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Juventud, talento y mucho trabajo

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Lunes 9 de diciembre, 19:00 horas. Oviedo, Sala de cámara del Auditorio Príncipe Felipe, La Castalia: Concierto de Clausura del XVIII Curso «La voz en la música de cámara». Profesorado: Begoña García-Tamargo (canto), Manuel Burgueras (música de cámara vocal), Ana Cristina Tolivar Alas (fonética aplicada al canto).

No me cansaré de escribir sobre el talento de nuestra juventud y la apuesta desde hace dieciocho cursos de la asociación cultural «La Castalia» que preside Santiago Ruiz de la Peña por formar voces y programar obras de estreno. Una de las «joyas de la corona» es Gabriel Ordás (1999) que volvía a estrenar una ópera de cámara para ellos, «Terceto de desamor» con libreto de María Abella (1999) también de la tierra, jóvenes sobradamente preparados que no dejan de trabajar desde un silencio que no debemos mantener. Este concierto que llenó la sala de cámara, también nos dejó dos estrenos ovetenses del gallego Juan Durán (1960) y del madrileño Víctor Carbajo (1970) con dos partituras bien defendidas por unas voces conocidas, nuevas otras pero con mucha carrera por delante, talentos a los que voy viendo progresar, avanzar en cada curso, siempre con la maestría del maestro Burgueras que acierta en la elección del mejor repertorio donde la canción de concierto gana terreno a las siempre necesarias arietas, permitiéndonos disfrutar con su buen hacer en el piano, especialmente en estas obras donde el piano dialoga con la voz.

La directora artística de los cursos tomó la palabra para presentar esta nueva edición y rendir homenaje a la Fundación Musical Ciudad de Oviedo que sigue poniendo a Oviedo como capital musical del norte de España, «La Viena del Norte» que yo digo, glosando las temporadas donde está inmersa con la Banda de Música y por supuesto la Oviedo Filarmonía, cuya gerente María Riera también agradeció la placa conmemorativa (en compañía del presidente de la Fundación Francisco Álvarez Buylla) y puso los puntos sobre las «íes» en cuanto a cómo la política no siempre entiende de la rentabilidad que supone apostar por una seña de identidad de la capital asturiana además de generadora de puestos de trabajo y riqueza para la ciudad.

María Heres (mezzo), Janeth Zúñiga (soprano) y Adrián Ribeiro (tenor) con el piano de Yelyzaveta Tomchuk pusieron en escena una ópera vivaz, entretenida, actual pero siempre cercana, respetando un texto de nuestros días donde hay recitativos, «parlatos» y muchas melodías solas, a dúo y por supuesto a trío, complicidad vocal, sabiamente escrita tanto para un piano luminoso, rítmico, valiente, como para cada tesitura, compuesta como comentaba tras el concierto con el maestro Burgueras «a la vieja usanza», pensando en los intérpretes, tesituras, color y personajes a medida que nos dejaron otro estreno del prolífico Gabriel Ordás, jóvenes que empastaron, se entregaron y demostraron la valía que atesoran en sus carreras: Heres poderosa y convincente en cada aparición, Ribeiro ganando enteros en unos agudos seguros sin perder compostura, Zúñiga avanzando a pasos agigantados desde su primera vez en el RIDEA que todavía recuerdo. Bravo por todos pues estrenar requiere un trabajo añadido en el estudio y defender los roles como todos lo hicieron es solo parte de una carrera de fondo que ya han comenzado.

Con los ligeros cambios en el programa que he añadido a bolígrafo al programa escaneado, y sin entrar muy en detalle, nuevo escalón del contratenor Mikel Malda que empastó a la perfección en Sound the trumpet (Purcell) con Almudena Sanz (soprano), igualmente ganando enteros en su formación, que nos dejó un Granados (Amor y odio) bien sentido y cantado.

Al tenor Thomas Minaux le descubrí el pasado mes de julio y sigue en clara trayectoria ascendente, con dos Schumann (Ich denke dein y Schön ist das Test des Lenzes) a dúo con Canela García (soprano) más que convincentes, de dicción muy correcta de dos voces empastadas a la perfección con el magisterio pianístico de Manuel Burgueras, lieder en estado puro acertando con los intérpretes. Sigo a la soprano gallega desde hace años y su progreso es imparable, trabajadora y ganando en expresividad además de graves, con La niña de Guatemala (Carbajo) entre lo mejor de la velada en una partitura bellísima de escritura y entendida a la perfección, al igual que Träume de los «Wesendoncklieder» (Wagner) verdaderamente bien interpretados.

Otro talento joven es el barítono Javier Agudo, que ya me impactase en el verano, color de voz imponente, tesitura amplia de graves claros, medios bien proyectados y agudos aterciopelados que no solo nos deleitó con una canción finlandesa de Sibelius sino en el dúo Länliches Lied (Schumann) con la soprano gallega Beatriz Vázquez. Ésta debutaba en la capital estrenándonos en Oviedo Tecín soia (Juan Durán con textos de Rosalía de Castro) y recreando Nuit dètoiles (Debussy), el impresionismo que también transitó como Pierrot Janeth Zúñiga con la magia del piano vistiendo unas melodías claras y bien dichas.

También repiten en plaza las sopranos Hanna Rubio y Eugenia Ugarte que cantaron Vo cercando fra le ombre (Emanuele Barone d’Astorga) y Quando lo stral spezzai (G. Paisiello), colores y timbres muy iguales que permitieron un empaste y entendimiento entre ellas perfecto para dos páginas que no deben faltar en la formación vocal, bien elegidas para este concierto.

El broche final de nuevo a tres más el piano de Manuel, con Janeth, Canela y María Heres en Matinée dété (Massenet), musicalidad, talento, complicidades, trío de damas y ropaje maestro, tras el Debussy previo y los agradecimientos finales.

El premio fue la prolongada ovación, merecidos aplausos y un éxito más para todos en un lunes festivo donde la música en Oviedo sigue siendo su seña de identidad y sirvió de pistoletazo a las fiestas navideñas.

Un escalón más

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Lunes 29 de julio, 19:00 horas. Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), La Castalia: Concierto de Clausura del V Curso Internacional de Canto y Repertorio Vocal.
Aún convaleciente de mi reciente operación de hombro y escribiendo con una sola mano, siempre digo que el verano también es trabajo y me complace volver a los conciertos que La Castalia ofrece al público con sus alumnos y profesores, otro regalo tanto para Oviedo como para melómanos llegados de todas partes que dejaron pequeño el patio del RIDEA, así como la posibilidad de continuar una formación vocal que nunca termina a un plantel de voces variado y con distintas trayectorias.
Otro mes de julio donde la incansable Begoña García-Tamargo se pone al frente de un claustro de profesores para dar lo mejor de su profesionalidad y poder seguir educando nuevas voces para un ascenso en esa carrera que no tiene fin pero que podemos congratularnos a la vista de los resultados.

Manuel Burgueras (repertorio vocal), Curro Carreres (escena lírica), Yelyzaveta Tomchuk (pianista acompañante), Ana Cristina Tolívar (fonética), Mª José Collazos (análisis musical) y Mario Bueno (fisioterapia) junto a la propia Begoña García-Tamargo (dirección artística y canto) han estado trabajando sin pausa con un alumnado internacional de todas las cuerdas, colores vocales y tesituras para sacar de ellos más de lo que podamos imaginar, adaptando a cada uno repertorio, estilos así como la puesta en escena que esta vez supuso un avance de calidad a lo largo de las dos horas de concierto donde hubo canción de concierto, ópera y zarzuela organizado en dos partes sin apenas descanso, en combinaciones variadas y bien estructuradas para disfrutar no solo de la música vocal sino también de un elenco de jóvenes abarcando promesas y realidades, desde la soprano debutante Eugenia Ugarte hasta la querida y consolidada mezzo María Heres con nuevos registros caso de su Habanera de «Carmen» (Bizet) verdaderamente lograda.

Me encanta comprobar el progreso imparable de la jovencísima soprano Janeth Zúñiga, los avances de Almudena Sanz, también soprano, el trabajo incansable de Canela García, pasando por el contratenor Mikel Malda que habrá que seguir de cerca (muy aplaudido con el conocido Lascià del Rinaldo handeliano), continuando por el barítono Javier Agudo o el bajo Román García así como más «descubrimientos»: el tenor Adrián Ribeiro, una voz con cuerpo que dará muchas alegrías, la soprano Carla Sampedro, con un timbre peculiar al que le encontraron sus roles, el barítono Darío Gallego y el tenor Thomas Minaux. Mención especial para la actriz Marina Cañada que volvió a demostrar la interacción necesaria con la música en el «dúo de gatos» de Rossini con Canela García, la actuación creíble y entendible del lenguaje minino en el simpático número del cisne de Pésaro.

