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Pocos celos sin pasión

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Otello (Verdi). LXVII Temporada de Ópera de Oviedo. Miércoles 17 de septiembre, 20:00 horas, Casa de la Cultura de Mieres, proyección en directo desde el Teatro Campoamor. Entrada libre. Sábado 20 de septiembre, 20:00 horas, Teatro Campoamor. Entrada última hora: 15 €. Producción de la Ópera de Oviedo. Reparto: Robert Dean Smith (Otello), Juan Jesús Rodríguez (Jago), Maria Luigia Borsi (Desdémona), Mireia Pintó (Emilia), Vicenç Esteve (Cassio), Manuel de Diego (Roderigo), Stefano Palatchi (Ludovico), Damián del Castillo (Montano / Un heraldo). Dirección de escena: Bruno Berger-Gorski. Escenografía y vestuario: Barbara Bloch. Iluminación: Alfonso Malanda. Asistente a la dirección musical: Julio César Picos. Asistente a la dirección de escena: Raúl Vázquez. Coro de la Ópera de Oviedo (director: Patxi Aizpiri). Orquesta Oviedo Filarmonía. Director musial: Yves Abel.

El comunicador Patxi Poncela nos contaba media hora antes de la última representación del primer título que debíamos seguir al nutricionista verdiano y haber comenzado por Rigoletto, pues este Otello, que parece debería haberse titulado Jago, realmente era duro de roer. Sumemos unas voces protagonistas desiguales, una escenografía cutre de cartón piedra y desconchados premonitorios de lo que vendría después, un vestuario pobre y una puesta en escena de las llamadas modernas que nada aportan al entendimiento de la obra por los no iniciados (a mí me servía con cerrar los ojos, aunque mi visión en anfiteatro me hacía perder la piscina – cuadrilátero – cama de arena) hacen imposible degustar un plato que requiere el equilibrio justo aderezado con el gusto durante la cocción y «emplatamiento».

Acudía el miércoles a la proyección en pantalla gigante (sigue suspendiendo la realización y el sonido que llegó por un sólo canal) dentro de la apuesta mierense por acercar la ópera al pueblo, con la ventaja de primeros planos imposibles en el teatro y comprobar la gestualidad de los protagonistas así como una idea global del reparto. Tristemente el directo de la cuarta y última representación fue como la Ley de Murphy donde «todo lo que puede empeorar, empeorará». Parecía el tonto que acudía todos los días a la película del oeste esperando que el vaquero no entrase en la cantina sabedor que todos los días le daban una paliza.

La propia ópera de Verdi como nos recordaba el radiofonista gijonés nada es lo que parece. La divina Callas insistía en que lo importante es el último acto porque es finamente el que recordamos y levanta todo lo anterior. En Oviedo abucheos y pitos para un Otello nada creíble en ningún aspecto: no es moro, las rastas en el cogote parecieron ubicarle su voz en dicha zona y la angustia cada vez que cantaba era contagiada al público temeroso que no llegase al agudo, siempre apretado, descolocado y gritado.

Dean Smith no tiene color ni sabor para este rol que tiene mucha enjundia (qué distinto de su Tristán o el concertístico Sigmund también en Oviedo), lástima que por momentos en la media voz parecía tomar el camino correcto, pero finalmente recogió la tempestad que no descampó hasta el final. Y del personaje irreconocible, arrodillado más de la cuenta, pintado a lo Braveheart, celos supuestos e incapaz de enamorar y mucho menos convertir a una piadosa mujer cristiana. Una pena no se hubiese suicidado antes y evitásemos la injusta muerte de Desdémona.

«La Borsi» al menos puso el gusto en el canto, la credibilidad de un personaje dificilísimo de crear y cantar, perdonándole incluso el quiebro en el final de la bellísima aria del sauce (el miércoles no lo tuvo) tras crear un ambiente en el teatro de los que permiten cortar el aire. Mi enhorabuena por la pasión y entrega que mantuvo la italiana.

