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Caprichos y lamentos de clarinete

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El clarinetista Maximiliano Martín, solista de la Scottish Chamber Orchestra, está a punto de sacar al mercado su grabación para el sello Delphian con la Orquesta Sinfónica de Tenerife bajo la dirección de Lucas Macías Navarro con el sugerente título de Caprices and Laments, plasmación en tres obras de la versatilidad de un instrumento capaz de sorprender por sus sonidos evocadores y con unos compositores que no me son extraños.
Todavía recuerdo el concierto que ofreciese el pasado y a la vez lejano 7 de febrero de este año con la OSPA dirigida por Pablo González, donde pudimos disfrutar del danés Nielsen y su concierto para clarinete, que está en este disco, así como la propina de un MacMillan a descubrir, presente igualmente en la grabación que paso a comentar.
Los compañeros de viaje esta vez son la orquesta tinerfeña dirigida por nuestro conocido Lucas Macías, titular de la OFil (y de la OCG), que mantienen una calidad homogénea en cada pista y obra, disco grabado los días 21-24 de enero poco antes de su visita al auditorio ovetense donde compartió música con muchos compañeros de estudios londinenses.
La obra que abre el compacto es el sugestivo Concierto para clarinete y orquesta de arpa con arpa y piano (1947-48) de Aaron Copland (1900-1990). De él en la web tanto del sello Delphian como del clarinetista canario y en la contaportada, describen en inglés libremente traducido por mí: «Dos décadas después, el concierto de Aaron Copland para el mismo instrumento de manera similar, une los contrastes estilísticos y expresivos: compuesta con la experiencia de Benny Goodman en el cruce de géneros en mente, trae una veta de tristeza lírica junto con el brío de los modismos populares de mediados de siglo en Estados Unidos y Brasil«. Sonoridades de lamento, ensoñaciones de la América profunda con el clarinete protagonista absoluto, respondiendo al pie de la letra a las indicaciones del propio compositor que ya presenta un estilo propio e inimitable: un primer movimiento «lento y expresivo», una «cadencia libre» para explorar toda la tesitura del instrumento con la amplia gama dinámica de una cuerda aterciopelada más los contrastes del arpa y piano subrayando un ritmo de película documental, quién sabe si por los Apalaches del propio Copland, y el último «bastante rápido» que completa un concierto colorido, juguetón y, como todo el disco, caprichoso con música que podríamos calificar de incidental y vitalista, con un acople, empaste y homogeneidad ideal en todos los intérpretes: solista, orquesta y director en aras de la belleza máxima. Por supuesto excelente la toma de sonido que en el equipo de casa, sin restricciones de volumen, coloca a los músicos frente a mí. Han mejorado las plataformas digitales en cuanto a la calidad del sonido, aunque me quedo siempre con mi cadena Technics y los CDs que cada vez ocupan más paredes, pero son mi tesoro y particular «bodega musical».
El compositor de Odense está en alza más allá de unas sinfonías que merecen escucharse más a menudo, y de las que Pablo González se ha declarado ferviente admirador. En la web del propio Maximiliano Martín dice de esta obra que «La benevolente sombra de Mozart se encuentra con una tensión de turbulencia emocional en el inolvidable, a veces inescrutable Concierto para clarinete de Carl Nielsen, su última obra orquestal importante, completada tres años antes de su muerte en 1931″. Personalmente este Concierto para clarinete y orquesta (1928) es tan primoroso como el del genio de Salzburgo (que el propio Martín ha grabado con los escoceses). Si en Oviedo yo escribía que el tinerfeño Maxi «hizo cantar desde un virtuosismo endiablado su instrumento«, la peculiar plantilla orquestal con cuerda “menguada” (más dos fagots, dos trompas y la caja tan solista como el clarinete), donde concertar sin perder nada de lo escrito es una tarea al alcance de pocos directores, el «equipo tinerfeño» con el onubense Lucas Macías al mando, lo consiguen nuevamente. Partitura con destinatario propio que Martín explicaba en OSPATV, así como las notas al programa de Marina Carnicero García para el sexto de abono, posee un lenguaje musical muy danés por la inspiración en su folklore, pero innovando en todo desde una complejidad técnica que exprime al máximo todos los recursos del clarinete junto a una orquestación rica y sugerente que reviste al solista de solemnidad e intimismo sin perder esa «línea argumental» tan nórdica junto a cierto carácter vocal como no podía ser menos en un instrumento de viento.
