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Covadonga inspiración eterna

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Jueves 6 de mayo, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Conciertu de les lletres asturianes: OSPA, Rubén Díez Fernández (director). Obras de Leoncio Diéguez y Guillermo Martínez. Entrada por invitación.

Concierto de emociones el de «Las Letras Asturianas» que rinden homenaje este año a mi siempre añorado e irrepetible Nel Amaro (24 de diciembre de 1946, Quentuserrón – Mieres /  4 de abril de 2011, Oviedo),  los 30 años de «mi matrimonio» con la OSPA y música de dos asturianos de corazón con Covadonga siempre como inspiración y parte importante de sus propias vidas:

Don Leoncio y Guillermo, profesor y alumno desde sus años en la Escolanía, una verdadera conjunción musical que reunió no solo autoridades civiles y eclesiásticas sino a muchos amigos y compañeros de ambos venidos desde todos los rincones, dos personas muy apreciadas y admiradas por todos, regalándonos tres de sus obras desde el buen oficio orquestal de ambos, bajo la dirección del avilesino Rubén Díez (1977) que disfrutó y contagió el mismo amor por la música a una OSPA de cumpleaños, hoy con Eva Meliskova como concertino.

Las dos obras del maestro Leoncio Diéguez Marcos (1941) enmarcando el estreno de Guillermo Martínez (1983), encargo para los actos conmemorativos de este 30 aniversario de la orquesta asturiana, dos generaciones, dos lenguajes y una misma inspiración, el oficio del maestro, la ilusión desbordante del alumno aventajado.

La Rapsodia asturiana del maestro podríamos llamarla en asturiano, aprovechando la efeméride, de «caxigalina» pero elevada a la alta cocina, motivos melódicos conocidos por todos, folklores propios y cercanos que Don Leoncio trata con cariño y sabiduría, orquestación de amplia plantilla, efectista, agradecida de escuchar y todo un catálogo de herramientas utilizadas por este leonés al que sentimos asturiano.

Y el esperado estreno de Guillermo Martínez, «Bricial«, el tercer lago de Covadonga, Poema Sinfónico que explica perfectamente en las notas al programa Alejandro G. Villalibre, personalmente un derroche de música orquestal bien construida, con momentos verdaderamente cinematográficos para unas imágenes de Los Lagos plenamente exportables a esos documentales de naturaleza imponente como la propia Covadonga y su montaña, remanso espiritual, paz y sobrecogimiento ante la grandiosidad que impera por doquier. Así la sentí desde el primer movimiento (I. Obertura) que mostró todo el color del otoño asturiano; la historia de España y Pelayo traerá aires marciales con la óptica propia de un Guillermo que mantiene la tonalidad y el gusto por la melodía con ritmos imponentes (II. Marcha) y una instrumentación clara y potente, con plantilla similar a la del maestro y curiosamente conservador pese a la juventud del discípulo; incorporar el piano, el arpa o la celesta además de una percusión abundante y variada (incluyendo máquina de viento o pájaros), dota a este poema de una sonoridad sobrecogedora pero donde el  III. Tempo di valse resulta un remanso con los «pizzicati» iniciales de la cuerda y ese aire universal del que han bebido todos los grandes, ecos de los mejores compositores rusos o del Richard Strauss «alpino», siempre buenos espejos en los que mirarse, y la desbordante inspiración de un Guillermo Martínez que en el IV. Concertante es capaz de conjugar la masa orquestal con un cuarteto de cuerda y piano digno de tener obra propia e independiente, buen gusto y aciertos en la elección de los protagonismos que Rubén Díez entendió a la perfección. Si Bach siempre será el «padre de las músicas», la fuga es la forma más exigente para todo compositor, asignatura obligada y dura, con sobresaliente en ella, V. Fuga para desarrollar no ya un motivo bien construido con el ritmo siempre presente, sino explorando todas las secciones orquestales donde disfrutar de los primeros atriles con papeles bien defendidos por cada uno, destinatarios de este estreno, y el impresionante VI. Finale cual «títulos de crédito» de este monumental documental sonoro, un poema sinfónico donde la inspiración corre libre sin perder las formas, añadiendo un escalón en la ya exitosa carrera de un compositor al que admiro desde hace años y que nunca defrauda. Cada obra suya es un catálogo de intenciones, una excursión sensorial  y un verdadero torrente musical donde el «eclecticismo académico» es el propio lenguaje de Guillermo Martínez.

Y de nuevo el maestro Leoncio Diéguez Marcos con su poema sinfónico Don Quijote y la batalla de los rebaños, poema sinfónico más avanzado que el alumno, no ya la experiencia que dan los años sino la admiración por un lenguaje musical cada vez más moderno a pesar del tiempo, obra genial del leonés, que fue un encargo de Max Valdés, entonces director de la OSPA en su estreno el 30 de abril de 1998, que ha tenido largo recorrido más allá de Asturias. Don Ángel Medina, catedrático de Musicología, escribió las notas al programa entonces que siguen igual de vigentes en este 2021 sobre el autor y su obra: «ha sabido encontrar en el programa el ensanchamiento y los límites, la ventana abierta al horizonte infinito e impredecible y la disciplinada cerca que acota el terreno roturado. De esta manera, lo que esta composición del maestro Diéguez tiene de autónomo, y específicamente musical (en tanto que coherente movimiento sinfónico) se enriquece -y nos enriquece- con el impulso siempre eficacísimo del inagotable imaginario cervantino«.
Si en Bricial veía música cinematográfica, este Quijote es perfecto para cerrar el concierto donde no faltó lo literario, lo pictórico y hasta la confirmación del buen oficio de componer, las llamadas vanguardias de pasado siglo que ya no lo son, pues vivimos y crecimos con ellas, entendemos su lenguaje y nos educan en estas escuchas que hermanan dos generaciones desde la música sinfónica.