Triunfó Jago, «el malo de la película» interpretado por un Juan Jesús Rodríguez poderoso pero que deberá cuidarse de papeles como éste que pueden mermar su futuro. Casi impecable en su línea de canto faltando gusto en el fraseo al apostar por una dramatización sólo de volúmenes en vez de crear un personaje que actoralmente dominó y venció al resto del elenco.

La Emilia de Mirela Pintó fue de menos a más, tapada literalmente en el cuarteto ubicándola atrás, mejor en el concertante del tercer acto y final en su punto. Ya tenía ganas de volver a escucharla en escena tras el concierto con la OSPA de hace cinco años.

Seguro y en su línea la breve intervención de Lodovico Palatchi, siendo capaz de escuchársele dentro de los truenos y relámpagos vocales. Más discreto el Cassio de Vicenç Esteve que a la vista del conjunto alcanzó el aprobado rapado.

Capítulo aparte merece el «coro de Aizpiri» comprometido de principio a fin, luchando contra los elementos, algo retrasado al inicio o fuera de escena (lógico) pero asentándose todos volviendo a demostrar una profesionalidad y entrega plausible. Era difícil no gritar ante la masa sonora verdiana siempre desbocada, pero consiguieron equilibrar parte del desastre.

La Oviedo Filarmonía afrontaba una partitura con mucho que tocar pero sin mando desde el podio, pues el Maestro Abel no logró amarrar los caballos, desbocados continuamente, olvidando que también había canto en escena (qué distinto del que dirigió a la OSPA hace dos años). Los músicos en foso se limitaron a cumplir órdenes y faltó la química así como degustar lo que es una concertación que en Verdi es siempre exigente, sobre todo en este Otello casi wagneriano con permiso del respetable.

Al menos no tuve que gastar mucho dinero y las entradas baratas funcionan porque daba gusto ver casi todo ocupado, lástima que muchos comiesen este Otello convencidos que estaba al punto. Este restaurante merece platos mejor cocinados y servidos como se debe.

Celebraciones con música, por supuesto

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Viernes 19 de septiembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Concierto Celebración Cruz Roja Española 150 AniversarioOSPA, Coro de la Fundación P. de Asturias (maestro de coro: José Esteban García Miranda), director: Óliver Díaz. Obras de Bizet, Verdi y Wagner. Entrada por invitación.

Día de fiesta en Oviedo este 19 de septiembre desde hace años conocido como el «Día de América en Asturias» y celebración en este 2014 con Cruz Roja de su 150 aniversario (diez menos en mi tierra) que convocó en el auditorio carbayón a socios, colaboradores, personal técnico y voluntarios para festejar un cumpleaños con conocidos coros de ópera a cargo de dos formaciones asturianas tan solidarias como la propia Cruz Roja, y el maestro Díaz al frente de ambas, haciendo que el lema de esta ONG «cada vez más cerca de las personas» lo extendiésemos a la música.

Primero el vídeo y los discursos habituales de estos eventos donde no se pierde el protocolo, con la presencia y presentación del conocido periodista asturiano Juan Ramón Lucas que fue dando paso a las intervenciones de Agustín Iglesias Caunedo, alcalde de la capital, Esther Díaz, consejera de Bienestar Social y exalcaldesa langreana, y Celia Fernández, presidenta de Cruz Roja de Asturias.

Público no habitual de conciertos pero que disfrutó con la selección musical operística como no podía ser menos en la capital lírica, que está estrenando su LXVII temporada precisamente con Verdi, emparejado con Wagner al igual que en sus aniversarios todavía recientes, aunque fue Bizet y la Suite nº 1 de Carmen la que abría concierto. Independientemente de los aplausos entre números, las conocidas melodías de esta ópera tan española fueron bien «cantadas» por una OSPA y los distintos solistas bien llevados por el asturiano Óliver Díaz, algo sobreactuado gestualmente pero que contagia a todos ímpetu y gusto por las páginas líricas. Con trazo grueso y pocas sutilezas fueron sonando las hermosísimas melodías de Bizet, falto de esa unidad puede que rota ante las interrupciones de un público no muy conocedor de las normas de cortesía habituales aunque mucho más educado mientras la música sonaba, sin toses ni ruidos no deseados.