El avance en calidad lo puso el maestro Curro Carreres que logró de todos ellos una implicación total en cada interpretación con los pianistas, creyéndose las partituras, interpretando en todos los sentidos, desde Tosti a las romanzas y dúos de zarzuela hasta la ópera, interesantísimos casos como el aria Si la rigueurLa Juive» de Halévy) con el bajo Román García, el dúo Heure exquise de «La viuda alegre» (Léhar) con Janet Zúñiga y Thomas Minaux más el piano de Tomchuk, e incluso Quel vecchio maledivami de Verdi con Agudo-Rigoletto y García-Sparafucile en buen empaste y actuación de ambos.

Con ligeros cambios de vestuario, salidas a escena aprovechando el espacio del Palacio del Conde de Toreno y la siempre acertada selección del repertorio, fueron saliendo las voces para disfrutar cada página, combinaciones jugando con el color y alternando con páginas en solitario. Imposible detallar cada número (el programa lo he dejado más arriba), pero quiero destacar sobremanera la escena y terceto Zu Hilfe… Stirb, Ungeheur, durch unsre Macht del primer acto de «La Flauta Mágica» (Mozart) como el exponente máximo de hacer posible recrear este parte del cuento cantado, con las tres damas de Janeth, Canela, María más las actuaciones de Adrián-Tamino al que casi desnudan y la «serpiente» Marina, con el piano orquestal de Yelyzaveta, empastes y escena exprimidos al máximo.

De nuestra zarzuela siempre hay numerosas páginas donde aprovechar las posibilidades vocales de cada cuerda, con romanzas primorosas y bellísimas, caso de «Gigantes y Cabezudos» (Fernández Caballero) con Canela García como Pilar en esa sentida Está en su carta… No sé leer con Manuel Burgueras al piano, Madrileña bonita del enorme Pablo SorozábalLa del manojo de rosas«) con Darío Gallego, las poco escuchadas Nocturno y romanza A verla voy de «Curro Gallardo» (Penella) con el barítono Javier AgudoBurgueras, junto a «La canción de La Lola» (Chueca y Valverde) y la romanza En la calle del Ave María interpretada por Almudena Sanz acompañada por Burgueras. Dúos emocionantes como el No llores más de «La Malquerida» (Penella) a cargo de María Heres y Javier Agudo, entregados como Cállate corazón de «Luisa Fernanda» (Moreno Torroba) con Heres-Ribeiro o el conocidísimo de Felipe y Mari PepaLa Revoltosa» de Chapí), perfecto broche final nuevamente con María Heres, Darío Gallego y Elyzabeta Tomchuk al piano que cosecharon las mayores ovaciones.

La despedida coral cantando Asturias patria querida puso el punto y seguido a este nuevo curso que no se detiene. Un escalón más para La Castalia y su equipo, para las voces que continúan formándose en todos los ámbitos y para Oviedo y todo el Principado de Asturias que sigue apostando por la música en todas sus facetas como verdadera seña de identidad. Mi enhorabuena para todos, profesorado y alumnado, porque la educación está desde siempre en nuestras vidas.

Resurrección vocal

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Domingo 21 de abril, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de cámara: La Castalia, Concierto de clausura, curso de Repertorio Vocal. Manuel Burgueras (piano), Begoña García-Tamargo (directora artística y profesora de canto).

No hay vacaciones para la formación y La Castalia volvió a reunir jóvenes talentos que dentro de nada, como recordaba en las pasadas Jornadas Culturales del Conservatorio de Oviedo, podremos presumir de haberlos visto comenzar en el siempre difícil mundo de la lírica y además en nuestra tierra. Valores en alza a los que sigo desde sus primeros pasos y descubrimientos que habremos de seguir muy de cerca.

Quiero dar las gracias al esfuerzo no ya de estas voces sino de La Castalia con el tándem indestructible que forman Burgueras y García-Tamargo para continuar apoyando estos cursos tan necesarios para el canto, la siempre complicada tarea de encontrar el repertorio adecuado a cada alumno, distintos caracteres, cualidades, colores, valores, y este Domingo de Resurrección volvieron a dar en el clavo, incluso con los invitados y habituales colaboradores. Ligeros cambios en el programa que iré comentando a continuación.

La Escuela de Música Divertimento de Oviedo lleva décadas trabajando en la formación musical de los jóvenes y no han olvidado los coros que siguen triunfado allá donde actúan, comenzando por el coro infantil que participa en la escena ovetense, caso de la última Carmen (Bizet) y el conocido Choeur des gamins con puesta en escena y la dirección de Cristina Langa más el piano de Marcos Suárez. Maravilloso grupo afinado, simpático, profesionalidad increíble que hizo las delicias del público que casi llena la sala de cámara.

A continuación tomaron el relevo las chicas del Coro Arsis con la Habanera divina de M. Massotti Littel y el difícil Bring me Little water, Silvy «a capella» incluyendo la percusión corporal rítmicamente complicada pero solventada nuevamente con calidades indescriptibles para unas jóvenes para quienes la música forma parte de su vida, ocio y educación siempre de la mano. Bravo por ellas.

Llegó el turno solista con voces conocidas y el piano del maestro Burgueras, responsable de que todas dieran lo mejor en cada partitura, primero la soprano Almudena Sanz con tres obras donde fue ganando confianza para una voz natural que va ganando color en cada curso: la conocida canción de cuna de Brahms (Wiegenlied), la Canción de las dos noches de Antón García Abril y otro estreno del joven Ignacio Fernández, Namárië quien vuelve a regalar a La Castalia una página de bella melodía y piano bien escrita, lenta y romántica para la voz de Almudena.

Se presentaba el tenor Adrián Ribeiro que comienza el grado superior de canto, una voz que diríamos con cuerpo en busca del repertorio apropiado. Con el barroco aún le cuestan las difíciles agilidades, caso del Vittoria, vittoria de G. Carissimi, pero en cuanto gane en matices será un tenor prometedor que con Tosti demostró bravura, potencia sobrada que irá domando, afinado y homogéneo de color Malia y L’ultima canzone dieron muestras de estas cualidades.

Conocida la soprano Canela García que va asegurando la afinación y ganando en confianza y escena,  algo rígida en el Jerusalem del «Paulus» (Mendelssohn) pero con Turina y El Fantasma le vino mucho mejor por carácter y graves con cuerpo más color homogéneo, rematando con Lágrimas mías de «El anillo de hierro» (M. Marqués), excelentes y encontrando el repertorio ideal a una voz con sello propio que mejora en cada curso.

La jovencísima soprano Janeth Zúñiga nos asombró con Mozart, primero Das Veilchen y a continuación Ruhe sanf, mein joldes Leben de «Zaide«, su voz crece y la mejoría es increíble, cual flauta limpia y afinación segura para el “traidor y engañoso” Mozart, con un semblante que ayuda y una promesa segura con un repertorio que le ayuda a ampliar registros. De Kirke Mechem y su Fair Robin I Love de «Tartufo«, un vals que supuso otro acierto en la elección de repertorio redondeó una más que digna actuación.

El tenor Adrián Begega es también de los conocidos y habituales en estos cursos, con un timbre bello, de amplios matices y que se encuentra cómodo con los franceses, un repertorio bueno para su voz como demostró con las dos páginas de Fauré En Sourdine y Aurore más H. Duparc y Phidylé. Me agrada comprobar la evolución y que vaya encontrando su camino.

La mezzo María Heres es apuesta segura, impecable en cualquier obra por una voz que transmite todo lo que canta aunque el barroco parece pensado para ella y dominando idiomas. Tras comenzar con Les Berceaux de Fauré pasó al inglés Take, o take those lips away de R. Quilter para terminar su actuación con la bellísima Cantata Profana (Adagio-Lento-Allegro) «piango, gemo  sospiro» de Vivaldi en el arreglo que Félix Lavilla dedicase a Victoria de los Ángeles, buenos espejos donde mirarse tanto la cantante asturiana como el pianismo del maestro Burgueras, un dúo de altura para este concierto.

Solo uno de los dúos previstos de Le Nozze di Figaro (Mozart) con el compositor Ignacio Fernández al piano: el recitativo Tutto ancor non ho perso y el «duettino» Via resti servita, madama brillante a cargo de Almudena Sanz como Sussana y Canela García Marcellina, dos sopranos diferentes que empastan bien además de empatizar pese a afinación mejorable en la primera, pero bien elegido para ambas aumentando repertorio operístico en el siempre «traicionero Mozart» que vocalmente resulta ideal en estos años iniciales.

