertorio, y donde el francés natural lo emite sin nasalizar en absoluto, con un total dominio técnico, proyección exquisita y limpieza total, matizado con tal riqueza que da gusto escucharle. Evidentemente no podía faltar su aria fetiche y casi “record Guinness” por las veces que lo ha bisado, “La hija del Regimiento” con la famosa aria A mis amigos, reales entre el público con el elenco de la Lucía del Campoamor entre ellos y “los nueve do” que resultaron once ante el derroche vocal del final a cargo del Rey Javier I de México y el príncipe “consorte” del piano dando el ropaje y entendimiento total en cada nota.
En italiano otra rareza de Donizetti y su ópera “Betly” (1836), el aria E fia ver, tu mia sarai…, sello inconfundible en su escritura, dominio absoluto en el canto y acompañamiento increíble, Camarena en estado puro cuyo Rossini inicial de “Ricciardo e Zoraide” resultó una lección de “canto bello” en una de las primeras óperas del Cisne de Pésaro, llena de los giros siguientes en sus arias de tenor como esta S’ella mè ognor fidele…, agilidades vertiginosas bien resueltas con la aparente facilidad del canto y piano venidos desde México.
El sentimiento en estado puro, la emoción de los “pianissimi” capaces de alcanzar el silencio respetuoso de un público entregado llegaría con dos arias donde el espíritu de Alfredo Kraus “El Tenor” pareció imbuir al xalapeño de timbre único, poderosamente delicado y entregado en las últimas del recital, M’appari… (Von Flotow) de la poco representada “Martha” y El Lamento de Federico de “La arlesiana de Cilea“, joyas para tenor que Camarena bordó además de emocionar, rindiendo a un público que ha creado hasta un Club de Fans en “Facebook”.
Las propinas fueron casi una tercera parte para delirio de todos. Nuestra zarzuela a nivel estratosférico con Camarena y Rodríguez: “Los Gavilanes” de Guerrero con la romanza Flor roja, de poner la piel de gallina y cortar el aire, más No puede ser de “La Tabernera del Puerto” (Sorozábal), poderosamente íntima antes del fin de fiesta mexicano con aires de mariachi: el famoso huapango de la “Malagueña salerosa” nacionalizada asturiana (qué pena los arranques de aplausos) con un piano primoroso, derroche de agudos para pone en pie a todo el auditorio antes de acabar con la ranchera más conocida de José Alfredo Jiménez y coreada por el auditorio, porque Camarena sigue siendo “El Rey”.