Verdi salió más centrado y homogéneo, la obertura de Nabucco prepararía este título que resultaría protagonista de la noche, dando entrada al coro cantando el «Patria oppressa» del cuarto acto de Macbeth antes del archiconocido coro de esclavos «Va pensiero» que se bisaría con participación de todos, aunque desconozco la causa de no situarlo tras su obertura. Todavía quedaba otro famoso coro, el «Vedi le Fosche» de Il Trovatore, en ambos un coro afinado, seguro en volúmenes medios y fuertes pero nuevamente corto en los graves aunque menos por la propia escritura vocal de estos conocidos fragmentos verdianos. La orquesta también quedó algo descompensada en el equilibrio entre familias, unos cellos nunca presentes o unos metales con colores no siempre homogéneos. Con todo el coro y la fragua estuvieron bien forjados por Óliver Díaz antes del último Wagner.

Foto © Marta Barbón – OSPA

En la temporada musical asturiana que comienza con paso firme, el coro dirigido por José Esteban Gª Miranda será coprotagonista en marzo nada menos que con la Orquesta del Teatro Mariinski y Valeri Gergiev al frente precisamente con Wagner (primer acto de La Walkiria y segundo de Parsifal), por lo que Los maestros cantores de Nüremberg resultaron un aperitivo para ellos, la Obertura sacó lo mejor de nuestra OSPA entregada al maestro Díaz, y la joya del «Wach auf!… Ehrt Eure deutschen Meister» el mejor colofón para esta formación coral que logró en alemán la sutileza que faltó en italiano, concertación y equilibrio para una partitura enorme.

Difícil era un regalo final optando por repetir o bisar el ya comentado «Va pensiero» participativo, tarareado, con letras inventadas tipo «Va pa’ Siero, camín de Noreña…» o ceñido al papel en algunos coralistas y músicos que compartían emociones, conocedores del simbolismo de un número coral que en Italia sigue siendo himno vigente (también en un 150 aniversario) del que carecemos en España (tal vez buceando alguna zarzuela), aunque los tiempos vayan paralelos. Tras Wagner no habría más pero el poder de comunicación y persuasión de Óliver Díaz hicieron posible el guiño popular de celebrar ideales como los de la homenajeada Cruz Roja con música de ópera.

Aún me quedaba bajar hasta la Plaza de la Catedral a disfrutar con Vuelta Abajo y Los Sabandeños, pero es otro cantar, igualmente irrepetible… la razón de escribir antes de comer y no después de cenar, aunque ya sabe quien me lee, sigue y conoce el menú de este omnívoro musical.

Prensa del sábado 20:

 

Final de verano e inicio de curso

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El verano es tiempo de descanso para muchos aunque los músicos no las tengan, pero tenemos la posibilidad de seguir comprobando su trabajo en los llamados festivales de verano que no pueden faltar en tiempos de crisis, formando parte de la necesaria oferta cultural que toda villa o ciudad debe tener, luchando contra recortes pero apostando por mantener viva esta parte tan nuestra en un turismo que también es fuente de riqueza para la región, debiendo plantearse esta industria en condiciones viendo que las astures decimonónicas están periclitadas y echando el cierre una tras otra.

Este verano 2014 mío también de crisis para el bolsillo, pues solo con los abonos de la OSPA más el conjunto para los Conciertos del Auditorio y Jornadas de Piano se me van nada más y nada menos que 606 € (más que un sueldo para muchos hoy en día), mis escapadas no fueron lejos, como se puede seguir desde este blog, pero quiero defenderlas por lo que suponen.

