Jueves 18 de abril de 2024, 20:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXXI Festival de Teatro Lírico Español. «Coronis», zarzuela barroca en dos jornadas.
Música de
Sebastián Durón, libreto anónimo, a partir de la “Metamorfosis” de Ovidio. Escrita y estrenada en Madrid entre 1701 y 1706. Producción del Théâtre de Caen, coproducción con el Teatro Nacional de la Opéra-Comique de París, la Ópera de Lille, la Ópera de Rouen, la Opéra de Limoges y Le Poème Harmonique: estrenada en el Théâtre de Caen los días 6, 7 y 9 de noviembre de 2019.

(Crítica para Ópera World del viernes 19, con los añadidos de las fotos de Alfonso Suárez©, más links siempre enriquecedores, y tipografía que a menudo la prensa no admite).

Oviedo y su Festival de Teatro Lírico han apostado por un título que se estrenaba en Español en tiempos actuales a nivel escénico, tras anteriores versiones de concierto en Madrid (octubre de 2019), Zaragoza, Teatro Real (junio del pasado año) y el pasado marzo en el Auditorio Nacional, uniendo aficiones, a menudo comunes, de zarzuela y barroco (que cuenta con su propia temporada), por lo que el lleno de esta primera función fue para tomar nota y la segunda otro tanto.

El trabajo de la ‘Fundación Ars Hispana’ con Raúl Angulo y Toni Pons es ingente, más en recuperar la figura y obra del briocense Sebastián Durón (1660-1714), recuperando igualmente la escena con una producción francesa evidenciando el poco interés que en nuestra patria tenemos por un patrimonio único, por lo que el aplauso para la capital asturiana en traer esta coproducción del país vecino con Le Poème Harmonique en el foso junto al tándem Dumestre-Porras más un elenco vocal que dejaron una sobresaliente función donde los complicados versos en español, el encaje con la música y todo el movimiento escénico no puede mejorarse hoy en día.

Quiero comenzar con la dirección de escena y coreografía del colombiano Omar Porras (1963) que jugó con todos los elementos, desde un decorado sencillo pero eficiente, como las telas a modo de olas marinas en la onda del original para la playa de Tracia, un atrezzo suficientemente convincente junto al excelente vestuario “de cuento infantil”, sumándole la iluminación que juega con luces y sombras tan barrocas, un movimiento escénico que completaba no solo los números instrumentales sino también los cantados, con bailarines, acróbatas, actor y contorsionista (cual alter ego de Coronis) que dieron el dinamismo necesario a una acción no muy movida, todo en un encaje perfecto aunque en la nota al excelente programa de mano del propio Porras decía que «debe hacerse con algunas modificaciones con respecto a su concepción original, en la que el uso de la pirotecnia y fuegos artificiales forma parte de la escenografía», alegando legislación en el ámbito de prevención de restos y seguridad que evidentemente parece se cumplieron pues no faltaron y además en abundancia para sorpresa en más de uno, en conjunto con una coordinación completa de efectos y movimientos, sumando una formación instrumental al mando del francés Vincent Dumestre (1968) de sonoridades claras, precisas, presentes y con total respeto a las voces redondeando un espectáculo de arte total.

Con todos estos mimbres y sin entrar en el argumento amoroso de las fábulas del XVII y XVIII done dioses, ninfas y héroes eran los galanes y damas de comedia, esta zarzuela sin partes habladas también tuvo guiños a la actualidad como el torero rematando al tritón que causaron su gracia al igual que el duelo “de género” entre Menandro y Sirene, o la entrada de ambos personajes en la segunda jornada (acto) por el patio de butacas hablando en francés antes de la “humorada” del “tengo la camisa negra” en un castellano más que aceptable que ya quisieran muchos funcionase a la inversa. La calidad vocal e interpretativa desde el actor y bailarín David Cami de Baix incluso antes de comenzar saludando bajo el sobre telón, hasta el conjunto vocal simpático, bien empastado y formado donde estaban el tenor Olivier Fichet y la mezzo Brenda Poupard en los personajes de Marta e Iris respectivamente tejieron parte del éxito global.

De los protagonistas el Menandro de la contralto Anthea Pichanick no solo cautivó con su tartamudeo de guión y su caracterización “echando humo», también la química y empaste con la Sirene de la mezzo Fiona McGown, esos papeles cuya participación en la zarzuela son necesarios para el equilibrio dramático. En cuanto a los dioses un buen y arriesgado rol de Neptuno, colgado antes de bajar a “tierra húmeda” a cargo de la mezzo Caroline Meng, algo corta de emisión, mejor Apolo de Marielou Jacquard aunque ambas posean un color vocal semejante, defendiendo cada una sus regias intervenciones.

Dejo para el final al trío principal y triunfador este jueves ovetense, comenzando por un gran Proteo de amplio y exigente registro a cargo del tenor Cyril Auvity, la ninfa Coronis de la soprano Giulia Bolcato, excelente proyección y casi omnipresente a lo largo de las dos horas de función, y un Tritón impresionante de la mezzo Isabell Druet, difícil desde la caracterización hasta su línea de canto y movimiento escénico, personalmente una agradable sorpresa.

La orquesta contó con un orgánico perfecto para la partitura atribuida a Durón, pues mantuvieron la sonoridad esperada para esta música llena de contrastes en todo (tempi, ritmo, tonalidades, concertantes…). La cuerda aterciopelada y bien afinada, unas maderas en su plano con intervenciones tan líricas como si cantasen sobre las tablas, más un continuo perlado y presente tanto en guitarras y tiorbas como en el teclado o especialmente con el arpa barroca de la española Sara Águeda junto a la percusión siempre ajustada de Pere Olivé (con unas castañuelas únicas), todos comandados por el maestro Dumestre que logró la unidad global para redondear esta excelente producción francesa en el Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo. Larga vida al barroco.

FICHA ARTÍSTICA:

Coronis: Giulia Bolcato – Tritón: Isabelle Druet – Proteo: Cyril Auvity – Menandro: Anthéa Pichanik – Sirene: Fiona McGown – Apolo: Marielou Jacquard – Neptuno: Caroline Meng – Iris / Ensamble vocal: Brenda Poupard – Marta / Ensamble vocal: Olivier Fichet.

Bailarines y acróbatas:

Naïs Arlaud, Alice Botello, Élodie Chan, David Cami de Baix, Caroline Le Roy

Le Poème Harmonique

Dirección musical: Vincent Dumestre

Dirección de escena y coreografía: Omar Porras

Loris Barrucand, asistente musical – Marie Robert, asistente de puesta en escena – Sara Águeda, consejera lingüística – Camille Delaforge, coach vocal – Mathias Roche, iluminación – Amélie Kiritze-Topor, escenografía – Laurent Boulanger, atrezzo – Bruno Fatalot, vestuario, peluquería, zapatería – Véronique Soulier Nguyen, peluquería y maquillaje