El trío formado por Gabriel Ordás (violín), Jorge Diego Fernández (viola) y Santiago Ruiz de la Peña (violonchelo) pusieron el broche de oro con el Trío para cuerdas de Jean Françaix, cuatro movimientos de encajes complicados con los que demostraron el buen trabajo y tiempo dedicado a formar un «ente único» como es el trío, la música de cámara que tanto ayuda en la captación de formaciones y públicos para una partitura exigente que interpretaron con madurez, buen sonido, entendimiento entre ellos y «chapeau» por ellos. Un buen Domingo de Resurrección musical gracias a La Castalia.

El talento no naufraga

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Lunes 18 de febrero, 20:00 horas. Oviedo, RIDEA: La Castalia, Concierto de Clausura del Curso de repertorio vocal. Canela García, Carla Romalde, Almudena Sanz (sopranos), Gabriel Ordás (violín), Jorge Diego Fernández Varela (viola y piano), Santiago Ruiz de la Peña (cello); Manuel Burgueras (piano); Begoña García-Tamargo, directora artística y profesora de canto.

Tarde lluviosa con música de fondo de los canalones sin parar en el patio del Palacio del Conde Toreno que no logró aguar un concierto con aires reivindicativos.

Tomó la palabra la directora de «La Castalia» para volver a insistir la ausencia de ayudas a esta asociación veterana que hoy en día no existiría sin el apoyo del RIDEA, denunciando no ya la política cultural, citando el artículo 44 de nuestra Constitución sino el aumento en el precio de los abonos para la temporada de zarzuela que comienza el próximo jueves, y la tardanza en sacarlas a la venta.

Por si el aguacero de incomprensiones fuese poco, Begoña cedió la palabra a Mateo Luces, profesor de violín del Conservatorio del Nalón y presidente del comité de empresa que tras años en el tajo junto a sus compañeros, la Mancomunidad amenaza con llevar a juicio al centro musical de la comarca langreana y pedir que se haga cargo el Principado de este conservatorio, peligrando los puestos de sus 23 profesores que opositaron a ello hace más de 20 años y podrían quedarse como interinos al no haber subrogaciones de contrato, todo por leyes que cada uno interpreta como les viene bien y que por resumir se queda en unos cien mil euros a pagar entre cinco ayuntamientos.

Seguimos recortando en cultura y más en la musical olvidando que Forma Antiqva o el Coro de Voces Blancas han salido de este conservatorio y llevan a mucha honra el nombre de Asturias con una calidad envidiable, teniendo que volver a reivindicar y defender lo que tanto tiempo y esfuerzo ha costado.

En la parte musical hubo bajas médicas de la mezzo María Heres o el tenor Adrián Begega, pero el talento es más fuerte que las inclemencias y un triunvirato de jóvenes compositores además de intérpretes, supieron adaptarse a las circunstancias y completar un concierto que no tuvo desperdicio.

Al cellista Santiago Ruiz de la Peña le tocó abrir velada tras la media hora de reivindicaciones con el mejor «manifiesto» para la música como es J. S. Bach de cuya Suite nº 3 en do mayor nos dejó el profundo y ligero Preludio, la Zarabanda muy sentida recordando las violas de gamba francesas, y la Giga con aires de gaita. Buena memoria, templando con seguridad, arco flexible y creando un sonido que el tiempo, pues el estudio no falta nunca, acabará tomando aún más cuerpo y sonoridad en un instrumento que ya domina.

En el caso de Jorge Diego Fdez. Varela (1996), compositor y músico gijonés nos dejó al piano sus Farolillos en el agua casi banda sonora de esta tarde con el reflejo de las farolas en la autopista «Y» que une la costa con la capital, sencillez y ternura, new age por cristalina y Debussy o Ravel por inspiración y temática.

La asociación cultural «La Castalia» tiene una querencia lógica por Gabriel Ordás (1999) que tomó el violín para reinterpretar la Nana felguerina con texto de Lorca, originalmente para soprano que hoy «cantó» el ovetense con el piano del compositor, Jorge Diego Varela, obra que obtuvo el primer premio en el II Concurso de Composición de la «Fundación Marino Gutiérrez Suárez«, adaptación lírica a más no poder. Y de nuevo el talento de estos dos jóvenes para adaptar de su ópera de cámara Doña Esquina estrenada por «La Castalia» el aria para tenor Y cómo que lo estoy, nuevo dúo violín-piano cantando desde el dominio del compositor esta música fresca y vibrante llena de poesía. Reflejar la premura con la que ambos compositores tuvieron que trabajar, al alcance solo del talento de ambos músicos, integrales en sus dos facetas.

Fueron ellos tres, al sumarse Santiago y cambiar Jorge piano por viola los encargados de clausurar este concierto nada menos que con el Trío de cuerda en si bemol mayor D 471 de F. Schubert, uno de los grandes liederistas que el triunvirato interpretó cual romanza sin palabras en perfecto entendimiento camerístico, cual veteranos músicos que saben cómo latir a una, la mejor defensa para hacer ver lo importante que es tenerlos de ejemplo y tarjeta de presentación a sus coetáneos, esperando los políticos alcancen a entender que es la mejor inversión futura y no un gasto.

De las tres sopranos, ya conocidas por el que suscribe de anteriores cursos, quiero destacar el enorme trabajo y la progresión en cada una de ellas, junto a una sabia elección de repertorio a cargo del maestro Manuel Burgueras que conoce como pocos la materia prima. Para Almudena Sanz de voz fresca y creciente musicalidad eligió a Haydn para comprobar la ganancia en proyección de su voz: Pensi a me si fido amante y Un tetto umil,  para finalizar con el aria Signor, voi sapete de «Il matrimonio per inganno«, microrrelato bien interpretado tras la bellísima Plaisir d’amour (J. P. Martini) que nos descubriese la irrepetible Victoria de los Ángeles.

De artista ya profesional hay que calificar a la ferrolana Carla Romalde, afianzada en color de timbre penetrante y un dominio tanto del euskera como del alemán, idiomas muy parejos con los que pudimos disfrutarla tanto en Sorozábal o Guridi (Romanza de Mirentxu) pero sobre todo con Richard Strauss donde el piano dialoga con ella, un Zueignung poderoso tras el Día de los Santos (Allerseelen), tablas y musicalidad para unos textos que personalmente iba leyendo en el teléfono, traducción incluida.

La mayor satisfacción me la daría Canela García por el enorme avance mostrado, afinación segura y un cuerpo vocal ganando en el registro grave y dramático, con temas en francés muy adecuados a un color que ya está asentado y homogéneo. Beau Soir (Debussy), L’enamourée (R. Hahn) y el aria de «Herodiade» Il est bon (Massenet) fueron páginas muy trabajadas para poder disfruta de una vocalidad que ha ganado en confianza y colorido. Remataría con Kurt Weill y Nanna’s Lied, el cabaret alemán con partes habladas llenas de desenfado que le vienen muy bien a la soprano madrileña cuya evolución a lo largo de los cursos es digna de mención, esperando el próximo.

Felicidades al profesorado que contagia su amor por la música a esta generación de jóvenes cantantes, y mi admiración por el trío instrumental de talento desbordante, cuyas carreras de compositores no han hecho más que empezar y ya sacan a flote lo mejor de ellos en un largo camino para el que deseo a todos ellos lo mejor. Lástima que la política se esté devaluando y llenando de mediocres porque con acercarse esta tarde lluviosa hasta el RIDEA hubieran comprobado «in situ» la buena inversión que esperemos no se lleven alemanes o ingleses, pues dejar escapar talento no tiene retorno y la historia es terca.

Buenos estudiantes en verano

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Lunes 30 de julio, 20:00 horas. Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), La Castalia: Concierto de clausura del IV Curso de Canto y Repertorio Vocal. Entrada libre y aforo completo.

Parece que estudiar en verano seguimos asociándolo a los malos resultados pero muchos son los que aprovechan el periodo estival para seguir haciendo cursos de perfeccionamiento, acudir a talleres y seguir creciendo porque así es la vida, muriendo y aprendiendo. En el campo musical nunca se deja de estudiar ni siquiera siendo profesional, incluso más aún para mantenerse siempre en forma, así que vacaciones como muchos las entendemos no existen.
En mi caso verano es sinónimo de desconexión laboral pero nunca de mis aficiones, entre las que nunca faltan lecturas y conciertos de todo tipo como se puede comprobar en el blog. Poder comprobar la evolución del alumnado es probablemente una de las satisfacciones mayores que se tienen tanto en la docencia como en mi melomanía, a menudo unidas ambas tras mis años de pianista repertorista, por lo que siempre que tengo a mano la posibilidad de escaparme a conciertos de clausura ahí estoy, y de nuevo Oviedo con «La Castalia» me ha dado la oportunidad de comprobar el buen estado vocal de nuestros jóvenes que ocupan el mes julio formándose con los mejores profesionales, todos luchando contra indolentes políticos, sin subvenciones, con zancadillas y rivalidades mal entendidas, poniendo dinero propio y apostando por un futuro más cercano de lo que se piensan los dirigentes, porque el tiempo vuela y no se puede dejar escapar el talento.