Para cerrar no podía faltar nuestro Asturias, patria querida en la armonización y orquestación que el propio Don Leoncio hizo cuando convertimos la canción más conocida en nuestro Himno Oficial desde 1984, el sinfonismo y magisterio en el que seguir mirándonos.

Dejo finalmente el recorte de prensa con la noticia hoy en LNE, testimonio de esta Selmana de Les Lletres Asturianes con la música de estos hijos adoptivos hermanados por la OSPA y Rubén Díez.

Cuando menos es más

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Domingo 17 de junio, 19:00 horas. Santa María La Real de La Corte, Oviedo: Ensemble vocal In Paradisum, Elena Mitrevska (directora). Obras de: Rheinberger, Nielsen, Grieg, Alfvén, Casals, Villa-Lobos, Poulenc, Béla Bartók, Mendelssohn y Diéguez.

Si hace nada me quejaba de la elevada media de edad en los coros salvo honrosas excepciones, nada mejor que acudir a escuchar al Ensemble vocal In Paradisum, cantera coral de la Escolanía de Covadonga que debutó en marzo de 2017 sumándose voces graves hasta las nueve que pudimos disfrutar este domingo veraniego de amplia oferta en la capital, porque este coro de cámara aúna lo mejor que se puede pedir: juventud, gusto por el canto, calidad y repertorio poco escuchado, con la suerte de «fichar» a la macedonia Elena Mitrevska, directora de enorme experiencia que llegó a nuestra tierra como una bendición para ser elegida titular del Coro de la Ópera y sumarla a este proyecto reciente presentado en el programa por otro antiguo escolano como Guillermo Alonso Ares, con buena presencia de familias y amigos del mundo coral hecho desde un nivel envidiable y encomiable.

El empaste que dan los coros de voces iguales es único, en el caso de los hombres su tesitura alcanza el cimiento de los registros profundos, aunque solamente hubiese dos bajos, y la luz de los tenores, cinco divididos en tres y dos aunque plenamente intercambiables como si de violines se tratase. La argamasa entre extremos la ponen otros dos barítonos y el resultado es un color homogéneo ideal.

Los años de trabajo desde la infancia en escolanías y otros coros ya adultos consiguen una técnica y educación necesarias desde una formación vocal completa para unirse todos ellos y afrontar cualquier tipo de repertorio, de lo religioso a lo profano en todas las épocas hasta nuestros tiempos. No me extraña que Mitrevska se encuentre literalmente «en el Paraíso» Natural que es Asturias y en el coral de estos nueve hombres que pueden cantar lo que les traiga y más, en todos los idiomas y combinaciones porque la grandeza musical así lo permite, disfrutando de un concierto extraordinario en el amplio sentido del término.

La propia directora en un español perfecto pese al poco tiempo entre nosotros, nos presentó tras el Herz Jesu Hymne del alemán Joseph Gabriel Rheinberger el viaje musical a realizar, incidiendo en el itinerario global con unos temas donde textos originales y traducciones se nos entregaron con el programa demostrando la importancia de gozar con todo, música y palabra, también leída por distintos componentes del ensemble, siendo de agradecer el esfuerzo del detalle, programas de calidad pareja a la interpretativa sin escatimar nunca trabajo porque el pago va implícito desde al amor por la música.

Un verdadero placer escuchar y contemplar el entendimiento de voces y directora, claridad de gesto, intención, dicción, gamas dinámicas llenas de sutilezas, la música realzando la palabra o el texto elevado por la melodía, juegos onomatopéyicos y reminiscencias gregorianos en una polifonía nórdica que sigue siendo referente coral, sin olvidarse compositores para quienes la voz «a capella» ha sido el mejor instrumento posible. Así fuimos escuchando el Ave Maria de Rheinberger en latín, Aftenstemning del danés Carl Nielsen, Min Dejligste Tanke del noruego Edvard Grieg, la canción folclórica Uti Vàr Hage arreglada por el sueco Hugo Alfvén, Na Bahia Tem del brasileño Heitor Villa LobosO Vos Omnes de nuestro Pau Casals universal que siempre tuvo la voz presente en su obra, Quatre Petites Prières de Saint François d’Assise del francés Francis Poulenc, siempre «a capella» sin echar de menos el piano de las Five Slovak Folksongs del húngaro Béla Bartók, y finalizando pletóricos con Zwei Geistliche Choere del alemán Felix Mendelssohn, sin olvidar la propina asturiana de La filandera de Leoncio Diéguez, un leonés en Asturias con Covadonga y la música en su periplo vital desde la docencia hasta la composición pasando por la dirección.

Pequeñas estampas vocales y enormes obras musicales, lo bueno si breve y cuando menos es más, paisajes evocadores de unas tierras que adoro tanto como su cultura donde la música se integra en la formación personal sin discusiones políticas, desde los ateos a los creyentes, porque cantar a coro es compartir y escucharse. trabajo en común por el bien intelectual y espiritual de todos. Nadie mejor para explicar lo sentido como Guillermo, el escolano leonés con Covadonga como su familia, quien escribe en las notas «(…) sensibilidad y cariño consiguiendo transportarnos a toda una variedad de espacios soñados. Sumiéndonos en calma, mostrándonos un sonido hermoso, embaucador y placentero» ordenándonos disfrutarlo pues no cabe otra cosa, como si hubiese estado físicamente presente en este gozo para los sentidos.