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Celebrando a Bach con Prego

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Jueves 21 de marzo, 20:00 horas. Oviedo, Sala de cámara del Auditorio Príncipe Felipe: XI Primavera Barroca (CNDM, Fundación Municipal de Cultura). ‘Día Europeo de la Música Antigua’: Ignacio Prego (clave), Las suites franceses de Johann Sebastian Bach. Obras de Bach, Purcell y Froberger.

El Día Europeo de la Música Antigua toma la fecha del nacimiento del padre de todas las músicas según el calendario juliano, pues los alemanes aún no habían adoptado nuestro calendario gregoriano. Y realmente «dios Bach» podríamos celebrarlo cada día del año pues su música empapa de sentimiento y profundidad al público y a los intérpretes. Como si el auditorio hubiese quedado impregnado del espíritu de «Mein Gott» desde el lunes, Ignacio Prego celebraba con todos este «cumple Bach» con una sala de cámara repleta para este ciclo barroco que sigue triunfando aunque coincidiese con el concierto de Abraham Cupeiro y la OFil en el Campoamor.

El programa elegido por el clavecinista madrileño no defraudó al interpretar las tres últimas Suites francesas de Bach intercalando a Froberger y Purcell (de quien también fue la propina dedicada al siempre irreemplazable Eduardo Torrico). Y si Prego es elegancia, madurez, poso interpretativo con una técnica precisa y preciosa, su clave de 2016 (copia de un Ruckers Colmar holandés de 1624), fabricado en Sabiñán -comarca de Calatayud, Zaragoza- por Tito Grijnen, compartió éxito por sus agudos brillantes, sonoridad clara, limpia, graves rotundos, resonancia redonda y unos registros que Ignacio Prego exprime al detalle, pero también su bellísima decoración, por lo que el público acudió al finalizar el concierto a «adorar» esta joya que ya disfruté el verano pasado en Granada en una «sana competición tímbrica» precisamente con la música del «Mein Gott».

Las notas al programa que firma mi admirado Pablo J. Vayón nos cuentan el origen de las conocidas como suites francesas como material didáctico, la evolución y gestación como kapelmesiter en la feliz corte del príncipe Leopoldo de Anhalt-Köthen, pero también los «compañeros de este cumpleaños» aunque el kantor fusione como escribe M. Bukofzer en Music in the Baroque Era (1947) en estas suites las influencias francesa y alemana, creando un estilo propio y personal llegando a afirmar que en esta música para clave “evitó el riesgo de sucumbir a las poderosas influencias italiana y francesa al asimilarlas con su tradición polifónica alemana”.

La Suite nº1 de Purcell o la Partita nº 2 de Froberger tienen personalidad propia manteniendo los aires danzantes pero con las señas de identidad del primer barroco tanto inglés como alemán. Prego supo jugar con los distintos ritmos, compases, tonalidades y sonido (el recuerdo del laúd estaba claro) de ambos, con ornamentaciones delicadas, trinos naturales, fraseos cristalinos y el despliegue técnico al que nos tiene acostumbrados el madrileño.

Pero Bach es único, irrepetible, mágico, inimitable, dominador de las tonalidades que ayudará a asentar, dotándolas de lo que la modalidad heredada hasta el Renacimiento parecía reducir a solo dos en el Barroco. La escritura perfecta y por momentos sorpresiva de «dios Bach» marca diferencias. Ignacio Prego comenzó con la Suite nº 4 en mi bemol mayor, BWV 815, siete danzas bien contrastadas en un «barroco de libro»: poso en las lentas, ligereza en las rápidas y siempre moldeando el sonido con el respeto a lo escrito para no perdernos nada.

En el centro la nº 6 en mi mayor, BWV 817, comenzando con el preludio (BWV 854) añadido en la copia de Henrich Nikolaus Gerber, alumno de Bach (como escribe mi tocayo sevillano), recuperándolo para las suites, todas partiendo de las cuatro danzas de la ‘suite clásica’ (allemande, courante, sarabande y gigue, así en francés) y añadiendo los números libres como las gavotte, bourré o menuett. El genio de Eisenach asombra en esta última de sus «francesas» y Prego exprimió las ocho danzas con un derroche de virtuosismo y madurez, la que le ha colocado entre los grandes clavecinistas que España está dando (recordé a Leonhardt en este Auditorio allá en 2011, memoria viva desde la desconocida minoría que el tiempo al fin les reconoció) impresionando el sonido que le saca al Crijnen.

El cierre del concierto sería con la luminosa quinta (me reafirmo «no hay quinta mala») Suite francesa nº 5 en sol mayor, BWV 816, el mejor resumen a cómo entiende Ignacio Prego estas suites: el orden dentro del programa, la Allemande abriendo los sentidos, una Courante ágil, la Sarabande profunda, una Gavotte marcial y cortesana, seguida por la Bourrée cristalina en los trinos y mordentes, prodigio barroco nada recargado, una Loure con poso sonoro de fraseos largos, para rematar con la Gigue de «tresillos» saltarines, conociendo los «afectos» en todas ellas escondidos para transmitir toda la emoción a un público entregado a «El arte del clave», la mejor forma de celebrar el día de la llamada música antigua pero siempre moderna y actual que sigue con un público fiel en Oviedo.

Con Torrico siempre en la memoria, el regalo del Ground en do menor Z. 221 de Purcell, cual profeta bachiano en el clave regio por el apóstol madrileño que volvió a triunfar.

PROGRAMA:

Johann Sebastian BACH (1685-1750)

Suite francesa nº 4 en mi bemol mayor, BWV 815 (1722-1725?)