Oviedo además de una ciudad ideal para vivir lo es para los melómanos todo el año, y el llamado Festival de Verano ofertó conciertos gratuitos en entornos nada habituales, o bien con entradas asequibles, programas que buscan otros públicos, no especializados (sólo en asistir donde no se rasque el bolsillo) en un buen deseo de acercar la llamada música culta a todos. Aunque no estuve en casi ninguno me hubiese encantado estar en alguno para hacer un seguimiento a los jóvenes que dejan ya de ser promesas así como a los veteranos deleitando como en ellos se espera. Tampoco debo olvidarme de los cursos organizados en la capital por la Fundación Príncipe de Asturias y donde el alumnado tiene los conciertos como parte de su formación.

Gijón, enlazando con lo anterior, además de ser capital para la Música Antigua en julio, con cursos para alumnado que siempre aprende y conciertos con profesorado e invitados de lujo, también desde hace quince años también lo es del piano en su mes más festivo, llegando jóvenes de todo el mundo para recibir clases de un claustro internacional que también ofrece conciertos, todo capitaneado por el gijonés afincado en Estados Unidos José Ramón Méndez y su esposa Amy Gustafson, quienes rinden tributo a Jesús González Alonso, el gran concertista local fallecido en el mejor momento de su carrera pero que los que tuvimos la suerte de escucharlo permanece vivo en nuestra memoria. La maratón en la calle de los alumnos y alumnas es un espectáculo puede que único en todo el mundo. Este año también salió puntualmente de su sede en la Laboral, con lo que supone de abrir el abanico dentro del centro geográfico (el llamado ocho asturiano) que reúne la mayor oferta musical.

Y de lo cercano, siempre que puedo acudo al Festival Internacional de Música de Santander, con solera e historia y del que todos los demás ciclos estivales suelen tomar apuntes. La Plaza Porticada en los tiempos de Ataúlfo Argenta y siguientes se pasó recientemente al nuevo y gran Palacio de Festivales sin olvidar otras localidades de Cantabria que atraen con la música a melómanos, turistas y públicos jóvenes en entornos históricos, palacios rehabilitados o iglesias programando con rigor y versatilidad.

El punto final al verano lo puso el viernes 5 de septiembre mi querida OSPA con David Lockington al frente, también en mini gira asturiana que recalaba en el Nuevo Teatro de La Felguera con un programa de éxito seguro donde director y distintos maestros explicaban en lenguaje llano compositores y obras, interpretando movimientos conocidos (primero de la «Pastoral» de Beethoven, cuartos de la «Italiana» de Mendelssohn y «Nuevo Mundo» de Dvorak ), el barroco que no debemos olvidar (Vivaldi y el Concerto grosso nº 11 en re menor, op. 3 RV. 565 de «L’Estro Armonico»), otros menos (la novedosa orquestación que Jesús Rueda hace del Lavapiés de Albéniz aprovechando los recursos de la formación con auténtico derroche en la percusión), e incluso alguna novedad para mí (Aaron Jay Kernis y Musica Celestis) con la cuerda que siempre enamora y confirmar que la orquesta, aunque no al completo, con su principal director invitado suena maravillosa y entregada. La temporada promete y habrá solistas que vuelven junto a otros de fama internacional debutando en nuestra tierra.

FOTO © Marta Barbón

El curso escolar arranca tras la Festividad de la Virgen de Covadonga, Patrona de Asturias, y el pistoletazo de salida lo da desde hace 67 años la temporada de ópera de Oviedo, este año comenzando con un Otello que espero doblar (primero en gran pantalla desde Mieres y en vivo en la cuarta función, entradas de último minuto, que a los precios normales no llego, y al espectáculo infantil con Evaristo y Gustavo Moral se me hace imposible asistir) por eso de estar ya todo bien rodado, independientemente de los comentarios ya aparecidos en prensa y redes, pero esto lo contaremos en su momento.

Las vacaciones tocaron a su punto final, retomo la normalidad aunque  la música no deja de sonar nunca… a WERT qué nos deparan los «viernes de dolor» de Moncloa que sólo con musicoterapia puedo sobrellevar lo que me queda.