Muy señores nuestros, si ustedes me permiten este correcto trato epistolario:
Como todavía me queda algo de inocencia (serán los años), lo único que les pido a
Los Magos (lo de reyes sigo sin llevarlo bien por esta tendencia mía a
La República) es poder estar vacunados del puñetero bicho ese que nos ha traído el 2020 y ha trastocado todas las vidas.
Musicalmente tras el pasado “Año Beethoven” al que la pandemia también ha afectado privándonos de conciertos muy esperados, y los ya pasados “Años
Mahler” sigo pidiendo poder escuchar en Asturias la
Octava Sinfonía “De los Mil” con todas nuestras orquestas (
OSPA,
OvFil, la
Universitaria ya
renacida) nuestros coros (
“El León de Oro”, grandes, chicas doradas y peques, igual que el de la
Fundación Princesa y también la
Escolanía San Salvador…) con nuestros solistas, que tenemos un montón y de primera en mi querida Asturias donde elegir:
Beatriz Díaz,
Elena Pérez Herrero,
Ana Nebot,
Mª José Suárez,
Lola Casariego,
Alejandro Roy,
David Menéndez,
Miguel Ángel Zapater,
Juan Noval-Moro… (algunos “
adoptados” o directamente de nuestra
familia cordobesa).

Mantengo mi ilusión de tener a
Pablo González como director de un acontecimiento que me
copió Dudamel, al que le perdono casi todo… incluso que mi
tocayu lo llevase a
Barcelona en sus años como titular y seguro seguirá dirigiendo desde la
OCRTVE o tantas otras orquestas donde le reclaman.
Pablo González y Mahler 
.
Es la ilusión infantil en este día, aunque tampoco quiero olvidarme de
Forma Antiqva, para quienes vuelvo a pedir un
Grammy clásico (se lo merecen), sobre todo a
los hermanos Zapico que en 2020, y pese a todo, siguieron
“a tope” haciendo historia, siempre volando desde casa, esperando siempre por nuevos discos.
También sigo recordando a mis queridos pianistas con la mierense nacida en la capital
Carmen Yepes a la cabeza (trabajando duramente desde Madrid con los conciertos aparcados), sin olvidarme de mis admirados
Judith Jáuregui,
Diego Fernández Magdaleno o
Gabriela Montero.
Mantengo la ilusión y pido más composiciones de
Rubén Díez, no sé si por fin la zarzuela marinera, de
Jorge Muñiz y de los siempre “redescubiertos”
Guillermo Martínez y
Gabriel Ordás que me consta en este 2021 seguirán inspirados y en su línea de estrenos.
Por no perder la esperanza pido para los llamados “gestores culturales” que se olviden de su crisis permanente (Covid aparte), pues la intelectual parece contagiosa como la gripe o las toses en los conciertos (que al menos las mascarillas han disipado) y den mucho más trabajo a los de casa, no por patriotismos sino por calidad contrastada, incluso cambiar alguna vez de agencia de contratación… y sobre todo ¡no más recortes, cancelaciones, ni cierres!. Ya saben que la Cultura es Segura.
No sé si ya les han escrito pidiendo para mis jóvenes violinistas favoritos (
Ignacio Rodríguez, emigrado
a Alemania, y
María Ovín todavía en la
OSPA) que van creciendo y cumpliendo años, para traerles mucho éxito en sus trabajos fuera o mejor en casa, aunque yo me sumo a esos mismos deseos, y de lo
pedido en años pasados faltaron muchas cosas (supongo que por pedigüeño) pero a mi edad no tengo freno, parece que me hizo la boca un diputado catalán…
Para mi adorada
Beatriz Díaz ya les escribiré otra carta porque se merece todo lo que traigan en 2021 y más. Además de darle las gracias de nuevo, felicitándola por su
incorporación de
Beethoven al repertorio (aunque en pleno 250 aniversario no se acordaron más de ella), especialmente mi
ENHORABUENA por el
éxito clamoroso y merecido en su reciente debut como
Butterfly y su vuelta a la
zarzuela ovetense tras las cancelaciones obligadas (aunque espere mucha más ópera en el Campoamor como protagonista y no un reparto joven de función única), esperando le llegue pronto esa
Mimí, a ser posible en el Teatro Real de Madrid o el Liceu barcelonés, aunque en Italia saben que es muy querida, pues Londres, Nueva York o Viena aún no se han enterado… pero Vds. ya lo saben por ser Magos y la magia de la
soprano allerana es tan única como la suya.

A todos mis amigos músicos repartidos por el mundo les mando siempre “MUCHO CUCHO®” antes de cada actuación, normalmente de vaca asturiana, y podría escribir una carta más detallada para tantos que tengo repartidos por el planeta (para que luego digan de la “maldición” ENTRE MÚSICOS TE VEAS).
Mientras tanto espero que la palabra
corrupción desaparezca de nuestra cotidianidad y que las crisis, ya en plural, pasen hoja definitivamente y se olvide de la MÚSICA y de toda la CULTURA en general, donde “recortes” o “supresión” se escuche menos que “COVID” ¡lo qué ya es decir! para este año 2021 que acaba de nacer, aunque nuevamente parezcan estar “duros de oreja” (supongo que entre vacunas y reproches políticos no tendrán ni para un
sonotone y la edad no perdone ni siquiera la Vox).
Por ultimo no quiero olvidarme de mi
Ateneo Musical de Mieres del que me regalasteis su presidencia en junio de 2018, pidiendo la misma salud que en el recién finalizado 2020, a pesar de todo (de la Lotería no pido que toque), y mantengan su
Banda Sinfónica dirigida por
Antonio Cánovas a ese nivel tras dos años sin parar, llevando su música, además del nombre de nuestra Villa, lo más lejos posible, con una calidad y programas que son la envidia de muchos.
A propósito, si pudieran dejarnos la música en la educación un poco más que ínfima y optativa, entonces tiraría fuegos artificiales… pero ya ven que no está entre las peticiones musicales, ni siquiera que algún día en “esta España nuestra” que cantaba la recordada Cecilia (no la Santa patrona sino la Evangelina) se alcance un pacto de estado donde la educación sea inversión en vez de gasto y prime el menos común de los sentidos en vez de la partitocracia e independentismos que intentan reescribir la historia a base de tantos eufemismos que hasta a la mentira la llaman
posverdad. Pero ya veo que la
Ley Celáa comenzará en septiembre y ya van demasiadas para ir empeorando en pos de una generación de ignorantes digitales.
Gracias señores majos y
Magos (de donde vengan y utilizando el transporte que tengan sin entrar en cabalgatas de las que mejor no opinar y menos las que se han inventado ¡estáticas! y hasta con
Baltasar descolorido) por seguir llenándonos de esperanza e ilusiones.
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