I. Allemande – II. Courante – III. Sarabande – IV. Gavotte – V. Air – VI. Menuet – VII. Gigue

Henry PURCELL (1659-1695)

Suite nº 1 en sol mayor, Z 660 (1692)

I. Prelude – II. Almand – III. Corant – IV. Minuet

J. S. BACH

Suite francesa nº 6 en mi mayor, BWV 817 (1722-1725?)

I. Prélude – II. Allemande – III. Courante – IV. Sarabande – V. Gavotte – VI. Menuet polonais – VII. Bourrée – VIII. Gigue

Johann Jakob FROBERGER (1616-1667)

Partita nº 2 en re menor, FbWV 602

I. Allemanda – II. Courant – III. Sarabanda – IV. Gigue

J. S. BACH

Suite francesa nº 5 en sol mayor, BWV 816 (ca. 1722)

I. Allemande – II. Courante – III. Sarabande – IV. Gavotte – V. Bourrée – VI. Loure – VII. Gigue

Koopman, vitalidad y oficio

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Sábado 1 de julio, 21:00 horas. 72 Festival de Granada, Parroquia de Nuestro Salvador, “Grandes intérpretes”: Ton Koopman (órgano). Obras de Bruna, Froberger, Sweelinck, Buxtehude y Bach. Fotos propias y de Fermín Rodríguez.

La Iglesia del Salvador fue arrasada el 10 de marzo de 1936 por un pavoroso incendio, y reemplazadas por frías imitaciones en hormigón. La maltrecha iglesia, que en su día recibiera el título de “Insigne”, así como cuantiosos bienes, luce hoy en la capilla mayor una imagen del Salvador –procedente de la basílica de Nª Sª de las Angustias–, de Pedro Duque Cornejo, así como un lienzo de la Santa Cena, debida a Pedro Atanasio Bocanegra, y dos retablos procedentes de la iglesia de Santa Escolástica. Y desde 2001 Granada tiene un nuevo órgano versátil construido por Francisco Alonso Suárez donde esta tarde de sábado el infatigable Ton Koopman, tras impartir en la mañana unas clases magistrales para unos pocos privilegiados, disfrutó y nos hizo disfrutar de un concierto basado en sus grandes maestros (Froberger, Sweelinck, Buxtehude y Bach) sin olvidarse de comenzar con una anónima Batalha Famosa en do mayor para ir abriendo tubos, especialmente la trompetería siempre bien dispuesta, y el Tiento sobre la letanía de la Virgen de Pablo Bruna (1611-1679) “El Ciego de Daroca”, explorando las sonoridades del llamado “órgano ibérico” que el del Salvador esconde entre sus muchos registros.

Escuchar al maestro holandés desgranar cada obra es una delicia, pues juega siempre a encontrar los registros apropiados, como un niño con un juguete que además hace magia.
Tras el tributo “hispano” llegaría el barroco potente, primero con Johann Jakob Froberger (1616-1667) y la Toccata II (Libro secondo, 1649) escrita en el denominado stylus phantasticus y desembocando en una giga, una demostración del poderío tanto del órgano como del organista para proseguir con Jan Pieterszoon Sweelinck (1562-1621) y la Echo fantasia «Puer nobis nascitur», un despliegue de registros para alcanzar esos juegos de contestación con tímbricas que recrean ese fenómeno de la naturaleza, y el órgano del Salvador respiró por flautados y lengüetas de todas las medidas.

Los grandes alemanes serían los verdaderos platos fuertes en las manos de Koopman, primero el danés (eso dicen en Helsingør) afincado en Lübeck Dietrich Buxtehude (1637-1707) cuyo Preludio, BuxWV 139 sonó poderoso en un despliegue de registros que la composición pedía, un políptico (como bien explica el también organista Pablo Cepeda en las notas al programa), pues encadena sucesivamente un preludio cuasi-improvisatorio, una fuga, un adagio y una tocata final. A continuación el coral «Wie schön leuchtet der Morgenstern», BuxWV 223, verdadera fantasía al órgano, con algún problema de equilibrio pero siempre apreciable la melodía, para terminar con la Fuga, BuxWV 174, luminosa como el verano danés o alemán, que no vamos a discutir de nacionalidades ya que la música es universal.

Y siendo Ton Koopman su profeta, el “sermón final” sería de Johann Sebastian Bach (1685-1750) con una delicia de obras:

La Fantasía en sol mayor, BWV 572, que comienza en tresillos de registros agudos antes de la poderosa parte central con pedal, a cinco voces que se distinguieron y sonaron nítidas.
Los preludios corales de Bach son un muestrario de recursos a partir de glosar las melodías luteranas, y así fuimos disfrutando de «Wachet auf, ruft uns die Stimme», BWV 645, que incluye la conocida aria de la Cantata 140 con un pedal de trompetería pleno y los flautados que nos transportan a los templos protestantes, después en tiempo de adviento «Nun komm‘ der Heiden Heiland», BWV 659, otro juego de registros con un pedal potente pero sereno.

Lo festivo continuaría con «In dulci jubilo», BWV 729 a cuatro voces donde manos y pies de Koopman volaron juveniles y con el oficio de toda una carrera, ornamentaciones aéreas e improvisadas desde una vitalidad pasmosa, para cerrar los corales con «Schmücke dich, o liebe Seele», BWV 654, complicado de escritura y ejecución por la necesidad de acertar con los registros, entrando todos sin dificultad ni gemidos, respondiendo el órgano a las exigencias del holandés.

Y mejor cierre que la Fuga en sol menor, BWV 578 no podíamos encontrarlo, de extenso desarrollo para que Koopman siguiese “tirando” de vitalidad y oficio. Con el tema conocido por todos los bachianos, voló y sonó cual violín por estilo y sonoridad; cada entrada del tema en una mano y registro le precede otro anticipando el contenido de la siguiente entrada. Maravillosa fuga e interpretación para un público entregado que llenó la iglesia parroquial del Albaicín.