En nombre de esta incombustible Castalia del siglo XXI, su directora artística y profesora de canto Begoña García-Tamargo presentó este colofón de curso tras diez días duros de esfuerzo ímprobo para 14 alumnos, 100 horas de trabajo con profesorado de fonética (Ana Cristina Tolívar), análisis (Mª José Collazos) o repertorio vocal (Manuel Burgueras) para «desmenuzar» 76 obras y seleccionar las que finalmente pudimos disfrutar en el patio del RIDEA con un lleno impensable en un lunes al fin veraniego, con largas colas y una afición única en La Viena del Norte como llamo a este Oviedo musical, dejando aquí el programa. Además de recordar los sinsabores también repasó los conciertos en el Arqueológico, la centenaria Sociedad Filarmónica Ovetense, las distintas temporadas operísticas y sinfónicas con dos orquestas en la capital, junto a las Jornadas de Piano y Conciertos del Auditorio con su presupuesto pendiente de aprobar a estas alturas del año, aunque sabemos cómo funcionan nuestros dirigentes.

El maestro Manuel Burgueras al piano, del que dejo arriba la entrevista en La Nueva España, no solo ayudó durante todo el recital (al estar indispuesto Ángel Álvarez que también tenía sus obras) sino que continúa buscando lo mejor para cada voz, esta vez con mayoría de sopranos y distintos niveles pero todas ellas superando la dura prueba con público. Repertorio variado con canción de concierto para mayor disfrute pianístico y pureza total, arias de ópera, oratorio y también zarzuela para terminar. Acompaño fotos y obras junto a breves comentarios de todos los participantes.

Abría fuego el barítono coruñés David González Piñeiro con dos de las cinco canciones de «Let us garlands bring» opus 18 (G. Finzi) con textos de Shakespeare, Come away, come away death y Fear more the heat o’ the sun bien pronunciadas y sentidas para un timbre hermoso y delicado al que no debemos perderle la pista.

La jovencísima soprano Paula Montejo interpretó Amor, ch’atendi (G. Caccini) de voz natural a la que auguro largo recorrido, sin complejos y color prometedor totalmente adecuado a esta bellísima página, segura con el apoyo del maestro Burgueras.

El siempre difícil «Giulio Cesare» (Händel) del aria Si, spietata, il tuo rigore lo interpretó el bajo Román García, también joven pero que apunta maneras en su registro, agilidades bien resueltas con el aire adecuado para una voz que crecerá mucho con los sabios consejos de sus maestros.

Almudena Sanz es otra soprano que nos dejó muestras de dos estilos diferentes pero bien hilvanados y elegidos para su color, el complicado barroco de «Juditha Triumphans» (Vivaldi) con O servi volate más el clasicismo de Haydn y Quando la rosa non ha più spine (aria de Susana) de «La Metilde ritrovata» aún mejor.

Ya conocía al tenor Adrián Begega quien nos dejó el aria Sol può dir come si trova de «Il Re Pastore» (Mozart) que le va muy bien por tesitura y estilo, mejorando poco a poco su escena aunque el genio de Salzburgo siempre esconda dificultades en cada partitura.

Misma tesitura para otro tenor muy distinto, Vladimir López, voz con cuerpo en toda el registro y gusto en su línea de canto que optó por la conocida Parlami d’amore, Mariù (C. A. Bixio), disfrutando del piano y la melodía bien sentida, quedándome con ganas de escucharle algo más porque gustó en esta intervención.

También repetía la soprano Canela García que avanza en cada curso, cantando en su primera intervención la bellísima Nuit d’étoiles (Debussy), bien musicalmente y que deberá «romper» poco a poco en escena porque cualidades vocales las tiene.

Siguiendo en la misma tesitura de sopranos conocidas en estos cursos Cristina Suárez interpretó Ruhe meine Seele (R. Strauss) en perfecto alemán y protagonismo compartido con Manuel Burgueras, el siempre agradecido lied para ambos con un registro grave amplio e ideal en este repertorio al alcance de pocas voces jóvenes que la soprano gallega resolvió con solvencia.

Un placer escuchar a la mezzo asturiana María Heres en cada curso, siempre cómoda y segura en el repertorio barroco que adora, y más con el Messiah (Händel) con el que comenzó su primera intervención en la reposada aria He was despised and rejected of men con un piano mimando cada pasaje haciendo olvidar la orquesta original,

para continuar con el dúo O death, where is thy sting bien empastado con Adrián Begega en color e intención.

Las voces gallegas son habituales de «La Castalia» por cercanía y confianza en estos maestros, y una de ellas es la soprano ferrolana Carla Romalde, una veterana pese a su juventud, siempre con soltura en las obras trabajadas, dejándonos en primer lugar la complicada aria Ah, non credea mirarti de «La Sonnambula» (Bellini), belcantismo puro para una voz que se maneja bien con las agilidades.

Volvía el bajo Román García que se atrevió y cumplió con el aria Vieni, o levita de «Nabucco» (Verdi) asombrando de nuevo por un registro que el tiempo engordará para una cuerda en la que escasean estas voces.

Bellini volvería a sonar con Canela García quien interpretó Dopo l’oscuro nembo de «Adelson e Salvini» aprovechando esa voz con cuerpo y música de reminiscencias hermanas del Oh! quante volte («I Capuleti e i Montecchi») de mayor dramatismo vocal que corporal y el piano orquestal.

Más clasicismo de Haydn, la «canzonetta» con texto de Shakespeare She never told her love para la mezzo María Heres en su última intervención, inglés perfecto de dicción y confianza en un repertorio que avanza para su registro poderoso siempre cantando con emoción y buen gusto.

Del hermoso oratorio «Elías» (Mendelssohn), el tenor Adrián Begega eligió Zerreiset eure Herzen… So ihr mich resuelto con seguridad y matices algo exagerados pero solvente de principio a fin.

En la recta final y con segundas intervenciones llegaría la conocida aria Oh, ma lyre immortelle de la poco escuchada «Sapho» (Gounod) a cargo de Cristina Suárez, una joya que las grandes sopranos guardan para sus recitales y de agradecer poder escucharla en este concierto, bien trabajada por la cantante gallega que redondeó una buena intervención con la excelencia pianística del maestro Burgueras.

El apasionante mundo del lied volvía al recital con David González y Verborgenheit (H. Wolf) que requiere dicción y emoción, microrrelatos dialogados con el piano, perfectamente ensamblados ambos para este «descubrimiento mío» en el cuarto curso de «La Castalia», barítono al que espero poder seguir su trayectoria.

Oviedo ama la zarzuela, nuestro género por excelencia que tiene tanta tradición como la ópera en la capital asturiana (la segunda temporada tras Madrid) por lo que el cierre no podía ser otro, la romanza En un país de fábula de «La Tabernera del Puerto» (Sorozábal) que escuchamos hace poco en el Campoamor, aquí por la soprano Carla Romalde de timbre algo metálico pero seguro y suficiente con los ornamentos en su sitio  pausados junto a la «orquesta» de Burgueras, el acompañamiento ideal en esta clausura de curso y concierto que hizo las delicias de todos los presentes. Nombres de voces que cuando triunfen diremos «los escuché en Oviedo, La Viena del Norte gracias a La Castalia«.

El camino sin final

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Lunes 30 de abril, 20:00 horas. Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA): La Castalia, Curso de Repertorio Vocal, concierto de clausura. Directores: Begoña García-Tamargo (directora artística y profesora de canto) y Manuel Burgueras (piano). Entrada libre.

Será pasión musical o deformación profesional que siga con atención, siempre que puedo, los cursos de perfeccionamiento, profundización y todo aquello que tenga relación con esa máxima de «morir aprendiendo», pues en cualquier faceta de la vida pero aún más en la música siempre estamos aprendiendo. Así que me encantó volver al Palacio del Conde de Toreno en la plaza Porlier para comprobar el trabajo de La Castalia que lleva más de quince años organizando estos cursos, la colaboración con el RIDEA sin la que no sería posible llevarlos a cabo, tras la negativa de subvenciones por parte de políticos e instituciones, y sobre todo la evolución de unos cantantes a los que sigo en mayor o menor medida.

