Viernes 25 de febrero, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Abono VI OSPA Cleopatra revisada: Anne Schwanewilms (soprano), David Reiland (director). Obras de Mélanie Hélène Bonis y Berlioz.

Ineludibles compromisos previos me impidieron llegar a la primera parte del sexto abono de nuestra orquesta, aún sin concertino, hoy invitado el australiano Michael Brooks, ni director titular, ocupando el podio el belga David Reiland.  Interesante hubiese sido escuchar la obra de la compositora Mélanie Hélène Bonis (1858-1937) El Sueño de Cleopatra, op. 180, nº 2 (de las Tres mujeres legendarias),  vida novelesca para una pianista muy reconocida en su tiempo, más la infrecuente cantata con textos de Vieillard y música de Héctor Berlioz (1803-1869) La muerte de Cleopatra, H. 36, con la soprano alemana Anne Schwanewilms. Una lástima porque estos programas infrecuentes siempre son de agradecer, y aún más la poco escuchada cantata del francés.

Al menos tuve tiempo para disfrutar la conocida Sinfonía Fantástica: Episodio de la vida de un artista, en cinco partes, op. 14 del gran compositor francés, orquestador que marcó un estilo para las grandes formaciones y donde la OSPA con Reiland sacó «músculo» en los cinco movimientos. Un inicio tenue en I. Sueños – Pasiones, con una cuerda débil pero de sonoridad sedosa antes de desatar las pasiones con la presencia del viento que comenzaría su verdadero protagonismo «fantástico».

Con un contenido II. Un baile alejado de los valses vieneses, Reiland fue buscando un ritmo claro aunque poco bailable, de rubato sin exagerar y balances donde madera y metales estarían siempre en primer plano, volando la «idea fija» de su amada, tan característica del compositor francés, lo mismo que la III. Escena en los campos, impresionante el «duelo» entre oboe (fuera de escena) y corno inglés, dos grandes maestros de la madera asturiana. El tempo de la IV. Marcha al cadalso fue más fúnebre que militar hacia el «suplicio» pero sirvió para degustar la calidad de toda la sección de viento de la OSPA, maderas y metales de primera con la necesidad de una cuerda grave más nítida y equilibrada en efectivos que contrapusiese los volúmenes y mantuviese el empuje bien marcado por la percusión en una joya de orquestación.

El clímax del V. Sueño de una noche de sabbat trajo al mejor Berlioz, con metales poderosos, maderas incisivas (bravo el clarinete de Weigerber) y la percusión mandando en este aquelarre musical, auténticas campanas fuera de escena, trombones y tubas entonando el Dies Irae, con Reiland sin apurar el aire para dibujar mejor toda la masa orquestal de una OSPA que la próxima semana se irá a Bilbao para participar en el grandioso festival Musika-Música dejándonos abierto al público su ensayo general del viernes a una hora infrecuente pero que servirá para pulsar el estado de nuestra formación dirigida por Christoph König en los dos conciertos de esta nueva visita al Euskalduna donde es apreciada dentro del marco de las sinfónicas españolas.