No importaba el esfuerzo ni la edad para el incombustible Koopman que aún nos regaló dos joyas, una bachiana (creo que uno de los corales de Leipzig) y otra que me recordó a las Fantasías de Jean Alain por la búsqueda de registros que resultaron un verdadero muestrario de sapiencia para explotar al máximo los recursos de este potente y versátil órgano joven, casi tanto como un maestro que no parece cumplir años en este concierto vespertino del undécimo día de Festival.

Esplendor organístico en San Jerónimo

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Sábado 24 de junio, 12:30 horas. 72 Festival de Granada, Monasterio de San Jerónimo, “Cantar y tañer. Sones antiguos y barrocos”: Benjamin Alard (órgano). Obras de Muffat, Froberger, Couperin, Correa de Arauxo, Cabanilles, Grigny y Bach. Fotos de Fermín Rodríguez.

Granada es mágica y espectacular. Su Festival Internacional de Música sabe elegir los llamados “marcos históricos” y el Monasterio de San Jerónimo es uno de ellos, más con el órgano original de Fray Francisco Alejo Muñoz, construido en 1727 para el convento de Santa Paula y “salvado” además de restaurado, para este monumento que debía preservar un patrimonio de la humanidad a buen recaudo por las actuales moradoras. Y es que los órganos deben respirar cada día, de nada sirve ponerlos en marcha si les falta el aire vital, por lo que este órgano traído desde Santa Paula hasta San Jerónimo puede mantenerse vivo gracias a los cuidadores y equipo que lo mantiene en marcha, pudiendo disfrutar tras el concierto de su historia y proceso de restauración.

Con Benjamin Alard en este órgano, el intérprete francés trajo un programa que Pablo Cepeda tituló en sus notas al programa “Esplendor barroco”. Y no le faltaba razón escuchando una de las joyas granadinas organísticas con compositores que dieron lustre al “rey de los instrumentos”, desde Muffat a Bach sin olvidarse de nuestros grandes Correa de Arauxo y Cabanilles.

El teclista francés vuelve cuando puede al órgano de sus inicios siempre viajando desde el mundo clavecinista, que le permite dominar la técnica de un repertorio cercano con el añadido de la complejidad tímbrica que conlleva encontrar los registros ideales para cada obra y estilo. La ornamentación correcta es necesaria pero también complicada en este resucitado órgano ibérico, aunque la elección de las sonoridades adecuadas es aún mayor, y Alard encontró lo que buscaba en cada página elegida.

Para ir calentando el “órgano de Santa Paula”, la Toccata tertia y la Chacona en sol mayor de Georg Muffat (1653-1704) fueron llenando los pulmones y respirando hondamente mientras contemplábamos el maravilloso retablo renacentista de San Jerónimo, testigo de una banda sonora desde el “Fray Alejo” en perfecto estado de salud, unión de estilos francés e italiano en este instrumento hispano, música llena de luz a lo largo de la docena de secciones donde el órgano engrandece al clave original, más si es con Alard interpretándolo.

De Johann Jakob Froberger (1616-1667) su Fantasia sopra ut, re, mi, fa, sol, la, FbWV 201 es auténtica lección compositiva que el maestro Benjamin Alard fue desgranando con claridad, virtuosismo y registración ideal desde el hexacordo inicial que va desarrollándolo en ocho secciones, las dos últimas cromáticas más allá del término musical, con una tímbrica ideal para este órgano del XVIII.

Otro de los compositores recuperados sería Louis Couperin (1626-1661) y sus Fantasías (entre las más de 70 obras inéditas publicadas en 2003 tras su aparición en 1957 en Londres, entre ellas siete de las 23 que escuchamos), “piezas breves, audaces y que recuperan incesantemente tema y respuesta” como bien nos cuenta mi tocayo Cepeda. Como toda forma virtuosística en escritura y ejecución, Alard fue desplegando todo el arsenal de un órgano que respondió como un joven a las exigencias del interprete, sin un quejido en un despliegue sonoro impresionante.

Nuestros “dorados españoles” compartieron exquisiteces ofertando de nuevo una paleta tímbrica que en este “ibérico de pata negra” gracias al oficio del intérprete francés, pusieron en valor el órgano hispano tan universal como los “compañeros” que compartieron concierto. Por pares escuchamos a Francisco Correa de Arauxo (1584-1654) con sus Dos tientos de tiples junto a Juan Cabanilles (1644-1712) y Dos pasacalles, teclado partido muy hispano, diferenciando bajos y tiples, junto al contrapunto del compositor valenciano que los registros buscados por Alard realzaron aún más una escritura autóctona pero universal.

Y el más grande, universal, padre de todas las músicas Johann Sebastian Bach (1685-1750) no podía faltar en un concierto de Benjamin Alard. Muy interesante elegir la Canzona, en re menor, BWV 588 en la línea de fusionar estilos e influencias tras lo escuchado con anterioridad. El Cantor escribe esta “fuga a la italiana” a 4 voces alternando métricas y con el tema en el grave que sobrevolaría libre y claro en el Monasterio de San Jerónimo con nuevo acierto de registros. Limpieza expositiva de la forma fugada, siempre compleja de interpretar para no perderse la “matemática del teclado” que es el quebradero de todo intérprete, aunque Alard la domina en cualquier variante.