La velada comenzó con una presentación reivindicativa de la profesora y directora artística de la asociación cultural La Castalia, Begoña García-Tamargodonde recordó las penurias no ya económicas en cuanto a la ausencia de subvenciones para ellos, sino también culturales defendiendo nuestra Zarzuela, releyendo lo escrito por Chapí 1)  hace 112 años y negándose como tantos a su privatización por decreto, de la Fundación del Teatro Real. Nuestro patrimonio y nuestras voces para el género más representativo que sigue luchando frente a los foráneos y ni siquiera en igualdad de condiciones.

Se hace camino al andar y nada mejor que comenzar con zarzuela por la primera soprano del elenco vocal, la navarra Inés de Arbizu, la segunda vez que la escuchaba, y quien también cerraría este concierto, profesional que como todos, sigue perfeccionándose y ampliando repertorio. Defendió con seguridad «La canción del Arlequín» de La Generala (Amadeo Vives) y la disfrutamos tanto con Gustave Charpentier (1860-1956) en Depuis le jour de «Louise«, auténtica «pirotecnia» que exige control absoluto y dominio técnico, más las hermosas Aguas de Primavera (Vesennije vody), op. 14 nº 11 de Sergei Rachmaninov, cual banda sonora de la tormenta que caía en el exterior y se colaba por desagües y canalones, sin perder concentración, musicalidad ni buen gusto. Soprano a seguir de cerca y el acompañamiento maestro de Burgueras, también acertado en cuanto a bucear en repertorios siempre adecuados a cada voz.

El momento emotivo lo puso el violonchelista Santiago Ruiz de la Peña hijo, una mayoría de edad con este regalo de poder interpretar el Concierto para violonchelo y orquesta en la menor, op. 33 de Camille Saint-Saëns con el piano de Sergey Bezrodny, joven con la música antes de nacer por sus padres y ejemplo de elección por su parte de un arduo camino sin fin donde el sacrificio será diario, aplaudiendo su opción y el apoyo en casa para una carrera de auténtico fondo. La muestra este concierto del compositor francés muy trabajado, con acompañamiento de virtuoso y la búsqueda personal de un sonido propio, afinado y afianzado, pues la interpretación como el sentimiento mostrado le vienen de raza, no en vano se suele decir que el violonchelo es el instrumento más parecido a la voz humana, feliz conjunción familiar.

El barítono Pedro La Villa está evolucionando en cada curso, ganando en color y emisión, le cuesta «soltarse» por lo que elegir sus dos obras fue otro punto favorable, el aria Va tacito e nascosto del «Giulio Cesare» (Händel) algo pesante y demasiado silábica, y sobre todo la canción sobre texto de Shakespeare Take, O take those lips away (Roger Quilter) donde la escritura «de salón», camerística con el piano le dan más cercanía y expresión que la ópera barroca.

Algo parecido podría decir del tenor asturiano Adrián Begega con Thy rebuke… Behold, and see… But thou del «Messiah» de Händel, ayudándole cantar con las manos ocupadas en la carpeta, habitual en los oratorios y cantatas, para disfrutar mucho más en el Poème d’un jour (Gabriel Fauré) siendo aplaudido en cada uno de los tres de nuevo con el piano de Burgueras coprotagonizando estas canciones de concierto donde Begega brilla con un color propio de amplias dinámicas y buena dicción.

Avance significativo de la soprano Canela García en cada curso donde la escucho, mucho trabajo previo cuyo premio será a largo plazo pero donde el estudio y repertorio irán dándole alegrías en una búsqueda dirigida por buenos maestros. El «Offertorium» de la Misa Sacra en do menor, op. 147 (R. Schumann) mantiene su voz contenida aunque requiera uniformidad de color en todos sus registros, mientras que con la romanza En la calle del Ave María del sainete lírico «La Canción de la Lola» (Chueca y Valverde) la soprano explora sonidos desde el idioma propio junto a la interpretación siempre necesaria de la música para la escena.

Termino con mi querida mezzo María Heres, joven apasionada de la música para quien el canto es casi obsesión, activa y pasiva, disfrutando en conciertos, participando con la Capilla Polifónica «Ciudad de Oviedo» en el Festival Lírico carbayón, y formándose continuamente, buscando, ahondando, investigando, asesorándose para encontrar lo mejor para su voz que sigue ganando enteros en agudos y graves, color con personalidad, emisión clara y matizada, que en la primera aparición nos dejó un A Chloris (Reynaldo Hanh) cómplice con el piano del maestro Manuel, y la conocida aria Cara sposa de «Rinaldo» (Händel) sentida, convencida, metida en un repertorio donde se la nota feliz, recuperando el registro de mezzo o contralto últimamente «robados» por los contratenores. Y mostrándonos el rol cómico que no puede esconder, de nuevo defendiendo nuestra zarzuela en el registro apropiado, nada menos que a Gerónimo Giménez y «La Tempranica» con su zapateado más conocido como «La tarántula» tan exigente en la reducción orquestal para el piano como en el trabalenguas del texto encajado en un cuplé de altura que María nos cantó con aplomo, gracejo y solvencia.

Gracias a todos por esta despedida de «abril, aguas mil» donde el diluvio fue de ilusión por parte de los intérpretes, «a mal tiempo buena cara» por la entrega y pasión del dúo Begoña-Manuel, y servidor tan refranero como Sancho Panza en un país que necesita muchos Quijotes para seguir defendiendo y apostando por nuestro patrimonio y nuestra cultura, aunque «no hay peor sordo que el que no quiere oir«. Al menos seguiremos con la música porque «quien canta, sus males espanta» y «donde música hubiere, cosa mala no existiere«…

1) Ruperto Chapí: «Mientras el Teatro Real sea un teatro extranjero, mientras no se organice con dirección al arte Nacional, mientras este arte no haya de encontrar allí más que desdenes de la parte de un público hostil, bien va como va. Vengan o vayan «Lucias» y tenores Marconis, que todo ello se caerá sólo como lo del cuento. En tanto, ya lo sabéis compositores españoles, el Teatro Real, por ahora, no es nuestro reino«.

Siempre progresando

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Lunes 29 de enero, 20:00 horas. RIDEA, Oviedo: La Castalia, Concierto de Clausura Curso de Repertorio Vocal. Manuel Burgueras (piano), Begoña García-Tamargo (directora artística y profesora de canto). Inés de Arvizu, Nora Chena, Canela García, Carla Romalde y Janeth Zúñiga (sopranos), Nerea González, María Heres (mezzosopranos), Adrián Begega (tenor), Ricardo Barrul, Pedro La Villa (barítonos).

Oviedo sigue manteniendo, a pesar de los recortes económicos, una tradición cultural y musical de muchos lustros donde la lírica forma parte de su propia historia y la de toda Asturias, con una temporada de ópera estable desde 1948, siendo la segunda más antigua de España, más la no siempre querida zarzuela que este año alcanza sus bodas de plata en el llamado Festival de Teatro Lírico Español, de nuevo con solo dos únicas funciones pero manteniendo con el titular madrileño la única oferta permanente de nuestro género por excelencia. Por todo ello es lógico pensar que la afición al canto haya surgido de forma espontánea en nuestra tierra, se hayan formado cantantes que estamos exportando a coliseos no solo europeos sino sudamericanos y hasta orientales, siendo consecuencia de ello que también figuremos como objetivo no ya en la programación, igualmente necesario, sino también en la formación, esa que nunca finaliza.
La Castalia apuesta por formar nuevas voces en unos cursos que sigo hace años, y sus conciertos finales suponen no ya la prueba de fuego necesaria para todo cantante sino el escaparate donde ofrecerse para proyectos de todo tipo. Su directora artística y profesora Begoña García-Tamargo hizo una defensa de nuestras voces, pidiendo les den más peso en los repartos, así como una encendida apuesta por la zarzuela en Oviedo, plenamente exportable y poco defendida sin entrar en detalles ni responsabilidades, que haberlas haylas.

Este nuevo curso traía diez voces variadas con dominio de las mujeres, sobre todo sopranos (cinco), casi todas conocidas y disfrutando de un repertorio que siguen aumentando «hecho a medida» por y para cada una de las voces, todas distintas e igual de sacrificadas, eligiendo 23 páginas, todas ellas con el maestro Manuel Burgueras al piano, esfuerzo titánico también para él y seguro para todos por confianza y dominio de este repertorio con arias de óperas barrocas, belcantistas, Mozart siempre necesario y hasta contemporáneas junto a varias canciones llamadas de concierto en distintos idiomas igualmente necesarios para una educación permanente donde los avances mostrados por muchas de ellas desde el verano pasado o el anterior curso de noviembre, se notaron muchísimo.
Alumnado muy aplicado de distinto nivel inicial que trajeron como examen final un variado programa para un público que volvió a dejar pequeño el Palacio de los Condes de Toreno. Con leves cambios en el orden de intervención o de las obras, iré desgranando con leves comentarios y fotos de estas voces que ya comienzan a sonar fuera de nuestra tierra.

