Viernes 28 de enero, 20:00 horas. Teatro Filarmónica, Oviedo: CNDM21/22, Oviedo Jazz. Antonio Serrano Quartet: Tootsology. Entrada de butaca: 8 €.

Si el gran Víctor Luque publicó un LP titulado La guitarra imposible, no estaría mal otro de Antonio Serrano (Madrid 1974) como «La armónica imposible», pues parece inimaginable e increíble hasta escucharla que un instrumento tan pequeño suene tan grande. Si el gran Toots Thielemans (1922-2016) ayudó a popularizar y elevar a profesional la armónica, con muchas bandas sonoras en nuestra memoria, era lógico que el alumno aventajado le rindiese un merecido homenaje, ya auténtico virtuoso capaz de interpretar blues, jazz, tango, flamenco y hasta música llamada clásica, tal es el nivel de un músico que disfruta y hace disfrutar en todas sus apariciones radiofónicas, televisivas, discográficas y especialmente en vivo, irrepetibles momentos como los vividos este viernes en un Filarmónica a tope (mascarillas también), porque Oviedo es «La Viena española» y su oferta musical es variada, para todos los públicos y con calidad más que demostrada.

Si el jamón serrano gusta en todo el mundo y en especial los «Cinco jotas», este otro Serrano universal es auténtica pata negra para el «paladar auditivo», con un trío clásico para la ocasión que arropó y brilló con luz propia: el delicado piano de Albert Sanz, sin excesos e incluso tuteando la armónica protagonista, el contundente contrabajo de Toño Miguel, discreto pero necesario, y la elegancia irlandesa del veterano Stephen Keogh, metrónomo con gusto tanto a las baquetas como las escobillas.

El homenaje a la figura del armonicista belga estuvo plagado de los llamados «standars» que tanto gustan al aficionado, auténticas joyas desde el Tunin’In sintonía de «Jazz entre amigos» para los clarinetistas como Woody Herman o el Don’t be that way de Benny Goodman que la armónica lleva a su color, más el increíble «Barrio Sésamo«, todas ellas melodías capaces de retrotraernos a nuestros años jóvenes como también el éxito de Disney del tantas veces versioneado Someday my prince will come, con un esbozo intermedio del mejor verano de Gershwin que «pasaba por allí», la Soul Station en estado puro más dos obras que coincidieron esta semana con visiones tan opuestas como bellas melodías como Las hojas muertas o la Mañana de carnaval. Trío a medida para un Serrano estratosférico.

Imperdibles versiones «clásicas» donde la armónica imposible de Antonio Serrano hace a Bach atemporal, melodía y armonía todo en uno, amplificación para ella volcada, revisitando el Real Books, la «biblia» de todo músico de jazz, con ese Bluesette de Thielemans, incluso tuvimos hasta un espontáneo pidiendo una propina específica que comenzó con un esbozo de la Malagueña de Lecuona para terminar con en el Duke’s Place, armónicas de todos los sabores: a acordeón o bandoneón, trompetas con sordina y percusiones linguales, de «cine cinco estrellas» y club de jazz madrileño, incluso sintonías radiofónicas para «omívoros» noctámbulos «Entre dos luces» que mantienen vivo el primer instrumento que hice sonar en mi vida imitando aquellos vaqueros del Far West. Faltaron las copas con su tertulia posterior, pero al menos la música sigue uniéndonos para encontrarnos con amistades atemporales que seguimos disfrutando.