Para ir cerrando el “esplendor matutino”, de nuevo Muffat y su Passacaglia en sol menor, la variación virtuosa y rítmica jugando con la tímbrica de este órgano respondiendo “como un campeón” ante las exigencias de un Alard maestro conocedor al detalle de partitura e instrumento.
El mejor remate Nicolas de Grigny (1672-1703) y Point d’orgue sur les grands jeux, de “A solis ortus (Livre d’orgue)”, majestuoso, de graves portentosos y profundos, pedal y sustento donde va construyéndose este edificio sonoro con Alard “maestro de obra” y arquitecto organístico, resucitando músicas que respiraron jóvenes en la mañana granadina, ejerciendo de “maestro de obra” pasado mañana cambiando de paleta y edificio el día 27 (y que me perderé por coincidencias de agenda).

Un éxito de público aguantando desde un silencio respetuoso acorde con el entorno del sacrificado calor sofocante, y alegría comprobar cuántos gestores y melómanos conocidos compartieron “vermut musical”, contando con la presencia de Eliahu Inbal que a las 20:00 h. volverá al frente de la JONDE en el Auditorio Manuel de Falla con una Séptima de Bruckner preludiada por Wagner tras su rodaje jienense con una generación de jóvenes músicos que pronto veremos dar el salto de calidad con los mayores. Pero esto lo contaré en otra entrada, ya de madrugada.

Clausura en casa

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Viernes 13 de agosto, 20:30 horasIglesia de Santa María de ValdediósX Ciclo de Órgano de Villaviciosa. Susana G. Lastra (órgano). Obras deSoler, Correa de Arauxo, Galuppi, Martín y Coll, Cabanilles, Froberger, Haydn y ArquimbauEntrada libre por inscripción.

Llegamos a la clausura de este décimo ciclo de órgano con el concierto de la maliayesa Susana García Lastra predicando nuevamente con el ejemplo a las teclas (antes del próximo en tierras catalanas) y no solo desde la organización de esta cita imprescindible en el verano asturiano para melómanos y amantes del órgano, también los muchos turistas que se acercan a visitar y disfrutar este rincón mágico de nuestro Paraíso Natural, completando otra vez el aforo reducido con todas las medidas de seguridad e higiene en tiempos de pandemia, demostrando siempre que la cultura es segura cuando hay responsabilidad por parte de todos.

La máxima conocedora del instrumento «de casa» seleccionaría un programa adecuado a las posibilidades de la joya de Valdediós, en el que la gran organista local realizó un recorrido europeo por el Renacimiento, Barroco y Clasicismo, con alguna obra ya escuchada en conciertos anteriores pero disfrutando de la magia del directo, siempre irrepetible pues nunca es igual por registros ni interpretación, esmerándose y trabajando incluso a «seis manos» en un derroche sonoro para dejar en todo lo alto la música de tecla que sonó a lo largo de estos cuatro conciertos y llenando de luz un día grisáceo en el casi vaciado valle monacal.

Para abrir boca y oídos así como los «pulmones» del instrumento de viento por excelencia, nada mejor que el Padre Antonio Soler (1729-1783) con una amplia selección de sus Versos para “Te Deum”, jugando con registros variados gracias a la ayuda de dos compañeros luchando con los tiradores de una madera a la que los cambios meteorológicos afecta igual que a la lengüetería pero donde la música bien tocada cura todos los males.

El indispensable Francisco Correa de Arauxo (1584-1654) repetiría en Valdediós con el Tiento de quarto tono (1626), dedicado a John Mortimer, un artista local muy querido y fallecido recientemente, haciéndolo extensivo a todas las víctimas del Covid que siguen dejándonos aún en estos días, y manteniendo la proyección de su obra «Un diálogo infinito» con el tiento como banda sonora.

Saltando a Italia hasta la laguna veneciana, conocido como Il BuranelloBaldassare Galuppi (1706-1785) cuya Sonata en re (Allegro – Largo – Allegro e spiritoso) jugó con los timbres para cada uno de sus tres movimientos, sin importar que en el último «no quisiese entrar» el registro buscado, para retomarlo rápidamente a gusto de una intérprete que buscó la limpieza y exactitud en todo.

Atravesando el Mare Nostrum del reusenc Antonio Martín y Coll (ca. 1680-1734?), otro habitual en los programas organísticos, degustamos Obra de falsas cromáticas, música rica en escritura y tímbricas ejecutada con primor y sonando luminosa en el órgano monacal, nueva clase de la profesora Lastra en «su órgano».

Atribuída a Juan Cabanilles (1644-1712), la Corrente italiana tampoco podía faltar en un órgano barroco por responder fiel a la historia y aunando los gustos del momento así como la música anterior y posterior que sonaría de nuevo este segundo viernes de agosto, siempre distinta y única jugando con el tempo y los timbres, grandeza del único lenguaje universal.

Asimilando las escuelas francesa e italiana, el alemán Johann Jakob Froberger (1616-1667) es un referente organístico y su Toccata III in Sol M toda una prueba de fuego para los «teclistas»: variedad de registros en esta virtuosística forma que resonó grandiosa en las centenarias paredes de Valdediós cual catedral germana en tiempos barrocos. Y continuando con los anglosajones, un anónimo inglés atribuido a John James (s. XVIII) y una de las formas típicas de su época, Voluntary en la menor (Adagio-Allegro),  dos movimientos contrastados en todo, recreando la sonoridad británica exportada al continente, para proseguir con la Marche (Flötenuhrstücke, Hob.XIX) de Franz Joseph Haydn (1732-1809) que forma parte de las llamadas  piezas para órgano mecánico en la misma línea de su contemporáneo Mozart, que también sonaría en el ciclo, pero que Lastra prefirió engrandecerla con una registración plena más allá de los «tubos callejeros», manteniendo la marca Haydn de principio a fin.