La mezzo María Heres está asentándose en un repertorio barroco que le va bien y abriendo velada con el aria Ombra fedele anch’io de «Idaspe» (R. Broschi) continuando el barítono Ricardo Barrul con Avant de quitter ces lieux de «Fausto» (Gounod) antes de retomar el orden que figuraba, casi aperitivos de sus posteriores intervenciones, pues Heres volvería avanzado el concierto con Vivaldi y Agitata de’ venti dall’onte de «Armida» y casi al final su incursión con el Rossini de «L’italiana in Algeri» y su Cruda sorte que le va muy bien por color, registro, agilidades ya trabajadas con el barroco, ampliando épocas siempre bien orientada.

El turolense Barrul sería quien cerraría velada con Mein Sehnen mein Währen de «Die tote Staadt» (E. W. Korngold) de voz que va tomando cuerpo en dos repertorios tan distintos como el romanticismo francés y el expresionismo alemán, mostrándose cómodo en ambos, notando clara mejoría desde su anterior visita.

De voz joven y capacidades por descubrir pero con un salto de calidad desde mi anterior escucha, la soprano mexicana Janet Zúñiga comenzó con Ridente la calma (Mozart) y Tornami a vagheggiar de «Alcina» (Händel), asentándose con desparpajo, afrontando agilidades sin miedo demostrando una capacidad de trabajo digna de elogio, ganas de aprender y avanzar que debemos aplaudir.

El barítono Pedro La Villa necesita soltarse físicamente, pues además de cantar se debe interpretar, escenificar, y Deh, vieni alla finestra del «Don Giovanni» mozartiano fue muestra de ello, no transmitió esa ronda a la amada, como tampoco el dolor de Finzi y la bellísima canción con texto de Shakespeare Come, away, come away, death, puede con ellas pero el siguiente paso es sentirlas, interiorizarlas y transmitirlas. Voz tiene para eso y más.

Tengo un cariño especial al Tríptico de canciones de Jesús García Leoz que tantas voces han llevado al disco y los escenarios, verdadera marca española para voz y piano que Burgueras siempre ha bordado y la soprano Canela García interpretó vocalmente faltando ese plus de vivenciarlas. Hasta los títulos son inspiradores, Por el aire van pide suspirarlo, De Cádiz a Gibraltar pasando por el puerto de Málaga invita al taconeo y A la flor, a la pitiflor unas olivas con picardía y salero.

Jugando con colores vocales dentro del recital prosiguió la mezzo Nerea González con dos páginas italianas que dominó sin problemas de extensión, expresión, idioma o sentimiento: Confusa smarrita de «Catone» (Pergolesi) y O notte, o Dea del misterio (N. Piccini), voz con aplomo y un registro grave que promete por color y emisión. Tomo nota para seguirla pues era «nueva en mi memoria».

El nivel iba aumentando y llegó el turno de la soprano ferrolana Carla Romalde (1993) con una de las arias más bellas y difíciles del belcantismo, Eccomi in lieta vesta… Oh quante volte de «I Capuleti e i Montecchi» (Bellini), emoción y gusto en una paleta amplia, generosa, con agudos naturales y desenvoltura expresiva que el piano de Burgueras aún le sumó enteros, demostrando que la formación no acaba y los repertorios crecen con el trabajo bien enfocado.

El tenor asturiano Adrián Begega optó por dos de las nueve «Songs of Travel» de Vaughan Willliams, Let Beauty awake y The roadside fire, bien cantadas aunque suenan mejor en otros registros y faltas de la emoción que sí tuvo con Lalo y el aria de «Le roi D’Ys» Puisqu’on ne peut fléchir… estando cómodo en ambos idiomas y con un color personal que sigue moldeando.

A la soprano Nora Chena puedo incluirla en la terna de «sopranos de otra liga» (con la ya comentada Romalde y Arvizu que será la siguiente) en cuanto al nivel y repertorio trabajado así como unas tablas que el tiempo y la experiencia suman a su favor. La vitoriana también escuchada en verano cantó el aria de Asapassia Nel grave tormento de «Mitridate re di Ponto» (Mozart) corroborando la engañosa facilidad de estas arias, agradecidas de escuchar y un tormento de trabajo que la soprano solventó con profesionalidad, y Goizeko eguzkiargiak (Los cielos me darán la luz) de «Mirentxu» (Guridi) que parecen ser exclusiva de quienes dominan el euskera como la propia soprano, aunque las melodías de su paisano siguen siendo universales.

Punto y aparte merece la abogada y soprano pamplonesa Inés de Arvizu que nos dejó tres muestras de su capacidad, técnica sobrada para una voz que se muestra cómoda en partituras tan distintas como las que remató más que preparar en este curso, dada la dificultad de todas: Ach, ich fül’s, es ist verschwunden, la Pamina de «La flauta mágica» (Mozart), Come, now a roundel de «Sueño de una noche de verano» (Britten) y Piangerò la sorte mia de «Giulio Cesare» (Händel), tal vez buscando probar y acertar en la elección donde las sensaciones son siempre muy personales. Impecable en las tres me decanto por el inglés sentido y poco agradecido para tanta belleza condensada en esa página con un piano orquestal y la voz entendidos como un todo.

De nuevo mis felicitaciones a La Castalia por seguir formando y enseñando valores líricos, así como a estas voces cuya pasión por el canto espero les permita vivir haciendo lo que más les gusta y poder disfrutar con ellas. No hay mayor satisfacción que encontrarse con los años figuras a las que vimos arrancar y formarse triunfando ya por el mundo.

Emociones contadas

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Domingo  26 de noviembre, 19:00 horas. Auditorio de Oviedo, Sala de Cámara: Asociación Cultural «La Castalia», XVI Curso «La Voz en la Música de Cámara». Concierto de clausura en homenaje a la memoria de Olga Semushina. Entrada libre.

Significado según nuestra Real Academia Española de la Lengua de la palabra emoción (del lat. emotio, -ōnis): 1. f. Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática.
2. f. Interés, generalmente expectante, con que se participa en algo que está ocurriendo
.

La vida es puro aprendizaje, el trabajo otro tanto y no hablemos de la música donde nunca se termina de aprender y descubrir. Entendamos todo como pura emoción en cualquiera de las dos acepciones de la RAE, sea leer, escribir, escuchar… Y no es lo mismo «contadas emociones» por escasas y excepcionales que «emociones contadas», lo que pretendo desde aquí y algo que en el mundo de la música se intenta hacer continuamente.
Emociones contadas y cantadas, emociones exteriorizadas o interiorizadas, emociones individuales y compartidas, colectivas por la magia de la música pero siempre emociones. Emoción hubo en un concierto final de curso que dejó pequeña la sala de cámara más allá de descubrir nuevas voces, hacer un seguimiento de las conocidas o escuchar dos estrenos. Emoción en quienes se sumaron al recuerdo y homenaje de una amiga, maestra, intérprete, compañera o esposa.

Emoción colectiva con todos los participantes escuchando las palabras de Begoña García-Tamargo, directora artística de «La Castalia«, emocionada por la amiga y compañera, emoción contenida con la música de Beethoven con el Adagio de la sonata en la mayor grabada por Olga Semushina con su marido Vladimir Atapin al cello, verdadero homenaje escuchado por todos con esa alteración del ánimo penosa e interpretada cual vida eterna de una música que nos mantendrá siempre vivos, ejecutada por ese matrimonio roto por una enfermedad contra la que luchó hasta el final, tristemente orgulloso de disfrutarla un poco más de lo diagnosticado.

Conmoción somática la de todo intérprete al salir al escenario con distintas reacciones interiores: cosquilleo, nervios, bloqueos, rigidez… emociones que todo músico conoce pero no siempre controla, cursos de idiomas porque la palabra cantada siempre debe ser escuchada, trabajo de repertorio de cámara que exige emocionarse cantando y emocionar al oyente, transmisión unívoca cuya respuesta llegará con el aplauso. La música de Fauré o Rodrigo, Guastavino o Tosti, Vaughan Williams o Barber, Hahn o Wolf con poemas emocionantes en su lectura pero aún más trascendentes con sus notas, inflexiones y el ropaje del piano, diálogos donde la música complementa la palabra. Emociones del lenguaje tan difícil y distintas en francés o castellano, alemán o inglés pero igual de exigentes para noveles o veteranos. Las sopranos Carla Romalde, Janeth Zúñiga, Canela García o Cristina Suárez, el barítono Pedro La Villa y el tenor Adrián Begega, la mezzo María Heres (me encantó el acento argentino en su su sentida Pampamapa) y la siempre querida soprano ferrolana Patricia Rodríguez Rico que no podía faltar en este homenaje de emociones (impactante y cómplice con el piano en el emocionante poema alemán que es Befreit de R. Strauss) y de estrenos

Búsquedas interna de la voz y el color, elección del repertorio, trabajo de interiorización y el examen constante del público, una vida cantada y no siempre contada. Manuel Burgueras al piano como profesor de estos repertorios llevando cada voz por el camino correcto o guiando a los demás pianistas como Yozhuan Chávez acompañando a Zúñiga o Alma González (con Heres) quien se sumó con un minuto de música al homenaje emocionado e individual de alumna a maestra, Angelico (1959) el primer número de «Música callada» (Mompou) con una rosa blanca sobre el negro barniz del Steinway.