Además de mi confesado amor por los escandinavos llamados los latinos del norte, el concierto de Carl Nielsen (1865-1931) es un dechado de perfección instrumental con un clima sonoro especial. Jugando con el ambiguo significado de «es la caña”, realmente así lo puedo entender en jerga juvenil, pues pergeñar todo él en un solo movimiento es ya un acierto unificador, con juegos de tiempos contrastados y rítmicamente complicados de concertar, con diálogos entre orquesta y solista equilibrados, y la caja que también quiere cantar y contestar el carácter del destinatario, Aage Oxenvad, quien lo estrenó en Copenhague el 11 de octubre de 1928. Gruñón y endiosado al que su compatriota parece que quiso poner a prueba con este concierto. Nuevamente el maestro Martín eleva al culmen esta primorosa partitura con la sabia combinación de técnica y musicalidad, el canto del clarinete explorando los registros extremos, las dinámicas imposibles capaces de cortarnos la respiración, solos levantando el vuelo cual «lamentos caprichosos» y la orquesta revistiendo de belleza esta imagen de mi aññorada Dinamarca que suena totalmente actual casi cien años después. Una satisfacción tenerla en disco para disfrutarla cuantas veces quiera y viajar sin movernos del sillón plácido y confortable con diseño nórdico.
El compositor y director de orquesta escocés  Sir James MacMillan (1959) con su Tuireadh (1991) redondea estos tres conciertos donde el clarinete cubre una amplia gama de emociones humanas y hasta divinas. Obra originalmente para Cuarteto de Cuerda y clarinete, arreglada en 1995 para la versión orquestal, en las fuentes citadas lo describen así: «El Tuireadh de James MacMillan (…) es una efusión resuelta de dolor, que eleva los instrumentos a una calidad de expresión casi vocal en un lamento por las víctimas del incendio de la plataforma petrolera Piper Alpha«. Esta partitura es el verdadero «lamento»  cantado tras los «caprichos» americanos y daneses, la denuncia musical con un lenguaje actual concebido para un clarinete suplicante, enfadado, dolido, compartido y contestado por una orquesta que subraya, reprocha, gime, grita y llora. Imágenes dramáticas que la música completa con una instrumentación de tímbricas y texturas evocadoras de tragedias diarias a las que no somos ajenos en estos tiempos convulsos. Interesante composición esta página de MacMillan que crece del cuarteto de cuerdas a la orquesta, explorando cada sección desde amplias dinámicas que no ocultan nunca el protagonismo del clarinete solista en un idioma de nuestro tiempo comprensible por todos. Recomiendo conocer la amplia trayectoria de este interesante compositor británico con un lenguaje musical inundado de influencias no ya de «su herencia escocesa, fe católica, conciencia social y una estrecha conexión con la música folclórica celta, mezclada con influencias de la música del Lejano Oriente, Escandinavia y Europa del Este«, perfecto compañero de viaje de los otros dos conciertos a los que complementa como anillo al dedo desde esta visión evolutiva y cercana de una forma clásica por la que transita la grabación, historia viva como los sentimientos comunes.
Bravo por estos músicos de mi generación a los que debemos escuchar más, y mis felicitaciones al maestro Martín por este disco de aires isleños junto a la gratitud de poder escucharlo con detenimiento y verdadero deleite, viajes emocionales de Siana a Edimburgo, minería mierense hermanada con Glasgow siempre con «la música por montera» que reza mi blog, además de la musicoterapia necesaria, siempre jugando con caprichos y lamentos que nos hacen más llevaderos nuestros quehaceres diarios.