El regreso a tierras hispanas con Domingo Arquimbau (1760-1829) cuyo Baile de Seises representa el mejor espíritu sevillano del compositor catalán, Maestro de Capilla en la catedral hispalense transportado al Monasterio de Valdediós por la magia del órgano, más cuerpo sonoro que en el anterior concierto apostando por tubos menos cortos y alternando registros en los distintos aires ceremoniales de los niños catedralicios también disfrutados hace unos años en Pamplona.

Y nada mejor que terminar este «viaje musical» tal como lo iniciamos: Correa de Arauxo y su Tiento tercero de Sexto Tono sobre la primera parte de la Batalla de Morales (1626), exprimiendo todo el poderío tímbrico de los grandes registros de esta joya organística para poner no el punto final sino un deseado punto y seguido del undécimo ciclo (para 2022), con la esperanza de mantener la buena salud de un instrumento que necesita seguir respirando como nosotros con todo el mimo de su conservación, necesitada de inversión pública y privada para una sanidad también cultural.

El regalo de Susana a su madre cumpliendo años redondos fue una selección de tres temas asturianos más allá de la tonada, elevados al concierto organístico, comenzando por Soy de Mieres (que me autodediqué) aunque dice también «… y en Villaviciosa vivo», finalizando con nuestro Himno, amplia paleta sonora barroca de fin de fiesta en el BIC Grenzing para este tríptico de clausura en casa, regional e internacional por su música e intérpretes.

Esplendores sonoros en el Camino

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Jueves 15 de julio, 20:00 horas. Iglesia de Santa María La Real de La Corte: Oviedo, Origen del Camino. Esplendores Sonoros: “Europa se hizo peregrinando a Compostela”. Susana García Lastra (órgano). Obras de: Soler, Correa de Arauxo, Galuppi, Clérambault, Martín y Coll, Froberger, Cornet y Arquimbau.

La profesora maliayesa Susana García Lastra se ha convertido en una de las mayores defensoras del órgano en Asturias. Desde su faceta como investigadora ha editado el libro «El órgano en el Principado de Asturias» junto a María Sanhuesa y Enrique Campuzano, todo un referente para conocer un detallado y minucioso inventario de los 55 instrumentos en nuestra región, de los que 11 han sido declarados Bien de Interés Cultural (BIC), sin olvidar nunca el papel de docente e intérprete así como el de organizadora del Ciclo de Órgano de Villaviciosa, rescatando la afición que nuestra tierra tiene por el instrumento rey desde aquel festival que CajAstur dejó de apoyar pese a una trayectoria histórica digna de seguir recordándola.

Este jueves nos daría un concierto dentro de las actividades centradas en la campaña «Oviedo, orígen del Camino» en uno de los órganos BIC desde 2017, el de La Corte de Oviedo, el único órgano barroco de la capital del Principado, que en el libro citado anteriormente señala su construcción en 1705 aunque más fielmente figure como de la segunda mitad del XVIII por su composición «muy completa, en mixturas y mutaciones». Restaurado por Gerhard Grenzing en 1988, ha pasado todo tipo de penurias desde entonces, tratado contra la carcoma en 2000 y el posterior desastre de 2003 cuando durante la reparación de las cubiertas del templo una tromba de agua lo dañó dejándolo totalmente inutilizado. Habría que esperar hasta 2010 para la nueva restauración de Grenzing y al menos se le ha salvado recuperando el aliento y gozando de buena salud, sin gemidos aguantando repertorios exigentes, recobrando una actividad necesaria para mantenerlos vivos.

El programa elegido por Susana G. Lastra recogió no solo música española que refleja la importancia de la llamada Ruta del Norte en el Camino Primitivo, sino también la principal ruta desde el sur a través de la Vía de la Plata, la primera representada por compositores como el Padre Soler, Martín y Coll o Domingo Arquimbau, y la segunda con el sevillano Francisco Correa de Arauxo, uno de los mejores compositores de música para tecla que encarna la transición hacia el primer Barroco en España.

Aunque sin organizarse cronológicamente, pudimos disfrutar de la riqueza tímbrica de este órgano barroco comenzando con una selección de Versos para «Te Deum» de Soler, excelente inicio de concierto con las sonoridades que esconde esta joya de instrumento, registros bien elegidos para cada número, destacando la majestuosidad de la trompetería que llena como nadie el templo real, junto a flautados y octavas más recogidos.

Interesante la elección de Il Buranello y su Sonata en re para recrear ese barroco italiano casi orquestal en el órgano, tres movimientos bien contrastados en tímbrica y aire que sonó fresca e ideal para la tubería barroca en una acústica siempre agradecida. Otro tanto con el Caprice sur les Grans Jeux (Louis-Nicolas Cléramault), más reposado que virtuosístico para adaptarse perfectamente al instrumento ovetense.

Aunque el barroco sea amplio en estilos y procedencias, tanto como la música elegida para el concierto, por mis gustos personales me quedo con el renacimiento español, todo un referente europeo y verdadero siglo de oro, los registros más íntimos y cercanos sin olvidarse del carácter virtuoso de muchas composiciones, y el gran Correa de Arauxo con los dos tientos elegidos, el paso al barroco con ese cierre del tercero de Sexto Tono que resultó el broche ideal del concierto.

Quiero destacar igualmente la inclusión del Baile de Seises de Domingo Arquimbau que me transportó no ya a Sevilla sino a Pamplona, ambas en todos los caminos que llevan a Santiago pero pasan por El Salvador (después el Siervo, primero el Señor), todo un homenaje sonoro a una tradición que aún se mantiene viva como las músicas de este esplendor organístico.