Emoción compartida desde la propia interiorizada de Gabriel Ureña, empatía de cello y dolor con el piano de Patxi Aizpiri en el Andante de la Sonata op. 19 de Rachmaninov, los rusos que sentimos asturianos, intérpretes y compositores, abrazo sin palabras al amigo y compañero Atapin recordando a «la Atapina» con la música que llega donde la palabra no, precisamente en un concierto con la voz de protagonista donde el violonchelo es lo más parecido a ella, verdadera Vocalise capaz de hacernos vibrar con cada cuerda y más con el sentimiento transmitido desde lo más íntimo.

Qué mejor homenaje que estrenar una obra, trabajada además por cuatro de estos alumnos como broche de otro curso, y Gabriel Ordás (1999) que sigue creciendo en todos los sentidos y estilos, nos regalaba «A Dafne«, fantasía para cuarteto vocal y piano con el texto del Soneto XIII de Garcilaso de la Vega. El relevo en el piano lo tomaría hasta el final la ucraniana afincada en Asturias Yelyzaveta Tomchuk, coprotagonista de este estreno junto a Patricia RodríguezMaría HeresAdrián Begega Pedro La Villa que emocionaron con ese soneto musicado exigiendo a cada solista entrega, técnica y solidaridad en el canto, matices con registros amplios y empastes buscados, intimismo camerístico y tensiones con piano recreando la letra desde la voz. Habrá quedado registrado por las muchas cámaras y grabadoras, a cuyos propietarios vendría bien hacer un curso para fotógrafos en conciertos, cómo comportarse sin molestar, el saber estar en cada momento tan importante para todo en la vida.

El segundo estreno vendría de Pablo Moras (1983), recientemente galardonado con el premio de la SGAE Carmelo Alonso Bernaola de jóvenes compositores, y su obra con texto de Xuan Bello «No Escuro» para coro mixto con piano, el propio compositor y director de la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo con Lisa Tomchuk, emociones a flor de piel y emociones cercanas al lujo por poder interpretar una obra nueva dirigida por el autor, asistir en todas las personas, primera, tercera o segunda, singular o plural a la amplia gama de matices y colores emocionales de todo tipo con una obra actual cercana como el homenaje común a Olga desde la voz, solista o en coro.

Y sumándose a la Capilla algunas de las alumnas nada mejor que la alegría de un musical tan conocido como West Side Story (L. Bernstein) en un arreglo con piano de Len Thomas que redimensiona el original a coro, números de Tony por las voces graves, de Maria por las blancas, y el empuje coral conjunto bien compenetrado con el piano por un coro algo corto en hombres (endémico en casi todos) pero convincente, entusiasta y emocionado a la vez que emocionando.

No se podía pedir más, aunque Atapin volvió a dar las gracias a todos, orgulloso con la placa que le entregó «La Castalia» de manos del presidente y amigo Santiago Ruiz de la Peña, tras la foto final con todos los profesores, alumnos e invitados a este homenaje emotivo, porque de bien nacidos es ser agradecidos.

El verano también es trabajo

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Viernes 21 de julio, 20:00 horas. RIDEA, Oviedo: Concierto de clausura del III Curso de Canto y Repertorio «La Castalia«. Entrada libre.
Para algunos el verano supone ocio y vacaciones aunque en el mundo musical nunca se tenga un minuto de tiempo libre. Oviedo sigue siendo «La Viena del Norte» hispano incluso en los meses de estío con unas temperaturas idóneas para disfrutar de su amplia oferta en los distintos entornos y festivales, pero también para aprovechar unos días de formación, la que ocupa toda la vida profesional y más aún en el siempre exigente mundo lírico.

La Asociación Cultural «La Castalia» que preside Santiago Ruiz de la Peña sigue ofreciendo cursos como este tercero de canto y repertorio en la capital asturiana, acudiendo jóvenes voces asturianas y de las comunidades cercanas para continuar esa carrera en algunos casos incipiente, en otros consolidándose, buscando siempre mejorar distintos aspectos como perfeccionar la técnica, dicción y fonética, idiomas tan necesarios en todas las facetas profesionales, o repertorio y análisis, recordando que todo ello es imprescindible para quienes se dedican al mundo de la lírica, independientemente de buscar una carrera o por el mero hecho de continuar ese itinerario sin final que es el canto.
La labor del claustro de «La Castalia» sigue siendo encomiable por inculcar amor por la música y poder visibilizar unas voces desconocidas para parte de un público que volvió a llenar el Palacio de Toreno, y que resultó el termómetro de examen final a cinco días de duro trabajo que culminan con el concierto final.

Enhorabuena a Begoña García-Tamargo (dirección artística y canto), Manuel Burgueras (repertorio y pianista «oficial» de estos cursos), Ana Cristina Tolívar (fonética), Mª José Collazos (análisis) y la ucraniana afincada entre nosotros Yelyzaveta Tomchuk, nuevo fichaje en el campo del pianista de repertorio, más allá del acompañamiento, con un trabajo «poco agradecido» en las siempre diabólicas reducciones orquestales que compensan páginas «liederísticas» como también pudimos disfrutar este viernes, completando un elenco de profesores a los que la moda e invasión anglosajona comienza a llamar coach.
Interesantes las obras elegidas y el orden de intervención de los cantantes para «armar» este concierto de clausura del que dejo copia a continuación y amplío con algunas anotaciones a vuelapluma.

Abundante cosecha de sopranos y digna representación del resto de cuerdas (mezzo, tenor y barítono) afrontando repertorio variado y difícil donde hubo una verdadera colección lírica con dos obras por voz colocadas en el programa para dar variedad y vistosidad a los géneros trabajados con el profesorado durante la semana.

Abría velada la soprano gallega Cristina Suárez con Manuel Burgueras al piano cantando Sposa son disprezzata de «Bajazet» RV 703 (Vivaldi), con la misma trama de «Il Tamerlano«, un aria barroca de calado mostrando buenas maneras (que completaría su intervención con Weber) y ganas de gustar en dos estilos distintos y distantes.

Volvía a escuchar a la soprano Canela García que nos dejó el «lied» sinfónico Zueignung op. 10 nº 1 (R. Strauss) de sentimiento, poesía musical y diálogo con el piano del maestro hispanoargentino y volvería con La zagala alegre de las «Seis canciones castellanas» (Toldrá), la canción de concierto que exige a los intérpretes crear y cantar un microrrelato donde el texto debe ser subrayado con la música, algo que ambos intérpretes entendieron en la dirección correcta.

Ya conocía a la mezzo María Heres, con Lisa Tomchuk al piano que afrontó el aria Che puro ciel de «Orfeo y Euridice» (Gluck), un repertorio de arias barrocas en las que la ovetense se desenvuelve con comodidad y un color idóneo recordándonos el de algunos contratenores que están recuperando muchas de estas partituras, retomándolo posteriormente con Che faro senza Euridice (en vez del previsto Cruda sorte! Amor tiranno! de la rossiniana «L’Italiana in Algeri«, único cambio que demuestra el atento trabajo por ofrecer siempre lo mejor de cada intérprete).

Mi admirada soprano la avilesina Vanessa del Riego con Manuel Burgueras al «piano orquestal» nos interpretaron el Laudamus te de la «Gran Misa en do menor» (Mozart) siempre progresando en un repertorio que lleva interpretando a lo largo de su carrera, siempre difícil en el caso del genio de Salzburgo, endiablado en agilidades, color, saltos y musicalidad. Un aplauso por su encomiable trabajo y amor por la música.

El también conocido tenor Adrián Begega con Yelyzabeta Tomchuk afrontó el lied Der Neugierige del ciclo «Die schöne Müllerin» (Schubert) y el recitativo con aria Sventurata Sidon!… Se colà ne´fatti è scritto del «Idomeneo» mozartiano, bello color y registro central poderoso, más idóneo para Mozart que para el muy exigente y siempre complicado mundo camerístico de la llamada canción de concierto, al que pocos cantantes han querido acercarse precisamente por sus dificultades.