Córdoba mediterránea

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Llevo días disfrutando en Spotify desde el ordenador y posteriormente en soporte CD aún puesto en la cadena, del recientemente publicado Rutas a cargo del tenor cordobés Pablo García-López y el pianista vitoriano Aurelio Viribay, perfecta fusión de una voz que tiene personalidad en esta canción de concierto y el máximo conocedor de un repertorio que domina desde hace muchos años. Como escribe «el mi fíu adoptivo» desde su primer viaje a Mieres en sus años de estudiante, «Emprendo este nuevo viaje y me gustaría que me acompañaras… quiero reivindicar nuestra música con la figura de estos compositores que se han apoyado en la palabra de grandes poetas«.

Acertada selección de 21 canciones que nos llevan a un viaje desde el Mediterráneo barcelonés de Eduard Toldrá (1895-1962) y alicantino de Óscar Esplá (1886-1976) a la Córdoba de Joaquín Reyes Cabrera (1914-2005) y Ramón Medina Hidalgo (1920-2012), reivindicación necesaria para estas «rutas» que habitualmente hemos escuchado por las grandes voces femeninas españolas y que el tenor andaluz le da esta visión masculina sobre unos textos a los que la música eleva al paraíso, rebautizando el Guadalquivir cual mar personal, siempre con el magisterio del doctor afincado en Madrid (conocedor del dicho de Rubinstein que Todas las palabras se esconden tras las teclas de un piano).

Toldrá y sus Seis canciones han sido grabadas por dúos de referencia que con García-López y Viribay resplanceden desde una línea de canto limpia, sentida y el subrayado pianístico impecable, nuestro lied equiparable al europeo que ambos intérpretes han transitado. «Cantarcillo» de concierto para disfrutar de Garcilaso, Quevedo o Lope, «Después que te conocí» todas las canciones son bellas, frescas y nada les sobra, la simbiosis texto-música equilibrada en todos los planos, fluidez verbal e instrumental.

Esplá nos transporta hacia el sur mediterráneo con textos atlánticos de Alberti, las Canciones playeras que explican las «Rutas«, por aquí y por allá de luz sorolliana en el piano dibujada con voz propia masculina, pregones de poesía pura, pescadores de músicas andaluzas universales que siguen viajando por el mundo. Nuestra Lírica española nuevamente única, aquí «Castellana» y «Mediterránea«, de la orquesta al piano grande de por sí, unido a la voz lírica pura que canta a nuestra tierra con una música para guardar y disfrutar siempre.

Siendo la patria chica del tenor no podía faltar la Córdoba soñada, los claroscuros de Romero de Torres con poesías de Lorca y también de Machado, viajeros triunfadores a los que Joaquín Reyes musica desde una continuidad bien traída a tierra de Califato, el magisterio destinado a engrandecer un repertorio no siempre presente en los programas pero que Pablo y Aurelio han traído para quedarse, los años 70 y 80 tan fructíferos para la creación desde los encuentros poético-musicales en la nueva Medina Azahara del Conservatorio que hoy lleva el nombre del recordado y grande Rafael Orozco. Las seis Canciones para niños del jienense y cordobés Reyes aquí grabadas reflejan no ya el dominio del piano que el compositor e intérprete cordobés mantuvo en su larga trayectoria sino el interés por revitalizar la canción de concierto, el Lorca puro de la Cancioncilla sevillana que desprende romero musical en la voz del cordobés y esa «guitarra en blanco y negro» del vasco, pero también el Caballito soñado de Machado, compenetración perfecta de voz y música, tenor y piano en protagonismo y aprendizaje compartido a lo largo de los años, que recuperan estas seis joyas de la literatura liederística hispana con visión europea desde la creación unida a la ilusión.

Cierra el disco Ramón Medina, otro docente y compositor cordobés con herencia musical directa, de quien han elegido poetas igualmente cordobeses, Se peinaba la niña de Pablo García Baena (1923-2018), poesía sensual perdurable y romántica destinada a ser cantada, y La adelfa de Carlos Clementson (1944) enmarcado en el Grupo Cántico, ya indicativo de su línea entre los llamados «novísimos«, como nuevas estas canciones que mantienen la esperanza de poder escucharlas en vivo aunque siempre nos quedará este testimonio para atesorar.

Excelente esta grabación del mes de junio realizada en Estudio Uno de Colmenar, con Pablo Pulido de ingeniero y producción de Miguel Jaubert, perfecta toma de sonido, cercana, directa, piano y voz en el balance ideal de amplias dinámicas registradas al detalle, como los textos del cordobés Juan Miguel Moreno Calderón, las fotos de Javier Salas y todo el CD diseñado por Fortissimo Media, distribuido por La Cúpula Music. Gracias a Pablo y Aurelio por este regalo que acompañará mis grandes grabaciones españolas, para presumir de ellas.