Público fiel y turistas que llenaron con todas las medidas de seguridad la iglesia de la Plaza Feijóo, demostrando, como la propia Susana comentó al final, que la cultura es segura y la música en vivo siempre irrepetible, además de otro regalo inglés de Maurice Greene (completando el anónimo Voluntary en la m del XVIII) donde poder utilizar ese efecto de «Pájaros» que cantaron en el atardecer ovetense del resucitado Grenzing.

Zimmermann descafeinado

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Lunes 6 de mayo, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de cámara, Circuitos OviedoVI Primavera Barroca: Bailes y batallas, Café Zimmermann. Obras de Biber, Schmelzer y Froberger.

Comenzaba en Oviedo una gira de la formación coliderada por el violinista argentino Pablo Valetti con el título «Bailes y batallas» que el Pablo sevillano J. Vayón presentaba en las notas (que dejo escaneadas) como Phantasticus comentando el papel de la música en la Alemania del XVIII, formas instrumentales italianas pero con el tinte teutón que no siempre va unido a la brillantez.

El grueso del programa lo ocuparía Heinrich Ignaz Franz von BIBER (1644-1704) de quien Café Zimmermann interpretó varias sonatas que aúnan sacro y religioso como el propio poder germano donde el destinatario era importante como también nos contó Valetti. Desiguales en escritura e intensidades emocionales, la número tercera Fidicinium sacri-profanum (ca. 1683) pareció tomar el pulso con un octeto formado por dos violines, dos violas, chelo, contrabajo, órgano y tiorba que sonó empastado y compacto en todo el programa, variando un poco el número en varias para disfrutar de la calidad de unos músicos que interpretaron unas partituras no del todo agradecidas donde la variedad no es de color, algo claroscuro, sino de aires y dinámicas.

Costó afinar como es habitual en la seca sala de cámara del auditorio ovetense y al menos con Johann Heinrich SCHMELZER (1623-1680) tras el «segundo» Biber ya comenzaron a funcionar de forma orgánica. La Serenata con altre arie, a cinque en siete movimientos quedó algo «agria», mejorando con el Balletto a cuatro «Die Fechtscule» («La escuela de esgrima», 1668) de seis danzas, más rica tímbrica y rítmicamente, donde prescindieron de una de las violas como en alguna sonata de Biber.

De todo el concierto me quedo con Johann Jakob FROBERGER (1616-1667) cuya Toccata II en re menor nos permitió saborear el solo de órgano positivo de Céline Frisch y en el siguiente Ricercar I en do mayor la tiorba de Shizuko Noiri (que bisarían), obras de homenajes, bailes y batallas con poca pólvora, bien escritas y ejecutadas pero faltas del dinamismo italiano aunque los franceses de Café Zimmermann se mostraron como un conjunto honesto con las partituras, de buen sonido y trabajo previo bien llevado por Pablo Valetti.

Esta Primavera Barroca en su sexta edición sigue apostando por un repertorio que gusta al público y acude en buen número con entradas que rozan el lleno, aunque personalmente este lunes (y la «resaca» de HH aún perduraba en muchos oídos) el café, de calidad y sabor algo amargo, quedó descafeinado.

CAFÉ ZIMMERMANNPablo Valetti (violín I), Mauro Lopes Ferreira (violín II), Patricia Gagnon (viola I), Lucie Uzzeni (viola II), Petr Skalka (violonchelo), Daniel Szomor (contrabajo), Céline Frisch (órgano), Shizuko Noiri (tiorba).

Concierto duro: KLAUS en KLAIS

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Martes 26 de septiembre, 21:00 horas. XXXIV Festival Internacional de Órgano Catedral de León (FIOCLE), concierto III: Klaus Lang (órgano). Obras de Klaus Lang, Erik Satie, Michelangelo Rossi, J. J. Froberger, G. Frescobaldi y Claudio Merulo. Entrada libre.

Volvíamos a pasar el Pajares para repetir visita a La Pulchra Leonina que volvió a registrar colas antes en el concierto del austríaco Klaus Lang (Graz, 1971) en un programa puedo decir que duro para cualquier aficionado y no digamos para un público que fue cual goteo abandonando el mismo a medida que avanzaba en la interpretación sobre todo de sus propias composiciones.
Como comenta en su web la Academia de órgano Julián de la Órden sobre el organista y compositor «no usa el sonido, sino que el sonido es explorado, dándosele la oportunidad de desvelar su belleza y riqueza intrínseca. Sólo cuando el sonido es simple sonido podemos apreciar lo que realmente es: un fenómeno temporal, es tiempo audible. Klaus Lang entiende el tiempo como materia genuina del compositor y al mismo tiempo también como contenido fundamental de la música.

En su sentido musical, la materia es el tiempo percibido a través del sonido; el objeto de la música es la experiencia del tiempo a través de la escucha. La música es, así, el tiempo hecho audible».

Comenzar con su ABD. Tryptichon für orgel ya marcó las líneas de lo que vendría a continuación, una investigación de las infinitas posibilidades que «el bicho Klais» esconde, arrancando con la nota A (la) en el pedal con un tutti largo, molesto por momentos sobre el que va construyendo distintos planos sonoros sobre esas tres notas (ABD) arracimadas en octavas variadas investigando tímbricas cercanas a la música electrónica pero poco agradables en una abstracción acústica a la que no estamos acostumbrados y donde el ritmo es tan interiorizado que no trasciende, jugando con intervalos donde el de cuarta llegó a ser casi obsesivo.
La forma de continuar el programa fue un enlazado, con cierto «horror vacui» sonoro, manteniendo notas de unión donde fueron apareciendo los compositores más reconocibles pero como disfrazados a causa de una registración tampoco habitual y salpicada por los otros números improvisados y del Tryptichon, incluso con una monotonía en el tempo buscando nuevamente otra concepción muy personal. Así la sonoridad de Satie resultó similar a la de Froberger olvidándose de estilos o cronologías, y no digamos de la forma «toccata» tal como se entiende, por lo que la escucha en frecuencias extremas y tímbricas hirientes, unidas a la sensación de lentitud propiciada por sonidos de duraciones exageradas, convirtieron este tercer concierto del FIOCLE en un auténtico ejercicio penitente para nuestros oídos que no todos soportaron hasta el final.