La también gallega y soprano Carla Romalde nos interpretaría la Ännchen de «El cazador furtivo» (Weber) con el aria Einst träume meiner sel’gen Base donde su expresión gestual debe complementar la acción que el texto en alemán describe, mejor en la parte movida y «cantabile», mientras su compañera Cristina Suárez volvería para la Ágata doliente Und ob die Wolke sie verhülle, dos colores de voz y personajes para la misma obra, con la reducción pianísitica a cargo de una convincente Lysa Tomchuk. Carla Romalde repetiría posteriormente con la Romanza de María de «El Juramento» (Gaztambide) más cómoda  con el castellano y de color carnoso escrito para lo que entonces se llamaba tiple, para una partitura igual de exigente que también pudimos disfrutar en el Campoamor hace tres años.

Habitual en nuestra tierra y también trabajando duro, la soprano moscona Paula Lueje con Manuel Burgueras nos dejaron una auténtica recreación de I’ vidi in terra (soneto 123 y último de los «Drittes Sonet von Petrarca«) del húngaro Franz Liszt, partitura poco habitual bien defendida y ejecutada por ambos intérpretes, que como escribe Petrarca supusieron «cordura, amor, dolor y cortesía», muchas tablas por parte de ambos, siendo la de Grado quien finalizaría el concierto con el piano de Tomchuk pasando de la poética italiana al alemán casi cabaretero de la conocida Canción de Vilja (Vilja Lied) perteneciente a «La viuda alegre» («Die Lustige Witwe«) de Léhar, el rey de la opereta siempre exigente pero muy agradecida, perfecto rubato con feliz entendimiento pianístico y sentimiento a raudales que resultaría broche dorado del concierto.

Otra voz que pasó hace unos años por Asturias y volvía a este curso es la soprano ferrolana Gloria Amil que tiene tras de sí una carrera variada, esta vez trabajando y cantando con la orquesta hecha piano de Manuel Burgueras dos exigentes y conocidas arias operísticas: el Addio, del passato bei sogni ridenti de «La Traviata» (Verdi) y la gavota Obéissons quand leur voix appellee de «Manon» (Massenet) lógicamente con piano y sin coro pero que el público interrumpió varias veces -supongo que por desconocimiento pese a ser un título de referencia en la ópera-, mejor Manon que Violeta sin meterse mucho en dos roles que deben convencer y enamorar además de cantarse, aunque la belleza de estas páginas supera cualquier comentario teniendo todos nuestras referencias en dos personajes fetiches para cualquier operófilo.

El joven barítono turolense Ricardo Barrul Martín acompañado al piano por el maestro Burgueras apuntó buenas maneras en las arias de Alfonso Ma, de’malvagi invan… Vien, Leonora de «La Favorita» (Donizetti) y Zurga O Nadir de «Los pescadores de perlas» (Bizet), con un bello color vocal que los años irán dando el cuerpo necesario puesto que musicalidad tiene y técnica continúa trabajándolo, estando en el camino correcto para afrontar estos roles.

La soprano vitoriana Nora Chena Sola con el piano de Yelyzabeta Tomchuk demostró el buen y poderoso instrumento que posee afrontando dos pesos pesados vocalmente como la «Canción de la risa de Adela· en Mein Herr Marquis de «El murciélago» (Johann Strauss hijo) y Les oiseaux dans la chamilleLos Cuentos de Hoffman«) de Offenbach, mucho más que un despliegue de poderío, agudos o agilidades, convencimiento y escena que da el trabajo así como mucho tiempo de estudio, el que nunca termina, cautivando al público en ambas arias, especialmente la segunda donde no necesitó «darle cuerda a la muñeca» para enamorar siempre con el excelente subrayado musical de la astur-ucraniana Tomchuk.

En definitiva un curso de nota con las lecciones bien aprendidas que todavía quedaría repasar tras el concierto de examen final porque así es la vida del música, estudiando siempre para buscar la excelencia. Y llegar a casa con tiempo para disfrutar en El Palco de La 2 (también en la web de rtve) de un «Liceu a la fresca» con un «Trovador» que algunos de estos cantantes podrían cantar en algún momento de sus carreras, pues la ópera sigue enamorando y las voces llegan directamente al alma.
Enhorabuena a todos.

Perfeccionamiento y descubrimiento

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Martes 11 de abril, 20:00 horas. Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), Oviedo: La Castalia, Concierto de Clausura «Curso de Repertorio Vocal» con Manuel Burgueras (piano).

La Castalia retoma el ideal de la primitiva agrupación bajo la dirección de Begoña García-Tamargo que como profesora de canto mantiene estos cursos de repertorio vocal con un pianista como Manuel Burgueras de amplia experiencia y trayectoria en el mundo de la lírica, con cantantes de distintas procedencias conocedores de que la voz siempre hay que entrenarla, perfeccionarla y encontrar los repertorios ideales para ello. Con Begoña y Manuel saben que encontrarán el apoyo imprescindible en una carrera que nunca acaba, sea por afición o profesión, y estos cursos siempre finalizan con el concierto para el público. Tras algunas bajas y cambios en el programa que he intentado «arreglar» un poco más abajo para dejarlo en el orden que pudimos escuchar el público que abarrotó el RIDEA, incluso por los pasillos laterales tras hacer cola con más de media hora de antelación, me llevo distintas impresiones de los artistas que llevaron a la práctica las enseñanzas de sus maestros.

Sin entrar en muchos detalles quiero al menos destacar pequeños detalles y algún «descubrimiento», con intervenciones salteadas que completaron diecisiete números variados donde no faltó ópera, zarzuela o música religiosa en este Martes Santo, con el magisterio de un Burgueras que sigue siendo un maestro en el piano desde el rol conocido como «repertorista«, el apoyo necesario para todo cantante y pilar imprescindible de estos cursos.

Distintos niveles en las sopranos Canela García (con Mozart y Fauré) o Paula Lueje (Toldrá, R. Strauss, Massenet o Giménez), donde las tablas de la moscona se notan, quedándome con Madre, unos ojuelos vi pese a estar acostumbrados a las versiones de mezzo, como perfecta expresión del cantar diciendo que exigen estos lieder españoles así como continuar apostando por nuestra zarzuela con la difícil romanza Sierras de Granada de «La Tempranica» y a la primera que tendremos que seguir su evolución, apuntando maneras como suele decirse en estos casos.

Aún en formación el tenor Adrián Begega que apunta maneras, con un registro grave sin problemas pero debiendo trabajar más la afinación, con dos Schubert más el Beethoven en la línea del genuino lied alemán por color más apropiadas para barítono, y dicción, que el tiempo le dará aplomo y autoconfianza porque está en buenas manos.

Y quienes me leen conocen mi debilidad por la voz de mezzo, contando esta vez con dos: María Heres, feliz reencuentro con Gluck y Vivaldi pero también con el complicado Rossini de L’invito al que hemos escuchado en sopranos pero que la ovetense defendió con solvencia, y el saleroso Tango de la Menegilda, segura en todos los registros, buena técnica y la confianza que da una trayectoria donde cantar es su vida, lo que se nota en cuanto la escuchamos.

El «hallazgo» de la tarde fue la barcelonesa Anna Gomà, una profesional que ya pasase por Gijón y que este martes se erigió en la voz del recital desde sus dos primeras intervenciones (en tercer y cuarto lugar), primero con arias de ópera con MassenetVa! Laisse couler mes larmes de «Werther«, y una Carmen de Bizet arrolladora en la «Canción Bohemia«, sentida, dramatizada, color vocal carnoso e  igualado en todos los registros; después romanzas de zarzuela en el decimocuarto número y cerrando el recital, nueva demostración de buen cantar y sentir, Cuando está tan hondo el querer de «El barquerillo» (Chapí) y un Qué te importa que no venga… de «Los claveles» (Serrano) que levantó literalmente al público de los asientos. Voces como la de esta mezzo catalana que acuden a estos cursos da idea de lo que se busca, mejorar y ampliar repertorios con los maestros, estando Oviedo en el mapa de muchas voces profesionales de toda España.

Para quienes quieren seguir aprendiendo saben que no hay vacaciones, lo mismo que para descubrir de primera mano figuras que en breve estarán en los mejores escenarios, y por el Palacio del Conde de Toreno había varios «cazatalentos» que no habrán desperdiciado la ocasión, como tampoco ninguno de estos alumnos que encuentran en La Castalia el apoyo necesario para darse a conocer un poco más mientras siguen formándose en una carrera que nunca termina.