Reconozco la labor del «Mago Lang» en esta exploración del sonido y el tiempo y como dice el texto arriba transcrito, le di la oportunidad de desvelar su belleza (personal y de la que discrepo) y riqueza intrínseca que sí la hubo, dudando de lo que se puede entender como «audible» pese a considerarme un omnívoro musical y navegante por aguas turbulentas de todos los estilos y épocas. Pero ni siquiera las páginas conocidas supusieron descanso, contrapunto o luz en un discurrir espacio-temporal con el sonido como disculpa.

Me tomé este concierto como la exploración del KLAIS por KLAUS que sigue asombrando, rugiendo esa La Pulchra donde cabe todo, sacrificio de penitencia en las sillas esta vez aumentado hasta nuestros tímpanos. Por primera vez salí con un dolor de cabeza que solamente el relente de la noche leonesa logró aliviar, llevándome el posterior café con amigos a rememorar la felicidad del Sigfrido ovetense.

 
PROGRAMA

KLAUS LANG
(1971): “ABD. Tryptichon für orgel“- A.
K. LANG: Improvisación.
ERIK SATIE
(1866-1925): Prière des orgues de “Messe des pauvres”.
K. LANG“ABD. Tryptichon für orgel“- B.
MICHELANGELO ROSSI
(1602-1656): Toccata VII.
JOHANN JAKOB FROBERGER
(1616-1667): Toccata da sonarsi alla Levatione.
GEROLAMO FRESCOBALDI
(1583-1643): Ricercar cromático.
CLAUDIO MERULO
(1533-1604): Toccata del nono tono.
K. LANG: Improvisación.
K. LANG: “ABD. Tryptichon für orgel“- D.

Fantasía e imaginación 

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Jueves 16 de abril, 19:00 horas. Museo de Bellas Artes de Asturias, Oviedo. JAM Asturias: II Ciclo de Música Antigua “Sonidos de la historia”. Jorge López-Escribano (clave): «Stylus Phantasticus. Fantasía e imaginación en la música para tecla de la Alemania del XVII». Obras de Weckmann, Kerll, Froberger, Krieger, Buxtehude y Muffat. Entrada libre.

Fantasía e imaginación parece el slogan no de este último concierto del segundo ciclo organizado por los jóvenes musicólogos de Asturias sino el suyo propio a la vista de un nuevo éxito dentro de una oferta que tiene días difíciles de elegir, pero donde la calidad prima sobre la cantidad y el clavecinista toledano López-Escribano se presentó con un instrumento fabricado por Klinkhamer réplica del construido en Strasburgo en 1700 por Friedrich Ring, cuidando no ya el programa sino dónde sonaría.

Maravillosa lección del llamado Stylus Phantasticus inspirado en las tocatas y fantasías para tecla de los italianos Merulo y Frescobaldi que Froberger importa al norte de los Alpes conviviendo con el «estilo libre» o nuevo, contraposición entre la total libertad compositiva e interpretativa, «caos» aparente y el «orden y estructura» donde el propio músico remodela una melodía o tema con ornamentaciones y variaciones, algo por otra parte tan cercano que mantiene la vigencia de estas músicas del barroco temprano.

Bien organizado en bloques López-Escribano sacó del clave registros increíbles dentro de las limitadas combinaciones del instrumento con dos teclados que se adaptó a la perfección a la acústica del rincón donde ubicaron clave y público, jugando con la tímbrica apropiada dependiendo de la forma a interpretar. Maravilloso sonido aterciopelado en el superior, metálico y potente el inferior, presente y poderoso con la mixtura de ambos tanto en los mordientes como en las variaciones en combinaciones de 4 y 8 pies felizmente elegidas.

El virtuosismo se da por supuesto desde unas ornamentaciones ricas y bellas que nunca oscurecieron la melodía, pero también la honestidad y respeto por lo escrito, las duraciones exactas que enriquecen unas partituras llenas de guiños y dificultades casi para iniciados felizmente traducidas a la música del clave.

El compositor que centró el discurso musical fue Johann Jakob Froberger (1616-1667) del que pudimos degustar tanto unas tocatas ricas en agilidades casi cantábiles como la Suite en Do mayor FbWV 612 titulada «Lamento Sopra la dolorosa perdita della Real Majesté di Ferdinando IV«, bien explicada en el programa de mano, y sobre todo la Partita «Auff die Maÿerin» FbWV 606 compleja y avanzada en la elección de las danzas que acabarían siendo las preferidas de sus seguidores.

No faltaron más tocatas como la de Mathias Weckman (1616-1674) o Johann Philipp Krieger (1649-1725), el Aria & 3 Variazioni en la menor BuxWV 249 de Buxtehude, referente para la generación de Bach, o las Passacaglias de Johann Kaspar Kerll (1627-1693) o Georg Muffat (1653-1704) que cerraba concierto de forma magistral.

En todas ellas Jorge López-Escribano hizo gala no ya de un enorme trabajo para organizar obras y autores dentro de las dualidades antes comentadas caos-orden o libertad-estructura sino de una ejecución impoluta, llena de agilidades limpias jugando con ornamentos en ambas manos, armonías claras en acordes que evolucionan y modulan con personalidad propia más allá de las melodías específicas, inflexiones en la pulsación que hoy parecen románticas y surgen doscientos años antes, así como las distintas formas de variar líneas melódicas tanto populares como propias de unos compositores que hacen propio un lenguaje transalpino que deseaba imponerse en toda Europa aunque resultase más universal de lo que las fronteras pareciesen buscar. También quiero resaltar de las notas al programa la detallada información de autores y formas musicales así como de los recursos utilizados, que en los dedos de López-Escribano fueron complemento sonoro de una teoría muy documentada, variedades de estados anímicos hechos música, cascadas de semicorcheas dibujando colores interrumpidos bruscamente (abruptio) usando todos los recursos al alcance de un instrumento que en la distancia corta del museo llenó y completó un entorno histórico.

Aún hubo tiempo para despedidas y la propina del Lamento para evitar la melancolía que Froberger compuso tras robarle en el barco entre Francia e Inglaterra y tener que buscarse la vida dándole al fuelle para que los organistas interpretasen unas obras que él deseaba fuesen suyas, incluyendo los tan habituales «lamentos«. Finalizado el concierto el intérprete toledano estuvo instruyendo sobre el instrumento traído hasta el museo «ad hoc» para este día, contestando amablemente todas las preguntas de un público ansioso por conocer a fondo el clave, que no escuchábamos en directo desde el recordado Gustav Leonhardt, y ya ha llovido.

El ciclo finaliza el próximo jueves con una visita guiada a partir de las 17:00 horas «Conociendo el Oviedo moderno: del incendio a la Ilustración» a cargo de Laura Mier en el entorno del casco antiguo más la conferencia en La Lila a partir de las 19:00 horas de la doctora en Musicología y profesora María Sanhuesa sobre «El Teatro del Fontán de Oviedo (1670-1901)», broche perfecto para este segundo ciclo que ha ocupado los jueves capitalinos en esta primavera que respira música como en las demás estaciones, porque Oviedo es música todo el año.

Mis felicitaciones a la JAM de Asturias por este éxito previsible que augura ya un tercer ciclo para 2016, gracias a su trabajo y las colaboraciones imprescindibles para mantener la llamada música antigua de actualidad. Hay público para todo y lo hemos comprobado.

Se acabó el XXIII Festival de Órgano

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Viernes 15 de junio, 19:30 horas. Iglesia del Monasterio de Valdediós, XXIII Festival de Órgano CajAstur: Rubén Díez. Obras de J. Ximénez, J. J. Froberger, S. Durón, W. Hine, P. Bruna, A. de Cabezón, J. A. Reincken y J. B. Cabanilles.

En este rincón de nuestro Paraíso y desde el órgano del Monasterio que sigue sonando a gloria, llegaba el último concierto de este festival en la primavera asturiana precisamente con el praviano Rubén Díez, un músico de la tierra aunque formado en Valencia y Roma, alternando las obligaciones del sacerdocio con esta su otra pasión. El programa elegido fue el mismo de la semana anterior en el órgano de La Corte que me perdí pero «recuperé» esta tarde maliayesa, con órganos parecidos pero siempre distintos.

Abríamos boca con la Novena obra de lleno de primer tono sin paso (J. Ximénez), jugando con registros muy apropiados, y metido de lleno en el virtuosismo del Capriccio III (Froberger), riqueza tímbrica bien desplegada (con la inestimable ayuda de Javier y Chema) en esta obra puente entre dos épocas con sabor barroco. La «originalidad sonora» de la lengüetería dió mucho juego en la Gaytilla de mano izquierda (Durón) para registro partido cual sonido de bajón, al igual que los flautados para la Flute piece (W. Hine) de sabor barroco tras el aperitivo renacentista, elecciones siempre apropiadas dentro de las posibilidades del órgano monacal.

Volvía en esta edición «el Ciego de Daroca» Pablo Bruna con el Tiento de 1º tono de mano derecha y al medio de dos tiples lleno de múltiples combinaciones sonoras pero siempre al servicio de la melodía, lo mismo que las siempre difíciles Diferencias sobre «Guárdame las vacas» (Cabezón) que en el órgano maliayés suenan realmente en «su salsa».

La obra que más me gustó, llena de color y dificultades bien resueltas por Rubén Díez fue la Fuga en Sol (Reincken) con unas sonoridades redondas y potentes que volvieron a demostrar la riqueza de registros que el restaurado instrumento aún guarda en sus entrañas y la sabia elección sonora unida a la digitación siempre clara y necesaria para esta fuga (sin la tocata).

El cierre corrió a cargo de dos obras del valenciano Cabanilles: la Corrente italiana de sabor festivo y danzarín en combinaciones de flautados y llenos siempre impresionantes, y la Batalla imperial que supuso todo el despliegue del arsenal sonoro sin abusar de cornetos que podrían hacer peligrar el resultado buscado aunque no hubo gemidos… Siempre resultan impactantes estas formas para comprobar el juego de registros y el virtuosismo del intérprete en esta joya.

La propina de una «Sinfonía» dentro de una colección de obras dedicadas a Monseñor Lorenzo Perosi, inspirada en las bandas populares italianas con aires plenamente verdianos devolvió la luz en el atardecer de Valdediós en una obra pensada para el órgano que nuevamente tuvo su protagonismo en este festival. Esperamos que el verano mantenga viva la música del llamado «Rey de los Instrumentos», recuperando intérpretes asturianos que tanto ayudan a seguir haciendo respirar las tuberías con músicas desde lo profundo del alma, y por pedir que no quede: las llamadas Bodas de Plata del Festival serán en el 2014, esperando seguir contándolo desde aquí…

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